Pasaron tres días desde aquel encuentro en Las Playas de Amor, ni Olga ni Ezequiel se habían vuelto a ver, pese a lo pequeño del pueblo. Ella trataba de evitar un encuentro, su corazón era una feria cuando estaba cerca de él. Desde que era niña soñaba con esos ojos verdes aceituna. Anhelaba que él la mirara como Barrios había mirado a su momposina, pero ella no era más que una muchacha de pueblo y ya él había probado la ciudad. Por su parte, Ezequiel no recordaba haber visto unos ojos tan hermosos en ningún otro lugar. Había viajado a varias ciudades e incluso, a otros países, pero jamás vio una mirada tan llena de inocencia y luz como la de Olga Tavares. Ella era madreselva y campo, lo hacía recordar a las hermosas esculturas de diosas egipcias que vio el museo de Londres. Toda ella era más hermosa que cuarenta reinas.
-Ezequiel- gritó su papá- ¿Te gustaría ir conmigo a Los Placeres? Hay asuntos que debo resolver allá
-Por supuesto papá!
Los dos hombres se subieron al jeep color verde oscuro y tomaron el camino que va a Los Placeres. Ese era un paso obligado por la casa de los Tavares y Ezequiel tuvo mucha ilusión de volver a verla. Efectivamente ella estaba sentada con varios niños que la rodeaban ayudándola a armar el pesebre para la novena de navidad. Lucía tan bonita con su sencillo vestido blanco y los pies descalzos
-Adiós Garza flaca- le gritó Ezequiel cuando pasó - Por la tarde vengo para que me des un vaso de chicha...
-Un puño es que te voy a dar Amarillo Pálido- gritó ella sosteniendo una piedra en la mano, pero la dejó caer al suelo cuando vio que iba acompañado por su papá.
Los dos hombres llegaron a Los Placeres para revisar que el ganado no se había perdido. Últimamente, se les perdía una vaca semanal, lo que les indicaba que habían cuatreros cerca. Don Eulogio, había heredado la finca de su padre, amaba esa tierra más que nada. Amaba la hermosa vista panorámica que ofrecía del Banco Magdalena y del mismo muelle de su querida Chimichagua.
Ezequiel por otra parte tenía en su mente la expresión de enojo de Olga, cosa que le causaba gracia ¿Por qué no la podía sacar de su cabeza? Ella solamente era una muchacha de pueblo que de niña fue su archienemiga, pero de mujer era un destello de emociones. Esa tarde sin duda iría a casa de los Tavares con la excusa de comprar chicha de maíz. Ya por la tarde los dos hombres llegaron y se detuvieron en la casa de los Tavares para tomarse un refrescante vaso de chicha. Olga los atendió sin mirar a los ojos a Ezequiel, mostraba un enojo que no sentía, pero por dentro su alma pedía a gritos que lo mirara. Los ojos de Quelito eran para ella las hojas del árbol de ceiba que reposaba en su patio.
-Buenas tardes Doña Cristina! ¿Cómo está? - dijo Don Eulogio al llegar a la casita de bateque- ¿tiene chicha?
-Eh, Don Eulogio! claro que si- dijo la mujer mayor- arajo Niño Quelito ya es todo un hombre y todo un doctor
-Si señora, ya me recibí de médico y después la especialización, aunque voy a quedarme por acá algún tiempo ayudando a papá un tiempo en su consultorio, sabe que quiero a mi tierra demasiado y además tengo intereses por aquí- dijo esto último mirando a Olga que de los nervios dejó caer el vaso de chicha sobre él.
-Niña ten cuidado, ya bañaste a Quelito- regañó Doña Cristina
-No se preocupe, lo que pasa es que la garza flaca se pone nerviosa cuando me ve- dijo él con tono burlón
-Ni que fueras la última agüepanela del desierto- respondió ella a la defensiva
La afirmación del joven hombre la tomó por sorpresa, ¿ será que él sabía que ella lo había amado desde niña? ¿o solo quería molestarla? pero sus palabras nada estaban alejadas de la realidad.
-Don Eulogio ¿recuerda que Olguita siempre le decía que ella se iba a casar con Quelito cuando fuera grande?- dijo entre risas su mamá, y el rubor de la sangre se le subió al rostro
- ¿A si? ¿Eso decía la garcita flaca?- preguntó Ezequiel fascinado con aquella escultura de bronce- tendré que venir más de seguido a ver a mi futura esposa entonces- dijo con una risita el joven hombre
-Ya te dije que ni si fueras la última agüepanela del desierto niño
-Ya te dije, te vas a casar conmigo Garza flaca
Los mayores soltaron la risa mientras veían el berrinche que armaba la bonita muchacha de ojos pétreos.
-《Serás mía Olga Tavares, serás mía 》pensó el joven hombre mientras la admiraba como lo mas bello que vieron sus ojos verdes aceituna
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Updated 25 Episodes
Comments
Viviana Bustos Aldana
Necesito conocer Chimichagua, estoy relativamente cerca y nunca se ha hecho el deber
2024-11-29
0
Patricia Salazar
Ellos peleándose 🤷♀️ pero por dentro muriéndose por tocarse 🤦♀️
2024-11-28
1
Margarita Acuña Cerda
Que lindo los modismos, ojalá y no haya mucho sufrimiento de ninguno de los protagonistas
2024-10-17
2