Capítulo 2

Mis lágrimas caían sin cesar, empapando el teclado del ordenador. Me había quedado sin opciones, sin ideas y sin fuerzas para continuar. Los días se habían convertido en semanas, y seguía sin saber nada de Kael. Exhausta, levanté la vista al cielo nocturno a través de la ventana, suplicando en silencio por alguna señal, algún indicio que me mostrara dónde buscar.

-¡¿Dónde estás?! - grité con desesperación, golpeando con furia la mesa frente a mí. Mi voz resonó en la habitación vacía, como un eco de mi angustia y soledad. Aunque no quería aceptarlo, una parte de mí empezaba a temer que nunca volvería a ver a Kael, que quizás estaba perdido para siempre.

-¡No! ¡No puedo rendirme ahora! - pensé, secando mis lágrimas y tomando una profunda inspiración. Necesitaba ayuda, alguien que pudiera encontrar a Kael cuando yo no podía hacerlo. Recordé haber oído hablar de un detective privado con buena reputación en la ciudad, y tomé la decisión de contactarlo. Marqué su número con manos temblorosas y esperé.

-Detective Mendoza - respondió una voz grave al otro lado del teléfono.

-Mi nombre es Ana - dije con voz entrecortada -Necesito su ayuda. Mi prometido, Kael, ha desaparecido sin dejar rastro, y no sé qué más hacer. -

-Entiendo - contestó el detective, su voz transmitiendo empatía -Venga a mi oficina mañana por la mañana y hablemos de su caso. -

-Gracias - susurré antes de colgar, sintiendo un atisbo de esperanza en medio de mi desesperación.

Al día siguiente, me encontraba sentada en la oficina del detective Mendoza. Las paredes estaban cubiertas de fotografías, recortes de periódicos y mapas con alfileres, símbolos de casos resueltos y misterios aún por descubrir. El detective, un hombre de mediana edad con cabello canoso y una mirada penetrante, me escuchó atentamente mientras le contaba todo lo que sabía sobre la desaparición de Kael.

-Le daré acceso a su teléfono y a su ordenador - le dije, entregándole las contraseñas -Quizás haya algo que yo no haya visto. -

-Haré todo lo posible - prometió el detective Mendoza, estrechándome la mano con firmeza -No pierda la esperanza, Ana. A veces los casos más difíciles son los que tienen finales más sorprendentes. -

-Ojalá - murmuré, apretando el anillo de compromiso en mi dedo -Porque no puedo imaginar mi vida sin él. -

Después de varios días de angustiosa espera, recibí una llamada del detective Mendoza. Mi corazón latía con fuerza mientras contestaba el teléfono, esperanzada de que tuviera noticias sobre Kael.

-Ana - comenzó el detective con tono sombrío -Lamento decirle que no hemos encontrado ninguna pista sobre la desaparición de Kael. Hemos revisado su teléfono y su ordenador, pero no hay nada que indique dónde podría estar. -

-¿Nada? - pregunté, sintiendo cómo un nudo se formaba en mi garganta -¿Ni siquiera una pequeña pista? -

-Lo siento - suspiró el detective -No tenemos ningún sospechoso ni ninguna posible explicación para su desaparición. A veces estos casos son los más difíciles de resolver. -

-Entonces - dije, las lágrimas brotando involuntariamente -¿Eso significa que nunca lo encontraré? -

-Siempre hay posibilidad - respondió Mendoza -Pero por ahora, no puedo prometerle nada. -

-Gracias - musité antes de colgar, sintiendo cómo la esperanza se desvanecía, dejándome sumida en la tristeza.

No podía permitirme rendirme. Kael era mi vida, mi amor, y no podía imaginar continuar sin él a mi lado. Decidí tomar cartas en el asunto y emprender mi propia búsqueda. Coloqué carteles con su foto por toda la ciudad, tratando de llegar a cada rincón, cada callejuela, cada parque. Quizás alguien había visto algo, quizás alguien sabría algo.

También inicié una campaña en las redes sociales, compartiendo su historia y pidiendo a mis amigos que hicieran lo mismo. Las respuestas llegaron en forma de palabras de consuelo, pero nada concreto que me acercara a Kael.

Desesperada, recurrí a un último recurso: contratar a un psíquico. Aunque siempre había sido escéptica sobre estos temas, estaba dispuesta a agotar todas las opciones con tal de encontrar a mi amado Kael.

A pesar del paso del tiempo y de la aparente falta de progreso, no podía rendirme. Seguí buscando a Kael, impulsada por el amor que sentía por él y la negativa a aceptar que podría haber desaparecido para siempre. Y aunque cada día parecía más oscuro que el anterior, algo en mi interior me decía que no podía abandonar la búsqueda.

Después de haber agotado todas las opciones, me encontraba sola en mi departamento, revisando cada rincón en busca de cualquier pista que hubiera pasado por alto. Me sentía cansada y abrumada por la desesperación que no dejaba de crecer dentro de mí. A pesar de todo, algo en mi interior se negaba a renunciar por completo.

-¿Dónde estás, Kael? - susurré mientras acariciaba con ternura una foto suya que descansaba sobre la mesa de centro. Recordé su sonrisa, cómo solía iluminar la habitación y hacerme sentir como si todo fuera posible.

Me senté en el sofá, abrazando la foto de Kael contra mi pecho. Me permití llorar, dejando que el dolor y la frustración fluyeran a través de mí. A pesar de todo, me negaba a renunciar por completo a la esperanza de encontrarlo. Sabía que debía ser fuerte, tanto por Kael como por mí misma. No podía dejar que el misterio de su desaparición me consumiera por completo.

-Te encontraré - prometí, mirando fijamente su rostro en la foto -No importa cuánto tiempo tome, no importa lo que tenga que enfrentar. Te encontraré, Kael. -

Más populares

Comments

Martha Divas Delgado

Martha Divas Delgado

wooooooo me gusta k misterio habrá en su desaparición de karl k lo orillo a no dejar rastro hayyyyyy autora k misterio

2023-07-12

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play