CAPITULO 4

Al día siguiente lo sentaron en una silla de ruedas para bajarlo a la sala de rehabilitación, la incomodidad de su pierna lo hizo maldecir furioso, las enfermeras se pusieron nerviosas por su mal genio, lo dejaron y se fueron, él no tenía ganas de sonreír a nadie, al final fue un enfermero quien le llevó hasta la sala de rehabilitación en el ascensor, una vez allí, el enfermero se marchó a buscar a su fisioterapeuta.

Juan David, todavía no había asimilado la mala suerte de su pierna y menos aún todo el tiempo que estaría alejado de la banda, de pronto vio aparecer a la joven que el día anterior había estado en su habitación, al verla, maldijo, - ¿por qué ella?.

El enfermero antes de marcharse le entregó unos informes a Jana, miro Juan David y le dijo, - “te dejo en unas excelentes manos”.

Jana: sin inmutarse ni dejar de sonreír, agarró los mangos de empuje de la silla de ruedas y la desplazó hasta un lado de la sala, se sentó cerca de él y comenzó a leer los informes médicos, después de un roto en silencio hablo, -  “soy tu fisioterapeuta mi nombre es Jana”.

Juan David: “vaya, te llamas como mi perra”.

Jana: Lo mire fijamente, desanimada porque este hombre iba a ser insufrible, estaba claro que cuanto más lejos lo tuviera, sería mejor, soy una profesional y solo tenía dos opciones, enfadarse o hacerme la loca, así que finalmente optó por la segunda, - “me encanta saber que tuvo el buen gusto de ponerle mi bonito nombre a su perra”.

Juan David: la quedo mirando, ese comentario era para que se fuera, estaba seguro de que ella iba a salir corriendo, pero fue al contario, seguía tan sonriente como hasta entonces.

Jana: “como decía, soy Jana y voy a ser su fisioterapeuta, hemos dividido su proceso de rehabilitación en dos partes, su manager me ha solicitado que sea yo quien lo atienda por las mañanas y por las tardes será Franco un compañero y excelente profesional”.

Juan David: “¿mi manager?”.

Jana: “sí, el señor Víctor Noriega, conoce mi trabajo y sabe que puedo ayudarlo.

Juan David: de donde la conoce, solo asiento con la cabeza, esta vez no dije nada.

Jana: “no se preocupe, entre todos vamos a conseguir que vuelva a caminar como antes”, - mirando el informe, - “por lo que veo su doctor le quitará los clavos en un plazo de unas cuatro semanas si no presenta complicaciones”.

Juan David: malhumorado, con un tono de voz grueso y prepotente, dijo - “vamos preciosa, déjate de rodeos y comencemos con la terapia”.

Jana: retire mi atención del informe médico y lo fulminara con la mirada, deje los documentos sobre la mesa, cruce los brazos y dibujando una sonrisa en mi rostro, digo, - “gracias por lo de preciosa, sabiendo lo que piensa de mí, ¡es todo un halago!, pero me agradaría que llamaras por mi nombre”.

.Juan David: “no te emociones, no lo tomes al pie de la letra, quizá he exagerado un poco, preciosa”.

Jana: se levantó con gracia y omitiendo su último comentario, volvió a sonreír y contestó, si me llama Jana, le irá mejor en la recuperación, créame”.

Juan David: la miró y al ver que ella seguía sonriendo, siguió buscando la manera de molestarla, - “ok Jana, podemos comenzar”.

Ella se puso a indicarle como debía mover la pierna, pero él no se la puso fácil, por todo protestaba, Jane aguantaba tranquilamente su mal humor,  cuando por fin llegó el enfermero para llevárselo, le dio dos golpecitos en el hombro y con una sonrisa le dijo, - a descansar, recuerde que mañana tiene otra cita conmigo”.

Juan David: molesto y con tono burlón, - “¡hay qué emoción!”.

Jana: soltó una carcajada y se dio la vuelta para atender a otro paciente que entraba.

Juan David: iba gruñendo por todo el camino.

Al día siguiente, cuando abrió los ojos, se sorprendió al ver a sus padres y a sus hermanos en la habitación del hospital, todos lo miraban, - “¡mamá!, ¡papá!, ¿cuándo han llegado?”

Mariana: “nosotros somos invisibles”.

Papá: haciendo caso omiso del comentario de su hija, - “hace una hora hijo y antes de que digas algo, tu madre se empeñó en que tu hermana la trajera, nos encontramos con tu hermana en el aeropuerto”.

Mamá: con la cara llorosa, se acercó a su adorado hijo, le dio un cariñoso beso en la frente, murmuró emocionada, - “hay mi bebe, quería comprobar que estabas bien”.

José Manuel: se acercó a su hermano y con un abrazo, comento, - “hay hermanito nos tenías preocupados”.

Juan David: “por que permitieron que la barrigona viniera, si Darío los mata, yo no los voy a defender”.

Mariana: “cállate ingrato, estamos preocupados por tí”.

Juan David: emocionado por tener cerca a la mujer que le había dado la vida y que tanto quería, sonrió y susurró con cariño, - “mamá, estoy bien”, - añadió tomándole las manos, - “todo va bien, mi pierna pronto estará curada, no te preocupes”.

Mamá: “pero cómo no me voy a preocupar, mi niño, si me dan la noticia que tuviste un accidente, mi corazón no se iba a quedar tranquilo hasta que te viera”.

Juan David: le entraron ganas de reír, al ver el gesto desesperado de su padre, - “ya comprobaste que estoy bien mamá”.

Así paso parte de la mañana con su familia entre besos, anécdotas y risas, su madre lo tapaba continuamente con la sábana y le daba a cada rato jugos naturales que ella misma le preparo, delante de las enfermeras que llegaban a revisarlo lo llamaba príncipe, cuando llegó el momento de ir a rehabilitación estaba deseoso de salir de la habitación, ya no quería más mimos, su mama se empeñaba en acompañarlo y él se negó molestándose, al final su madre se dio por vencida,  cinco minutos después entró en la sala de rehabilitación.

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