Entregada a Santiago

...Narra Santiago...

Al ver a Melisa dejar caer lentamente el vestido amarillo que lleva puesto, y solo quedar en ropa interior blanca.

Mi cuerpo inmediatamente responde a lo que estoy mirando. Mis músculos se pusieron tensos, mi p***n se levantó de golpe.

Es innegable, qué Melisa ha despertado de nuevo al pequeño, que creí que había dormido de por vida.

No me puedo negar a mí mismo que la chica delante de mí, ha despertado algo más que solo pasión en mi cuerpo, cómo en mi corazón.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Desde hace varios meses, mi cuerpo no había disfrutado del calor y aroma de una mujer.

Con la última mujer que estuve fue con Úrsula, una noche antes del maldito accidente, qué me dejó en silla de ruedas por más de cuatro meses.

Melisa tenía un cuerpo espectacular, sus pechos eran pequeños, pero, muy sensuales, tenía una cintura pequeña, que hacía lucir su redondo trasero.

Melisa es realmente hermosa, tiene un cuerpo, espectacular, y lo mejor de todo es que tiene un rostro angelical. Es la mujer perfecta, para saciar cualquier fantasía, en la cama.

__ Quitate suavemente cada una de las prendas de tu cuerpo. ¡Pero, hazlo moviendo tu cuerpo lentamente!... _ Le ordené a Melisa con voz excitada.

Deseaba ver a Melisa totalmente desnuda, quería apreciar cada parte de ella, y memorizar cada lunar, cada cicatriz que tenga en cada rincón de su sensual cuerpo.

Melisa me miró por un momento sin poder creer lo que le estaba pidiendo, la chica delante de mí, es demasiado inocente...

Su cuerpo la delataba con facilidad, noté cada uno de sus movimientos, en cuanto entró a la habitación, miré el momento en que ella mordió su labio inferior, en el momento en que ella, cerró los ojos, cuando bajó el vestido.

Todos esos pequeños detalles, que hace una mujer, cuando no ha estado en la cama con un hombre. La timidez con la que Melisa, cubre su cuerpo, en momentos.

Aunque, Melisa intentaba aparentar ser una mujer abierta a la cual no le daba miedo nada. Puedo darme cuenta de que es todo lo contrario.

Melisa es un ratoncito asustado, el cual aparenta ser una gran bestia, pero no es más que una niña que no ha experimentado nada.

__ ¿Qué esperas?... Quieres que vaya y te ayude a quitar ese sostén.__ Susurré.

Suavemente, Melisa llevó sus manos detrás de su espalda, para soltar el sostén blanco que llevaba puesto. Su cuerpo no dejaba de temblar, eso excitaba más mi cuerpo.

De repente, Melisa dejó de soltar su sostén, y bajó las manos. Su rostro cambió, dejando de ser la mujer valiente que estaba aparentando.

__ ¡No!..

__ ¡No, puedo hacerlo!..._ Gritó Melisa, cuando pensé que por fin iba a disfrutar de un buen espectáculo.

Me sentí rechazado, rápidamente pensé que Melisa, me estaba rechazando porque no puedo caminar... Eso me hizo enfurecer, levante la mano para correrla de mi habitación.

__ ¡Vístete, y vete!. No quiero verte ni un solo segundo más... _ Le ordené con voz fría.

Lo menos que deseo es que una mujer se entregue a mí, solo porque se siente presionada... No miento, me encantaría someter a Melisa a mí, pero no la voy a obligar...

__ No quiero irme..._ Susurró Melisa en voz baja.

Por un corto momento la tensión dentro de la habitación se volvió demasiado insoportable. Melisa se dejó caer encima de la cama; su mirada podía decir muchas cosas, pero en ese momento no me interesaba.

Solo quería que Melisa saliera del interior de la habitación. Quiero quedar a solas con mi amargura...

__ ¿Qué no escuchaste?... ¡Quiero que te largues ahora mismo!..._ Levanté la voz con fuerza.

__ ¡¿Qué no escuchaste eres tú?!...

__ ¡No pienso irme, hasta haber pagado el precio!... _ Respondió Melisa.

_ Si es por Carlota, puedes largarte. No pienso correrla._ Respondí con frialdad.

Melisa bajó la cabeza, pensé que se daría la vuelta y se marchará inmediatamente, sin embargo, me equivoque.

_ Quiero estar contigo, pero, tengo miedo..._ Dijo Melisa, dejándome desconcertado.

_ Miedo de ¿Qué?..._ Le pregunté, por una idea en mente.

Melisa enseguida bajó la cabeza, sus manos se apresuraron a cubrir su cuerpo.

_ No he estado nunca con ningún hombre..._ Melisa me confesó lo que ya sospechaba en un susurro.

Me acerqué a ella, para agarrar su mano, suavemente, Melisa fue levantando la mirada por segunda vez.

__ No te voy a obligar, puedes irte si así lo deseas... No voy a despedir a Carlota, ni haré nada que te lastime. _ Mencioné, mientras agarraba el vestido amarillo del suelo.

__ No quiero irme... Quiero intentarlo, aunque sea un momento... _ Al decir eso, Melisa se inclinó para besar mis labios.

En ese momento, me quería levantar de la silla, y levantar a Melisa entre mis brazos para llevarla a la cama.

Sin embargo, no podía. Mi más grande mentira quedaría expuesta ante los ojos de Melisa...

Al terminar el beso, Melisa se separó un poco de mí, para ayudarme a desabrochar los botones de la camisa.

Sus suaves manos fueron acariciando mi torso. Hasta que mi camisa desapareció completamente de mi cuerpo.

__ Te ayudaré a llegar a la cama..._ Mencionó Melisa, empujando la silla de ruedas hasta que quedara junto a la cama.

Melisa me ayudó a subir a la cama, para después comenzar a quitarme el pantalón, era la última prenda que le quedaba a mi cuerpo...

Todo parecía tan perfecto, Melisa, ya no era tan tímida cómo al comienzo... Ella comenzó a tomar la iniciativa en varias cosas, y eso me facilitaba el no poder mover las piernas delante de ella.

Mis manos empujan a Melisa, encima de mí, era momento de comenzar a disfrutar del cuerpo hermoso de Melisa.

Comencé a besar el cuello de Melisa, para ir bajando lentamente hasta llegar a sus pechos. Mis manos fueron acariciando su espalda, hasta bajar a sus glúteos...

Lentamente, fuimos disfrutando de nuestros cuerpos, lo hicimos, cómo si ya lleváramos toda una vida haciendo el amor...

Al terminar, Melisa se quedó profundamente dormida en mis brazos. Mientras que yo, solo podía apreciar su belleza tan natural...

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