¡volviste!

Ya hace como un mes que mi vecino se fue y ni cuenta de cuando regresa. En todo este tiempo nuestra amiga Briza consigue trabajo como secretaria en una empresa de videos juegos, alucina, Trigamer es el nombre de la empresa.

La cuestión es que hace mucho que queremos salir, pero no hemos encontrados el tiempo. Necesitamos festejar su logro, pero por otro lado extraño a descarado de mi vecino.

Sus amigas son muy simpáticas, pero ya se deben de ir. Estaban aquí por un asunto laboral, del que no tengo idea. Empecé a trabajar como secretaria de mi padre cubriendo a Mónica que se ha tomado sus merecidas vacaciones.

Al ya haber terminado con mis estudios solo debo esperar unos meses para rendir las ultimas materias que me quedan pendiente y tengo mi tan esperado título.

Llego a la oficina y me pongo a trabajar. Tengo una reunión con la encargada del bar para ultimar los detalles para la fiesta anual de la empresa. Lo que creía que sería secciones de sexo con mi vecino, se convirtieron en aburridas reuniones con una chica que me sonríe demasiado y de vez en cuando me mira con lascivia.

Estaba por bajar a tomar mi almuerzo y recibo una llamada en grupo de mis amigas. En resumen, Briza está trabajando para su amor fantasmagórico: Dan o sea Daniel Black. Ese apellido me hace acordar de mi gigolo ¿Serán conocidos o parientes?

Como sea, luego de la llamada y dejar todo organizado para bajar a almorzar y luego ir a mi departamento para luego reunirme con mis queridas amigas. También tengo que ver a la encargada del bar para ultimar detalles.

Llego a mi departamento estoy por abrir cuando un par de brazos me rodean.

—Me extrañaste —susurra mi gigolo en mi oído.

—¡Volviste! —exclamo feliz sintiendo la necesidad de colgarme a su cuello.

—Huy... veo que si —murmura cuando me cuelgo de su cuello abrazándolo.

Toma mi cintura y entramos a mi departamento sin separarnos. El besa mi cuello y mi piel se extrémese por el suave contacto. Sus manos aprietan mi trasero y llegamos a la sala, cae sobre el sofá y mis manos inquietas se dirigen a la cremallera de su pantalón. Libero a su pequeño juan y lo tomo entre mis manos.

—A ti también te extrañe —susurro a ese reptil que me tiene húmeda desde hace más de un mes.

—Huy princesa como extrañe esa boquita —murmura mi gigolo, disfrutando de mis lamidas.

Estábamos tan entretenido en nuestra faena que no me di cuenta cuando la puerta de mi departamento es abierta.

—¡Marion! —escucho la voz de mi amiga Cecilia— Ho mierda, perdón! —grita mi amiga mirando como suelto a mi vecino, ambos la miramos, pero ella no se mueve solo sonríe y nos mira a ambos con esa mirada picara típica de ella— ¡Te espero afuera, linda serpiente amigo! —exclama antes de voltear y salir de mi departamento.

Miro a mi gigolo con pena y me quiero incorporar, pero el me jala y me sienta sobre sus piernas.

—¿Te tienes que ir? —pregunta y siento como su pequeño juan quiere jugar.

—Si, lo había olvidado —susurro con pena sobre sus labios.

—Cinco y ya —dice y en un movimiento certero corre mi ropa interior o más bien la arranca y se hunde en mi ser.

Cinco minutos que casi me dejan invalida, nos despedimos en la puerta de mi departamento y me besa de una forma que me saca el aire.

—Tengo reunión con tu encargada, pero me gustaría que sea contigo —digo recordando la dichosa reunión con esa chica que me pone incomoda.

—Yo me encargare de esa reunión y terminamos lo que empezamos acá —me vuelve a besar y me da una nalgada cuando me suelta entra en su departamento y me acerco a Cecilia que me mira con esa mirada suya.

—Tu vecino el gay ¿Verdad? —pregunta y me pongo roja. No contesto nada y salimos rumbo a casa de Briza.

Todo el camino a casa de Briza, Cecilia se la paso burlándose de mí. Yo miraba por la ventanilla sin darle mucha importancia.

Llegamos al mismo momento que Amy. Nos saludamos y subimos al departamento de nuestra amiga que desde cerca se escuchan los gritos de Briza y la risa de Sylvanas.

—¡A la mierda mi jefe! —grita Briza en el momento que entramos al departamento.

Sylvanas está como científica preparada para destripar una rana solo que con será depilatoria. Todas reímos ante la imagen y la idea del enojo de nuestra querida Briza.

—Claro, ríanse de la pena ajena —exclama una furiosa Briza bajando de la mesa.

—Dime una cosa Briza —murmuro mirando la mesa de donde bajo y señalo el mueble — ¿Ahí comes? —pregunto horrorizada.

—Si, ¿Por? —responde mirando alteradamente la mesa y a mí.

—Serás cochina ¡Tenias tu trasero ahí! —exclamo y corro a su cocina para buscar con que limpiar. Vuelvo con un pote de alcohol y procedo a limpiar muy bien la zona.

—¿Quieres lavandina también? —pregunta como si nada y la fulmino con la mirada.

Luego de eso nos ponemos manos a la obra para dejar a nuestra amiga prepara para su cita con su amor de casi toda la vida.

Por suerte no salió el tema de mi vecino y la hermosa mamada que le estaba dando. Dejamos lista a Briza para su cita y todas volvemos a nuestros departamentos. Estoy cansada y la verdad no veo la hora de poder ver a mi gigolo, pero hay un detalle: Trabaja de noche.

Llego a mi departamento y en eso suena mi celular con un mensaje de mi gigolo.

—¿Te apetece una copa hermosa princesa? —sonrió y se me ocurre una idea.

dejo mi celular y busco en mi armario un vestido tan escandaloso que solo lo usaría para dormir. También tomo una peluca que tengo y no recuerdo de que. La cuestión que el pelo artificial es negro y junto con ese vestido me hace ver llamativa.

Me visto y me perfumo bien, le mando una foto a mi querido gigolo. Ya que le gusta la diversidad yo le daré esa diversidad.

—Puedo ser todo lo que tú quieras —adjunto el mensaje a la imagen y se lo envío.

Como respuesta recibo una foto de su mano en su paquete y un mensaje sugestivo. “Duro contra el muro, ven rápido”. Uff estoy que parezco locomotora.

Pido un taxi y salgo casi a trote, me cubro con una gabardina que cubre parte de mi atuendo. El camino al bar se me hace eterno imaginando todo lo que podemos hacer con mi querido gigolo.

Llego al bar y me deja entrar sin tener que hacer fila, al parecer ya me había anunciado mi querido gigolo. Me acerco a la barra y lo veo hablando con un tipo de ojos grises, me mira y sonríe, le hago ojitos coqueteando y espero a que se reúna conmigo.

Me pido una copa mientras espero a que mi gigolo termine de hablar con ese tipo que me resulta conocido, pero no sé de dónde. Un rato más tarde y mi vecino se me acerca.

—Buenas noches, señorita —murmura detrás de mí— desea pasar a mi pequeña sala de reuniones así discutimos ciertos asuntos pendientes.

—¿Me tengo que hacer rogar? —pregunto volteando a verlo.

—Depende de usted —contesta con ese tono sexi que me tiene al límite.

Me levanto de mi lugar y tomo su mano para casi correr a esa pequeña sala de reuniones donde la última vez que estuvimos juntos ahí fue excitante.

Ni bien entramos mi querido vecino puso seguro en la pueta y luego me acorralo para cumplir con su promesa, “duro contra el muro”.

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Comments

Anonymous

Anonymous

*Uy!!

2024-05-13

0

Anonymous

Anonymous

*Estremece

2024-05-13

0

Graciela Saiz

Graciela Saiz

😂😂😂el socio es Dan ,el jefe de Briza y primo del gigoló 😂

2024-05-02

1

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