—Mi nombre es Sara, y ella es mi hermana Silvia. Como te dije, nosotras seremos tus sirvientas personales.
La chica del listón dijo con una sonrisa y enseguida ambas hicieron una reverencia. Entonces Lorena notó que en sus manos llevaban ropa.
—Tenemos que prepararte para la cena, así que por favor, ¿podrías desvestirte y meterte en el baño?
Sara le pidió con amabilidad, la manera en la que hablaba era dulce. Ella respondió negando con la cabeza.
—Lo siento, pero no tenemos mucho tiempo...
—¡No! ¡Yo no quiero estar aquí! Quiero volver a mi casa...
—Bien. Haremos esto por las malas.
De repente Silvia dijo. Su voz era menos chillona que la de su hermana, y la expresión en su rostro seria. Así mismo, su manera de hablar era un tanto fría y golpeada. Acto seguido dejó la prenda que llevaba en sus manos sobre la cama.
—Encárgate de ese lado.
Le ordenó a Sara y se colocó del lado izquierdo de Lorena.
—De acuerdo hermana.
La otra sirvienta hizo lo mismo pero colocándose del lado derecho.
—¿Qué hacen?
—¡Ahora!
Silvia gritó y mientras ella la inmovilizaba, Sara comenzó a desvestirla. De nuevo fue incapaz de resistirse. Tampoco pudo evitar que la arrastraran al baño y la metieran en la bañera.
—¿Tendremos que bañarte nosotras o puedes hacerlo tú misma?
Silvia le preguntó y deseando evitar ser maltrarada aún más, Lorena asintió tímidamente.
—Bien. Que sea rápido.
—Aquí está el jabón y puedes usar esto para tu cabello. Tiene aroma a rosas. Cuando termines avisa para que te traiga una toalla.
Sara le indicó y salió detrás de su hermana. Entonces Lorena hundió la cabeza en el agua para intentar calmarse un poco. Tenía una temperatura agradable y estaba aromatizada. Cuando volvió a poner la barbilla por encima de la superficie del agua comenzó a asearse. Después de terminar permaneció un par de minutos en silencio, observando aquel baño.
Era un lugar bastante lujoso y amplio. De hecho, era más grande que la casa de su padre. El piso y las paredes estaban cubiertos con bellos mosaicos azules y blancos con patrones de criaturas marinas. Del techo colgaba un imponente candelabro que iluminaba el baño junto con varias lámparas que se apoyaban en las paredes. Tanto las lámparas como el candelabro eran de oro, incluso la bañera tenía borde dorado y varias piedras preciosas incrustadas. De repente la puerta se abrió de par en par.
—¿¡Eh!?
—¿Por qué tardas tanto?
Silvia entró como un rayo, toalla en mano.
—Vamos, que se nos hace tarde.
—¡Espera! ¡Yo...!
Los siguientes eventos se desarrollaron de manera vertiginosa. Entre las dos sirvientas la secaron, lo que la hizo sentirse muy incómoda; después la vistieron empezando con la ropa interior.
—¡No! ¡Deténganse! Yo puedo...
—¡No hay tiempo!
Silvia gritó mientras le apretaba el corsé. Lo hizo con tal fuerza que Lorena sintió como el aire escapaba de su cuerpo. Casi se desmayó.
—Lo siento, pero si no cumplimos con el tiempo seremos reprendidas.
Sara le explicó con una sonrisa, aunque le pareció más bien una especie de súplica. Pensó que sería mejor dejar de resistirse y así lo hizo. Unos minutos después estaba de pie frente a un espejo de cuerpo entero con marco dorado.
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Comments
Lorena Contreras
🤍🤍🤍🤍🤍🤍
2022-01-11
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Lorena Contreras
🎈🎈🎈🎈🎈
2022-01-11
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Lorena Contreras
👍
2022-01-11
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