¿Que es lo que está mal? Todo era muy inestable en mi interior. De vez en cuando me miraba al espejo, acariciaba mi boca y sus ojos aparecían. ¡Me volvió a besar!
—¿Que onda bebé?
—Necesito hablar contigo.
—¿Pasó algo?
—¡La neta si! Me vas a regañar.
Escuche un suspiro, decidí hablarle a mi querido cerdo egoísta Rodrigo.
—¿Que hiciste esta vez?
—Christop vino a verme a la escuela.
—¿Y?
—Fuimos a un McCarthy's, me invitó a comer porque dijo que tenía algo importante que decirme, y...
—¿Que quiera decirte?
—Me dijo que es bisexual, que quiere estar conmigo de muchas formas y...
—¿Te hizo algo?
Era el momento para poder admitir que algo estaba pasando. ¿Que era? ¿Una atracción por alguien de mi mismo sexo? ¡Nah! Más bien era una confusión.
—Me beso. ¡De nuevo me beso!
—¡Canijo! ¿Quieres que le parta la cara? Porque si tú...
—Lo peor de esto es que me gusto que me besara.
La llamada se quedó en silencio. Ver mi reflejo en el espejo me hizo pensar en las muchas posibilidades que podrían pasar en el futuro.
—¿Te gusto su beso?
—¡No! Bueno. Sí. Es un poco complicado.
Rasque mi mejilla.
—¿Pasó algo más?
—No. Aun no.
—¿Dónde estas?
—En la mueblería.
—¡Voy para allá!
Algo chido de nuestra amistad era el hecho de saber que siempre estábamos al pendiente de nuestras inquietudes. Que cuando alguno necesitaba apoyo consuelo, no había duda en querer darlo. ¡Nuestra amistad era lo mejor!
Pasaron al menos quince minutos cuando entró.
—¡Ya estoy aquí! —En su mano derecha había una bolsa de Takis fuego.
¡Mi botana!
—Es lo que veo. ¿Cómo fue tu día?
—Todo normal, un poco movido al principio, pero después se volvió ordinario.
—¿Trabajas en tu bocho?
—Si. En ratos. Ya sabes que mi papá quiere que le ayude casi todo el tiempo en el taller.
El papá de Rodrigo tenía un taller de autos, la especialidad de Rodrigo era la hojalatería.
—¿Y como te va con Maren?
—Iremos al cine mañana.
—¿Puedo ir con ustedes?
—Por supuesto que no.
—¿Pues no que te dan nervios cuando estás con ella?
—Eso era antes de que fuéramos novios. ¡Ahora es diferente!
—Como tú digas.
Abrí la bolsa de Takis y comí un poco.
—¿Y bien? ¿Que más paso entre ustedes?
Termine de masticar.
—Pues, solo eso. Fue a mi escuela, me llevo a comer y me trajo aquí.
—¿Te vino a dejar?
—Si.
—¿Y tu mamá no dijo nada?
—Bueno, es que no se dio cuenta.
Me encogí de hombros.
—¿Y como sabes que no se dio cuenta?
—Pues porque...
—¿De verdad te gusta? —Fue directo con su pregunta.
El picor de la botana me hizo respirar con la boca.
—Pues me gusto un poco. ¡Se sintió chido!
Bajo la mirada uno se segundos, agarro un taki y lamió el chile.
—¡Así que te gustan los chicos también!
—Pues...
No fui capaz de terminar de hablar. Me comí un taki.
—¿Pues?
—¿Podría ser bisexual?
—No sé. Ese rollo es tuyo, yo no tengo nada que ver. ¿O quieres que yo también te bese?
Terminó de masticar.
—No. No es necesario.
—Por que no tengo problema en ayudarte con eso. ¡Si quieres te beso!
Nos quedamos mirando unos segundos, en mi boca el sabor picante estaba a todo muy delicioso. ¿Besarnos? Lentamente nos acercamos, el escritorio nos separaba y nuestros rostros estaban más cerca que nunca.
—Pues va. Besémonos. ¿Y Maren?
—Estoy ayudando a un amigo, no tiene nada de malo. Igual y no le diré.
—Bueno. Como tú digas.
¿Besarnos para descubrir más allá de mis impulsos? ¿Estábamos traspasando más allá de nuestros límites? ¡Por qué en realidad si quería saber que se sentía besar a otro chico!
—A la de tres.
Ni siquiera quise contar. Uní nuestras bocas de forma rápida. Cerré los ojos, una cosquilla nació en mi corazón y su tacto sobre mí me hizo dejarme llevar. Piel con piel, estábamos dejando que nuestras bocas se conocieran más a fondo. Se movió suave, quiso entrar en mi boca y le dejé entrar sin miedo alguno. La humedad de nuestras lenguas intercambió deseos, le tome de las mejillas, encajábamos de una forma bien puta. ¡Quería más! Sabor a Rodrigo con una mezcla de Takis fuego. Nuestras respiraciones congeniando y brillando chido.
Tuve que obligarme a dejarlo, soltarlo sin miedo y con ansias de querer no recordar la sensación.
—¿Y bien? —Me miraba con mucha atención, la curiosidad estaba puesta en querer escuchar mi respuesta.
—¡Estuvo bien!
—¿Solo eso?
—Me gustó. Me gustó besarnos. Fue algo muy puto y bueno...creo que si puedo disfrutar de estar con un chico.
Mis palabras causaron un efecto chistoso en sus pupilas. Me comí un taki.
—¿Enserio?
—Si. Bueno, se sintió bien.
—¿Sentiste lo mismo cuando Christop te beso?
Busque la similitud entre ambos besos. ¿Mismas sensaciones? ¿Mismos sabores? ¡Ambos besos picaban! El chile picante fue el encargado de hacerme disfrutar de besarme con un chico.
—Algo parecido si. Esta bien.
—¿Y qué harás con él?
—Aún no lo decido.
—¿Quieres que nos volvamos a besar?
—¡Está bien!
***
Eran las nueve de la noche cuando termine mi tarea. Tuve que hacer una investigación del cinco de mayo y la importancia de esa pelea para nuestro país. ¡En fin! Guarde mis libros, apague la pantalla de mi laptop y quise perder el tiempo en TikTok. ¡Ya sabes! Con eso de que ahora todo el mundo anda con un celular y las tendencias son lo que define una temporada. ¡Vi lo mismo de siempre! Adolescentes haciendo tonterías. Gente que enseñaba a cocinar. Chicos sexualizando sus cuerpos. Chicas intentando bailar de forma sensual. ¿Y donde estaba yo? Me parecía que era chido expresarse, alguna vez pasó por mi cabeza la idea de querer grabar videos y convertirme en influencer. ¿Lo intente al menos? ¡Pues si! Pero no me fue muy bien. Me di cuenta de que era necesario tratar de aparentar ser alguien que no soy. ¿Sexualizarme? ¿Hacer tonterías en público? ¿Parecer mono retrasado? ¡Jodida juventud! Y si que soy en parte alguien bobo.
¡Ahora tenía un dilema emocional!
Una notificación capturó mi atención. Un mensaje de texto apareció en mi pantalla. Abrí su perfil, lo reconocí al instante. Rostro perfectamente pintado, labios rojos rodeados por una barba bien recortada. Ojos cafés con destellos a miel concentrada y un peculiar brillo en su sonrisa. ¡Christop me había escrito!
Christop: ¿Que estás haciendo?
Tragué un poco de saliva. Me había tumbado en mi cama y mis nervios estaban excitados.
Denisse: ¿Tú que estás haciendo?
Christop: Terminé de ver un partido de fútbol.
Denisse: Suena chido.
Christop: ¿Te gusta el fútbol?
Denisse: En realidad no. No le entiendo y me aburre.
Christop: Seguro te pasa eso porque nunca has visto un partido conmigo. ¡No te aburrirías!
Denisse: Pues no lo sé. En realidad no creo que estar contigo le quite lo aburrido al fútbol.
Christop: ¿Dudas de mí? En realidad la pasaríamos muy bien.
Denisse: No lo sé. Tendría que averiguarlo.
Christop: ¿Quieres venir a mi casa? Te espero si me dices que si.
Denisse: No creo. Ya es noche y la neta no salgo de noche. Además, ni siquiera sé dónde vives.
Christop. Ubicación recibida.
Me sorprendió mucho ver el mapa y descubrir que vivíamos a diez minutos de distancia. Obviamente, si viaja en auto la distancia quedaba a tres minutos. ¡Pero pues yo no tengo auto! Por supuesto que no podía salir a esta hora.
Fui a cepillarme los dientes. Mi celular vibro.
Christop: ¿Y bien?
Denisse: Bueno, ahora ya se donde vives.
Christop: ¿Te gustaría venir a mi casa?
Denisse: No. Es tarde ya. Me pienso acostar ya.
Christop: ¿Y si te acuestas conmigo?
Piqué mi campanilla de la garganta y eso me provoco unas ganas de querer vomitar. ¿Acostarme con él?
Denisse: No. No me llamas la atención.
Christop: Deja cambiar esa opinión. Cuando estés conmigo, la atención saldrá sobrando y seguro la pasarás muy bien.
Denisse: No creo. Pero bueno. ¡Buenas noches!
La conversación siempre se tornaba intensa. Quizá él era un hombre intenso. ¿Y como era yo?
Christop: ¿Al menos me pasarás la ubicación de tu casa?
Denisse: No, porque a lo mejor y eres un mafioso. ¿Y que tal y vienes y me secuestras?
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