Alexander llegó a su casa, estaba ansioso por contarles a sus padres lo que pasó el examen y que si se iba a graduar, pero extrañamente no estaban, la casa estaba a oscuras.
—¿A dónde habrán ido?
Pensó que, al no estar sus padres, podría ir a ver a la maestra. No contaba con que el auto de sus progenitores estaba estacionado en donde vivía Jessica. Tocó el timbre y casi enseguida vio a su madre abriendo la puerta, su expresión era todo un poema.
—¡Ahí viene Ali! ¿Qué hace aquí mi corazón?
—¿Qué? ¿Qué hace llamándome así mi madre enfrente de la maestra?
Alex entró a la casa mirando que en la sala, estaba su maestra y su padre.
—¿Mamá, papá qué hacen aquí?
—Por la misma razón por la que tú estás aquí, venimos a ver cómo estaba la maestra y si necesitaba algo —su padre respondió.
—¿Ya viste la hora que es? La maestra debe estar cansada.
—No te preocupes Alex —Jessica añadió mientras sonreía con dulzura—. Estaba llenando unas hojas que me pidieron en la dirección.
—Disculpe a mis padres, maestra, ellos son muy protectores.
—Es un gran honor ser protegida por tus padres —afirmó quizá con un poco de envidia.
—¡Ah, se me olvidaba, le traje un poco de comida que nos sobró, Ali es hijo único, así que tenemos de más, tenga!
—Muchísimas gracias, señora, no se hubiera molestado.
—De nada, ¿le falta traer unas cosas de su casa?
—Pues olvidé unos recuerdos, álbumes de fotos y esas cosas. Pero tengo pensado ir pasado mañana, cuando acabe el ciclo.
—Ah, por eso no hay problema, si gusta puede acompañarla mi hijo, ya que él no tiene nada que hacer.
Alexander puso cara de ¿What?, su madre estaba ofreciéndolo sin permiso, típico de ella.
—Solo si Alexander está de acuerdo. —Agregó Jessica, sabiendo lo estrictos que estaban siendo los padres de Alexander.
—Claro que sí, maestra, lo que necesite.
—En ese caso nosotros ya nos retiramos, hijo, acompáñala y cuando termines vas a la casa.
—Si ma…
Contestó sacado de quicio. Sus padres se retiraron a casa, dejando a ambos a solas. Alexander creía que su familia era muy entrometida, pero solo lo hacían por ayudar.
—¿Vamos?
—Sí.
Cuando llegaron… Alexander se dio cuenta de que las luces de la casa de la maestra estaban prendidas, ellos se quedaron estacionados en la oscuridad para que nadie se diera cuenta. Estaba claro quién estaba ahí, pero no estaba solo. La mujer estaba sentada en la sala con una taza de café y hablando muy a gusto con Víctor. Era como si lo hiciera adrede.
—Esa es la amante… —la maestra masculló cuando al fin rompió el incómodo silencio—. Es muy hermosa.
—Sí, es ella la de la foto —confirmó Alex—. Nos quedaremos aquí a esperar a que se vayan y luego entraremos a la casa por sus cosas, ¿está bien?
—Si está bien…
Los dos esperaron largo rato, daba la casualidad que solo la luz de la habitación principal estaba prendida, pero luego de unos minutos se apagó. Las cosas estaban muy claras, el esposo de la profesora y la amante durmieron en su propia casa, los dos juntos y probablemente estaban… Jessica no pudo evitar romper en llanto. Alexander supo que era momento de retirarse de ahí, no había nada más que confirmar. Después regresaría por el resto de las pertenencias de su mentora, por el momento, precisaba hacerla olvidar ese amargo momento y que mejor emborracharse en algún bar.
—Maestra le invito a tomar algo, vayamos a un bar.
La maestra no contestó, pero estuvo de acuerdo con la respuesta no verbal. Sentía que aceptaría cualquier cosa que le propusieran, incluso matrimonio. Su corazón estaba haciéndose añicos en solo un día.
—Este lugar es cómodo y tranquilo.
Llegaron a un bar que abre de noche y exclusivamente adultos. Cuando estaban en la fila y era su turno de pasar, un enorme gorila les impidió la entrada.
—No puede pasar.
—¿Disculpa? Soy mayor de edad —Alexander se defendió.
—Muéstreme su identificación.
Alexander mostró su identificación y solo así entraron.
—Te vistes como un estudiante de preparatoria.
—Sí, es que fuimos a celebrar con los demás compañeros y me fui como un estudiante normal, parezco su hijo.
—Sí, así es, pareces mi hijo. Yo parezco muy mayor a tu lado.
—Pero, la verdad, eso no es impedimento.
La determinación de Alexander, le hizo recordar la situación en la que ambos estaban. No podía tener algo con un alumno, incluso aunque quisiera. Podrían despedirla y quitarle su título de educadora.
—Alex… Lo que pasó ese día. Eres un chico muy apuesto y creo que todo el mundo lo sabe. Mira aquellas chicas que no paran de mirarte.
La maestra le dice silenciosamente a Alex que voltee, efectivamente había un grupo de chicas no mayores que Alexander, que sonreían y chillaban mirándolo. Alexander hizo caso omiso de sus coqueteos a distancia.
—Esas chicas son jóvenes, y tú deberías divertirte, así como siempre lo haces con Mark. Yo soy vieja y mi vida es tranquila. Soy de las personas que se enamoran solo una vez en la vida.
Alexander se enfadó por el rechazo, tomó las manos de la profesora y acercó su mirada.
—Maestra, yo jamás sentí esto por nadie, y mientras más estoy con usted, más me doy cuenta de lo que yo quiero.
La maestra, cautivada por los hermosos ojos de Alexander, no contestó.
—Maestra dígame algo por favor…
—Ya fui clara, Alex.
Ya no podía seguir ahí, tenía que salir pronto o cometería una locura. Alexander era muy guapo y podía gustarle a cualquiera, pero no debía perder su tiempo con una maestra casada y con problemas, debería disfrutar la vida aun siendo joven. Eso no lo entendía el jovencito, quien fue tras de ella cuando salieron del bar.
—Maestra, déjeme que la lleve a su casa.
—No es necesario, tomaré un taxi.
—Mire la hora que es, usted sola, puede pasarle algo… jamás me lo perdonaría.
—Bien. Solamente porque es muy tarde.
Alexander era demasiado amable, casi perfecto. La profesora terminó accediendo a su petición, ya que eran más de las 12 pm.
Llegaron a la casa que rentaba a los padres de Alexander y ella bajó agradeciendo, pero el chico se bajó del auto también siguiéndola hasta la puerta de su casa.
—¿Qué haces? —preguntó exasperada.
—La acompaño a la puerta de su casa. Por supuesto.
—Alexander, ya llegué y estoy bien —respondió la maestra con un poco de fastidio.
—Solo quiero asegurarme que entremos y esté todo en orden —finaliza preocupado.
Era tan terco que la maestra tuvo que dejarlo pasar. Después de una rápida inspección, la profesora estaba por despedirse cuando vio a Alexander desmayarse.
—¡Alex! ¿Qué pasa?
Lo alcanzó a atrapar antes que se golpeara la cabeza, lo llevó al sofá y el chico comenzó a despertar.
—¿Qué pasó? —Alex dijo agarrándose la cabeza e incorporándose.
—Te desmayaste, debe ser porque estuviste todo el día fuera y no has descansado.
—Sí. Es que bebí con mis amigos y aparte con usted.
Alexander miró a la maestra con ojos tiernos.
—Muchas gracias por cuidar de mí.
Toda la determinación que Jessica tenía, se fue por un caño. No podía ignorar esos ojos de cachorro que Alexander le puso. No importaba que tan insano o prohibido era, si su esposo estaba feliz acostándose con otra… ¿Por qué ella debía privarse de tal placer?
Decidió, entonces, abrazar el pecado… justo ahora. Alexander abrió grandes sus ojos ¡La maestra estaba besándolo! No podía creerlo, ella misma… y en una casa, los dos solos.
—Maestra, usted es una luz en el camino, la luz que tengo que seguir.
—Alexander…
—La aprecio, y saber que se va a divorciar de su esposo, me da muchas esperanzas.
Jessica no podía creer las palabras tan bellas que el chico le decía. Sonaba como su esposo cuando aún la amaba. Quizá podría volver a ser feliz sabiendo elegir. Y la elección estaba frente a sus ojos.
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Comments
los_piojos_de_angry
siento que estoy leyendo algo hetero :v
2022-10-20
4
Mary (Lupis❤️🌹)
pues esa relación no me gusta
2021-11-22
4
Babyboy
No es a ella a quien amas! abre los ojos Alexander!!
2021-09-27
4