CAP 4 Eres mía bonita...

Me despierto por la claridad del sol, con unos brazos que me rodean, abro mis ojos y lo primero que veo es esa cabellera desordenada. Es la primera vez que le permito dormir conmigo a una mujer; con las mujeres solo tengo sexo y luego hago que se vayan, pero con ella es diferente. La calidez de su cuerpo totalmente desnudo me encanta. Me levanto con cuidado de no despertarla.

Salgo hacia la sala y tomo mi celular.

📱—Hola, Carlos, ¿qué novedades me tienes?— serio. Observa por una gran ventana un hermoso jardin

📱—Jefe, todo está quieto, el cargamento debe enviarse en estos días.— En la otra línea

—Aleja a mis hombres del apartamento, que estén pendientes, pero a una distancia considerada. No quiero que ella los vea y envía a alguien que traiga lo que se necesita para hacer un desayuno y ropa.— tranquilo...

📱—Ok, jefe.—

📱—¿Y cómo está John y los muchachos?—

—pues golpeados. — Dice carlos

📱—Dile que necesitó hablar con ellos, que estén listos.— serio.

Por otra lado, Sofía, Me levantó y me envuelvo en las sábanas. Al envolverme con ellas, siento que se cae algo de la mesita de noche, así que miro; era su billetera. La tomo y estoy por ponerla donde estaba, pero me entra la curiosidad sobre ese hombre que me atrae tanto. Abro la billetera y busco su identificación.

Hasta que la abro, la encuentro y la leo: Gael Montero Morgan. Todo me da vueltas; caigo de un solo golpe al piso por el asombro. Con todos los hombres con los que me pude haber acostado, y pude encontrarme, tuvo que ser ese hombre que he hackeado, el hombre que quiso secuestrarme, él que me salvó.

Ahora, ¿qué haré, Diosito? ¿Por qué tuvo que ser él? Tengo que salir de aquí, y es cuando me doy cuenta de que mis cosas están en la otra habitación.

—Vamos, Sofi, piensa, usa tu cabeza. —Pensativa y analizando mis opciones. Si él hubiese querido matarme, ya lo hubiese hecho.

Yo le conté la versión de mi historia sin darle tanto detalle; lo hice. Así que debo hablar con él.

Entro al baño, me observo en el espejo, veo algunas evidencias de lo que hicimos anoche. —¿Por qué tuvo que ser él?— en un tono suave preguntándome a mí mismo. Este hombre me gusta. Todavía puedo sentir en mi cuerpo su forma de tocarme y besarme.

—Despierta, estúpida, ahora no te puedes poner hormonal. Piensa con la cabeza y no con la calentura, viendo mi reflejo en el espejo. — Así que me baño rápido, tome uno de los suéteres y mi ropa interior para ir a la otra habitación por mis cosas.

Salgo de la habitación, miro para todas partes, hasta que lo visualizo en la cocina, con una sudadera, sin camisa y con un delantal. Se pueden ver sus músculos y su cuerpo bien trabajado, y sus brazos tatuados; se ve tan sexy. Creo que me he humedecido con solo verlo.

Ahora, ¿qué hago? Me siento como idiota; me metí sola en la boca del lobo. Aprovecho que está de espaldas y salgo de puntitas para llegar a la otra habitación. Hasta que escucho:

—Buenos días, bonita. ¿Para dónde vas, traviesa? —sonríe, sirviendo el jugo.

—¡Aaaa! Hola, buenos días, iba a buscar mis cosas —digo, nerviosa.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —pregunta.

—Yo, nada —trato de disimular.

—Sabes que eres muy transparente.— Suelto una risa incómoda, veo que viene hacia mí, me toma por la cintura y me da un caliente beso, que creo me succionó el alma. Me toma de la mano, me lleva hacia la cocina y me asienta en la barra, empieza a colocar platos: huevos, pan, tocino, café tostado y jugo.

—¿Tú hiciste todo esto? — sorprendida.

—Sí, para ti, bonita — sonríe.

Mi mente empieza a hacer hipótesis en mi cabeza. ¿Qué está pretendiendo hacer? ¿Será que quiere jugar conmigo para luego matarme?

—Bonita, come —

—¿A qué juegas, Gael? — sería.

Él me mira y pone un rostro serio.

—¿Ya sabes quién soy? Gael, el hombre a quien hackeaste —

—¿Desde la primera vez que me viste supiste que era yo? — intrigada.

—Sí, desde que paraste mi moto te reconocí — afirmando.

—¿Qué quieres de mí? — sería.

—Antes de que trabajaras para mí —

—¿Y ahora qué? — sería, sin entender nada.

—Que trabajes para mí y seas mi mujer — sin una pizca de que está bromeando.

—¿Qué pasa si te digo que no? —

Se pone al frente de mí, me mira con esos ojos verdes, pero no puedo reconocer sus expresiones.

—NO TE DEJARÉ IR — Notando un poco de enojo.

—¿Quién te crees tú? — mirándolo llena de rabia.

—Te lo dije ayer, solo fue un accidente, un simple error que cometí. Te devolví todo. Así que devuelve mi vida, haz de cuenta que no ha pasado nada y que solo somos dos extraños que tuvimos sexo una noche, nada más. No compliquemos las cosas, yo no quiero pertenecer a tu mundo, para nada, solo quiero tener una vida normal — enojada y con tono determinado.

—Lo siento, bonita, pero no puedo dejarte ir — con una expresión de arrogancia.

—Después de haberte probado, ME PERTENECES —

—¿Qué mierdas hablas? No soy un puto objeto — enojada.

—NO importa, lo que sé es que sientes lo mismo que yo cuando me acercó a ti, cuando te toco, puedo sentir cómo cambia tu respiración, solo con un toque mío, tu cuerpo desea al mío —.

Doy un paso hacia atrás.

—Debemos volver al lugar que le corresponde a cada uno — sería.

Él da un paso hacia mí.

—No me has escuchado, tú me deseas como yo, te deseo a ti.Te lo demostraré. TE HARÉ MÍA AHORA— sonríe.

Cuando siento que hala con fuerza, me besa y yo trato de alejarlo. Pero no puedo; él sigue besándome, me arrincona contra la pared de la cocina, agarra mis manos contra la pared, me vuelve a besar. Trato de luchar, pero no puedo; sé defenderme, pero me siento nublada por este hombre, es como si todo mi juicio se fuera.

Así que terminé cediendo a mis instintos, me dejé llevar y terminamos besándonos con tanta intensidad y deseo, hasta que siento cómo rompe el suéter, quita mi interior, mete sus dedos en mí, besa mi cuello, me voltea, me sigue besando el cuello. Estoy loca, pero no quiero que pare. Cuando siento que se introduce en mí, duele al principio, pero sigo su ritmo, empiezo a gemir; él está dentro de mí, su mano sigue en mi intimidad dándome masajes circulares y con la otra acaricia mis senos. Estoy tan perdida por este hombre, siento que sale de mí, me voltea y me carga arqueada, besándome, y me lleva a la habitación, me tira a la cama, toma un preservativo y se lo pone, y se introduce en mí. Aumenta su ritmo, siento espasmos en todo mi cuerpo y la sensación de que voy a orinar; me siento al borde de la locura. Terminamos agitados y sudados y siento sus labios en un beso lleno de pasión y delicadeza.

—Está bien, bonita, creo que fui poco brusco contigo, pero quiero que entiendas que nos pertenecemos, bonita. Tú solo serás mía—.

—¿Me perteneces o no? Te lo dejé claro o te follaré hasta que lo entiendas, bonita—, serio, pero mirándome con deseo.

—Sé mi mujer—, con expresión suave.

—Tú ni eres un simple hombre de negocios y tu otra vida, que solo conoces desde hace menos de doce horas. Después, cuando te canses de mí, te aburrirás y me desecharás. Por eso es mejor dejar esto aquí; podemos sufrir los dos. En tu mundo es ser despiadado y no confiar en nadie, y yo solo quiero una vida normal—, sería.

—Mírame, bonita, es cierto, mi vida está llena de ambición, poder, falsedad. Pero yo no la elegí; a mí me tocó, por el bien de mis hermanos y Y sé que apenas nos conocimos hace una hora, fue un accidente que me pidieras ayuda a mí, creo que es el destino, bonita. Yo solo sé que quiero que seas mía, creo que me volví adicto a ti.—

Dándome un beso en mi hombro,

—Solo te diré que nos conozcamos y no te obligaré a que trabajes para mí.

Ten tu vida, quiero estar en tu vida, bonita, ser tu amante, tu novio, solo piénsalo —lo dice de forma suave y su rostro me brinda tranquilidad.

—Lo pensaré —con tono más relajado.

—Pero luego buscaré el desayuno y, bonita, te haré mía de nuevo y te llevo a la universidad —sonriendo.

Me da un beso— Jamás me aburriré; entre más te hago mía, más te deseo. Ahora te protegeré y no dejaré que nadie te toque, mi bonita, solo yo,—...

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