Siempre Tu

Siempre Tu

En resumen

Holly   

...****************...

 

Era una mañana calurosa de finales de junio, milagrosamente no estaba lloviendo y disfrutábamos de cielos libres de nubes. Delicioso clima para salir a la piscina y aprovechar un bronceado natural ahora que se puede. Vivíamos en una modesta mansión en El Gran Londres, en el área de Redbridge, al norte del centro. No era tan común ver grandes mansiones por aquí, pero mis padres creían que era un lugar hermoso y lejano de la locura, pero no tan lejos para tomar tren para llegar al centro. 

Como si alguna vez fuéramos a usar tren, para eso teníamos a nuestro personal, autos y en el caso de Rees, su moto. Normalmente, pasábamos mucho tiempo en casa, pero cuando queríamos estar cerca de la locura, nos quedábamos en la casa de los abuelos Hamilton, en Westminster. Donde muchos de los lores vivían. 

En una semana será mi cumpleaños. Cumpliré 21 junto a mi hermano gemelo, Rees Hamilton. A ambos nos encantaba la idea de ser llamados mayores de edad en todo el mundo, poder ir a Estados Unidos y viajar a Las Vegas y hacer todo tipo de locuras como en las películas locas americanas. Me gustaba ver ese tipo de películas con una caja de palomitas de maíz y Coca-Cola. Mi hermano y yo vivíamos en dietas y ejercicios, pero las palomitas de maíz y el pastel de chocolate, nunca faltaban en nuestra dieta. 

Lo importante de cumplir la mayoría de edad en la élite inglesa, es el poder encontrar a tu Agapi de forma oficial. Uno comienza a escoger a su pareja a esta edad, a la pareja con la que compartirás el resto de tu vida. Nosotros le llamamos Agapi, que significa amor en griego. Dice la tradición, que antes —mucho tiempo atrás— tus padres eran los encargados de negociar tu compromiso con la familia que más les convenga casarte, ya sea por posición política, algún negocio, o algo por el estilo. Mis padres fueron una de las causas del cambio de ley, lucharon y pelearon tanto por su amor, que ahora uno tiene la posibilidad de elegir (siempre dentro de la élite) con quién quieres casarte. 

De igual forma, no es como que nos relacionemos con gente externa a la élite. Estudiamos en colegios de muy alta sociedad donde muy pocos pueden costear la educación, ahí estudian, incluso, los miembros de la familia real, que, por cierto, la princesa Charlotte de Cambridge, estudió con nosotros en la misma clase. Era todo un caos porque las miradas siempre estaban sobre ella y se veía su constante esfuerzo por ser perfecta todo el tiempo. La verdad es que sentía una gran lástima por la familia Real. 

Pero, como les decía, nosotros oficialmente tendremos nuestra presentación en la sociedad como adultos y los adultos pueden tener citas y casarse. La edad límite de matrimonio en la élite es de 26 a los 30. Hace tres años que salgo con Adam Lexington. Es un chico increíble de ojos miel y cabello castaño oscuro. Desde que estamos en The Royal (El instituto donde estudiamos) nos caemos bien, nos conocimos en clases y cuando crecimos comenzamos a salir de forma no oficial. Él cumplió 21 hace tres meses y, claro, que como dicta la ley, mandé mi solicitud para que me acepte como su Agapi. Lo prometimos desde hace un año, que nos quedaríamos juntos a pesar de las cartas que llegarán con peticiones de estar con nosotros. 

Para Rees era otra historia completamente distinta. Mi hermano se hacía llamar «Libre de corazón». No le gustaba la idea de tener que enamorarse o elegir con alguien con quien salir. Yo creo que fue porque cuando tenía 16 años le rompieron el corazón por primera vez y no la llevó muy bien que digamos. 

—¡Pero qué mierda! —gritó mi hermano acostándose en la cama. 

—¿Ya te prepararon una cita? —pregunté levantando una ceja. 

—No, pero papá me mostró las cartas de las interesadas. ¿Sabes cuántas chicas entre los 19 y 22 quieren reclamarme? Esto es absurdo, Sisi. No quiero tener que salir con más de noventa solo para ver cuál es la ideal. 

—¡¿Más de noventa?! —Esto era estúpido. Eran treinta más que las de Lou, mi primo. 

—Ciento cuarenta para ser exactos, incluso, creo que niñas de 16 están mandando solicitud, no creo que tengamos tantas chicas dentro de la élite con esas edades. Esto no puede ser, me entiendes. Quizá era mejor que tus padres eligieran por ti. Te evitaban ser tan mierda con muchas chicas. Sabes que odio estar obligado a elegir a una, y odio mucho más la posibilidad de lastimarlas. 

Mi hermano siempre se queja y queja acerca de eso, pero con lo rebelde que es, seguro sí le imponen con quién casarse, pega el grito al cielo y arma una guerra mundial; de seguro busca alianzas con Rusia o con Corea del Norte, qué sé yo. Él es así, un alma muy linda y tranquila, pero cuando estalla, es mejor estar lejos. Mamá siempre lo definió parecido a papá, pero papá era una personalidad muy diferente, no sé por qué mi madre dice que son iguales en muchos sentidos. 

—¿Niños? 

Mi madre entró en ese momento a la habitación con dos tasas de chocolate caliente. 

—Ve a quién le dices niños, mamá — dijo Rees, quitándole a mamá la taza de la bandeja que llevaba junto a un pastel de chocolate. Le dio un beso en la mejilla y se sentó una vez más en la cama—. Tu niño tiene que salir con ciento cuarenta mujeres. 

—Empieza a rezar para que no termine con sífilis o sida — dije y fruncí el ceño. 

La señora Hamilton abrió mucho los ojos. 

—No se tiene que acostar con ninguna, solo conocerlas. 

—¿Y cómo quieres que me case con alguien si no sé si es buena en la cama? Vamos, mamá. Tú sabes muy bien que eso es lo importante. 

Mamá soltó una carcajada dejando mi taza frente a mí. Mis padres eran lo suficientemente liberales como para hablar de cualquier tema frente a ellos. Claro que Rees estaba siendo sarcástico. 

—¡Oh, Dios! —Mamá negaba con la cabeza, desesperada—. Esa plática tenla con tu padre, no conmigo. 

—¿No fuiste tú su primera y última? —pregunté al ver que mamá había sugerido ese tema con mi hermano. 

—Sí, así es y más le vale que sea la última. No me gusta compartir. Pero sus amigos pasaron por un par antes de llegar a la correcta. Los hombres hablan de más, sobre todo de sexo, por lo que le puede enseñar a tu hermano… 

—¡Basta! Mucha información. —Rees se puso de pie—.

Recibí educación sexual hace unos años, además me criaste bien. Sé que tengo que usar condón y no meter a Big-Rees en todos lados. 

—¿Big-Rees? —dije, repitiendo lo que acababa de decir—. No me jodas, Rees. Le pusiste nombre a tu pene. ¿En serio? 

Mi hermano no respondió, la había cagado en decírmelo y yo no era de las que me quedaría callada. Esta era la mejor forma de molestarlo. Viendo su parte íntima descaradamente, solté una carcajada. No iba a admitir que mi hermano tenía un bulto bastante grande, mucho menos me interesaba saber su tamaño o algo por el estilo, su reputación ya hablaba por si sola y no es tema de mi interés. 

—Mini-Rees. —Asentí con la cabeza—. Te va más. 

—Okey, esta no es plática para su madre —dijo mamá, poniéndose de pie. Sin decir más, salió de la habitación. 

Los dos nos acostamos en la cama partiéndonos de la risa. Las cosas nunca cambiaban. Rees y yo éramos muy unidos. Todo lo hacíamos juntos, bueno, excepto ir al baño. Eso sí sería extraño. Tomamos nuestro chocolate caliente, como era normal en las mañanas. Algo que distinguía a esta familia era el pastel de Nutella, el chocolate caliente y todo lo que tenga que ver con esa cosa café. 

—Vamos a ir hoy a la fiesta de los Collingwood —anunció Rees—. Lou pasará por nosotros a eso de las siete. No seas una niña y te tardes tres horas. ¿Está bien? 

Enojada por su comentario decidí discretamente tomar un pedazo de pastel con una mano. Con mi mano libre, lo distraje. Siempre caía en la trampa. Le señalé la cara, comentándole que se había manchado. Tomando la única servilleta que estaba en la bandeja que mamá dejó, Rees empezó a limpiarse la supuesta mancha. 

—¿Ya? —preguntó, tirando el papelito blanco. 

—Nop, aquí te faltó —acerqué mi mano lo más rápido que pude, le llené la cara de chocolate. No me importó que las migajas mancharan mi cama. Ya cambiarían el cubrecama. 

—¡Maldición, Hol! ¿Pero qué te pasa? 

—Y ni creas que voy a chuparte la cara. Que quede claro. 

—Asqueroso. 

Rees me dio un beso en la frente antes de salir corriendo al baño a limpiarse la cara. Era lo bueno de Rees, nunca reaccionaba mal cuando le hacía algo. Siempre fue calmado, el más calmado de los tres. ¿Ya les hablé de Louis? Bueno, pues Louis es hijo del mejor amigo de papá, Lui Montgomery, él murió de cáncer hace muchísimo tiempo y papá literalmente es el padre que Louis nunca tuvo. 

Me encogí de hombros viendo a mi hermano partir de mi habitación aún reclamando el chocolate en su rostro. No le molestaba en sí, mi hermano aceptaba la mitad de mis bromas, con tal de que no pasaran de ser pesadas nivel abusivo, todo estaba bien.  

 

Lou apareció en casa, con su convertible y la música a todo volumen. Se bajó de una manera demasiado atractiva, con su cabello rubio, una chaqueta formal color azul marino, camisa celeste y vaqueros oscuros con zapatos formales. Un look increíbl e para ir casual, le daba nueve de diez por ese estilo. 

Estaba lista para subirme en el sillón delantero, amaba ese auto. Rees estaba retrasado —como siempre— y Lou le gritaba como loco que se diera prisa. Papá salió a darle indicaciones a Lou de nada de estar manejando bajo efectos del alcohol como buen padre que era. 

—Si te emborrachas, me llamas. Llevas a mi princesa ahí dentro —Papá señaló el auto. 

—Sin problema, Tío Will. Lo prometo, ella es mi princesa también y lo sabes. 

Siempre me llamaban la princesa. Era un apodo demasiado estúpido, pero ya qué. Me encanta. 

El camino a la mansión fue tranquilo, con rock a todo volumen. Nada del otro mundo. A Rees y a Lou les encantaba escuchar algo más pesado, pero eran considerados cuando iba en el auto poniendo algo más tranquilo. Me recosté en la ventana viendo pasar los árboles que adornaban todo Hyde Park. Esta noche sería inolvidable como todas las demás.  

 

Al llegar a la mansión, Louis y Rees se perdieron entre la multitud dejándome con Adam a solas en la entrada. No iban a quedarse cerca de nosotros, no soportaban a mi novio por alguna razón. Su relación siempre fue difícil. Una parte de mí quería creer que era por celos de hermanos, quizá simplemente no lo soportaban, pero me gustaba creerlo. Entramos a la pérgola de madera clara. El viento cálido de verano se arremolinaba en todo el lugar y por primera vez en tres semanas, podía lucir un vestido sin mangas. Solo esperaba que esta sensación de libertad durara bastante. No quería lidiar con los arrebatos de Adam. No ahora. 

Nos acercamos a nuestro grupo de amigos, Daphne, Anabeth y Johanna, que estaban discutiendo de los planes para julio. Normalmente, viajábamos a alguna isla a las afueras del país. Reino Unido no era un lugar para veranear, por lo que los viajes fuera eran cruciales para el bronceado natural. 

—Ya les dije, las islas griegas o italianas son mis favoritas — dijo Anabeth. 

—Paso, de Grecia he tenido suficiente —apuntó Adam—. La familia de mi chica solo va al puto mismo lugar. 

—Cariño —dije frunciendo el ceño—, solo has viajado una vez con nosotros. 

—Sí, pero fue suficiente para una vida entera. 

Suspiré con melancolía. No me gustaba cuando se ponía a reclamar ese viaje. Había sido épico y la pasamos de lo mejor. Incluso, papá había hecho lo posible porque Adam no se sintiera incómodo por culpa de Rees y Lou. Aun así, Adam odió pasar tiempo con ellos. Adam y mi familia nunca habían encajado. Esperaba que eso cambiara pronto. Si iba a comprometerme con él, esperaba que su mierda se arreglara lo antes posible. 

Finalmente, la posibilidad de pasar mi verano en España fue la mejor opción. Todo el grupo votó a favor. Ahora solo debía hablar con mis padres para plantearles el viaje, aún tenía tres semanas antes de ese día.  

 

La noche continuó, las bebidas se fueron acumulando y cuanto más tiempo pasaba en mi mundo, más pensaba en lo agradable que era tener un grupo tan loco de amigos como este. Tres tequilas después, ya estábamos afuera de la mansión discutiendo con Adam. Siempre era la misma historia, ahí estaba coqueteando con Andria como si yo no estuviera a la par suya, malditos hombres que creen que pueden jugar con nosotras sin que nos demos cuenta. Serán idiotas. Le grité frente a todo mundo exigiendo que saliéramos para hablar. Ahora estaba arrepentida de haberlo hecho. Los papeles con Adam cambian muy rápido, ahora él grita y yo pido perdón, rebajándome a la humillación de suplicar. 

—¡Eres una mierda, Holly! —dijo, rascándose la cabeza con desesperación—. Ojalá pensaras un poco más. ¿Eres estúpida o qué? 

—Lo siento, bebé, no fue mi intención —dije e intenté abrazarlo para calmarlo. Sus brazos rodearon los míos con tanta fuerza que sacó un chillido desde el fondo de mi garganta. 

—¿Cómo diablos se te ocurre armarme un show de celos? Te lo juro, Hol, que solo porque debemos entrar de regreso no te dejo tirada en el piso pidiendo perdón. 

—No lo dije con mala intención, amor, sabes que eres todo para mí. Es mi culpa, disculpa… —las palabras no llegaron a salir. Su palma se había estrellado en mi cara dejando mi mejilla ardiente. 

—La próxima vez que abras la boca, recuerda quién manda en esta puta relación —concluyó, empujándome con fuerza. Caí al suelo. Mi cara quemaba por el impacto de su palma. Mis brazos ardían y estaba segura me quedarían marcas. Otra vez tendría que regresar a las mangas largas. 

—¿Holly? —Los ojos de Adam se abrieron demasiado cuando la voz de Louis Montgomery llenó el aparcamiento—. ¡Mierda, Hol! ¿Te has caído? —preguntó, apartando a Adam que estaba pasmado, viéndome con cara de arrepentimiento. Siempre era lo mismo. Después de pegarme se arrepentía de lo que acababa de pasar. 

—Di un mal paso. Lo siento. —Cuando Louis tomó mis brazos para ayudarme a levantarme, el dolor de los dedos marcados de Adam me hicieron gritar. ¡Joder! Esta vez sí se había pasado con el apretón. 

—¿Qué hice? —Louis sonaba totalmente preocupado. 

—Me lastimé al caer. Estoy bien. 

Un momento incómodo en el que Louis giró para ver a Adam de pies a cabeza y luego examinarme detenidamente. Esperaba que la falta de luz ayudara a no ver mis ojos llorosos y los dedos marcados. Tomándome de la mano, mi novio me condujo de regreso a la fiesta. Ya no quería estar ahí, quería irme a casa. Pero

Adam no me dejó acercarme a mis hermanos. Su chaqueta reposaba en mis brazos a pesar del calor que había. Las marcas estaban en mi piel una vez más y él lo sabía. 

Estaba cansándome de este arrebato que siempre teníamos. Cada golpe me dolía en el alma, cada palabra ofensiva me penetraba en el alma como nunca lo había hecho. Nadie me había ofendido antes, no hasta hace casi un año, cuando Adam empezó a perder el control. Sabía que esto estaba mal, lo sabía, pero también tenía la falsa esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes. 

Él me amaba, lo sé. Muy en el fondo sé que me ama. Solo no sabe expresarlo de una buena manera. Él dice que es mi culpa y yo decidí creerle. Esta era mi vida y si seguía marcando mi cuerpo de esa manera, nunca más en la vida volvería a modelar ropa de verano. Sin mencionar que ya había perdido la semana de la moda hace quince días por los golpes de una pelea vieja. 

Creer que las cosas podían cambiar era la idea más falsa que tenía, pero la esperanza de una persona siempre es difícil de perder cuando uno le pone demasiada fe a la situación. 

...****************...

Más populares

Comments

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Yo decía tuyaaaa no del hdp

2024-05-03

0

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Noooo ya te tardaste con propinarle una cachetada

2024-05-03

1

Eleonor Baker

Eleonor Baker

🚩🚩🚩🚩 bandera rojaaaa huye de ese tipo

2024-05-03

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play