Después de varios momentos sin obtener una respuesta, no pudo seguir soportando el silencio.
—De acuerdo. Nos olvidaremos de los nombres. Usted será Señorita. Yo seré Señor. —La invitó a sentarse en el banco con un ademán. Cuando ella lo hizo, él se recostó en la barandilla de la glorieta que había junto a ella—. Quizá pueda seros de ayuda, Señorita. Deduzco que tenéis intenciones de abandonar el empleo con vuestra actual señora.
Ella seguía examinándole. Aparentemente, le encontró honorable hasta cierto punto, ya que terminó por hablar.
—Me confundís, Señor. No es mi señora. Es mi tía. Y yo soy su acompañante. Por más que pueda quejarme de mi situación, ella es la única familia que me queda.
Cav sintió que la posibilidad de una nueva amante se le escapaba entre los dedos con cada palabra que salía de los labios de ella. Era una dama, como demostraba su forma de hablar. Y se había centrado tanto en la idea de una amante que la desilusión era difícil de ocultar.
—¿Mencionaba que iba a abandonar su servicio? ¿Se trata de una tía cruel?
—No especialmente, no. ¿Estricta? Quizá. ¿Taimada? A veces. ¿Desconsiderada y no particularmente amable? Con frecuencia.
Él la observaba mientras ella paseaba la vista por la totalidad del pequeño claro, con el pabellón griego octogonal hecho de piedra tallada, el jardín completamente florido a cada lado, y dos bancos de madera en extremos opuestos de la estructura. Ella dirigió su atención hacia él, que una vez más pensó que tenía unos ojos impactantes.
—Pero sigue siendo mi tía —dijo ella—, y no permitiré que nadie hable mal de ella. La relación que tiene conmigo es diferente de la que tiene con sus iguales. Para ellos, ella es... una compañía entretenida que disfruta de una buena partida de cartas.
—Posiblemente la razón de que fuese invitada. Lady Merivale es una anfitriona que sabe bien cómo mantener entretenidos a sus invitados. ¿Y además cartas? A la mujer le encantan sus partidas.
La muchacha se giró y él pudo vislumbrar su perfil durante un instante. Tenía un aspecto juvenil, con mejillas redondeadas y suaves. Por su apariencia, Cav calculó que quizá tendría unos años más que su hijo, pero no muchos más. Eso quería decir que era lo bastante joven como para ser su hija. Dios mío, debería dejarlo estar. Permitir que continuase su camino. Pero su labio inferior era carnoso y reluciente, y por alguna razón, él quería saborearlo.
Debería dejar de hablar con aquella jovencita y despedirse de ella. Y, sin embargo, se encontró preguntando:
—¿Quién es vuestra tía?
Ella le dedicó una sonrisita traviesa.
—Ah... Prefiero continuar siendo Señorita y que usted siga siendo Caballero.
—Señor —le recordó Cav—. Prefiero Señor.
—De acuerdo, pues —Asintió breve y majestuosamente en su dirección—. Señor.
—Pero eso sigue sin solucionar mi actual dilema —dijo él.
—¿Cuál es?
Ahora que la había conocido, quería llegar a conocerla mejor. Le daba la impresión de ser una magnífica compañera de cena.
—¿Cómo le voy a pedir a nuestra anfitriona que os siente cerca de mí en la cena si no sé por quién preguntar? —Aunque había estado pensando en encontrar una manera educada de abandonar Somerhill hacía solo unos minutos, ahora acababa de encontrar una razón para quedarse. Aunque era improbable que ella se convirtiese en su amante.
El rostro de ella palideció de repente, su boquita formando una “O” perfecta, y rogó entrecortadamente.
—P-por favor, os lo suplico, no hagáis eso. Mi tía pensará que soy tremendamente impertinente. Especialmente al no habernos presentado formalmente. Además... —Ella cerró los ojos un momento y respiró profundamente para tranquilizarse—. Además, nunca funcionaría. Me ha relegado a las habitaciones de los sirvientes del piso superior. Posiblemente en pago por decirle anteriormente lo que pensaba.
—Así pues, ¿no sois una criada? —Cav estaba confundido. Algo que le sucedía a menudo al tratar con el sexo débil.
Ella emitió una corta carcajada. Se trataba de un sonido tan delicioso como sincero. Entonces, como recordando de repente dónde se encontraba, volvió la cabeza para echar un vistazo hacia la entrada del centro del laberinto.
—No. No lo soy. Mi bisabuelo era duque, y mi tío es... —Se detuvo, la cabeza ladeada como sopesando si revelar información con la que él pudiese situar mentalmente a su familia—. Mi tío... está en la iglesia, y mis otros tíos son también nobles de alcurnia.
—¿Y aun así, no me vais a decir quién sois? ¿O quién es vuestra tía?
—Me temo que no. Hay muchas cosas de las que me doy cuenta sobre este mundo. La primera es, que sé que no he nacido para bendecir la mesa de un marido noble. Mi padre era el hijo menor y se enamoró de la hija de un vicario de pueblo, así que mientras uno de mis tíos es vizconde, y otro está en la iglesia, yo no soy más que una simple Señorita.
Él quiso decirle que no había nada “simple” en ella. Este encuentro casual en un laberinto mientras ella paseaba para librarse de sus frustraciones había bastado para cautivarle. Era tan encantadora como atractiva, y si él tuviese veinte años menos, solicitaría cortejarla. Además, la forma en que su cuerpo había respondido de forma instantánea a ella le confirmaba que sería una esposa perfecta.
—¿Por quién lleváis luto? Él quería saberlo todo sobre ella, por tonto que esto pareciese. No podía resistirse a ella.
Justo cuando ella iba a responder, sus ojos se agrandaron y se detuvo.
—¿Habéis escuchado eso? —Ella se giró con rapidez hacia el lugar por el que había entrado.
Él no había oído nada y negó con la cabeza.
—Me estaba preguntando quién era... —Cav no pudo decir nada más antes de escuchar voces acercándose y ver a su nueva amiga desapareciendo por la entrada opuesta por la que había venido. Casi simultáneamente, entraron en el claro un par de amantes, mirándose con arrobo. Tras echar un vistazo a Cav, se dieron la vuelta y se marcharon sin un saludo siquiera.
Cav siguió a su joven dama, pero no consiguió alcanzarla. Era como si se hubiese esfumado. Desaparecido en el crepúsculo.
Miró hacia el sol bajo, colgado justo sobre el horizonte, y decidió volver a sus habitaciones para preparase para la noche que le esperaba: una cena tardía y una velada de música y canto. Si no permitían a Señorita bajar a cenar con el resto de los invitados, probablemente tomaría sus comidas en sus habitaciones mientras permaneciese en la casa, ya que era bastante improbable que comiese con los sirvientes. Recordando su labio inferior húmedo y gordezuelo, decidió dar instrucciones a su ayuda de cámara para que descubriese la identidad de la chica.
Cav no sabía exactamente qué era lo que ella tenía, pero... le intrigaba. Desde su voz, hasta la forma en la que se movía, le fascinaba por completo. Ella desprendía confianza e inteligencia, paciencia y entereza. Si ella sabía quién era él, ello no la perturbaba. Y eso era lo que a él le resultaba más interesante. ¿Lo sabía ella? ¿Cambiaría de saberlo?...
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Comments
alexa c.amadeus
Cuando se entere la tia que dejo flechado al presunto vistimo de ella jajaja la que se va a armar
2023-08-14
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马里克鲁斯
Va a se su Dady
2023-06-24
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Rose
el viejito quiere ser sugar dady 🤯🧐🤣😅
2023-03-08
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