Viendo que ambos lados están de acuerdo con dar por finalizada esta unión y que ya hemos firmados los papeles necesarios - sonríe al verlos asentir - yo los declaro, marido y mujer, puede darle un beso a su esposa.
Roja al extremo nada más voltea a ver a su esposo y ruega para sus adentros que no lo haga, y también parece ser que Dais no mintió, pues el adolescente que estaba con él no está ahí con ellos como testigo, suspira internamente al verlo sonreír y decir que eso será para la noche. Salen tomados de la mano y al parecer su amiga falla en el cálculo, pues fuera del edificio donde se estaban casando, está el joven de ojos azules esperándolos con un ramo de rosas azul claro, confundido observa a Dais quien está atrás de ambos, pálida y sudando frío, al verlo abrir la boca corre hasta él, le tapa la boca y se lo lleva lejos fingiendo su voz y despidiéndose de ambos, Rio contiene una carcajada mientras ve la expresión de sorpresa, confusión y terror del joven.
- ¿Pasa algo?
"¡Chispitas!"
- Nada cariño, tu hermanito se fue con mi mejor amiga a comer algo, o eso parecía. - suspira silenciosamente al verlo asentir y suben al auto negro que los llevará a la casa del ahora esposo de Rio.
Con una expresión de asombro absoluto por la enorme mansión que se presenta ante el auto, Rio voltea a ver a su esposo quien nada mas observa con expresión seria al frente, "tan apuesto y varonil, inquebrantable como un roca, pero con un toque de debilidad en lo profundo de sus ojos... huele bien y que carnoso labio inferior, exquisito, aunque no es pastel... Mmm, ¿debería preparar pastel más tarde, o mejor un postre?, no sé ni que tengo que hacer, en fin, después investigo", se sorprende al darse cuenta que todo este tiempo lo estuvo viendo embobada, mientras el la observaba seriamente pero divertido por dentro.
- ¿Llegamos?
Observa afuera del auto y asiente, pero recuerda que no puede verla, se sonroja y dice.
- Sí querido esposo, llegamos. - se baja rápidamente del auto, antes de que el chófer lo haga y haciéndole una seña al chófer para que no abra la puerta, se acerca corriendo a esta, y tomando a su esposo suavemente del brazo, termina de decir. - Yo te guío corazón. - le da un beso en la mejilla.
Entran en la gran mansión y son recibidos por una ola de aplausos, "debí imaginar que no estaríamos solos en esta mansión", le brillan los ojos al ver al fondo unas cuantas flores, que aunque de lejos parecen reales, son tan artificiales como las demás, suspira llamando la atención de su esposo, quien le acaricia disimuladamente la mejilla y le acomoda un mechón rebelde tras la oreja, sonrojada agradece y saluda a todos los presentes con energía, al ver a unos hombres teniendo problemas con el arreglo de un mantel en la mesa, brinca para darle un beso en la mejilla a su esposo y luego corre a ayudar a los pobres hombres que si no fuera por los reflejos de Rio, hubieran hecho tortilla un jarrón con más flores artificiales, haciendo una mueca de disgusto por las flores, se levanta del suelo y termina de arreglar la mesa por ellos de una manera rápida, pues por nada trabaja en una cafetería, los hombres le agradecen con un toque amargo y se retiran a terminar sus labores, creyendo que hizo algo mal con la mesa, se fuerza a sonreír y a acercarse a su esposo quien espera con paciencia que le sirvan la comida, algo incómoda por no haber podido ayudar en nada o por haber arruinado el arreglo de la mesa, se sienta a su lado sin mucho ánimo de comer.
A las 4 de la tarde, su mejor amiga le marca preguntando el como le está yendo, pero al escucharla tan decaída sabe rápidamente que algo no fue bien, creyendo que el hombre con el que se supone que ella debía casarse le hizo algo, le dice.
- Si ese infeliz te hizo algo, ¡juro que voy por su cuello!
Suspira y se ríe con más energía.
- Tranquila Dais, no es por él, es porque me siento inútil en esta casa, si me hubieras dicho que era un millonario, me hubiera adaptado a la idea por hoy y hubiera buscado una forma de ser útil, pero eso sí no fuiste capaz de decirme ¿no?
- Lo lamento, no creí que fuera importante, ya que no eres interesada y te vale un pepino lo que diga la gente, pero... - hace una pausa al recordar que su mejor amiga no se comportaría así, solo por eso y vuelve a preguntar - Rio, ¿qué me ocultas?
Suspira, se talla los ojos y suelta algunas lágrimas en silencio.
- Solo me siento inútil en esta gran mansión, tú mejor que nadie sabes lo inservible que llegó a ser papá y sentir que me arrevuelco en su lodo me pone los pelos de punta y los recuerdos me torturan a cada segundo... - fuera de la habitación, el joven de ojos azules escucha todo, y recordando las palabras de la que debería estar casada con su hermano mayor, aprieta los labios y sigue escuchando, pues aún no confía de mucho en las palabras de Dais. - no quiero que mamá me compare con él, no soy él, no quiero ni...
- Rio, olvídalo, no eres él y mucho menos inservible, ya verás que algo conseguirás hacer en esa mansión...
- Eso es fácil de decir, pero aquí todos me miran como si hiciera algo mal cada que los ayudo... Sabes bien que ayudar para nada no sirve... - tocan a la puerta y Rio se seca rápidamente las lágrimas, suelta un poco de aire para tranquilizarse y cuelga, sabiendo que Dais entenderá, se acomoda el vestido blanco que aún no se quita y dice. - Adelante.
- Mi hermano saldrá aún viaje de negocios con su secretaria mañana a primera hora, así que me quedaré a cuidarte... solo venía decirte eso, adiós.
- Va.
Se molesta un poco por la frialdad de sus palabras, pero ignorando lo se cambia rápidamente por una sudadera y camisa de mangas largas, sale al balcón y viendo que un árbol no está muy lejos de este, se para en la baranda y salta a una de sus ramas, haciendo una pirueta en el aire, cae poniendo las manos y pies en el suelo, para evitar torcerse el talón, mira en ambas direcciones que nadie la haya visto hacer esa locura y corre en dirección al bosque, "si está mansión queda cerca del bosque, quiere decir que el está aquí", sonríe mientras se adentra en este sin percatarse de que su esposo la observa con una expresión de interés y de que el joven de ojos azules la sigue silenciosamente por órdenes de su hermano. Al llegar a la mitad del bosque, sin percatarse del joven que la sigue, comienza a silbar una suave pero preciosa melodía, casi pareciera un canto de ave, "sal de dónde estés, sé que me encontraste, vuelve a mí otra vez y no te apartes... Creo que así iba la letra de mamá, pero, qué más llevaba", piensa mientras sigue silbando la misma estrofa, al cabo de un minuto, a lo lejos en unos arbustos, un lobo gris, salta sorprendiendo al joven que se escondía pero que pudo guardar silencio antes de llamar la atención de Rio, cayendo sobre Rio, comienza a lamer la, con fuertes y felices carcajadas, Rio lo abraza, acaricia y besa su suave pelaje de la frente.
- También te extrañe pequeño, perdona, no pude venir ayer, estaba preparándome para casarme... Escucha, a unos cuantos kilómetros de aquí, queda una mansión... ese es mi hogar ahora, puedes visitarme todas las noches que quieras... ¿¡qué dices!? - como respuesta, recibe varias lamida en el pelo, se reí y luego de unos minutos abrazados, por fin se levanta para comenzar a jugar con el con una rama gruesa que encontró, la lanza lejos para que vaya a buscarla mientras ella aprovecha para esconderse tras unos arbustos que no estaban muy lejos de donde estaba el joven, quien al verla acercarse se aleja del árbol, sin dejarse ver y trepa en otro ocultándose tras unas ramas, para seguir observando la asombrado.
Luego de una hora de diversión y risas, Rio mira al cielo y dice un poco triste.
- Ya tengo que volver, mi esposo debe estar buscándome, - le da un beso en la frente y acariciándolo finaliza - nos vemos mañana.
El lobo le hace una reverencia y desaparece tras los arbustos de unos cuantos metros más allá con un aullido de felicidad, sonríe sintiendo un extraño escalofrío en su espalda, pero lo ignora y regresa a casa, no percatándo se del peligro que casi surge tras los arbustos, pues si no fuera por el joven que logro detener a la cascabel con su navaja, Rio no hubiera regresado sana y salva a casa... O eso cree él.
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