La puerta de las Anzures era azul. Todas las puertas en el conjunto habitacional eran blancas, excepto esta que estaba pintada del color favorito de la chica con cabello ondulado y largo como la noche. Además de crisantemos acomodados dentro de una carretilla que adornaba la entrada estaba también un camino flanqueado por un mar de pequeñas flores azules con el centro amarillo.
Cuando Leilani había dicho que reconocería su casa no pensé que sería así. Arreglé mis lentes y toqué tal como ella me había dicho con cuatro golpes suaves y uno fuerte, su mamá se asomó por el ventanal junto a la puerta y me dejó pasar por ahí. Sí, por el ventanal. Nunca había entrado a una casa por una ventana y no creo que ellas alguna vez hubieran entrado a su casa por la puerta. Tan pronto como entré llegué a una sala/vestíbulo gigante.
—Leilani te debe estar esperando desde hace rato, sígueme.
Seguí a la mamá de Leilani por un pasillo corto que conectaba el vestíbulo con una sala mucho más grande que la primera y llena de retratos de la familia. Nos detuvimos a un lado de las escaleras desde donde podíamos escuchar a Leilani cantar, parecía toda una aventura nada más la entrada. Hasta ese momento no sabía que la chica tuviera el don del canto, pero parecía que la castaña tenía tantos talentos que ni ella podía numerarlos y era muy sensata como para saber cuándo hablar de ellos y cuando no. Me quedé pensando en ella y cada sonido que salía de su voz.
Podría escucharla toda mi vida.
—Así es siempre, no te asustes. —Sus mamá debió ver en mi cara algo extraño. —Soy Cecilia.
—Mucho gusto, soy Alejandro Navarro. Disculpe por no presentarme antes. —Extendí la mano para estrechársela y ella pareció encantada. Abrió la boca para decir algo más y la cerró arrepintiéndose con rapidez.
—Tu debes ser el pobre chico que cayó en la trampa de mi monstruito para escuchar a...
—A One Direction y su nuevo disco. —Contesté con la voz neutra. —Sí, soy yo.
—Ella ya ha escuchado el disco unas ochenta veces, dile que te dé un respiro y que solo escuche una o dos canciones más.
—Pensé que se había estrenado hoy.
—Estás en lo correcto. —Puso una cara cansada y entendí que Leilani llevaba todo el día escuchando el disco una y otra vez. —Estoy segura de que ya me sé las canciones.
—Y seguro ella también, mejor de lo que se las saben los cantantes.
La señora Cecilia se rió aventando la cabeza para atrás.
—Vas a sorprenderte Alejandro. —Juntó las manos y las frotó rápido preparándose para lo que se venía. —Ahora, te llevaré con el pequeño monstruo.
A pesar de lo que decía, hablaba con mucho cariño de su hija.
Leilani me había dicho que eran solo ellas dos porque su papá como la mayoría de los padres del país se había ido de casa cuando ella tenía seis y que por lo tanto eran ellas dos contra el mundo. Subimos unas escaleras que abrían en otro vestíbulo donde había una sala completa y ahí estaba la chica acostada en el sofá con los ojos cerrados y fingiendo que tocaba la batería. La casa de Leilani era enorme y no sabía cuántas salas tenía, pero hasta el momento conocía tres y notando que había escaleras para ir a un segundo piso quise dar por hecho que al menos había otra.
No sabía que decir o cómo actuar porque no estaba acostumbrado a tener amigas y mucho menos a conocer a sus mamás.
—Niña, ya llegó Alejandro. Tal vez te gustaría verte más amigable y saludarlo o al menos sentarte decentemente. —Leilani abrió sus ojos y conectó su mirada con la mía.
Ella me analizó un segundo, miró a su mamá y regresó su vista conmigo.
—¿Quien es tu favorito de One Direction? —Preguntó mientras se levantaba y me envolvía en un abrazo que me dejaba oler sus perfume cítrico. Olía como la gloria.
¿Era una pregunta capciosa? No lo sabía. Solo temía por dar la respuesta acertada porque yo en realidad no sabía sus nombres.
—¿El que no tiene cabello? —Intenté adivinar la respuesta buscando en mi mente la imagen de la banda.
—¿De verdad acabas de confundir a One Direction con The Wanted? —Su pregunta resonó con decepción.
Sabía que lo había arruinado en grande porque con trabajo había visto fotos de los One Direction y ahora ella solo me preguntaba de mi favorito como si fuera un color. O peor, como si de mi respuesta dependiera el futuro del universo y la raza humana.
—Dale puntos, al menos los dos grupos son británicos. —La señora Cecilia habló ayudándome y descubrí que de verdad escuchaba todo lo que su hija le decía aunque fuera de desconocidos para ella. Leilani se encogió de hombros y frunció la nariz inflando las mejillas. —No quiero ver esto. —Su mamá se movió atravesando la sala. —Estaré en mi cuarto, llamen si necesitan algo.
La señora Cecilia dejó un beso en la frente de su hija, me miró una última vez sonriendo y se metió a una de las puertas que había cerradas.
—¿Debí decir que todos? —Ella solo se rió y me invitó a sentarme.
—¿Has escuchado alguna vez a One Direction? ¿Como de verdad? —No estaba seguro de mi respuesta.
Los había escuchado muchas veces en el radio del auto, cuando le cambiaba para poner el auxiliar por ejemplo. Obviamente no iba a decirle eso a una chica obsesionada con la banda británica más famosa del momento. (Los seguidores de The Beatles van a tener que aceptarlo: One Direction es un fenómeno musical).
—Okey, empecemos por ahí. —Se acercó a mi lado y se aventó contra el sofá sacando su celular y abriendo sus fotos. —Él es el hombre más espectacular y perfecto del universo. Si alguna vez me caso con alguien que no sea él, mi esposo debe de saber que siempre va a ser Niall Horan la respuesta correcta, que siempre va a ser el hombre número uno en mi vida.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —Parecía sorprendida de que le hiciera esa pregunta. —Podrá sonar tonto para ti, pero Niall es el primer hombre que no me ha hecho sentir mal conmigo misma. Sé que no lo conozco como tal, lo entiendo, no pienses que me falta un tornillo o algo así por favor, porque no es así. Niall es como... no sé, ojalá tuviera las palabras para explicarlo y la oportunidad de agradecerle, de agradecerle a los cinco.
Comenzó a ponerse nerviosa, le tomé la mano para que olvidara aquello.
—¿Leilei? —Ella me miró sorprendida por el apodo y mucho más por mi mano sobre la suya. —No tienes que decir más. Es tu lugar seguro y lo respeto y lo acepto.
—Es que One Direction es mucho más de lo que podría explicarte. —Solo con eso supe que One Direction hacía muy feliz a Leilani, su sonrisa era más grande y parecía flotar con alegría al escuchar sus canciones. —Este es Liam...
Continuó la historia de todos y cada uno de ellos y lo que significaban para ella. Como dijo antes, pueden haber muchas personas que no entienden a quienes los apoyan incondicionalmente, pero entre tantas persona haciéndoles difícil su existencia que venga alguien y cante lo que quieren escuchar es suficiente. Entendía entonces porque su mamá dijo que iba a sorprenderme, media hora después de una extensa introducción y con su música de fondo ella estaba en su mejor momento.
—Entonces Alex... este es el Yearbook, es como una versión extendida de Take me home que es mi álbum favorito. —Leilani susurró y subió el volumen cuando la canción cambió.
—Como un álbum deluxe.
—No, como el yearbook porque el deluxe es diferente. —Intenté entender, pero no tenía mucho sentido. —Y si no llego alguna vez a sentir esa clase de amor, entonces no quiero nada.
'Cause no one ever looks so good in a dress
And it hurts, 'cause I know you won't be mine tonight.
No one ever makes me feel like you do when you smile.
Baby, tell me how to make it right.
—Eres romántica empedernida. —Comenté al aire más para mí que para ella.
—Quiero creer que sí puedo llegar a sentirme así por alguien algún día.
—¿Cómo?
—Un romance de película Alex, ese tipo de romance que te corta la respiración y que te hace sentir que vuelas.
Quizá es el tipo de amor que a todos nos han enseñado que existe y que es el perfecto para todos, sin embargo, había algo dentro de mí que decía que podemos encontrar uno diferente y más poderoso, pero claro esos eran solo inventos míos por el momento porque nunca me había sentido de ninguna de las dos formas.
—¿Este es el álbum que se estrenó hoy? —Cambié el tema y revisé sus discos que estaban acomodados en una de esas cajas especiales para discos.
—Oh no, no, no. Es el siguiente que escucharemos. —Ella hizo una pausa y me miró. —¿Estoy aturdiéndote? La gente a veces piensa que hablo mucho de esto.
—No Leilei, me gusta escucharte hablar de ellos. Es algo que te gusta y así puedo conocerte mejor.
Era verdad y me sorprendía que fuera así. Leilani se quedó callada con la vista fija en mí, sus ojos miel verdoso mostraban felicidad en su máximo esplendor.
—Gracias Alex. —Acercó su mano a la mía, su meñique se cruzó con mi pulgar en un suave roce.
Sentados en el sofá naranja de su tercera sala escuchamos el álbum por el que había llegado a su casa. Cuatro canciones después ella comenzó a murmurar la letra y cada vez que Niall Horan cantaba una parte ella me indicaba que era él y dejaba que ambos nos empapáramos de su voz. Sentí que podía hacer eso por un largo rato y puede sonar aburrido para muchos, pero no con Leilani a mi lado compartiendo algo especial para ella.
Estaba pensando en que era un buen ritmo, ella lo bailaba y hacía una coreografía improvisada que estaba haciéndeme reír. De pronto se paró frente a mí y cantó el puente musical de la canción con pasión mientras yo parpadeaba intentando no lucir idiotizado por su cercanía y las palabras que salían de su boca. Era como tener una noche para recordar sin pensar en lo que vendría o era eso lo que pensaba porque eso decía la canción. No sé, nunca lo sabré.
—You and me and all our friends, I don't care how much we spend. Baby, this is what the night is fo-o-o-o-or. —Sus manos se movían con el ritmo y la hacían lucir como si sintiera más la canción. —I know nothing's making sense, for tonight let's just pretend. I don't wanna stop till get me mo-o-o-o-o-o-re
Y entonces... gritó. Me gritó en la cara convencida de que sabía lo que venía. Gritó igual que Harry en la canción y me hizo aventar la espalda contra el sofá.
—¿Estás bien? —Bajó el volumen y se acercó a mí.
Yo me habría burlado de mí, en cambio lo que ella hizo fue preocuparse por mi reacción. Se sentó de nuevo a mi lado y esperó a que le ofreciera una respuesta.
—Sí, es que no sabía que venía eso.
—Lo siento mucho Alex.
Leilani se acercó a mí un poco más y me abrazó quedándose con la cabeza en mi pecho. Sentí por primera vez que podía ser yo y quedarme tranquilo a su lado sin necesidad de decir nada más o intentar acomodarme para que las partes correctas de mi cuerpo se acoplaran a las suyas, porque era como si siempre hubiéramos hecho eso. Sus brazos rodeaban mi cintura mientras escuchábamos por completo el disco y sus mejillas se coloreaban de un tono rojo que me parecía lo más bonito que hubiera visto en ella. Me dediqué a observar su perfil y acariciar su cabello sintiéndome en el lugar correcto. No llevaba mucho tiempo de conocerla y aún así era la mejor parte del tiempo que llevaba en esa nueva escuela.
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Comments
Adriana Araceli González Alonso
ya callo redondito
2023-05-19
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