Los partidos de básquet llenaban el lugar más que cualquier otro deporte, las clases se suspendían y la mayoría de la preparatoria hacía acto de presencia. A mí me daba igual quienes aparecieran ahí siempre y cuando mi amiga fuera a verme, a los demás no les daba tan igual y los días previos los entrenamientos eran durísimos.
En esos días que el entrenamiento se duplicaba en tiempo Leilani aparecía a mitad del entrenamiento y solía tener la costumbre de no prestar mucha atención hasta que el entrenamiento finalizaba y yo solía prestar atención a lo que ella hacía hasta que el entrenador me metía un silbido en el oído o hasta que tenía cinco segundos libres para irla a saludar.
—¡NAVARRO! 30 vueltas al gimnasio. —El silbido apareció.
Cuando el entrenador hablaba del "gimnasio" no se refería al borde de la cancha, ni a la duela completa, se refería al edificio, o sea que debía salir del lugar y darle vueltas al edificio amarillo como menso la cantidad de veces que él decía y al pasar por la puerta debía contar. Ya me estaba acostumbrando a eso. Él solo pedía eso cuando habías colmado su paciencia por completo y en ese momento lo merecía por pasar dos horas viendo a la chica de cabello largo y lentes.
Su lectura parecía demasiado intensa porque ella se revolvía en la colchoneta, sonreía y se reía sin disimular lo que hacía. El entrenador cada tanto también le daba una ojeada y fruncía el ceño, se acercaba a preguntarle y ella le mostraba el libro con la seguridad de que él entendería lo mismo una vez que lo leyera.
—Pero entrenador yo solo... —otro silbido.
—¿Quieres dar 40? —Preguntó con una sonrisa socarrona.
—No.
—¡Andando! —Palmeó mi espalda y de nuevo hizo sonar su silbato. —¡Y ustedes! Muévanse a no ser que quieran acompañarlo en sus vueltas. ¿Alguien quiere? —Hizo una pausa que preferí ignorar mientras salía del lugar. —Tú no niña, hablo en serio. Quédate hasta que él regrese.
Negué sabiendo que Leilani estaba levantando la mano para acompañarme, seguramente hasta se había levantado del lugar donde el entrenador la dejaba quedarse siempre. Quería mirarla, pero sí lo hacía una vez más ya no saldría a correr y me quedaría a hablar con ella. Me propuse a terminar mucho antes de que el entrenamiento llegara a su fin porque no quería dejarla sola y también porque afuera estaba haciendo mucho sol.
Intentar engañar al entrenador no era una opción, no había visto que alguien lo hubiera intentado y no quería ser el primero porque era una persona aterradora y también porque su esposa que era la entrenadora de voleibol y estaba siempre afuera del lugar y sabía que su esposo no dejaba menos de 30 vueltas como castigo. No quería que me delatara.
Una parte de mí se alegraba de tener al entrenador porque la entrenadora era mucho más dura y había visto a Leilani correr 50 vueltas solo por no avisar que ella estaba cerca del balón, parecía que ella solo quería la perfección en sus chicas y por eso su equipo era uno de los más temidos.
Entré al gimnasio de vuelta con el sudor escurriéndome por cualquier lado y con la terrible noticia que ya había acabado el entrenamiento. Leilani estaba en una colchoneta acostada mirando al techo.
—¿Qué sucede linda? —Su cuerpo pareció hundirse con el suspiro que soltó.
—Nada.
Me acosté a su lado, ella solo se levantó para dejar un beso en mi mejilla sudada y regresó a su momento de pena.
—No estés triste, te traje algo. —Recordé que tenía en mi mochila algo que quería darle desde el momento en el que lo compré.
—¿Una bola de queso Oaxaca? —Me reí hasta que vi su rostro.
—Oh no, lo siento yo... puedo ir a comprarte una.
—¿Con salchichas?
—Es una combinación muy extraña, pero iré. —Me levanté del lugar dispuesto a salir por la puerta y conseguir su queso, Leilei tomó mi brazo. —No tardaré.
—¿Te he dicho ya que eres genial? —Sonrió suave. —No es necesario que vayas, quiero que te quedes aquí, conmigo.
—Puedo ir en menos de media hora.
—Media hora que voy a extrañarte.
—Pero media hora más cerca de tu bola de queso Oaxaca.
—Eso es bastante tentador. —Arrugó la nariz. —No quiero sonar como caprichosa, pero quiero estar contigo.
—Entonces vamos por tu queso. —Tomé su mano con cariño. —Juntos.
—Okey. —Ella se levantó y me abrazó. —Gracias.
Se separó de mí y se rió con la nariz. Sabía lo que estaba pensando, yo aún estaba todo sudado y mugroso no podría andar por la calle así. Bien podría, pero no sonaba muy atractivo.
—¿Debería cambiarme primero?
—Sería mucho mejor. —Lanzó una mirada a los vestidores.
—¿Quieres que lleve tus cosas a tu casillero? —Le ofrecí ayuda porque algo me había dicho que era lo que necesitaba.
—Justo estaba pensando en dejarlas para no cargarlas.
—Lo sé, creo. —Al menos pensaba que sabía.
Me moví para que ella pudiera caminar a mi lado, pero ella ya se estaba acomodando a mi lado izquierdo.
La cremería en donde sabía que podía conseguirle no solo una bola de queso sino una bola enorme de queso Oaxaca quedaba en un punto medio entre mi casa y la prepa. Leilani iba a mi lado dando brinquitos de felicidad de conseguir su queso.
—¿Qué me ibas a dar? —Preguntó
—¡Oh sí! Mira esto... —saqué de mi mochila un paquete de pulseras que ella había estado buscando por todas partes.
—¿Las conseguiste? ¿¡DÓNDE!? —Ella tomó el paquete y lo destapó rápido. Me encogí de hombros. —Okey, tenías razón esto me iba a alegrar. Tal vez no necesito el queso…
—¿Por qué estabas tan triste? —Me animé a preguntar al ver al fin una sonrisa completa en su rostro. —Cuando salí del gimnasio no parecías así.
—¿Prometes no reírte?
—Lo prometo.
—¿Y prometes que no dirás que es tonto?
—Lo prometo. —Levanté la mano.
—Estoy triste porque terminé mi libro.
Necesitaba mucho más contexto del libro o de si significaba mucho para ella.
—¿Y qué pasó?
—Pues eso es lo qué pasó. —Soltó obvia. —Nunca voy a tener un Jude en mi vida y esa es la conclusión a la que llegué.
—Quizá estoy entendiendo o quizá no, pero sí me gustaría saber más de cómo llegaste a esa terrible y poco acertada conclusión.
—Pues resulta que Jude amaba de verdad a Britt, con todos sus defectos y no le importaba. Ella también lo amaba y entonces mi cabeza solo decía "¿Alguna vez alguien me conocerá por completo y me amará?"
—Aaah... —comencé a balbucear.
—¿Sabes que? No importa, no voy a hacer drama, porque al final de cada libro siento lo mismo así que ya estoy acostumbrada.
—Pero es que…
—No olvídalo, de verdad no quiero hablar de eso. Solo hablemos de otra cosa.
No podía discutir, tampoco podía decirle que no pensaba que nadie la fuera a querer como ella quería, pero tampoco encontraba las palabras que ella quería escuchar así que acepté el cambio de tema y dejé que la conversación tomara un rumbo completamente diferente.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 59 Episodes
Comments
Adriana Araceli González Alonso
serán unos mejores amigos
2023-05-19
1