Sophie
La alarma del despertador suena y me levanto perezosamente. Puedo notar que Peter no está en la cama.
Me dirijo a la primera planta y escucho ruidos en la cocina. Es él. Se está preparando su desayuno. Me alegra verlo allí. Hacía ya mucho que no lo hacía y esa era una costumbre suya.
Yo detesto levantarme temprano, pero él es muy madrugador, así que optó por preparar siempre su desayuno mucho antes de que yo despertara.
-Buenos días- saludo
-Buenos días, te dejé algo de jugo de naranja- responde
-Gracias- respondo mientras me sirvo un vaso, -hay tanta paz en este lugar digo mirando hacia el jardín.
-Si... iré a recostarme un rato- me dice mientras sale de la cocina.
Voy a la habitación de mi madre, la despierto, la llevo al baño, la ayudo a vestirse, luego le preparo su desayuno y le digo
-Hoy daremos un paseo por el parque mamá, y te leeré un poco, necesitas distraerte.
Ella simplemente sonríe.
Subo para darme una ducha y cambiarme de ropa. Organizo un poco de cada cosa que en el hogar necesita ser organizada, el tiempo transcurre lento y sin darme cuenta ya es medio día.
Recibo el delivery con la comida especial de Peter y preparo el almuerzo para mi madre y para mi. El resto de las horas se van en revisar documentos y agendar citas médicas.
Decido cambiarme de ropa para llevar a mi madre a la salida prometida. Me pongo un vestido veraniego largo hasta el tobillo y unas zapatillas a juego.
-Llevaré a mamá al parque, ¿necesitas algo?- le pregunto a Peter.
-No necesito nada, ve con cuidado- me responde
Recorro los pequeños caminos del parque cercano a casa empujando la silla de ruedas de mi madre, la brisa tibia es agradable. Al llegar a una banca justo debajo de un frondoso árbol me siento y sacó un libro de poesía para leerle.
Estoy tan concentrada que no me percato de alguien acercándose.
-Buenas tardes.
Escucho la voz de un hombre, así que levanto mirada para verlo. Es un hombre alto, de aproximadamente 45 años, algo rubio y con barba a medio crecer, que sostiene una silla de rueda donde se encuentra una hermosa mujer de rasgos orientales, su rostro me es muy, pero muy familiar...
-Buenos tardes- respondo.
-Disculpa la intromisión, ¿eres Sophie Aschever?- pregunta el hombre.
No puedo evitar sorprenderme y retiro mis anteojos para poder observar mejor de quien se trata.
-Si, soy yo, ¿te conozco? - le respondo, y creo reconocerlo.
-Soy Reuben, Reuben Leutzen, hermano de Kristine, ¿recuerdas?- me responde quien resulta nos er un desconocido.
-Oh, por Dios, Reuben!! Claro que sí, que gusto verte- respondo con una sonrisa.
-Que gusto verte también, desde ayer que te vi con la mudanza te reconocí, y me dije que bien, un rostro conocido por aquí, y justo frente a mi casa- me dice con una sonrisa agradable-, ella es Dalia mi esposa- dice señalando a la mujer en la silla, quien sonríe suavemente.
El hecho de que esté en una silla es señal de que está enferma, así como la palidez de su rostro y su cabeza cubierta con una pañoleta, sin embargo sigue siendo una mujer muy bella.
-Hola Dalia- saludo con tranquilidad- que bueno verte, estuve en la boda de ustedes.
-Si, lo recuerdo- dice ella con una suave voz-, aunque estoy segura que hoy no me veo como ese día- dice con tristeza.
-No digas eso Dalia, eres una mujer muy bella, eso no te lo podrá arrebatar ninguna circunstancia- digo tratando de animarla.
-Gracias- responde ella con un leve brillo en sus ojos.
-¿Te mudaste aquí por tu madre?- pregunta Reuben
-Por ella y por Peter- respondo.
-Oh, lo siento- dice él.
-Tranquilo, todos estamos aquí por alguna razón similar- respondo con una leve sonrisa.
-Es un buen lugar, los especialistas están siempre pendientes, las terapias son excelentes, y tenemos siempre la oportunidad de acceder a las mejores opciones para ellos- dice él.
-¿Hace cuanto viven aquí?- pregunto
-Dos años... -responde Dalia con tristeza
El sonido de mi teléfono me distrae de la conversación, es Peter
-¿Hola? -respondo
La persona que va a encargarse de su atención diaria está en casa y quiere hacerme unas preguntas, así que debo volver a casa.
-Lo siento Reuben, debo ir a casa, fue un gusto verte. Adiós Dalia.- Digo y me alejo del lugar rápidamente empujando la silla de mi madre.
Reuben Leutzen... quien diría que volvería a verlo y menos en circunstancias como estas.
....
El sonido de mis pasos corriendo sobre la caminadora retumban en el salón. Han pasado dos semanas desde que nos mudamos a este lugar y todo ha ido muy bien.
La atención oportuna de los médicos, la cercanía a los hospitales y farmacias, las terapias de familia, la orientación, todo gracias al costoso plan de salud que pagamos en conjunto mis hijos y yo.
Salir al parque con mamá es gratificante, su rostro se ve algo más rozagante, y el hecho de que Peter pueda tener momentos al aire libre en nuestro jardín también es muy provechoso.
Nos encontramos en espera de programar su primera cirugía. Si todo sale bien, pronto podría entrar al tratamiento definitivo de su padecimiento.
El tipo de cáncer que padece es tratable, y aunque eso es muy positivo es a la vez muy frustrante, pues el haber llegado al estado en el que se encuentra es en gran parte consecuencia de su falta de diligencia y su terquedad en no asistir a tiempo a los especialistas.
Sin embargo todos estamos muy confiados en que si nuestros planes se cumplen a la perfección, muy pronto podremos ver su recuperación.
Los días de verano están por terminar y algunas lluvias han caído, sobre todo en horas de la mañana, por esa razón hago mi rutina de ejercicio hoy en casa. Con música al tope en mis audífono, llevo a cabo mi rutina de danza y me siento bien. Me satisface que mi cuerpo aún responda positivamente.
Al terminar me dirijo al buzón del correo. Una correspondencia me llama la atención, es una invitación del comité de apoyo para familiares de pacientes con cáncer, para participar en un encuentro en la ciudad de Miami dentro de tres semanas. Serán dos días en el hotel Sheraton.
Me llama la atención una conferencia acerca de cómo utilizar la alimentación para contrarrestar los efectos secundarios de las quimioterapias y las radioterapias, y aunque Peter aún no comienza con esa parte de su tratamiento, quiero estar preparada lo mejor posible para cuando llegue ese momento.
Me dirijo a la cocina para prepararme un batido y organizar lo que Peter utilizó para su desayuno, antes de dedicarme a atender a mi madre.
La rutina comienza.
Luego de tomar una ducha y vestirme para salir a hacer algunas compras, le enseño a Peter la invitación que me ha llegado. Quiero asistir, no solo por el motivo de la convención, sino porque de verdad necesito tomar aire, aunque sea en el mismo ambiente y con las mismas personas que viven situaciones parecidas a la nuestra.
-¿Dos días? ¿Te irás dos días a Miami? ¿Y tu madre? ¿La vas a dejar sola?
Es la típica reacción de Peter, no pregunta por él, ni por quién va a estar aquí para apoyarlo, pero se que en sus preguntas también van implícitas esas inquietudes.
-Si, serán solo dos días, y será bueno para todos, aprenderé la mejor manera de manejar tu nutrición y la de mi madre, tú sabes que esa siempre ha sido una de tus necesidades más difíciles de cubrir para mi, y mi madre tendrá compañía, no te preocupes, el centro de apoyo enviará a una cuidadora que estará con ella las 24 horas, y que de paso será una ayuda para ti- le respondo tratando de tranquilizarlo.
-¿Y cuando viajarás?- pregunta
-En tres semanas, viajaré un viernes en la noche y estaré de vuelta el domingo en la noche- le respondo.
Me sorprende y a la vez me entristece esta versión de Peter, tan temeroso y vulnerable, tan alejado de aquel hombre impetuoso y a veces irreverente que conocí, que no pedía permiso para ausentarse, que iba donde quería y daba muy pocas explicaciones.
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Updated 101 Episodes
Comments
Eret Lopez
Que bueno que pueda ayudar a su madre y su esposo y que tengan una vivienda con esas ventajas y comodidades
2024-02-25
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Adoración del Carmen Martinez sonni
triste vida 😢
2024-02-25
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