El maldito despertador no dejaba de sonar. Todavía seguía doliéndome la cabeza y cuando me levanté, me ví en el espejo.
—Cielos...—me asusté—¿Qué diablos acabó de pasarme?—notando mis enormes ojeras. Y me pelo despeinado.
Entré al baño y me relajé dándome una ducha. Ví el horario que marcaba mi celular, ya que con él ponía mi playlist de música, y me desesperé. Estaba llegando tardísimo. ¿Cómo era posible que no hayan avisado?
—Jazmín...¿qué haces despierta a esta hora?—me pregunta mi madre, ¿acaso no era obvio?
—Estoy llegando tarde y nadie me despertó mamá.¿Qué va a pasar?— respondí engreídamente.
—¿Tienes clases los sábados?—me pregunta y ahí recién caí que no era viernes, sino el comienzo del bendito fin de semana. La realidad es que no había estado dormido bien esa semana y no podía concentrarme como siempre lo hacía. Es más, la noche anterior me había quedado hasta la madrugada nuevamente en mi Insta, buscando, ésta vez a la joven que parecía haber conquistado a Evan. Agustina Carvajal, ese era su nombre. Una sensación rara me invadió al verla. Es que bueno, ella era bellísima. Imposible que no se haya fijado en su rostro. Además se notaba que tenía el dote de la seducción. Y no sólo por sus fotos, sino por la forma en que actuaba, incluso, en persona. Recuerdo haberla visto caminar por en frente mío y al lado mío sentada en las clases. Normalmente entraba y la mayoría solía verla. Tenía cuatro compañeras que siempre hablaban con ella de ir de fiesta. Una vestimenta ajustada que podía notar su increíble cuerpo y usualmente comía chupetines de una manera admirable. No quiero decir provocativa, pero por un momento me cuestioné si me estaba volviendo lesbiana por esa atención que le brindaba. Y bueno, concluí qué tal vez quería ser como ella. Aunque eso sería una misión imposible. Ella es ella. Ya está. Sin embargo, no sabría cómo aguantaría verlos en casi todas las clases que compartimos cada semana. Porque él no me dejaba de gustar, pero debía enfocarme en otra persona. Y esa otra persona no existía.—Oh cielos. Creí que era viernes. Bueno supongo que acostaré un rato más.—respondí suspirando, aunque admitiré que me alivió saber que no tendría que ir.
—¿Y por qué no aprovechas que ya estás despierta? Digo, hay varias compras por hacer aún.—me cuestiona mi madre. ¿No nota que estoy decaída como para estar tan activa a esa hora un sábado? Y no Jazmín, ¿cómo iba a saberlo?
—Claro. Iré a cepillarme y desayunaremos si te parece.—atiné a responder con una mueca.
Mientras tomaba mi típico té verde con leche, y tostadas francesas mirábamos el noticiero. Mi mamá siempre me mostraba algunas noticias que le parecían interesante o que quería que prestara atención. Y ahora no fue la excepción, el caso de una joven que fue acosada por un policía me ponía los nervios de punta. Era increíble lo que teníamos que soportar día a día. Pero no era, lamentablemente, novedad para nadie. Y no sé hasta cuando debíamos soportar éstas aberraciones de inescrutables idiotas de cualquier tipo de edad. Si alguien pidiera mi opinión, diría que debíamos andar con gas pimienta a toda hora, y tirarle a cualquiera que hasta te mire, eso sin contar que les respondería las varias barbaridades que se me vienen ahora a la cabeza. Algo que pensé desde aquel altercado con los dos necios irrespetuosos.
—¿Hoy piensas hacer algo Jazmín?—pregunta mi madre mientras da un sorbo a su café.
—Claro. Iré a comprar un regalo para Zoila por la tarde. Mañana es su cumpleaños y la veré en la noche.—respondí contundente.
—¿Quieres que te acompañe?—me preguntó.
—Iré con Andrés. Vamos a comprarles un regalo entre los dos. Además, ¿te digo algo?—me acerqué—él sabe más sobre sus gustos que yo—reí.
—De acuerdo. Pero dile que pase por tí.
—Como siempre.—dije finalizando mi desayunando.
Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde, Andrés pasó por mí en su moto y nos dirigimos hacia "Hotties", un local que estaba a dos cuadras de donde yo estudiaba. Y además aproveché para dejar el currículum en el de al lado, que era en donde tenía pensado quedar y poder trabajar. Algo que todavía no le había dicho a mi madre, es que sólo quería asegurarme de que me iría bien.
Cuando la vendedora me mostró uno de las pantalones holgados y con roturas en el centro dije—Este debo llevarlo.
—¿Y que llevaremos para Zoila?—Andrés me interrumpió.
—Bueno...éste—señalé la prenda.—¿No te gusta?
—Sí, pero es más como para tí que para ella. No te ofendas. Te quedaría bien.—respondió. ¿Por qué me enojaría?
—Entonces...
—Entonces, dime, ¿qué no te pondrías?—me preguntó.
Le mostré uno de las polleras ajustadas en color rojo con abertura al costado.
—Bien. Entonces ese estará perfecto.—dijo él mientras yo lo miraba confundida pero riéndome a la vez.
Cuando salimos, dejé el currículum en "Stage", otro local, pero parecía un poco más grande, e incluso, tenían su propia manicura dentro. Increíble. Decidimos luego, tomar un buen tazón de café. Teníamos algo de hambre y quería hablar de un tema delicado con Andrés.
Él no tenía problema con eso. Siempre intentaba escucharme. El era un año menor que Zoila y yo. Es decir, este año recién cumpliría sus dieciocho. Y estaba hace bastante tiempo preparando una fiesta por eso. El siempre estaba risueño, aunque lo que no me gustaba es que casi nunca se sacaba la gorra de la cabeza. No es que le quedara mal, pero su cabello morocho y con rulos tampoco estaría mal mostrarlo.
—Ya sabes que entiendo cada punto de lo que me dices.—respondió Andrés a mi acusación de que no invitara a una persona que yo consideraba indeseable. Pero sí lo era. Hace unos meses atrás, en una reunión que coincidimos, su ex amigo, se atrevió a besarme sin mi consentimiento y no conforme con eso, me tocó, con su mano la parte izquierda de mi trasero. En ese entonces, yo sólo atiné a pisarle con todas mis fuerzas su pie. Y al día de hoy no me arrepiento. Aunque sí, de no haberle pisado con más fuerza. Pero, yo, ni lenta ni perezosa accedí a darle un beso a su primo, que por lo que lo conocía, era adorable, y me parecía lindo admitiré, pero nada más. Sólo lo hice en frente de él para que viera que no pensaba amargarme por su asquerosa acción. Y sabía que le dolería más verme no dándole la atención que necesitaba.
—¿Y? Además a Zoila no le cae nada bien. Es más, fue ella quien me hablaba muy mal de él m. Y no es que yo no le creyera. Simplemente que prefería conocerlo primero.—le comenté directamente.
—Haré todo lo posible. Pero no creo que vaya de todas formas.—responde él nerviosamente.
—Eso espero.
Lo peor, para mí, fue cuando decidimos salir a caminar un rato y mirar las variables tiendas que habían en las calles. Porque fue en ese momento en el que ví a Evan caminando de la mano de Agustina. Era de esperarlo, supongo, porque recordé que él vivía en esa zona también. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me contuve lo más que pude y le pedí a Andrés que nos cambiáramos de dirección. No quería verlo. Y menos con la joven con un parecido a la actriz Emma Watson. Por favor, universo, si es que existes, piedad.
Mi amigo notó mi cambio de humor y me impulsó a que en la noche saliéramos a bailar. Y a pesar de que Zoila no podría ir, accedí, pero primero, con la autorización de mi madre. Quería olvidar de que le presté mi atención. ¿Cómo es que pensé que él me lo daría a mí? Siempre he tenido buena intuición, y no podía creer que me había equivocado con Evan.
Y por más que me doliera, se veían lindos juntos. No podía interferir de ninguna forma. Pero sí evitar ver cómo él no soltaba su mano de su cintura. Si debo reconocer algo, sería que no podía odiarla, yo haría lo mismo si fuera Evan, pero me gustaría haber sido ella. ¿Cómo es que se las llama? Claro, era toda una "Heather".
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Comments