Vio su rostro reflejado en la superficie del espejo. Era de tez clara, cabello rojizo y ojos verdes, su complexión esbelta. Su busto, de talla promedio, era realzado por el corsé. El vestido era negro con detalles plateados, nunca en su vida había usado una prenda tan lujosa como esa. Las sirvientas también le arreglaron el cabello en una larga coleta.
—Solo falta esto.
Sara dijo y le entregó un par de aretes de oro blanco para que se los pusiera. Después de que lo hizo la condujeron fuera de la recámara.
—Rápido.
Silvia la tomó de la mano y tiró de ella. Recurrieron un largo pasillo, descendieron una majestuosa escalera de mármol y luego atravesaron una galera, entraron a otro pasillo, dieron vuelta en una esquina, y luego llegaron a otro corredor más. Finalmente se detuvieron frente a unas puertas dobles de madera custodiadas por dos mayordomos en trajes negros. Aunque pudo ver poco, Lorena entendió que aquella mansión era enorme.
—La señorita Ferrera está aquí.
Sara anunció y uno de los mayordomos abrió la puerta izquierda.
—¿Qué esperas? Entra.
Silvia la apresuró al ver que no se movió. Entonces colocó la mano sobre su espalda y la empujó. Antes de que la puerta se cerrara detrás de ella escuchó a Sara decir:
—¡Buena suerte!
El comedor que tenía frente así era, como el resto de la mansión, bastante amplio. De forma rectangular, en el centro estaba una larga mesa de madera, del lado derecho grandes ventanales y del lado izquierdo, en medio de la pared, una chimenea. En ella danzaba un fuego que calentaba el lugar. Varias sirvientas y mayordomos estaban de pie, formando una especie de perímetro, con las espaldas contra la pared.
—Siéntate.
Desde la cabecera una voz grave y rasposa le ordenó. El hombre del carruaje señaló la silla en el otro extremo de la mesa. Un mayordomo se apresuró a ayudarla. Mientras se sentaba notó que a un costado y un par de pasos detrás de él, de pie y con las manos detrás de la espalda, estaba un hombre alto y delgado. Llevaba un traje morado y un sombrero estilo fedora de color negro. La manera en que estaba de pie lo hacía parecer una especie de espantapájaros. No pudo verle bien el rostro ya que tenía la cabeza baja.
—¡Que traigan la comida! Me muero de hambre...
El patrón de la mansión ordenó cuando Lorena estuvo acomodada en su asiento. Dos puertas se abrieron y dos hileras de mayordomos entraron al comedor. Cargaban consigo varios platillos que depositaron sobre la mesa. Se trataba de alimentos de todo tipo preparados con res, pescado, conejo, cordero; también había un par de pollos y frutas de todas formas y colores. Una mezcla de aromas inundó el comedor. Era la primera vez en su vida que Lorena veía tanta comida en una sola mesa. Le entregaron sus cubiertos y después los mayordomos se retiraron por donde habían entrado.
—Come.
Su impuesto futuro esposo le ordenó nuevamente antes de que él mismo comenzara a devorar un plato de cordero. La manera en que ingería el alimento era salvaje, desprovista de todo tipo de recate o delicadeza.
—Usted es Massimo Ferrera. ¿No es así?
Después de unos cuantos minutos Lorena le preguntó. Le había costado trabajo encontrar el coraje necesario para hablar.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 49 Episodes
Comments
UnifEcy Zamora
bendiciones para quien escribió esta bella historia
2021-10-21
2
Mapig Pg
gracias autor
2021-10-20
2
Mapig Pg
🤩
2021-10-20
1