—¿Estas segura de querer hacerlo? —pregunta mamá, quien está sentada sobre mi cama.
Me estoy preparando para ir a la preparatoria, y le conté sobre Wendy, quien me invitó para su casa ya que sus padres desearían verme después de tanto tiempo, e iré después de la jornada de clases.
—Estoy segura —respondo—. Yo también quisiera verlos.
*Suspira* —Me alegra mucho de que tengas amigos, y más de que te hayas reencontrado con tu mejor amiga, pero... ¿está bien que recuerdes tu pasado?
Me detengo en seco por lo que dijo.
—No estoy diciendo que sea malo —afirma—, pero no quiero que lo que te sucedió, vuelva a afectarte.
¿Afectarme?, ¿puede afectar más?. Creo que solo por estar menos metida en mi habitación y estar afuera piensa que no me duele mi herida. Mejor dejo que piense así, ella se preocupa mucho por mí, y me trata como a una más de la familia, más bien, le debo mucho como para preocuparla por cosas que ni siquiera entiende.
—Tranquila —le digo y sostengo sus mejillas—, si me siento presionada, volveré cuanto antes, ¿okey?
—Okey —responde—, ¿me llamaras por cualquier cosa?
—Claro, cualquier cosa.
—Muy bien. —Besa mi frente—. Es mejor que te apresures, llegaras tarde.
Luego, cuando llegamos a la preparatoria, los chicos nos estaban esperando. Wendy me abrazó fuertemente al llegar, ya que pensó que no iba a venir y que me iba a desaparecer de la faz de la tierra nuevamente.
Empezó la jornada de clases, y me di cuenta que comparto la clase de matemáticas con Arthur, me sorprende lo bueno que es con los números, me comentó que siempre ha querido ser dueño de una empresa súper famosa, para ello, necesita ser muy bueno con los números y con otras cosas.
Así pasaron las horas, al igual que la jornada de clases, y estoy ansiosa por lo que viene.
Por el camino, hacia la casa de Wendy, ambas nos poníamos al día hablando de cualquier cosa, hasta que llegamos a su casa.
La casa está casi igual, no había cambiado mucho y me da nostalgia a la medida que me adentraba más.
Nos encaminamos hasta la cocina, sus padres estaban hablando, y cuando entramos se quedaron en silencio mirándome sorprendidos.
—H-Hola Cristopher, Lauren —digo tartamudeando—, ¿cómo están?
Ellos se quedaron en silencio, hasta que Lauren se abalanza hacia mí.
—Estoy feliz de verte de nuevo cariño —dice y me da muchos besos alrededor del rostro y vuelve a abrazarme—. Estas grande y hermosa.
—Gracias —respondo con un nudo en mi garganta.
—No pensé verte de nuevo —dice Cristopher y me abraza—, se acabó la paz en mi casa, órgano.
Me rio y le saco la lengua, a lo que él hace la misma acción.
—¡Yo también me quiero unir! — exclama Wendy uniéndose al abrazo.
Así nos quedamos unos segundos, hasta que Lauren me invita a sentarme y decir todo lo que ha sucedido.
—¿Entonces estuviste viviendo con Philips? —me pregunta Cris y yo asiento.
—¿Te tratan bien? —pregunta Lau.
—Sí, son buenas personas —respondo.
—¿Por qué no te quedaste con nosotros ese día?
—Es... un poco complicado de explicar.
—No te preocupes, entendemos a la perfección.
No, no lo entienden y nunca lo entenderán.
—¿Qué tal si ustedes dos se van a hablar, mientras yo hago unas galletas? —propone Lau.
—Okey —decimos Wendy y yo en unísono.
—Y yo te ayudo —dice tío Cris guiñándonos un ojo.
Luego, nosotras salimos de la cocina y nos dirigimos al segundo piso.
—Ellos pensaron que como habías crecido ibas a dejar de tratarlos como antes —comenta Wendy.
—En realidad los extrañé mucho —digo y mi sonrisa se marcha—. Si yo no me hubiese encerrado en mi misma, tal vez hubiéramos estado más tiempo juntos.
—Pero, ya estás aquí, podemos recuperar el tiempo perdido —dice abrazándome—. Cambiemos de tema, ¿le viste las canas a papá?
—Sí, no pensé verlo con canas algún día.
—El niega que las tiene, le duele la idea de que se está volviendo viejo.
—¡Las escuche! —grita Cris desde la cocina—. ¡Y no estoy tan canoso!
Ambas reímos, llegamos a la mitad del pequeño pasillo y Wendy hala una pequeña cuerda que colgaba del techo.
—Las invitadas primero.—Hace una pequeña reverencia dejándome pasar.
—Uh, que modales.
Subimos las escaleras que nos llevaban al sótano, éste está oscuro, lleno de polvo y cosas viejas.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunto.
—Estamos aquí para jugar —responde encendiendo la luz.
—¿Jugar?, ¿con qué?
Ella se acerca a un montón de cajas y empieza a rebuscar entre ellas.
—Con los recuerdos. —Ella muestra un micrófono rosa y una peluca amarilla—. ¿Recuerdas cuando jugábamos a ser Hannah Montana?
—Como no. —Tomo la peluca y me la coloco—. Con las cajas, hacíamos nuestro autobús que nos llevaba a la gira mundial.
—Al final, nos castigaban por el desastre que hacíamos.
—Aunque, casi siempre nos levantaban el castigo al instante.
*Empieza a reír a carcajadas* —Eso era cuando tu papá llegaba de trabajar, se colocaba la peluca y se ponía a cantar con nosotras.
—Si... —digo, pero la alegría se iba con el recuerdo— papá era... infantil.
—Jihán, lo siento —dice—. No quería hacerte sentir mal.
—Descuida, es lindo recordarlo. —Sacudo un poco mi cabeza—. Mejor busquemos otras cosas.
—¡Esa es la actitud! —exclama.
Seguimos rebuscando entre las cajas y encontramos decoraciones navideñas, fotos viejas de nuestra niñez, juguetes viejos, disfraces; y también, encontramos alergia por el polvo.
Mientras Wendy se toma algo para las alergias, yo seguía buscando, o en este caso, recordando momentos hermosos.
En medio de todo el desastre, encontré una hoja, y por la caligrafía espantosa era de Wendy de hace tiempo. Me rio un poco cuando leo lo que dice: “¿Como es el chico ideal?”... que nostálgico.
—¿Encontraste algo con que jugar? —pregunta Wendy.
—No, pero encontré como es el chico ideal.
—Eso sirve. —Estornuda—. Gracias a ello encontré el amor de mi vida.
—¿Peter?
—¿Hay alguien más bello que él?
—Aquí dice que el chico ideal debe ser inteligente. —Señalo la hoja—. Peter es lo contrario a eso.
—Él lo intenta.
—Si, como no.
—Tal vez no, pero la regla más importante es que te quiera y te respete, ¿no?, él lo hace.
—Tienes razón.
—Tú deberías buscarte uno —dice pícara—. Esa hoja es milagrosa y te puedo ayudar.
—No gracias, estoy bien así.
—Oh, vamos, quiero tener sobrinos.
—Tendrás a tus sobrinos cuando cumpla veinticinco años.
—¿Por qué?
—Porqué leí, que un embarazo perfecto es a la edad de veintitrés hasta los veinticinco.
—¡Aburrido! —grita—. ¡Vamos!
—Ninguno está a mi altura —digo con voz refinada.
—Oh, perdóneme reina Isabel, no quería ofenderte.
—No me compares con ese lagarto. —Le tiro una pequeña almohada.
—Pues, consíguete un novio. —Me la tira de regreso.
—¡Niñas! —grita Lau.
—¡¿Qué sucede mamá?! —grita Wendy.
—¡Tu padre las dejara sin galletas!
—Vuelvo en unos minutos —dice y hace una pequeña reverencia—, su majestad.
—Te ordeno a que no vuelvas sin mis galletas.
—Como lo ordene.
Ella baja las escaleras y me deja sola, claro, con el polvo de compañía.
Tenía tiempo que no me divertía de esta manera, creo que vendré más seguido.
El chico ideal, ¿eh?
Veo de reojo la hoja, y vuelve a esfumarse la alegría cuando veo la firma que hay en el extremo de la hoja.
Con Amor Vi.
Flashback.
—¡Quiero un novio! —grita Wendy pataleando—. ¡No es justo que no podamos!
—Así es la vida, amiga —le respondo hundiendo mi cara en mi almohada—. Y no hay nada que podamos hacer.
Estábamos en mi habitación, viendo revistas de modelos masculinos, y quejándonos porqué no podemos tener novios como ellos.
—Quiero crecer —se queja.
—Y yo quisiera ser hermosa.
—¿Por qué?. Tú eres linda.
—Hay una gran diferencia entre ser linda y ser hermosa —aclaro—. Cuando una persona es linda, es la definición de adorable, tierna, etc. Pero, si una persona es hermosa; es la definición de lujosa, esbelta y sobre todo pero no menos importante, increíble.
De repente, escuchamos que tocan la puerta.
—Es papá —susurro—, busca los libros.
Yo escondo las revistas bajo las sabanas, Wendy pasa los libros de matemáticas y hacemos como si estuviéramos estudiando.
—¡Pase! —grito.
La puerta se abre, pero no era mi papá, si no, mi hermana mayor Violetta.
—¡Vi! —exclamo y salto sobre ella—. Te extrañe mucho.
—¡Corazoncito! Yo también te extrañe traviesa —dice abrazándome con fuerza—. Hola para ti también, Wen.
—Hola Vi —responde.
—¿Cómo te fué? —le pregunto entusiasmada.
—Bien, habían trajes bonitos.
—¡¿Y chicos lindos?! —exclama Wendy.
—¡Wen! —le regaño entre dientes.
—Sí, habían chicos lindos —responde Vi.
—¡¿Rubios?!
—Así es.
Wendy se coloca de pie sobre la cama.
—Decidido, ¡seré modelo!
Choco mi palma contra mi frente, ya que se sobre entiende que Wendy no sabe nada de "discreción".
—¿Y qué hacían? —pregunta Vi tomando asiento en la cama.
—Estudiando para el examen de matemáticas —respondo.
—Claro... no sabía que en la edad de piedra ya existían los números.
Miro alarmada los libros y eran los de historia.
—¡Wendy, acordamos los de matemáticas! —le grito.
—¡Entré en pánico! —se excusa.
—Tranquilícense —dice Vi evitando que le diera un manotazo a Wendy—. No le diré a papá que en vez de estudiar, robaron mis revistas y que hablaban de novios como todos los viernes.
Ella aparta las sabanas dejando ver todas las revistas.
—Lo sentimos —decimos al mismo tiempo.
—No se preocupen.
—¿Cuándo podremos tener novios? —le pregunta Wendy.
—Cuando esten mayor.
—¿Y si crecemos y no sabemos cuándo tener novio?
—Cuando se enamoren, pero tiene que ser del chico correcto y no obligarse a sí mismas a querer a alguien.
—¿Cómo sabemos si es el correcto? —pregunto.
—Cuando digo el correcto, hablo del chico ideal, quien vas a elegir para quererlo y estar con él por toda la vida.
—¿Y si nos equivocamos?
Ella se queda un momento en silencio, y luego, sonríe.
—Yo sé algunas cosas que tienen los chicos ideales —comenta.
—¡¿Enserio?! —chillamos Wendy y yo.
—Busquen hoja y lápiz para que escriban.
Ambas saltamos de la cama y buscamos rápidamente lo que nos pidió, nos sentamos en el piso una al lado de la otra.
—¡Listas! —decimos.
—A ver... lo primero, es que debe ser amable, no solo contigo, sino con todo el mundo. Lo segundo, es que sea inteligente, no dejaré que sinvergüenzas estén en mi familia. Lo tercero, es que debe ser educado, formal y...
—¡Espera! —grita Wendy escribiendo como loca—. Ahora sí.
—Y lo último y más importante, es que tiene que respetarte y amarte en todos los aspectos y sin condiciones. Así, es como yo pienso que es un chico ideal.
—Increíble —digo mirando mi hoja.
—Escribí feo —se queja Wendy.
—Siempre escribes feo.
—Pero, es la primera vez que lo veo más feo que nunca.
—¿Qué tal si firmo esas notas? —propone Vi.
—¿Por qué?
—Para que cuando consigan una pareja, recuerden que fuí yo quien las ayudo.
—Okey —decimos, le entregamos las hojas y ella las firma.
—¿Con amor Vi? —pregunta Wendy.
—A poco no quedó fabulístico —dice.
—¿Qué es eso?
—La combinación de fabuloso y fantástico.
No creo que eso sea una palabra.
—Ahora... —Muestra una de las revistas—. ¡¿Quién quiere seguir viendo revistas?!
—¡Yo!
Fin del flashback.
—Jihán... —dice Wendy—. ¿Te dejaste hipnotizar por la hoja o algo así?
—No, era que... creo que voy a buscar un chico ideal —mentí.
—¡¿Enserio?! —chilla.
—Tal vez.
—Muy bien, te conseguiré una cita con Arthur.
—¿Por qué él?. Él da miedo.
—Porque cumple con todas las expectativas.
—Sí, pero él no me gusta y como dije, da miedo.
—Cierto —dice colocando su mano en su barbilla—. Entonces cuando te enamores, me avisas.
—Bien, pero cambiemos de tema, ¿dónde están mis galletas?
—Papá se las comió —responde cabizbaja—. Pero, mamá nos está preparando más.
—Corrección, les preparó más —responde Cris entrando al sótano con una bandeja de galletas y dos vasos con jugo de naranja.
—Gracias —decimos en unísono.
—Muy bien —dice acostándose sobre el suelo—. Pueden seguir hablando.
—¿Y qué haces aquí? —le pregunta Wendy.
—No es porqué me di cuenta, cuando abrase a mis dos bebés juntas por fin, que ya no son unas bebés, sino unas adolecentes, y tampoco es porqué tenga miedo a perderlas, si es lo que piensan.
Wendy y yo nos miramos las caras.
—Tranquilo papá —le dice Wendy abrazándolo—. Tu jamás me vas a perder, y siempre voy a ser tu bebé.
—Gracias mi amor —responde.
—Cris, apenas llego, y ya piensas que los abandonaré —digo y también lo abrazo—. Ahora menos me alejaré de ustedes.
—Gracias... órgano
—Muchas gracias —digo gruñendo.
Ambos se ríen de mí, como siempre lo han hecho cada vez que gruño.
Luego, de atragantarnos con las galletas, Cris también se puso a jugar y a hablar con nosotras, hasta que los tres salimos con alergias del sótano, y tuvimos que ir al cuarto de Wendy.
Seguimos hablando y jugando hasta que se hizo de tarde, debía irme, pero no antes de aclarar que volvería de nuevo.
Llego a casa y mamá está sentada en el sofá esperándome seria, con los brazos cruzados y las piernas cruzadas.
—Hola mamá —le digo.
—Te llamé veinticuatro veces —dice.
Miro mi teléfono y éste estaba apagado, y allí están las llamadas.
—Lo siento.
—Descuida, eso significa que te la pasaste bien.
—Sí, fue un día... fabulístico.
—¿Fabulístico?, ¿qué clase de combinación es esa?
—Ni idea.
Luego, fuí a mi habitación, me tiro sobre mi cama, ya que estaba agotada después de tanto jugar, y por primera vez, siento que todo por lo que luché para volver a empezar, empieza a dar frutos.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 20 Episodes
Comments