Dos días después el humor de Juan David era pésimo, cada vez que aparecía una enfermera para cogerle una vía, revisarle algún gotero o darle alguna medicación, protestaba, todas las que al principio se habían peleado por atenderlo, ya no querían ni acercarse a su habitación, era tal su grado de exaltación que comenzaron a pensar que el simpático bajista del grupo los Solitarios era un niño malcriado.
Por la tarde, cuando llegó Diego a conversar con él, le contaba cosas para sacarlo de su mal humor pero no podía hacerlo sonreír, hasta que entro una joven rubia en la habitación.
Diego: “mira compadre, una linda rubia vino a visitarte”.
Juan David: miró a la joven de arriba abajo era rubia, con una coleta algo deshilachada y unas horribles botas blancas, sorprendido por el comentario de su amigo sonrió con desgana, comento, - “tu gusto por el sexo opuesto va de mal en peor”.
Diego miró a la joven que seguía sonriendo y con unos audífonos puestos, sin inmutarse por aquel ofensivo comentario, dedujo que ella no había escuchado nada y suspiró.
Juan David: de repente sonó mi teléfono celular y atiendo al comprobar que se trataba de una de mis amiguitas, hable con ella unos segundos y cuando colgó, comento, - “era Nora te manda saludos”.
Diego: sonriendo pregunto, - “está aquí en la ciudad”.
Juan David: “no, dijo que ha leído la noticia de mi accidente en el periódico, cuando venga a la cuidad prometió visitarme, ya sabes lo que quiere decir eso".
Diego: “que suertudo eres, amigo, es un mujeron”.
Siguieron con la conversación cuando Juan David vio de repente que la muchacha continuaba allí leyendo el informe de su accidente y dijo, - “¿tú has visto el enorme trasero que se le ve con esa bata blanca?, ¿pero dónde ha dejado esta mujer los pechos?”.
Diego: rodo los ojos y con voz baja, - “cállate te puede escuchar, estas exagerando con la chica”.
En ocasiones ambos eran sarcásticos con las mujeres y esta estaba siendo una de esas veces, por su condición de músicos, las chicas más impresionantes se tiraban a sus brazos y ellos solo tenían que elegir, esa era una de las cosas que más le gustaban de la fama, frente a otras no eran tan de su agrado.
Juan David: “pero si está concentrada en lo que este hojeando”, - miro donde estaba ella y le sonrió.
Ella levanto la cara lo miró y sonrió con indiferencia.
Juan David: divertido por aquello, prosiguió, - “a excepción de dos bombones morenos que tengo localizados y de los que ya he conseguido el número de teléfono, en este hospital están las tías más feas y asexuales que he visto en mi vida".
Diego: se carcajeó de la risa, mientras la enfermera continuaba observando la pierna de su amigo y apuntaba algo en una Tableta.
Juan David: “sinceramente Diego esta no es de las más feas, pero deja mucho que desear".
Diego: "amigo a ti te gustan de grandes pechos y trasero parados”.
Juan David: “y ardiente, una diosa en la cama, así me gustan las mujeres, arregladas, femeninas, bellas, explosivas, no como esta, pobrecita, ¿has visto como lleva el cabello?”.
Diego: asintió, esa mujer con su coleta mal cogida en lo alto de la cabeza no era nada de lo que su amigo decía, ya no hablo de las botas horrorosas antimorbo, observo que la joven seguía con los audífonos puestos en lo suyo, mientras ellos criticaban sin parar sobre su apariencia, hasta que dijo, - “todo lo que tú digas, pero esta tiene un trasero perfecto para darle un buen azote”.
Juan David: “un trasero bien gordo, dirás”, - cometo mirando a la joven que seguía sin inmutarse, - “¿qué crees que dirá si le doy un azote?”.
Diego: “nada eres Juan David Díaz, el conquistador y caramelito de los Solitarios, si se lo das con dulzura le gustara y te dará su número de teléfono”.
Juan David: “dios me libre ¡espero que no!”, - con picardía miraba el trasero de la enfermera, le iba a demostrar a su amigo que podía hacerlo, cuando iba a levantar la mano con disimulo, vio a la joven que elevo la cabeza con una mirada neutral, de inmediato dejo la mano sobre la cama.
Jana: me quito lo audífono, lo miro con mis ojos penetrantes y con voz dura, digo, - “¡ni se te ocurra Señor Díaz, si me pones un dedo encima, te voy a dar un golpecito en la pierna que va necesitar calmantes, ¿entendido?”
Los dos amigos, sorprendidos, intercambiaron una mirada que ponía en evidencia que la habían cagado, ella sin embargo, no dejó de sonreír en ningún momento.
Jana continuó, - “si tocas mi gordo trasero sin permiso, cuando toque tu dolorida pierna con permiso, seguro que no lo voy a hacer con mucha dulzura, porque a mí, ni los músicos, ni los caramelitos como tú, me impresionan, ¿entendido, Señor Juan David Díaz?".
Ellos se quedaron mudos si decir ninguna palabra, ella se volvió a colocar los audífonos y con una sonrisa se dio la vuelta y se marchó.
Cuando quedaron solos, divertidos, continuaron riendo mientras recordaban una y otra vez su metida de patas, su amigo se fue y quedo solo en la habitación.
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Comments
Veronica Araceli Salinas cabrera
que bueno que lecontesto eso por que se sienten irresistible, y por tratar así a las chicas
2024-12-05
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Mari Delgado Flores
Que patanes Juan David y Diego, por que aún que Jana no esté cómo las mujeres que frecuentan, ella con educación los puso en su lugar
2024-01-18
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Aidee Morales
lo tiene bien merecido cree que porque se acuesta con tres y cuatro en el día todas van a caer rendidas ante el
2023-02-28
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