A Marcos el viaje a Buenos Aires se le hizo corto. Quizás fue por la emoción de ser parte de algo grande o por el simple hecho de que el tren real era muy ágil. Agradeció dejar Ushuaia, con sus fríos vientos y su caótico mar. Buenos Aires era más cálida y el Río de la planta de comportaba de maravillas.
— ¡hemos llegado majestad!- habló un guardia Real, un beta quién no conocía- La caravana real lo transportará hacia la Casa Rosada, dónde será coronado. De allí tomara un carruaje hacia el teatro Colón para presenciar la ópera y al final será llevado al palacio de Olivos.
— ¿dónde me cambiaré?- pregunto mirando su vestimenta. Era cierto que iba vestido acorde en todo momento, pero esas ropas no eran aptas para un futuro monarca.
— oh, disculpe mí descuido Alteza, hemos preparado una habitación especial en el tren, allí encontrará todo lo que necesita- el guardia hizo un gesto con la mano y apareció una Omega- la mujer lo llevará y lo ayudará a cambiarse.
Marcos fue guiado por la omega, quién no paraba de sonreírle y hacer reverencias cada vez que él le dirigía la mirada.
— Usará esto Alteza- señaló unos pantalones tiro alto de seda azules, una camisa blanca y una inmensa capa de armiño. Marcos miró al atuendo con pena. Sin más que objetar se vistió en silencio. Al verlo la Omega echó a llorar.
— ¿que sucede?- preguntó.
— es histórico ver a un omega a punto de ser rey. hace que tengamos esperanza- Marcos se sintió enfermo. Había mucha responsabilidad en sus hombros.
— Las joyas majestad, no olvidé las joyas- lo llenaron de anillos, colgantes y medallas. Las medallas parecían innecesarias, puesto a que él jamás había estado en una guerra. Respiró hondo y salió para subirse al vehiculo que abriría la caravana.
La caravana real estaba compuesta por una limusina totalmente blanca; escoltada por dos regimientos de soldados a caballo, el regimiento de Patricios de un lado y el regimiento de Infernales del otro. Adelante del vehículo iban tres hombres a caballo portando la bandera nacional, dos vestidos de celeste y el del medio de blanco. detrás de ésta había una formación de a pie, con todas las banderas de las diferentes provincias que componían el reino.
— ¿está listo majestad?- preguntó el Lord Canciller, mientras le invitaba a subir a la limusina.
— Supongo que sí- dijo entrando. La caravana comenzó su rumbo hacia Plaza de Mayo.
La llegar a las puertas de La Casa Rosada, sede del gobierno Real, Marcos divisó una gran multitud congregada en la plaza, en su mayoría omegas. Sonrió y saludó con la mano.
En las puertas de la sede de gobierno lo esperaba el general que había llamado su atención. Marcos sofoco una sonrisa de colegiala y muy gélido preguntó al Lord Canciller quién era.
— es el general mayor de su ejército majestad- habló el viejo alfa- lo tendrá pegado en sus talones todo el día. Se ha ofrecido voluntariamente a cuidar a Su Majestad personalmente.
Marcos no sabía si ilusionarse por aquello o aterrarse. Lo iría viendo sobre la marcha.
El próximo rey bajó del auto seguido por una comitiva de alfas y llegó frente al General de ojos verdes. El Soldado de alto rango se inclinó y beso su mano.
— me permite majestad- pidió guiarlo. Marcos le tendió la mano.
El salón del trono estaba reluciente como siempre. Los dos tronos al fondo, en lo alto de un escenario. Los palcos de los nobles dorados como siempre y el hermoso cielo raso adornado con la pintura de las Pampas Argentina, de las cuales colgaban tres inmensas arañas de cristal.
La multitud cayó al ver llegar al Príncipe. Sonaron las trompetas y Marcos caminó hacía el trono con paso solemne. El excesivo olor a Alfa lo mareaba. Su Omega interior quería salir corriendo de esa habitación. Respiró hondo y siguió su camino. Al llegar al trono, dió media vuelta, miró a la multitud de Lores y parlamentarios. Se sentó en el trono.
— En nombre de la Constitución Nacional del Reino de Argentina- habló el obispo- y el poder conferido por Dios. Tomo en mis manos La flor de ceibo y te la entrego, Marcos Bartolomeo Alcorta de Ushuaia, para que te guíe en tu camino. Tomo el bastón de mando y te lo cedo para que rija tu voluntad con rectitud y sabiduría- Marcos tomo la rama con las flores y el cetro- ¿Jurais defender y guiar a tu pueblo con coraje y rectitud?- preguntó el obispo.
— Yo, Marcos Bartolomeo Alcorta de Ushuaia, hijo de Bartolomeo María Alcorta de Córdoba y Hermano de Facundo María Alcorta de Córdoba, juro llevar mí reinado con justicia y rectitud, amparando en mí la paz y la prosperidad. Si no fuese así, que Dios y el Pueblo me lo demanden.
El obispo tomó la corona Argentina, que era muy diferente a las del resto del mundo, está era de plata, de diseño simple, solo tenía labrada flores de ceibo, flor nacional. La alzó en lo alto y la colocó en la cabeza de Marcos.
— Salve el Rey Marcos Alcorta III de Argentina- exclamó el obispo.
La multitud contestó:
¡Gloria al Rey Marcos Alcorta III de Argentina!.
Marcos miró a los congregados con impotencia. Se calmó cuando encontro la mirada del General en él. Le sonrió y el militar esquivó la mirada.
Marcos deseaba hablarle más que nada es este mundo. Ya encontraría la forma de estar unos minutos a solas con él.
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Comments
Rosa Osorio Vasquez
ay que se enamore del general y el general de el q viva el amor
2022-12-07
4
Zaki.Z
lo va a terminar amaandooo 😏
2022-09-21
0