Capítulo 2: Un talento oculto.

El camino hacia el súper mercado es silencioso, pero no incómodo, me había acostumbrado a este tipo de silencio.

—¿Quieres que te compre algo? —pregunta mamá rompiendo el silencio—. Puedo comprarte lo que quieras.

—Descuida —respondo—, estoy bien.

—¿Segura?

—Si.

Todo vuelve a estar en silencio hasta llegar a nuestro destino.

Ambas entramos y nos repartimos las cosas que buscaríamos antes de separarnos. Un rato después, había encontrado las verduras verdes, vinagre, frutas, papas y otras cosas; pero me faltaba lo primordial que no se puede pasar desapercibido, la salsa de tomate.

—Salsa, salsa, salsa —menciono mientras camino entre los estantes—, salsa de tomate... Te encontré.

Me cuesta tomarlo, ya que está un poco alto, y después de unos intentos, lo consigo.

Teniendo todo listo, iba a reunirme con mamá, pero escucho unos susurros detrás de uno de los estantes, y me llamó la atención ver qué eran unos chicos de mi edad.

—¿Supieron sobre la nueva pintura? —pregunta una chica morena.

—Claro, es de lo que más se habla —le responde un chico con el cabello rubio.

—Si, sus pinturas son únicas— dice un chico de cabello castaño—. Me pregunto cómo ella aprendió tanto.

—¿Ella? ¿Cómo sabes que es una chica? —le pregunta una chica de ojos azules.

—Su firma, la caligrafía es muy delicada.

—¿Y qué con eso? —pregunta.

—Se hace llamar "Corazón", sus pinturas dicen muchas cosas sobre ella y una de esas es que es un chica... Quisiera conocerla.

Los chicos empezaron a reírse a carcajadas y yo no podía evitar sonreír.

—¿Quien lo diría? Tú enamorado —se burla el rubio.

—Que admire sus pinturas, no significa que me guste —responde el chico.

—Oye, amigo cuidado si es un hombre, te saldrá caro.

Ellos empiezan a reírse mucho más fuerte, y debo cubrir mi boca para no reírme también.

—Estas enamorado —insiste el rubio.

*Gruñe* —Estoy seguro que es una chica y una muy misteriosa... Y eso hace que sienta más curiosidad en conocerla.

—Muy bien, creo que deberíamos irnos antes que descubran que nos escapamos, o antes de que vomite con las cursilerías de Arthur.

El grupo de chicos se va y me quedo un momento allí riendo en voz baja por sus comentarios.

Me agradaron un poco esos chicos, ni siquiera los conozco, pero se ven que se apoyan y son buenos con el otro, se burlan sin faltarle el respeto a nadie. Es lamentable que hay pocas personas así.

—Se ve que te agradaron —dice mamá a mis espaldas.

—¿Desde cuándo estás allí? —pregunto.

—No mucho, solo cuando empezaron a hablar de tus increíbles obras y como ese chico estaba embobado contigo.

Estuvo desde un principio.

—¿Ves que tus obras son increíbles? —continua—. A todos les encantan.

—Gracias mamá, pero no soy tan talentosa.

—No te subestimes demasiado.

Después de pagar las compras, regresamos a casa, yo la ayudo a bajar y a colocar las compras en dónde van, ella quiso ayudar, pero le dije que no y ya que no le gustó la idea, le pedí que hiciera un poco de café.

—Ya van diez veces —dice ella sirviendo el café—. Soy ama de casa, Jihán, no trabajo, hacer los quehaceres del hogar es mi trabajo, pero ya tu no me dejas hacer eso.

—Quiero ayudarte, no quiero ser un peso... como siempre lo he sido.

—Jihán, tú no eres un peso para nadie, más bien te esfuerzas demasiado tratando de ayudarme, cuando deberías salir o hacer amigos, como los chicos del supermercado.

Aquí vamos de nuevo con el famoso tema.

—No puedes quedarte toda la vida encerrada —dice.

—No es tan sencillo.

—¿Por qué?

—Porque no puedo.

—¿No puedes o no quieres?

—Las dos.

*Suspira* —Desde de que llegaras a esta casa, no has querido salir ni hablar con nadie, recuerdo que fué tu doctor quien te ayudo a entablar una relación con nosotros, y aún así, no lo haces con sinceridad.

—¿Por qué insistes tanto? —le pregunto con fastidio.

—No lo sé, quizás sea porque me preocupa tu salud, porque me preocupa que jamás quieras hablar con nadie de nuevo, porque quiero verte reír y hablar con otros, o tal vez sea por mi propia hipocresía. —Ella toma mi barbilla haciendo que la mire—. Pero lo que si sé, es que no serás feliz si no te arriesgas o enfrentas ese miedo que tienes hacia el exterior; pero esa, ya es tu decisión.

—No sé cuál sea mi decisión.

—Hija. —Besa mi frente—. No quería hacerlo, pero no me dejas opción.

—¿Qué vas a hacer? —pregunto un poco asustada por sospechar lo que va a hacer.

—Irás el próximo lunes a la preparatoria quieras o no.

—¡¿Qué?! —exclamo—. Sabes que no puedo, ¡no estoy lista para hacerlo!

—¿Y cuando lo estarás?

—No lo sé, pero no puedes hacerme esto.

—Ya lo hice, y no puedes hacer que cambie de opinión porqué no podrás, es por tu bien que hago esto.

—No puedo creerlo —digo entre dientes—. No sabes cómo me siento desde ese día, y es por eso que no puedes hacerme esto.

—Tienes razón, no sé cómo te sientes ni qué viste en ese momento —responde mirándome tristemente—, nadie lo sabe, solo tú, y si lo guardas te hará daño, pero veo que prefieres ocultarlo a que alguien te ayude y no me pondré en contra. Pero solo dale una oportunidad a la vida, para que te muestre que no todo es malo y que no todo está en tu contra, ¿comprendes?

Me quedo en silencio un momento y, no es que no quiera salir, he salido y he ido a la preparatoria, sola, en la noche, sin que nadie me hable, pero creo que a nadie le gusta como me guardo mis cosas privadas.

—Bien —respondo—. Iré a la preparatoria como tú quieres, pero ten en cuenta que no lo hago por mí.

—No esperaba menos. Ahora puedes ir a tu cuarto.

Me retiro silenciosamente de la cocina y me dirijo a mi habitación para tirarme a la cama, gritar sobre mi almohada para que no escuche.

No quiero ir a la preparatoria, ella no lo entiende, nadie lo entiende, quiero estar sola conmigo, no quiero que me hablen, no quiero que me miren; y si fuese por mí, no existiese en este momento, pero no tengo el valor para cometer un suicidio.

¿Cómo haré para comunicarme con los demás?. Ni siquiera recuerdo cómo se siente el ambiente estudiantil, y lo odio, lo peor de todo ¿cómo haré cuando pregunten mi nombre?

Flashback.

—Es aqui —dice el señor Mcgregor estacionando su auto frente a una casa, supuestamente es la de él.

Mis manos temblaban, mi garganta estaba seca, tuve varias noches sin dormir, y además, tenía miedo de conocer a los hijos de los Mcgregor, tal vez no me acepten, no quieran que esté aquí. Fué una pésima idea pensar que esto funcionaria.

Me sobresalto cuando el señor Mcgregor abre la puerta del auto y me ofrece su mano. Dudosa, tomo su mano y me ayuda a bajar de éste.

La señora Mcgregor se acerca a mí, toma la mano que tenía libre y me dedica una sonrisa.

Nos acercamos a la puerta y el señor Mcgregor toma la perilla, pero se detiene.

—¿Lista para conocer tu nuevo hogar? —pregunta.

Un nudo en mi garganta se forma solo al ver la puerta, solo la idea de tener una "nueva familia" me aterra, pero solo podía asentir.

—Bien —dice y abre la puerta.

La casa era bonita y acogedora por dentro como por fuera, pero eso no cambiaba como me sentía.

—¡Niños ya llegamos! —dice la señora Mcgregor.

La primera en llegar fué una chica, supongo que adolescente, y traía en sus brazos a una bebé cómo de uno o dos años.

—¿Es ella? —pregunta al verme.

—Así es —responde su madre—, ¿dónde está tu hermano?

—¡JONATHAN LLEGÓ LA CHICA!!! —grita fuertemente provocando que me sobresalte—. Lo siento, no quería asustarte. Soy Juliette, es un placer.

No podía hablar y tampoco quería, nada salía de mi boca.

—¡¿Que quieres zanahoria?! —grita el hermano, quien baja las escaleras.

Se acerca al lugar y noto que tiene más o menos mi mi edad.

—La asustaste tarado —lo regaña su hermana.

—Lo siento, no quería asustarte —se disculpa el chico—. Soy Jonathan, ¿cómo te llamas?

Y vuelve a ocurrir, nada sale de mi boca.

—¿No habla? —pregunta.

—Está un poco asustada por lo que pasó —responde su papá—. Denle un poco de tiempo para que se adapte.

—Okey, pero ¿tiene nombre?

—Su nombre es Jihán, no quiero que la hagan incomodar tanto, ¿de acuerdo?

La chica deja a la bebé en el piso y ésta empieza a gatear.

—La bebé se llama Rebecca —me dice la chica y toma mi mano—. Vamos para que veas tu habitación.

Ella me lleva a rastras por toda la casa mostrándome todos lo lugares, hasta que al fin me lleva a mi habitación. Era pequeña, tenía una cama, una ventana y un armario; una habitación común

—¿Te gusta? —me pregunta el niño.

—Te compraremos ropa nueva pronto —me dice la chica—. Por ahora puedes utilizar mi ropa, te quedará un poco grande, pero será temporal.

Tomo asiento sobre la cama mientras ellos me miraban, creo que no sabían que decirme.

—Si quieres podemos jugar afuera —propone el niño—, está nevando y ya se acerca navidad, así que podríamos hacer muñecos de nieve, como tú quieras.

Jugar, nevando, navidad, nieve... mi familia... no.

Luego, las lágrimas no tardaron en salir al recordarlos.

—¿Estás bien? — pregunta la chica alarmada—. Lo siento, a veces él dice cosas que no debería decir.

—Si, si, soy un tonto —justifica—. Lo siento, ¿podemos hacer para que no llores?

—Quiero... estar sola.

Ellos se miran las caras, sorprendidos por ser la primera vez hablando en esta casa, pero a la vez, un poco tristes por mi respuesta.

—Si necesitas algo llámanos —dice la chica y ambos se van.

Al quedarme sola, me acurruco en la cama llorando en silencio, esperando paz y tranquilidad, algo que nunca llegó.

Fin del flashback.

****************

—¿Por qué no puedo ir? —me pregunta Rebecca cruzándose de brazos.

—Porque es muy tarde —respondo—, y las niñas no pueden quedarse despiertas hasta tarde.

—Yo no soy niña.

—¿Eres niño?

—¡No!

—Entonces a dormir. —Cubro su cuerpo con sus sábanas y le doy un beso en la frente—. Buenas noches.

—Buenas noches.

Salgo del cuarto y voy hacia la cocina, donde están papá y mamá hablando, supongo hablan sobre lo que mamá y yo habíamos discutido.

—Rebecca los está esperando para su beso —les digo.

—Vamos en unos minutos —responde mamá.

—Insisto que salir a estas horas de la noche no es seguro —me dice papá.

—Y yo insisto que estaré bien.

—Lo sé, pero es mi deber preocuparme.

—No la molestes— le dice mamá y se dirige a mi—. No vuelvas muy tarde.

—Okey.

Salgo de casa y empiezo a caminar por las oscuras calles de la noche, no hay muchas personas y todo está en silencio, eso me gustaba.

Saco mi celular con mis auriculares y empiezo a escuchar algunas piezas de Beethoven, las cuales combinan perfectamente con el ambiente.

Unos minutos después de caminar, llego a la preparatoria donde estudia Jonathan, y próximamente donde estudiaré, saco las llaves de mi bolsillo, abro la puerta y entro.

Me dirijo a la sala de arte, dónde con un lienzo y un caballete me esperan para empezar con mi nueva obra. Plasmo varias líneas sin sentido en el lienzo, mientras dejo que las melodías del piano invadan mi mente, dejándola totalmente en blanco.

Vengo a esta preparatoria casi todas las noches, a veces para pintar, otras noches para tocar el piano de la sala de música, y como el tío de los chicos es el director, me deja las llaves con la condición de no dejar nada sin cerrar.

Pasaron los minutos, y los minutos horas, hasta que las 17 piezas entre piano, violín, flauta y otros instrumentos se terminen al igual que mi pintura.

Debo admitir que tengo talento para estas cosas, pero le falta mi toque final. Tomo el pincel fino, lo mojo en la pintura negra y en una esquina coloco mi firma, Corazón.

Era el apodo que tenía en mi antigua vida, antes me llamaban de esa manera. Que no daría porque me llamen de nuevo de esa manera. No le digo a mi familia temporal, ya que no sería lo mismo.

Coloco a secar la pintura junto a las otras, para que así, los chicos del supermercado tengan de qué hablar. Observo mis pinturas con orgullo, ya que las hice no para que personas que desconozco las admiren, sino porqué me gusta hacerlo y me hace feliz.

Desde que tengo memoria me gusta pintar, y con el paso de los años aprendo nuevas técnicas de pintura, pero hay una técnica de pintura que no he aprendido... La técnica de pintar una nueva manera de ver la vida.

Más populares

Comments

Paty Lopez

Paty Lopez

ya entiendo

2022-10-21

0

Rosa Espinoza

Rosa Espinoza

Hasta ahora no entiendo

2022-10-19

0

Rosa Espinoza

Rosa Espinoza

Hasta ahora no entiendo

2022-10-19

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play