Al llegar a mi casa, dejé caer la bolsa de hierbas sobre la mesa de la cocina. No pude evitar sentir cierta curiosidad mezclada con escepticismo al recordar las palabras de la adivina. Respiré profundo y decidí darle una oportunidad a aquel extraño ritual.
¿Por qué no?, pensé mientras comenzaba a leer el instructivo que había venido con las hierbas.
Seguí las instrucciones cuidadosamente, colocando cada hierba en su posición correspondiente alrededor de mi habitación. Al verme rodeada de aquellos montoncitos de plantas, me sentí ridícula y no pude evitar soltar una risa nerviosa.
-Esto es absurdo- murmuré mientras encendía una por una las hierbas, siguiendo el patrón que el instructivo indicaba. El humo comenzó a elevarse en volutas hacia el techo, llenando la habitación con un aroma intenso y desconocido. Una parte de mí no podía dejar de pensar que había sido estafada de nuevo, víctima de mis propias esperanzas y deseos.
-Ya estoy en esto, no tengo nada que perder- traté de convencerme mientras terminaba de encender la última hierba. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, producto de la ansiedad y la incertidumbre. ¿Sería capaz de encontrar las respuestas que tanto anhelaba o simplemente estaba cayendo en otra trampa?
-Esto es por ti, Kael- susurré, recordando cuánto había luchado ella para mantenernos unidas y protegernos. La determinación y el amor que había demostrado a lo largo de su vida me impulsaron a seguir adelante con aquel ritual, por más absurdo que pudiera parecer.
Ahora solo queda esperar, pensé mientras observaba las llamas consumir lentamente las hierbas. No sabía qué esperar, pero algo en mi interior me decía que estaba a punto de enfrentarme a un gran misterio. Y estaba dispuesta a descubrirlo, sin importar el precio.
Decidida a seguir adelante, me acosté en la cama y desdoblé el papel donde había anotado las palabras del encantamiento que me había dicho la adivina. Aunque mi mente me decía que era una tontería, algo en mi corazón me convencía de que valía la pena intentarlo.
-Por ti, Kael- repetí en voz baja, como un mantra. Cerré los ojos y comencé a recitar las extrañas palabras, tratando de darles el mismo énfasis que la adivina lo había hecho. Al principio, no sentí nada diferente, pero conforme continuaba, noté cómo el aire en la habitación parecía volverse más denso y frío.
¿Será posible que esto funcione?, pensé mientras terminaba el encantamiento. Apenas lo hice, una sensación de pesadez invadió todo mi cuerpo, como si alguien me estuviera empujando hacia abajo en la cama. Sentí escalofríos recorrer mi espalda y una oleada de calor subir por mi rostro. No podía moverme, pero tampoco quería.
-Quizás sea parte del proceso- intenté convencerme, aunque una parte de mí comenzaba a temer que algo andaba mal. Mi respiración se entrecortaba y mi corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de explotar.
-Esto es... tan extraño- murmuré al darme cuenta de que estaba empezando a sumergirme en un sueño muy profundo. La realidad y la fantasía se mezclaban en mi mente, creando imágenes vívidas y desconcertantes. Todo a mi alrededor se desvanecía, y yo me dejaba llevar por ese torbellino de sensaciones.
-Si esto es lo que se necesita para encontrar las respuestas pensé justo antes de perderme completamente en ese extraño sueño, -entonces estoy dispuesta a enfrentarlo-.
Y con esa resolución firme en mi corazón, dejé que el sueño me envolviera completamente, arrastrándome hacia un mundo desconocido y lleno de misterios. No sabía qué me esperaba, pero estaba decidida a descubrirlo, sin importar cuán difíciles fueran los desafíos que enfrentaría en el camino.
El frío invadió mi cuerpo mientras mi corazón comenzaba a latir más lento. Me sentía atrapada en ese sueño profundo, incapaz de moverme o despertar. A medida que la oscuridad me envolvía, mi garganta se entrecortaba y mi vista se volvía difusa.
¿Qué está pasando?, pensé con pánico, sintiendo como si la muerte estuviera llamándome. ¿Es esto normal? ¿Qué hice mal?
-Esto... esto es por mi culpa- me dije a mí misma, con amargura y temor. -No debí haber hecho ese estúpido ritual. Si algo me sucede, es porque fui una tonta al creer en las palabras de esa adivina.-
-Ana, no te rindas- me repetía en mi mente mientras luchaba por mantenerme consciente. -Tienes que ser fuerte y enfrentar esto. Por Kael... No puedes dejar que esto te venza.-
-¡Despierta!- grité en mi interior, pero mi voz no salió de mi boca. En cambio, solo un débil susurro escapó de mis labios temblorosos.
-Por favor, ayúdame- supliqué en silencio mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos, nublando aún más mi vista. -No quiero morir aquí, no así...-
-¿Pero qué pasaría si...?- me pregunté, intentando encontrar una razón para seguir adelante. -¿Y si esto es solo parte del proceso? ¿Y si tengo que enfrentar mis miedos y aceptar lo desconocido para realmente encontrar las respuestas que busco?-
-¿Vale la pena correr el riesgo?- reflexioné mientras mi corazón seguía ralentizándose y el frío me consumía. -No lo sé, pero tengo que intentarlo. No puedo rendirme ahora, no después de todo por lo que he pasado.-
-Está bien, muerte- pensé con valentía mientras tomaba una respiración profunda y entrecortada. -Si tienes algo que enseñarme, estoy lista para aprender. Pero no pienso dejarte ganar tan fácilmente.-
-Recuerda por qué estás haciendo esto- me recordé a mí misma mientras me aferraba a esa última chispa de esperanza en mi corazón. -Por amor, por justicia, por verdad, por Kael... Esa es mi lucha, y estoy dispuesta a enfrentar incluso a la muerte para conseguirla.-
Y con ese pensamiento en mente, permití que el sueño me arrastrara aún más profundo, enfrentándome a la oscuridad desconocida con valentía y determinación
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