Ariana del Cassal.
La noche había caído tras un largo y agotador día de trabajo, y al llegar a casa, me encontré con una sorpresa inesperada.
— ¡Ariana! ¿Qué es esto? — preguntó Anastasia, visiblemente confundida al notar algo adherido a la puerta.
— ¿De qué hablas? — le respondí, distrayéndome de inmediato con mis pensamientos diarios y sin prestar demasiada atención a su inquietud.
— Hay una carta de Alan del Cassal. ¿No es tu hermano? — mencionó, y en ese instante, las palabras resonaron en mi mente como un eco, haciendo que mi corazón se detuviera por un momento.
Al escuchar su nombre, sentí una oleada de sorpresa y confusión, algo que no podría haber anticipado.
— Déjame ver — le dije, extendiendo la mano para tomar la carta y, al empezar a leerla, la incredulidad se apoderó de mí.
No podía creer lo que mis ojos estaban captando.
— ¿Por qué esa cara? ¿Qué dice? — me preguntó Anastasia, notando la expresión de desasosiego en mi rostro mientras intentaba procesar la realidad de las palabras escritas en ese papel.
— No lo puedo creer. ¿Qué tiene en la mente? Anastasia presta atención a estas palabras:
...“Querida hermana:...
...Sé que nunca has recibido una llamada, ni mucho menos una carta como la que te estoy enviando en este momento....
...Sin embargo, creo que es importante que te escriba para informarte que muy pronto iré a buscarte....
...Deseo que podamos vivir juntos, como los hermanos que realmente somos, y así recuperar el tiempo que hemos perdido....
...Soy consciente de que no tengo ninguna excusa válida para explicarte mi ausencia, pero estoy seguro de que podremos hablar de esto en persona....
...Te espero en el puerto a las ocho de la noche; me gustaría que no faltes”...
...Con cariño, tu hermano Alan....
— Vaya, eso sí que es sorprendente — exclamó, con un tono de asombro en su voz.
— Sorprendente es un término insuficiente. ¿Cómo es posible que aparezca ahora, después de tanto tiempo, y pretenda que simplemente me vaya con él?
Siento una mezcla de enojo y confusión por la forma en que está manejando toda esta situación.
Después de años sin ni siquiera tener una conversación conmigo, decide regresar de la nada y esperar que acepte irme con él.
No, Alan, eso no funciona así.
— Tienes razón, es increíble. ¿Y cuál es tu plan ahora? Supongo que estarás considerando aceptar su propuesta, o ¿acaso tienes la firme intención de rechazarlo? — preguntó, levantando una ceja en un gesto de curiosidad.
Ella es consciente de la angustia que había experimentado por no contar con información ni de mi hermano ni de su situación.
Pero lo que está ocurriendo ahora es el colmo del cinismo.
— Claro que no, ¿cómo crees que voy a aceptar? — le respondo, sintiendo una mezcla de frustración y enojo.
— Ariana, él es tu hermano — me responde, con una mirada seria que intenta hacerme reflexionar.
— Un hermano que tiene el atrevimiento de pensar que todos estos años sin saber nada de él se van a borrar con una simple carta — le digo, mientras paso a su lado y me dirijo hacia las escaleras.
— ¿Y qué piensas hacer al respecto? Él te mencionó que quería hablar contigo en persona, porque no ir y si no hay una solución, entonces tendrás el alivio de saber que esta bien — dice con suavidad a mis espaldas.
— Si eso es cierto — exhalo un suspiro profundo — Iré a verlo, pero te aseguro que no pienso aceptar eso, Anastasia.
Tomé la decisión de hablar con mi hermano, aunque tenía claro que no iba a irme con él.
Esa era, al menos, la convicción que tenía en mente en ese momento.
Sin embargo, cuando me dirigí a la reunión con Alan, me encontré con situaciones y revelaciones que jamás había imaginado.
...****************...
Cuando llegué al lugar, me sorprendió ver el hogar de mi hermano: un imponente barco que llevaba un nombre poco habitual, Destino.
Su presencia era majestuosa y, aunque aún no conocía a la tripulación, pronto descubriría quiénes eran.
De repente, escuché una voz que me llamaba:
— ¡Ariana, hermana, ¿eres tú?
Y en ese instante, lo vi. Era Alan.
Lo abracé con fuerza, y ese momento, tras tantos años de separación, se sintió como el mejor regalo del mundo.
Me di cuenta de que había cambiado bastante.
Ahora era más alto que yo, su cabello era corto y de un negro profundo, su piel blanca era igual a la mía, y sus ojos, ese bello verde heredado de nuestra madre, destacaban con una intensidad que me llenó de nostalgia.
— Me alegra verte después de tanto tiempo, aunque debo pedirte disculpas por no haber estado presente en todos estos años — al pronunciar esas palabras, me aparto un poco de él, lo que provoca que me mire con una expresión de confusión en el rostro.
Es cierto que siento alegría al verlo nuevamente, pero hay tantas emociones reprimidas dentro de mí que no me importa si soy un poco brusca con él al intentar liberarlas.
— Quince años, Alan. Te cuesta pronunciar esa cifra, ¿verdad? Quince años sin ver a tu hermana —le dije con rabia, mientras él bajaba la mirada, visiblemente afectado.
Me dolía reclamar pero era necesario.
— No voy a pedirte explicaciones. Solo quería verte y que supieras, en persona, que no tengo intención de irme de aquí, eso es todo — le aclaré, tratando de liberar mi brazo de su agarre.
— Ariana, espera, por favor, déjame hablar — suplicó, y aunque mi corazón estaba dividido, accedí a escucharlo.
Sus ojos estaban tristes y se notaba su arrepentimiento, pero yo no quería palabras vacías, solo la verdad.
— Cuando falleció nuestro padre, yo solo tenía trece años y acabé en un orfanato hasta cumplir los dieciocho. Esa es la razón por la que nunca te escribí — explicó, su voz llena de una tristeza que me era difícil ignorar — Llegué a pensar incluso que te habías olvidado de nosotros porque jamás contestaste a las llamadas de mi padre así que por eso me alejé.
Escuchar esa revelación me sorprendió y me llenó de un profundo desconcierto.
Mis abuelos nunca me habían compartido esa información, lo cual implica que me dieron respuestas engañosas cuando indagué sobre él.
Solo me dijeron que se encontraba bien, y a partir de ese momento, nunca más volví a preguntar.
Viví todo ese tiempo emitiendo juicios sobre él, pensando en lo que suponía sin tener toda la verdad.
Me siento tan tonta por haber actuado así.
— Nunca imaginé que eso te había ocurrido, yo jamás lo supe, perdóname, Alan — le dije, con la mirada baja, sintiendo que las palabras se quedaban atrapadas en mi pecho.
— No tienes nada de qué disculparte, solo quiero que aceptes mi propuesta — respondió, mientras tomaba mis mejillas con delicadeza.
— Mejor dame un abrazo, uno de esos muchos que me debes — le pedí con una pequeña sonrisa.
Inmediatamente, me envolvió en sus brazos y, en ese instante, una felicidad indescriptible me invadió aunque sentía rencor por mis abuelos al haberme engañado.
Pasamos un buen rato conversando sobre nuestras vidas, las cosas que habíamos hecho y las experiencias que habíamos compartido.
Luego, Alan se ofreció a mostrarme el barco en el que vivía, un lugar que él ya estaba imaginando como nuestro hogar juntos, o ¿no sería así?
De acuerdo con lo que me relató, el barco conocido como Destino era propiedad del Capitán Mark Strauss.
Este capitán, de origen alemán, había establecido su residencia en Londres, Reino Unido, desde que tenía dieciocho años.
A sus veintisiete años, se le percibía como un hombre joven, pero su personalidad se caracterizaba por ser brusca y por poseer un sentido del humor que rozaba lo sarcástico.
En cuanto a su segundo al mando, quien también era su mano derecha y amigo cercano, se encontraba Juan Pablo Márquez, un puertorriqueño de veintiséis años.
A diferencia del Capitán Strauss, Juan Pablo era una persona llena de alegría y muy divertido.
Su amistad con el capitán era notable, ya que su carácter y enfoque ante la vida eran completamente opuestos: mientras el Capitán se mostraba más serio y áspero, Juan Pablo emanaba una energía positiva y un sentido del humor que lo hacían destacar.
Se une a este grupo el tercer al mando, un joven australiano llamado Aydan Dabaj, quien tiene veinticuatro años.
Aydan se caracteriza por ser una persona algo seria y reservada, pero a la vez muestra una gran confianza en sí mismo y en sus habilidades.
En la cuarta posición se encuentra un estadounidense, Simon Mackenzie, un joven de veinte años que se comporta de manera inmadura y que tiene una alta opinión de sí mismo, convencido de que es el mejor entre toda la tripulación.
Por último, tenemos al novato en el equipo, quien ocupa el quinto puesto y es mi hermano, Alan del Cassal, es español, tiene veinticinco años y se encuentra en sus primeros pasos dentro de esta aventura.
Esta es la tripulación a la que pertenece mi hermano y a la que, en su momento, yo planeaba unirme.
Por supuesto, eso era lo que tenía en mente en ese momento.
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Comments
🇻🇪🌹❤️🔥Yoleida🔥❤️🇻🇪🤩😍
acá hay más de una cosa oculta. por parte del padre y de los abuelos
2025-04-19
1
💞Agustina Intriago 💕🌙
Aquí hay muchas cosas ocultas y mucho por desifrar los abuelos que ocultan y los padres igual creo q me hice un 8
2025-04-25
1
🤩🍀Claudia🍀🤩
por que los abuelos no le habrán contado de las llamadas de su padre????
2025-02-05
2