Capítulo 5

Harry durmió poco esa noche. Todavía tenía el sabor agrio del tabaco en su boca y sus ojos tardaron un poco en acostumbrarse a la luz que golpeaba su cara desde la ventana. Su cabeza lo estaba matando, y tuvo que reprimir un gruñido de molestia al incorporarse lentamente. Su mañana había empezado mal.

Detrás suyo escuchó algunos sonidos como de tazas chocando entre si, y cuando se volteó pudo ver a un muy levantado Noah manipulando la cafetera. Su cabello dorado estaba desordenado como siempre y extrañamente la luz que se colaba de los ventanales creaba un lindo efecto de color sobre el, tornándolo un poco blanco. Llevaba una sudadera azul y unos pantalones de chándal grises. Se veía arreglado por lo que Harry intuyó que se iba algún lado.

—¿Quieres tomarte otro paracetamol? —Noah clavó sus ojos en él y señaló la herida en su cabeza.

—Eso estaría bien.

El rubio se dirigió hasta el baño y Harry aprovechó para estirarse ruidosamente. Su espalda no se encontraba contracturada, por lo que no le dolió en absoluto.

Su garganta se encontraba adolorida e intentó aliviarla tragando un poco saliva, pero eso solo lo empeoró.

Al mirar el reloj pudo ver que eran las ocho de la mañana. Demasiado temprano para su gusto. No había dormido casi nada la noche anterior, no pudo conciliar el sueño hasta muy entrada la madrugada por lo que todavía tenía ganas de zambullirse en el sillón y tirar todos sus problemas a la basura.

Noah llegó pocos minutos después para darle la pastilla y un vaso de agua. El rubio se quedó parado a su lado y no se movió hasta que le devolvío el vaso.

—Estoy haciendo un poco de café, ¿Quieres desayunar?

—Sí, gracias.

Noah lo trataba como si lo sucedido en la noche anterior nunca hubiera pasado. A estas alturas solo esperaba que lo echara o le soltara un montón de maldiciones. Pero ahora incluso le estaba ofreciendo el desayuno. ¿Qué le pasaba a ese chico? ¿Porque no estaba enfadado con él?

Se quedó sentado en el sofá mientras doblaba las mantas que tanto lo habían acobijado hace unas horas.

Luego de unos minutos Noah le tendió una taza y se sentó a su lado. Harry sintió el olor intenso del café y recordó a su padre tomando esa misma bebida y leyendo una revista de Macnab. Eran buenos tiempos. Aquellos que nunca volveria a vivir otra vez.

—¿Cuál es tu nombre? Creo que nunca te he escuchado decirlo.

Nunca se lo había dicho.

—Soy Harry.

Noah asintió y miró de manera desinteresada su taza. Sabía que quería preguntarle algo y solo esperaba que no llegara hacerlo.

—Sé que esto no me incumbe para nada pero, en cuanto a lo que me dijiste anoche... ¿Has intentado ir a un grupo de apoyo?

Y esa es justo la pregunta que no tenía ganas de responder.

—Solo pude ir dos veces en toda mi vida, y de todas formas nunca sentí que me ayudara en algo.

—Pero puedes seguir intentando, tienes toda una vida para eso —pero no la voluntad —. Hay un grupo que se junta todos los viernes en el edificio frente al mio, creo que en el departamento 11. Te haría bien ir.

—Quizás lo haga —mintió.

El rubio quedó satisfecho con su respuesta y decidió no agregar nada más.

Harry se quedó en silencio y le dió un sorbo a su café, estaba exquisito. Extrañaba tomar algo caliente por las mañanas.

Noah prendió la televisión y los se quedaron viendo un viejo programa de comedia.

Para Harry, todo se volvió normal de un segundo a otro. En ese momento solo eran dos chicos viendo televisión, fingiendo que uno de ellos no había lastimado al otro.

Intentó relajar sus músculos. Hace mucho no podía disfrutar de ese tipo de ambiente hogareño. Todo parecía ser un sueño para él. Un sueño que pronto terminaría para volver a encontrarse tirado en las baldosas de una calle cualquiera y a duras penas pudiendo levantarse

Sabía que no podía darse el lujo de acostumbrarse a la comodidad de un sofá o incluso de saborear algo tan común como la bebida en sus manos.

Debía aceptarlo de una vez.

Estuvieron unos minutos en silencio, solamente mirando el programa y desayunando en paz. Noah a veces reía cuando soltaban algunos chistes o pasaba alguna escena divertida. Él en cambio, se tomó su tiempo para disfrutar del calor del café.

De pronto una pregunta lo asaltó mientras recordaba vagamente un momento de la noche anterior. Su voz pareció interrumpir el diálogo de los actores.

—¿Eres sonámbulo? —cuestionó Harry dándole otro sorbo a su bebida.

—¿Perdona? —el rubio volteó a verlo con una ceja alzada.

—Anoche te apareciste a mi lado cuando estaba durmiendo, casi me muero del susto.

—Perdóname —Harry pudo contemplar como la cara de chico se ponía cada vez más roja —. A veces suelo tener episodios pero no son tan seguidos. Dios, debí darte una impresión bastante aterradora supongo.

—Parecías endemoniado, si no fuera ateo me hubiera puesto a rezar —bromeó.

Los dos rieron suavemente.

—Entonces, ¿fuiste tú el que me dejó en la cama?

—Bueno, parecías muy dispuesto a cometer cualquier tipo de accidente así que por tu seguridad tuve que hacerlo.

—Te lo agradezco, posiblemente hubiera despertado tirado en el suelo del baño otra vez.

Esa anécdota prometía ser muy interesante.

Noah le contó muchas historias sobre sus episodios, como por ejemplo la primera vez que le ocurrió y también como se dio cuenta de que era sonámbulo.

—Mis amigos me grabaron —soltó riéndose —. Los había invitado a quedarse a dormir, aunque no fue aquí sino en la casa de mis padres. Pero la cuestión es que me grabaron y al otro día desperté tirado arriba de un sofá y cuando les pregunté que es lo que me había ocurrido, ellos me mostraron el video en donde intentaba hacer un pastel. Creo que lo mejor de todo es que ellos solo se rieron en silencio y me ayudaron a cocinar para evitar que me lastimara con el fuego o me cortara.

—Esos si que son buenos amigos.

Noah asintió dándole le razón.

—Desde ese día me apodaron "El caminante dormido"

—Suena como el título de una historia épica.

—Eso mismo pensaba—sonrió levemente y negó con la cabeza como si estuviera recordando algo —. ¿Y tú? ¿Tienes amigos tan tontos como los míos?

Desde hace años había olvidado lo que era una relación de amistad. Casi siempre estaba demasiado ocupado sobreviviendo como para pensar en la soledad que lo consumía por dentro.

No quería tener que decirle eso a Noah, por lo que indagó un poco más en sus recuerdos.

Harry recordó por un momento a Daniel, su mejor amigo de la niñez. Un niño bastante revoltoso que le gustaba salir a explorar plazas y robarle toda la comida de la alacena.

Se conocieron cuando apenas tenían doce años y desde ese momento nunca se separaron.

Incluso antes de que se desatara el gran cambio que daría vuelta su vida, recordaba como se abrazaron y se despidieron al momento de su partida.

Y también sus palabras:

《Espero que tengas un buen viaje Harry》

—¿Harry?

—Perdona —parpadeó y miró a Noah que lo miraba extrañado —. Tenía un amigo que se llamaba Daniel, pero lo perdí al llegar aquí.

—¿A San Francisco? —Harry asintió —. ¿No eres de aquí?

—Soy de Escocia.

—Ni siquiera pude notarlo, tienes un muy buen acento.

—Gracias.

Noah se fijó en el reloj de la pared y se incorporó con su taza.

—Bueno, tengo que irme a trabajar en una hora —se dirigió hacia la cocina —. ¿Me puedes pasar la dirección de tu casa?

Harry enmudeció.

¿Qué es lo que le diría ahora? ¿Qué no tenía una casa a la que ir? ¿Qué lo dejera en cualquier estación de tren y ya? ¿Qué podría pisar cualquier calle de San Francisco y llamarlo su hogar?

No quería decirle nada de eso. Hace mucho tiempo que alguien no lo trataba de esa manera. La gente que a veces lo acogía en sus casas sabían que era un "sin techo" más del montón. Y por eso creían que tenían el derecho de tratarlo como les diera la gana. O hacerle lo que quisieran.

¿Y si Noah cambiaba su visión de él? Con lo poco que lo conocía podía asegurar de que el chico le tendría mucha lástima.

—Harry —lo llamó suavemente —. ¿Puedes decirme donde te llevo?

—Puedes dejarme en la estación Klicbord.

El rubio pareció querer decir algo pero luego sacudió su cabeza y le hizo un ademán para que lo acompañase. Harry dejó su taza sobre la pequeña mesita y antes de irse detrás de él, contempló por última vez el acogedor departamento. Quizás con la esperanza de tener algo así algún día, aunque eso no iba a ser posible.

Cuando salieron del edificio, Noah lo condujo hasta una vieja camioneta. Esta era de un color rojo desgastado, casi opaco con algunas pegatinas de notas musicales pegadas en las puerta. Una extraña combinación.

Los dos se subieron y el motor rugió fuertemente antes de arrancar. Noah se vio inperturbable ante el sonido grave. Pronto se vieron muy lejos del departamento y Harry sostuvo su cajetilla de cigarrillos preparándose para volver a las calles.

[....]

Se estacionaron a pocos metros del lugar.

Pudo ver como Noah miraba la estación con un gesto desconfiado. La estación Klicbord no era la más limpia ni tampoco la más segura pero era el único que lugar en donde lo dejaban dormir bajo un techo.

Una vez intentó colarse dentro de un tren para pasar la noche. Hacia mucho frío y no podía dormir en la vereda, por lo que intentó refugiarse en un lugar con un poco de calor. Al final lo descubrieron luego de poco tiempo y lo echaron a patadas.

—¿Harry? —salió de sus recuerdos para posar su mirada en Noah quién lo miraba atentamente.

—No te escuché, lo siento.

— Decía que si en serio quieres que te deje aquí. No tengo problema alguno en llevarte donde sea.

—Tengo que comprar algunas cosas —mintió mientras miraba la ventana —. Gracias por llevarme al hospital.

—Hablando de eso —Noah abrió una mochila que se encontraba en los asientos de atrás —. Toma, son aspirinas para el dolor, si te agarra fiebre deberás tomar un paracetamol cada ocho horas. Y no olvides de ir al doctor cuando estés mejor, así te puede quitar los puntos.

Las palabras del rubio le recordaban de cierta manera a su padre cuando se quedaba en casa para asistirlo cada vez que tenía fiebre. Era divertido ver al chico frente suyo tan determinado en lo que decía, parecía preocupado pero, ¿Por qué? Él sólo era un vagabundo que había tenido la suerte de toparse con un chico tan bueno como él.

Es más, Harry sentía que debía ser él quién se preocupara por si el chico rubio algún día decidía ayudar a un violador o un asesino y llevarlo a su casa.

—También tengo tu ropa, la lavé así que está como nueva —se la tendió.

—Muchas gracias, cuídate y la próxima no lleves a cualquier extraño a tu casa —advirtió mientras abría la puerta y hacia el amargo de bajarse pero en ese momento sintió un brazo detenerlo por el hombro y volteó extrañado.

Noah lo miraba fijamente mientras le tendía un papelito doblado.

—Es mi número, me gustaría que siguiéramos en contacto.

Harry lo agarró y lo guardó en el bolsillo de su pantalón de chándal, de todas maneras no tenía un teléfono y si algún día lo llamaba no sabía de que precisamente hablarían. Pero al ver su rostro quiso darle el gusto.

Después de todo no lo volvería a ver otra vez.

—Adiós Noah, gracias por todo

El rubio lo observó un tanto confundido. Obviamente no sospechaba el tamaño de esas palabras, pero para él lo eran todo.

—Adiós Harry.

Una última sonrisa fue lo que recibió antes de salir completamente del coche.

Pudo ver al auto perderse en una esquina de la calle, de repente un sentimiento de nostalgia empezó a invadirlo. Pensó en que hubiera sucedido si le hubiera contando que no tenia hogar. Que tenía tanto miedo de morir por las noches, que se veía incapaz de comer sus cuatro comidas del día y que posiblemente no vaya al hospital nunca.

No tenía forma de saberlo y mucho menos ahora.

Noah se había ido para siempre.

Capítulos

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play