Al amanecer del día siguiente a aquella tragedia, mi padre tomó la difícil decisión de enviarme fuera del país en un intento de alejarme de lo sucedido y de todo lo que eso implicaba.
Pensaba que era lo mejor para mí, pero la realidad fue muy diferente.
Al llegar al aeropuerto de Madrid, la ciudad donde habíamos vivido durante todos esos años, mi padre adquirió un boleto de avión de ida, sin posibilidad de regreso, hacia Roma, Italia.
Allí residían mis abuelos paternos, Aurelio del Cassal y Antonella Rossetti, y con ellos pasaría los siguientes años de mi vida.
En el momento en que estoy esperando a que nombren el vuelo en el que yo partiría, mi padre se acerca y me dice:
— Todo va a estar bien. Tus abuelos te cuidarán y te convertirán en una persona aún más bella de lo que ya eres, así que no tengas miedo — susurró con tristeza y le hizo señas a Alan para que se acercará.
Él se despidió de mí de otra manera, una que nuestra madre nos enseñó.
Realizó tres aplausos y luego lanzó un beso al aire como muestra de que, con esos tres aplausos, me demuestra su respeto y admiración, y con el beso al aire, mi agradecimiento y cariño por haber estado siempre a mi lado.
Después de eso, comenzaría una nueva vida lejos de las personas que me dieron mucho, pero también me quitaron tanto.
Al llegar, me esperaba mi abuela, quien me recibió con los brazos abiertos.
Me dijo que lamentaba lo sucedido, pero que no me preocupara, que con el pasar de los años eso se convertiría en un simple mal recuerdo, cosa que nunca sucedió.
Esa expresión y ese recuerdo quedaron grabados claramente en mi memoria, y en las noches nunca me dejaban dormir.
Al inicio, mi experiencia durante la estadía fue complicada y desafiante, pero con el tiempo logré adaptarme y hacerme a la idea de mi entorno.
Desde pequeña, mis gustos y preferencias se inclinaban hacia actividades que no eran necesariamente apropiadas para una niña de mi edad.
Una de esas pasiones era la caza, un deporte que practicaba mi abuelo.
Al principio, el sonido de los disparos me traía a la mente recuerdos dolorosos de eventos pasados.
Sin embargo, con el transcurso de los años, aprendí a sobrellevar esos sentimientos y a comprender mejor la actividad.
Además, desarrollé un interés genuino en aprender cómo se practicaba la caza, lo que me permitió dejar atrás el temor inicial y apreciar esta tradición familiar.
Fue una experiencia difícil al principio, ya que mi puntería no era muy buena.
Sin embargo, con el tiempo y la práctica, logré mejorar de manera excepcional, incluso superando la habilidad de mi abuelo, quien ya tenía cincuenta y siete años en ese momento.
Por otro lado, mi abuela nunca estuvo de acuerdo con que yo aprendiera a hacer esas cosas, considerando que no eran adecuadas para una niña.
A pesar de eso, con el tiempo se fue acostumbrando a mi interés y a las habilidades que estaba desarrollando.
Cuando tenía dieciséis años, mi abuelo falleció a causa de un infarto.
Desde ese momento, solo quedamos mi abuela y yo, una situación que continuó hasta hace un año, cuando ella también falleció.
Mi padre nunca estuvo presente en mi vida.
No se apareció ni se comunicó conmigo para saber cómo estaba; no recibí ni una sola llamada, y su ausencia se sentía constantemente.
Más adelante, me enteré de que él había muerto en un accidente automovilístico cuando yo cumplí ocho años.
La noticia fue un duro golpe para mí, no voy a mentir al respecto.
Sin embargo, de alguna manera logré superarlo con bastante rapidez.
En cuanto a mi hermano Alan, nunca volví a saber de él ni de lo que había sucedido en su vida, lo que me llenaba de preocupación, especialmente hasta ese día.
En la actualidad, tengo veinte años. Mi cabello es de un color negro profundo, y mi piel es de un tono blanco claro. Mis ojos son de un azul intenso, que contrasta con mi cabello y mi piel.
Mido 1.68 metros de altura, lo que me da una presencia notable. Me considero una persona alegre y llena de energía.
Soy una apasionada de los deportes extremos, especialmente aquellos que ofrecen una descarga de adrenalina intensa.
Entre mis actividades favoritas se encuentran el tiro al blanco y, sobre todo, la caza, una habilidad que aprendí de mi abuelo.
Él siempre me enseñó la importancia de dedicarme por completo a lo que hago, entregando el cien por ciento en cada actividad.
Mi trabajo consiste en laborar en una encantadora cafetería, donde tengo el privilegio de compartir mis días con mi mejor amiga y compañera de vivienda, Anastasia Holter.
Al igual que yo, a Anastasia le fascina las prácticas de tiro, aunque, a diferencia de mí, ella no participa activamente en esta actividad.
En su lugar, disfruta observar cómo me enfrento a los desafíos del juego, ya sea fallando o acumulando puntos. Sin embargo, debo admitir que para mi gusto, eso resulta un tanto tedioso.
Este es un breve resumen de mi historia hasta ahora, es el momento de sumergirnos en la acción.
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Comments
🇻🇪🌹❤️🔥Yoleida🔥❤️🇻🇪🤩😍
porque ese papá nunca pensó en los dos hermanos y más porque no mando a Alan junto a ella que edad tiene Alan
2025-04-19
1
Maria Eugenia Romero Viñoles🤡
La vida de esta criatura es un trauma en su totalidad y ahora que ocurrió con el hermano ❓🤔
2025-03-17
2
🤩🍀Claudia🍀🤩
no creo que algo así se pueda olvidar 😥😥😥
2025-02-04
2