Cuando Alexander llegó a casa, lo primero que hizo fue enviarle un mensaje a Mark… Solo para saber cómo estaba o si necesitaba algo, pero lo que le dijo le partió el alma.
“Gracias por preocuparte por mí… Ali, mis padres fallecieron en un accidente de carretera mientras resolvían un asunto. Tendré que quedarme a terminar sus negocios porque no se pueden quedar así, hay problemas aquí y no iré en unos días, excúsame con los profesores y con la maestra Jessica. Te dejo el proyecto en tus manos.”
Como su mejor amigo, sentía feo estar aquí y él resolviendo problemas adultos siendo un joven. Tenía que estar ahí para apoyarlo. Pero si iba, no terminaría los trabajos pendientes y además, estaba el asunto de la maestra Jessica, ella no asistió a trabajar, no dejó razón y el director solo le dijo a los alumnos que leyeran en la biblioteca en sus siguientes clases con ella. Todo era muy misterioso, algo le había pasado.
Su vida era un caos ahora, su amigo y su maestra estaban fuera de su vida y por acabar de amolar, su propia familia le estaba dando un ultimátum para que se fuera a vivir solo. A veces se preguntaba si de verdad lo querían o solo era considerado un estorbo, porque si era esto último, quería saber qué fue lo que hizo mal para que se mereciera ese trato.
—Todo el mundo me abandona, le marcaré de nuevo a Mark para saber qué hace.
Inconscientemente, lo necesitaba, era su amigo desde hace mucho tiempo y no veía la vida igual si él no estaba aquí. Estaba por llamar cuando sonó el celular de Alexander.
—Una llamada entrante de un número que no conozco…
Se aventuró a contestar, no lo hacía, ya que solían ser extorsionadores, pero lo que escuchó lo dejó impresionado… Se trataba de la maestra Jessica.
—¿Si? Diga, habla Alexander.
—Alexander… —contestó en un sollozo—. Yo…
—Maestra, ¿qué pasó?, ¿está bien?
—Si… Pasó algo…
—Cálmese, maestra, ¿en dónde está ahorita?, ¿en su casa?, deme la dirección, voy para allá.
La profesora le dio la dirección de su casa, Alexander no perdió tiempo en llegar y cuando lo hizo, se quedó boquiabierto.
—Es una enorme casa…
La mansión era tres veces el tamaño de la casa de Alexander, con perfectos acabados. Cada pieza en esa casa valía mucho dinero. Alex quiso tocar una pintura muy bella, pero la maestra apareció en el vestíbulo, sonriendo fingidamente.
—Tan travieso como siempre, Alex.
—Maestra…
Se rascó la nuca. Ambos se acercaron en silencio en medio del vestíbulo y Alex se dio cuenta de que la maestra estuvo llorando, quizás por demasiado tiempo, se veía su maquillaje corrido y sus ojos rojos.
—¿Qué fue lo que pasó? —le dijo con un tono calmado—. ¿Le dijo algo su marido?
—Si, efectivamente… Me engaña… Me mandaron estas fotos de él besándose con la mujer. Cuando le enseñé la foto lo negó, luego me llegó otro mensaje, de la mujer…
La maestra suelta el llanto, sin poder terminar de explicar, Alexander la abrazó sin decir nada. Después, la llevó a la sala, pronto llegó la servidumbre a servir té caliente para ambos. Alexander pudo decir cualquier cosa para distraer a la maestra, como por ejemplo burlarse de lo rápido que aparecieron los sirvientes y de lo veloz que se fueron. Sobre todo de esa pintura donde aparece ese hombre obeso.
—Esta foto, me la mando la misma mujer, se tomó la foto a propósito en la cama.
Ella le enseñó su celular y en cuanto Alexander contempló la foto, sintió deseos de romper el aparato. Debía controlarse o haría una locura.
Su reacción no era nada sorpresiva, hace un par de años le hicieron lo mismo, su novia del cual se enamoró cuando recién conocía el amor… Lo hirió de gravedad, por poco se encierra en casa y se mata de tristeza, pero Mark siempre estuvo ahí para darle felicidad. Es por eso que Alex se sentía responsable de su amigo y ahora que conocía la historia de la maestra con su esposo, él será el que distraiga a la maestra de su dolor. No podía permitir que ella sufriera como él.
—Maldito… Esa se las cobraré a los dos. La mujer sabe que está casado. Odio a ese tipo de persona. Bueno… ¿Qué hará, maestra? Sabiendo esto, no creo que deban estar juntos.
—No sé… Llevamos casados 7 años. No creo que debamos separarnos, sino… Ir a una terapia de pareja.
—¡Claro que no! —Alexander gritó enojado —. Estas cosas no se pueden perdonar, con todo el descaro del mundo le manda la foto y encima, su marido no tiene el valor de decirle la verdad a usted, quiere que viva en la mentira de que él le es fiel, cuando no es así…
Las palabras duras de Alexander la hicieron recapacitar. Tenía razón, su esposo no era fiel y menos sincero. ¿Cómo podía perdonar algo así? Gracias al cielo estaba su alumno más querido aquí, abriéndole los ojos.
—¿La casa, de quién es? —preguntó.
—Suya, nos casamos por bienes mancomunados, y como él tiene más dinero que yo, no dije nada. No es posible que yo tenga tanto, así que no lo pensé mucho.
—Eso es un problema, usted debería tener sus ahorros, para cualquier cosa. Déjeme hablar con mis padres, para darle alojamiento a usted por un tiempo, cuando su esposo llegue y no la vea, se dará cuenta de lo que se perdió.
—Alex, ¿por qué haces tantas cosas por mí?
—Yo… Realmente… No lo sé. Solo sé que esto que le está pasando, no está bien y debe ser castigado como el culpable que es.
Él le mintió, si sabía por qué lo hacía, pero no iba a ponerse a hablar de sus problemas cuando ella la estaba pasando muy mal. Le secó las lágrimas a la maestra y juntos fueron a hablar con la madre y el padre de Alexander, ellos podían ayudar. Los padres de Alexander dudaron un poco, viendo que no había mucho espacio, le dieron una casa que tenían ellos en renta, pero que estaba vacía y entonces ahí se instaló la maestra de Alex. No le cobran la renta a la maestra, por ser buena con su hijo.
Quizá le vino como anillo al dedo, así no correrían a Alexander de la casa porque la maestra estaba ocupando ese departamento. Acordaron traer las pertenencias de la profesora hacia el nuevo hogar. Alexander nunca se sintió más útil en su vida, organizando e ideando lo mejor.
—Muchas gracias, se los agradezco.
—De nada maestra Jessica, nosotros le agradecemos que apoye a Alexander con sus malas calificaciones —Alex puso cara de enojado y le lanzó una mirada furibunda a su mamá, pero ella no le hizo caso—. Ya que estamos aquí, cuéntenos de su desempeño en la universidad.
—¡Mamá! Por favor, no es momento —musitó—. “Voy a morir”
Alexander pensó que se le acabaría el mundo. Pero la maestra fue amable y habló bien de él.
—Su hijo es una persona estupenda, me está ayudando cuando nadie más lo está haciendo. Me ofreció su ayuda por si algo se presentaba. Y por lo de los estudios, mi diagnóstico es lo siguiente: siempre se ha dormido en clase, pero a la hora de hacer un proyecto, se esfuerza muchísimo, es digno de admirar. Ustedes deben estar orgullosos de él —subrayó con orgullo—. Es un buen alumno.
Alexander sintió una calidez en su pecho, jamás escuchó a nadie hablar de él así. Sintió ganas de llorar. Vio a su progenitora muy embelesada por las palabras de la maestra y finalmente pensó que no lo mandaría a vivir solo… Creo que debería agradecerle al esposo de la maestra por ser un imbécil.
—Lo estamos, tenemos la esperanza que saque un 10.
—Mamá no tienes que ser tan directa. Eso jamás pasará —contestó Alexander—. Pides milagros…
—Si puede pasar, si te esfuerzas —intervino la maestra.
—Lo haré, solo para que mi mamá esté orgullosa.
—Y también tienes que ganar el torneo de baloncesto hijo —interrumpió su papá y Alexander voltea a ver a su padre como con ganas de matarlo.
—¿Quieren matarme ustedes dos?, ¿verdad? Debieron tener otro hijo.
Hizo un puchero y cruzó sus brazos.
—Tu familia es muy cálida, Alexander, te envidio, ellos te quieren mucho y esperan mucho de ti, no les vayas a fallar.
—Maestra, es usted un ángel que apareció ante nosotros, ¿cómo puede ser tan amable? —comentó la madre de Alexander. La maestra no pudo más que sonreír.
—¡Ma! No presiones a la maestra, ella está cansada.
—Sí, es verdad, hijo, acompaña a la maestra hasta la casa, puedes llevarte el auto y ayúdala con la mudanza. La casa está limpia, una señora va cada 3 días a hacerle la limpieza. Solo es cuestión de que acaben de acomodar sus pertenencias y te regreses a la casa. ¿Está bien? Ten mucho cuidado.
La madre de Alexander agarró su cabeza y la besó, Alexander rápidamente se alejó y se talló su cabeza como queriendo quitar el beso de ahí. La maestra comenzó a reír.
—¡Mamá! No enfrente de la maestra —chilló muy sonrojado y avergonzado.
Cuando salieron de la casa de Alexander hacia el auto, Jessica no dejo de sonreír.
—Maestra no se ría de mí.
—No me río de ti, me río porque estoy feliz, después de estar llorando tanto, al fin me río de algo muy hermoso, el amor de hogar.
Alexander miró a la maestra con una sonrisa y decidió no responder para no arruinar su humor. Llegaron a la casa de la maestra y de inmediato se dedicaron a empacar su ropa y guardar sus pertenencias, como libros, antigüedades, entre otros.
—Maestra, a usted le gusta leer mucho, ¿verdad? —dijo mientras batallaba con una caja que estaba repleta de libros—. Tiene muchos libros, con trabajo puedo llevarlos todos.
—Así es, la lectura es una de las cosas que más disfruto.
—Vaya…
Asentó la caja en la entrada de la mansión y cuando regresó por otra caja, no pudo evitar mirar un retrato de un hombre.
—Oh… ¿Aquel es su esposo?
Al sentir la pausa incómoda, Alexander se dio cuenta de que hizo una pregunta inadecuada. Prefirió guardar silencio en toda la mudanza y ayudar en todo lo que pudiera. Cuando al fin terminaron, Alexander estaba cubierto de sudor. Había notado que tenía un gato enorme y gordo, esperaba que la maestra le dijera que lo llevaría, pero aún no mencionó nada. Alex estaba en contra del abandono animal.
—Listo, es todo —resopló la maestra—. Ya podemos irnos.
—¿También nos llevamos al gato?, ven gatito, gatito.
—Claro que sí, solamente, espero que no te hagas daño.
Alexander se acerca al gato sigilosamente y lo abrazó… No se dio cuenta de que el gato lo miraba de forma enojada.
—Sí, se llama princesa, es mi adoración.
Pero de pronto, la gata comenzó a arañarlo tratando de bajarse de sus brazos, pero Alex no la soltaba.
—¡No deja de arañarme la cara!, ¡déjame!
—Creo que no le caíste bien, sueltas un aura de maldad y ella lo ve.
—Pero, yo… ¡No, mi cara! ¡Gato del demonio!
Esa noche fue muy feliz para la maestra, la mudanza se había realizado y la gata no dejó de morder y arañar a Alex mientras la tenía sujetada. Llegó la hora de la despedida y Alexander tenía que irse a su casa a reportarle todo a su madre. Eran más de las 11 pm
—Maestra nos vemos mañana, ¿si irá a clase verdad? Por favor, no quiero estar solo. Mark se fue a su tierra por asuntos familiares y terminaré el trabajo yo solo.
—Sí, Alex, te lo prometo, nos vemos mañana.
De pronto, no pudieron dejar de sonreír cuando se despedían, la maestra era una mujer de estatura media, más baja que Alexander por supuesto. El joven no apartó la mirada de la maestra, el maquillaje que se quitó la hacía ver muy natural, es un aspecto que él jamás había mirado en ella. Se acercó poco a poco a ella, a sus labios y a sus hermosos ojos. Su corazón estaba latiendo con demasiada fuerza, tanto que. Tanto que… No pudo evitarlo. Y de pronto, le había robado un tierno y casto beso, él se alejó para hablarle.
—Maestra lo siento, usted me gusta mucho.
Alexander se fue corriendo, no permitió que ella le regañara, porque estaba muy seguro que eso haría.
Mientras tanto, en el hotel donde el esposo de la maestra Jessica se hospedaba, recibió una llamada.
—¿Amor, no vas a contestar?
—Que sea mañana, no quiero que me molesten hoy.
—¿Y si es tu esposa? —preguntó la amante al esposo de Jessica—. No quisiera que nos descubriera.
—Ella sabe que estoy de negocios, así que no contestaré.
—Pero puede ser importante.
—Ok. Solo porque tú me lo pides —susurró y besó a su amante e inmediatamente contestó el teléfono—. ¿Sí, diga? ¿Cómo dice? ¿Hoy…? Si lo dice para armar pleito me las pagará.
Víctor colgó y su rabia no se hizo esperar.
—¿Quién era? ¿Qué te dijo?
—Era el vecino chismoso de la cuadra, me dijo que mi esposa se estaba llevando cosas de la casa y que estaba con un muchacho joven —respondió pensativo—. Ese tipo nunca miente.
—No me digas que nos descubrió —preguntó la amante preocupada, ella sabe que le envió la foto al celular de Jessica.
—No creo… Le he mentido bien. Mañana mismo regreso a mi casa para averiguar qué pasó.
—¿Por qué te vas? ¿Acaso te importa lo que ella esté haciendo?
Víctor se le quedó mirando y no le contestó, la amante se quedó esperando respuesta. Apretó sus puños y en silencio se tragó su rabia.
Selene fue muy perseverante cuando de Víctor se trataba, los jueguitos de seducción, resultaron en una exitosa relación de un año. No le importaba que fuera casado, todo hombre que estaba en una relación larga, tendía a aburrirse de su pareja y es ahí cuando comenzaban a buscar comida callejera. Si bien, Jessica era una mujer muy bella y esbelta, no poseía los dones que Selene si poseía, pero había algo con lo que ella no contaba y era que Víctor nunca dejó de amar a Jessica. Porque ese hombre era el típico casado que no dejaba a la amante ni a la esposa, necesitaba a ambas para sentirse poderoso.
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Comments
Valentina Ibañez
ojalá no quiten los detalles fuertes.
2024-01-19
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many_123
y dónde está mark? y el secuestro? y el sexo de mark y Alexander? y la violación? la maltratacion? los gritos de llanto y placer? do de esta todo eso?!
2024-01-09
3
Rody's stalker
Que?! esto no era YA0I? Me cae mal la maestra
2022-09-30
1