El momento de las presentaciones fue algo rápido. El duque se dirigió directamente a su oficina, escoltado por sus enigmáticos invitados: el mayordomo extraño de antes y un hombre de aspecto regordete con un aire importante. Varios caballeros que acompañaban a la delegación se posicionaron en la entrada, bloqueando el paso a cualquiera que intentara acercarse. La duquesa, irritada por este gesto, frunció el ceño, incapaz de disimular su molestia.
Kasir, como era costumbre en él, se excusó con sus obligaciones como heredero del ducado y se retiró con rapidez. Eleonoro también huyó del salón en cuanto los visitantes desaparecieron, dejando tras de sí una estela de perfume dulce. Vanessa, por su parte, se mantuvo como una sombra pegada a la duquesa, como si temiera que alguien más se acercara demasiado.
Pero esa tranquilidad aparente… era demasiado buena para durar.
—Emily —llamé con voz baja.
—¿Sí, mi señorita?
—Estoy algo curiosa. ¿Sabes quiénes eran los hombres que vinieron con mi padre?
—¿Se refiere al mayordomo de traje negro y al hombre de apariencia poco discreta?
—Exactamente.
—No lo tengo muy claro, señorita, pero he oído entre el personal que los sirvientes más cercanos del emperador y la emperatriz suelen llevar trajes bordados con hilos finos y un escudo familiar en la solapa.
—¿Eso quiere decir…?
—Eso quiere decir que el señor de aspecto poco discreto podría ser un emisario imperial. Llevaba el escudo en su traje. Si es así, debe estar muy cerca del emperador.
—¿Un sirviente del emperador aquí? «Eso no estaba en el guion… ¿Será que todo cambió por mi aparición tan temprana?». ¿Puedes averiguar qué está haciendo aquí?
—Será difícil, señorita, pero puedo intentarlo. —Emily titubeó un momento—. Esto... ¿estará bien sola?
—Sí. Ve, no te preocupes por mí.
—Como desee, señorita. Nos veremos más tarde.
Cuando se marchó, tomé un camino distinto al suyo. El aire del ducado era pesado, y necesitaba despejar la mente. Me interné entre los corredores hasta encontrar una salida hacia el jardín. Algunas zonas abiertas dejaban ver la decadencia de lo que antes debió ser un espacio espléndido. Estaba claro que hacía tiempo nadie se ocupaba de su mantenimiento. Probablemente, la duquesa prefería gastar el presupuesto en vestidos nuevos o fiestas inútiles.
El sol caía con suavidad sobre mi piel, y el viento revolvía ligeramente mi cabello. Por un segundo, se sintió… real. Respiré hondo. A veces aún me costaba creer que había reencarnado en otro cuerpo. En otro mundo. Uno que conocía como una historia, pero que ahora se desplegaba ante mí como una realidad compleja y peligrosa.
«Bien… si este es el nuevo tablero, usaré lo que sé de la novela para moverme con ventaja. Cristal no tiene aliados, su reputación es un desastre, y todos parecen esperar verla caer. Pero si empiezo a cambiar su imagen, a ganar simpatizantes, podré sobrevivir en este mundo y, con suerte, hacer justicia para ella… y para mí».
Suspiré con fuerza.
«El primer paso es limpiar su nombre. Nadie confía en ella, todos creen que es malvada, manipuladora, una bruja que juega con magia negra. Todo gracias a Vanessa, la duquesa y sus aliados. ¿Huir? ¿Ahora? ¿Con qué dinero? No. Necesito generar recursos, buscar oportunidades, invertir en mi libertad».
Mis ojos recorrieron el jardín una vez más.
«¿Por qué este lugar está así? Se supone que hay fondos para el mantenimiento… ¿Dónde están los jardineros? ¿Y los sirvientes? Aquí no cuadra nada. Este lugar es más ruinas que hogar».
Un bullicio interrumpió mis pensamientos.
—¡Por allá, rápido!
—¡Cuidado con la ropa!
—¡Atrapen al ladrón!
«¿Ladrón? Esto no estaba en esta parte de la historia… algo está cambiando».
Corrí en dirección al escándalo, bordeando los tendederos hasta llegar a la puerta trasera de personal. Allí, un hombre sujetaba con fuerza la muñeca de un niño, que se aferraba a un trozo de pan con desesperación.
—Pequeño bastardo, ¿sabes cuál es el castigo por robar? ¡Devuelve eso ahora mismo!
—¿Qué está sucediendo aquí? —pregunté, mi voz sonó más autoritaria de lo que esperaba. El hombre se giró al instante. Debía mantener una imagen firme; muchos de estos trabajadores eran leales a la duquesa o simplemente neutrales. Solo unos pocos, que recordaba bien, estaban del lado de Cristal.
—Señorita Cristal, por favor no interfiera. Este mocoso estaba robando comida. No sabemos cómo se coló.
—¿Estabas robando comida? —le pregunté al niño. Él evitó mirarme, bajó la cabeza.
—¿Tienes hambre?
El niño no respondió. Sus ojos solo miraban el pan que el hombre le había arrebatado. Me acerqué y me arrodillé frente a él.
—Dime, pequeño... ¿te gustaría tomar el té conmigo? —le ofrecí una pequeña sonrisa.
El niño parpadeó, incrédulo, y me miró en silencio.
---
Narra Emily
Me dirigí hacia la oficina del duque con un carrito cargado con postres y té. Los guardias inspeccionaron el contenido antes de permitirme pasar. Toqué dos veces y esperé.
—El té ha llegado. Por favor, disfruten mientras conversamos —dijo el duque con cortesía.
—Duque Lawnig, su hospitalidad es digna de elogio —respondió el hombre con el escudo del emperador bordado en la solapa de su traje.
—No hay problema. Pero me gustaría saber por qué han venido en este momento.
—Como comprenderá, su excelencia, el emperador está preocupado. He venido en su nombre con un mensaje urgente.
Mientras acomodaba la bandeja con los bocadillos en el centro de la mesa, no pude evitar prestar atención a cada palabra.
—¿De qué se trata?
—De la situación en el norte. El número de ataques demoníacos en la cordillera ha aumentado. El emperador teme una expansión hacia el interior del territorio. Aunque aún no hay confirmaciones, la amenaza es real. Aquí está el documento con la solicitud oficial.
El duque tomó el sobre, lo abrió y comenzó a leer en silencio.
—Desde la guerra de hace quince años, no se había visto un incremento de actividad demoníaca como este…
—El señor del norte ha enviado a un representante. Cree que puede resistir… por ahora. Pero si la situación se agrava, su familia deberá enviar apoyo. Se requerirá a alguien con afinidad mágica.
—Nuestro linaje tiene menos magos desde la muerte de la antigua duquesa. Es un recurso que hemos perdido con el tiempo.
—Lo entiendo. Mi tarea es simplemente entregar el mensaje. El plazo de decisión está detallado en el documento.
—¿De cuánto tiempo disponemos?
—Menos del que le gustaría al duque, eso seguro.
Había terminado de servir el té. No tenía más excusas para quedarme. Reuní la bandeja y salí de la oficina con el corazón agitado. Algo grave se avecinaba, y el duque lo sabía.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 48 Episodes
Comments
Olga L. Rozo
conociéndolo como es, le hace caso a la mujer y manda cristal, Porque esa vieja quiere deshacerse de ella pero sería bueno un nuevo comienzo
2025-04-08
7
~√{©£¢%}✓¶🌟💖
A quién enviará....
2025-03-27
0
Mary Montilla
Que vaya Cristal 💪🏻👍🏻😜
2025-03-25
1