PEDAZO DEL CORAZÓN

Al llegar, Natalia y Adriana ingresaron a la hermosa casa que tenían los padres de Natalia. Con ellos Adriana siempre se siente en familia, han sido como unos padres para ella.

—Hasta que por fin llegan-dijo Sara al verlas

—Mamá demoramos porque había mucho tráfico-replicó Natalia-y Noah ¿No ha llegado?-Natalia notó que su hermano no estaba

—La verdad no creo que venga-intervino Max.

Maximiliano y Sara presentaron a Adriana a los padres de Antonio y a él.

Y por fin Noah había llegado. Natalia tragó grueso al darse cuenta de su llegada.

(Hay no tan tranquila que estaba ahora con qué barrabasada saldrá este-pensó Natalia)

—Cálmate Natalia— le susurra Adriana al notar su nerviosismo

—Buenas noches con todos-Noah saludó cortésmente al entrar y eso se sorprendió a Natalia.

— Bueno, ya que estamos todos, podemos pasar a cenar—dijo Sara y todos pasaron al comedor

— Y como has estado Nati hace mucho que no te veíamos-pregunta Bianca mientras caminaban hacia el comedor

— Bien, muchas gracias, señora Bianca-responde amablemente Natalia

—Dime solo Bianca, por favor-dice Bianca, a lo cual Natalia asiente con una sonrisa.

Los padres de Antonio adoraban a Natalia, la veían como una muchacha hermosa que es independiente y con una buena educación.

A ellos les encantaría que Natalia se case con Antonio, pero son conscientes que eso solo dependerá de Antonio y Natalia.

 Al terminar la cena salieron un momento al jardín para disfrutar la vista de la casa.

Maximiliano y Pablo estuvieron conversando de negocios, aunque él es abogado conoce, bastaste con respecto al mundo de los negocios, ya que es abogado de dos empresarios exitosos.

Mientras, Sara y Bianca se ponían al día contándose todo lo que les había pasado. Noah prefirió entrar al despacho de su padre.

— Así que optaste por la medicina-dijo Antonio un poco sorprendido

—Si y la verdad no me arrepiento-responde Adriana

—Porque te sorprende-interviene Natalia

—Bueno, es que la mayoría de nuestro entorno decide estudiar administración o negocios internacionales-comentó Antonio

—Si eso es verdad-dijo Adriana

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Elisa estaba llegando a casa luego de un arduo día de trabajo, se sentía cansada y a la vez feliz de ver a su madre. Para ella, su madre era su mejor amiga y confidente.

—Hola, mi niña-dice Helena al ver a su hija entrar a la cocina-¿cómo te fue hoy?

—Bien mamá, ¿Qué es eso tan rico que estás preparando?-pregunto Elisa al acercarse a ver que estaba cocinando su madre

— Estoy preparando una pasta marinera-respondió Helena

—qué rico, voy a darme una ducha y bajo a ayudarte— dijo Elisa mientras salía de la cocina para ir a su habitación

Al llegar a su cuarto colocó su celular en el velador y se dio una ducha que ayudo a relajarse y despejar su mente.

Al terminar se vistió con una camiseta blanca y unos pantalones sueltos para estar cómoda. Al terminar de vestirse bajó a la cocina para ayudar con la cena a su madre.

—Mamá ¿Te sientes bien?-pregunta Elisa al ver a Helena un poco decaída

—Si, hija, no te preocupes-Helena llevaba unos días sintiéndose mal, pero no quería que Elisa se preocupara.

Elisa no quedó muy convencida, sin embargo, no le dio más vueltas al asunto, ella conversaba y reían.

Helena cogió los cubiertos para colocarlos en la mesa, al momento de acercarse a la mesa siente un mareo.

—Mamá, porque no me dijiste que te sentías mal— reclama Elisa mientras sostiene el brazo de su madre.

—Es solo un mareo, se me va a pasar-Helena saco fuerzas para esbozar una sonrisa a Elisa. Elisa meneó la cabeza

En cuando Elisa comenzó a soltar lentamente el brazo de Helena, ella se desmayó.

—¡Mamá!-exclamo Elisa —mamá despierta por favor.

Elisa colocó el brazo de Helena alrededor de su cuello y la llevó a la sala para poder recostarla en el sillón.

Corrió al baño para coger el alcohol y el algodón para intentar reanimarla.

Al regresar a la sala mojó con alcohol el algodón y lo puso en su nariz para que pueda oler el alcohol y despertar, pero no despertaba.

—Mamá, no, por favor no me hagas esto-Elisa estaba desperada entre lágrimas, coge el teléfono que estaba en una mesita de la sala y llamó a la ambulancia.

Ella les dio la dirección y le informaron que la ambulancia llegaría lo más pronto posible.

Elisa, de solo pensar que podía perder a su madre, sentía que era como que le arrancaran un pedazo de su corazón.

Fueron una familia muy unida, sin embargo, con la muerte de su padre siempre cuidaban la una de la otra.

—Mamá no me dejes, yo te necesito-dijo Elisa mientras lágrimas rodaban por su mejilla-no sé qué haría sin ti.

Elisa estaba desperada, abrazaba a su madre, cuando de pronto tocaron a la puerta.

—Debe ser la ambulancia-Elisa salió a abrir la puerta.

En cuando abrió la puerta el paramédico entro le reviso los signos vitales a Helena y la subieron a la ambulancia. Elisa subió a la ambulancia, no quería apartarse de su madre.

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—Bueno Adri, creo que debemos irnos-dijo Natalia al darse cuenta de la hora.

—Si tienes razón-apoyó Adriana

Ambas se despidieron de los presentes para poder irse.

—Ahora si me vas a decir lo que te paso— interroga Natalia mientras conducía de camino al departamento.

Adriana soltó un suspiro y le contó lo que le había sucedido. Natalia soltó una carcajada.

—Solo a ti se te ocurre pensar que habías hecho algo mal— dijo Natalia entre risas. Adriana la fulminó con la mirada.

—sabes que tengo razón-añadió Natalia al ver la expresión Adriana-si hubieras cometido algún error te lo hubieran dicho al instante, ¿no te parece?

—Puede que tengas razón-reflexionó Adriana

—Lo que sí me preocupa es que tu tío te haya dicho que quiere hablar contigo-recordó Natalia. La aludida encogió los hombros

—En mi tío puedo confiar en quienes no confío es en mi tía y Leticia-respondió ella

—Estoy totalmente de acuerdo contigo

Mientras conversaban, recordando las ocurrencias que realizaban en casa de Natalia cuando eran niñas, reían y estaban más que felices. Para Adriana

Natalia era más que una amiga, era como una hermana Sara y Maximiano siempre le hicieron sentir parte de su familia.

—Vaya que la tía Sara nos tuvo paciencia-dijo Adriana con una sonrisa.

— tú desde pequeñas has sido tranquila, no eras muy traviesa, era yo la que le sacaba canas verdes a mi mamá y mi papá me defendía— añadió Natalia entre risas.

—Eso es verdad— apoyo Adriana

Al llegar al departamento decidieron ver una película acompañada de una copa de vino para continuar conversando.

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