Capítulo 4: Dolor

Sentí como mi corazón se detuvo mientras leía una y otra vez esa frase.

Mi cabeza dolía mientras sentía como lágrimas escondidas empezaban a descender por mi rostro.

Me senté en la cama y no pude mover mi mirada de la puerta. La regadera aún sonaba, el hombre que amaba aún era inconsciente de cómo me dolía su presencia a unos metros de distancia.

Espere y espere hasta que lo escuché cerrar la llave. El papel seguía en mi mano, pero ya no lo leía.

Lo miré salir con su bata de baño mientras se secaba el cabello con una toalla.

— ¿Está todo listo? —preguntó sin girarse a verme mientras entraba al walking closet para cambiarse.

No respondí, mi fuerte apretón de dientes me lo impedía, entonces se giró y me miro. Sus ojos se abrieron presas del pánico y corrió hacía mi poniéndose de rodillas para estar a mi altura.

— ¿Briseida? cariño ¿Qué tienes? —Inspeccionó mi cuerpo — ¿Te duele algo? ¿Por qué lloras así? ¿Briseida? —movió mi hombro y eso quemó, dolió su toque, por lo que me quite.

—No me toques —Dije lentamente con mi voz rota.

— ¿Por qué? ¿Te lastimaste? —se acercó a mi hombro y por instinto me aleje de él, empecé a moverme por la cama y termine del otro lado, en el transcurso solté el papel y lo deje a su alcance.

—No me lastimé, tú lo hiciste.

— ¿Qué? —intentó caminar hacia mí y me pregunté si su preocupación era genuina.

—No quiero que te acerques, Mike —levanté mi brazo izquierdo y señale el papel. Él lo miró por un segundo sin comprender que era, entonces lo presencié, el reconocimiento de lo que era y entendí que todos los pensamientos que me dije sobre que tenía una explicación no amorosa, fueron tiradas a la basura —Sabes lo que es, ¿no?

Se acercó y lo tomo, lo miró por varios segundos como si necesitara entender lo que decía, entonces levantó sus ojos hacía mí. Su expresión era de dolor puro y eso me lastimo más.

¿Por qué, Mike? ¿Por qué nos traicionaste de esta manera? ¿Por qué pisoteaste mi amor?

—Bebé...

—No, no me llames así.

—Lo siento, esto tiene una explicación —una lágrima corrió por su mejilla y me molestó.

— ¿Explicación? ¿Cuál puede justificar qué te vieras con alguien más? "estar entre tus brazos, mi amor" ¿Eso tiene explicación?

—No es así —negó rápidamente asustado y se acercó a mí —No tengo a nadie más, yo te amo a ti.

— ¿Y eso? —Señalé el papel dando un paso atrás.

—Esto alguien lo puso en mi saco, no es nada.

De alguna manera cada que hablaba solo lograba seguirme lastimando.

— ¿Sabes qué es lo que tú desconoces? —sus fosas nasales se abrieron al empezar a respirar pesadamente —Qué la otra persona en este mundo qué más te conoce aparte de ti, soy yo. Y sé cuándo mientes, conozco cada uno de tus rasgos y modismos, sé perfectamente qué cuándo leíste ese papel sabías de lo que hablaba. No digas mentiras como si yo fuese una desconocida para ti.

—Briseida, por favor, por favor tienes que creerme cuándo te digo que te amo.

Las lágrimas en su rostro dolían, lo hacían mucho porque eso no me ayudaba a entender por qué lo hizo.

—Solo dime... ¿Por qué? —trago duro y desvío la mirada —Dime por qué, Mike.

—No lo sé, yo... no sé. Ella no es nada para mí —me miró rápidamente —Por favor, perdóname —corrió y me abrazó —Perdóname, Briseida.

—Siento que necesito una mejor explicación qué esa —lo empujo —La merezco, he sido tu fiel esposa por varios años, pero independientemente de eso... éramos mejores amigos —Mi voz se apagó —Pensé que éramos inquebrantables.

—Fui estúpido, me dejé llevar por las copas, pero no volverá a suceder. Aún somos inquebrantables —Tomo mi mano —Somos amigos.

Me reí amargamente.

— ¿Sabes lo cansado qué es está vida, Mike? ¿Una vida de apariencias y sonrisas falsas? Una dónde no sabes si tú amigo lo es de verdad o solo por interés y ¿sabes? La he vivido solo por ti... ¿y esto obtengo a cambio? Yo no pedí lujos, Mike. No pedí vivir en una gran ciudad, solo quería una vida contigo y hasta hoy ha sido más una vida solitaria dónde participo yo. ¿Te dejaste llevar? No me hagas reír, no me digas qué fuiste débil y te importo una mierda nuestro matrimonio, no te atrevas a decirlo, porque no lo merezco.

Miro como aprieta los puños conteniendo su enojo y por un segundo por mi mente pasa que se atreverá a golpearme, pero en cambio se gira y golpea la pared una y otra vez.

—Tampoco es fácil para mí, Briseida. Esta vida implica que debo dar el doscientos por ciento de mí, yo trabajo en ser alguien en esta vida por nosotros y en mi camino se han cruzado tantos qué cometí un error —me mira — ¿Tú no cometes errores? Merezco una oportunidad.

—Posiblemente las personas merecen segundas oportunidades, pero... yo no sé si estoy dispuesta a dártela. Has escupido en mi amor por ti, no sé qué tanto quiero soportar que vengas después y me digas que cometiste otro error.

—No pasará —Niega rápidamente.

Pero entonces pienso en que habla de un solo error, como si fuese algo de una sola vez, como si fuese un tropezón; pero esa letra, esa maldita letra apareció en su pantalla telefónica muchas veces, esa letra ha estado en mi vida por largos meses y eso me hace sentir escalofríos. Él me hizo el amor anoche, él tocó mi cuerpo mientras había estado con alguien más y muy posiblemente en un tiempo reciente.

Lo miré con nuevas lágrimas en mis ojos y no las limpié, solo las deje salir.

—Quiero que te largues de mi vista, maldito imbécil.

—Bri...

— ¡No digas mi nombre! ¡Solo lárgate! ¡Vete! —caminé hacia la puerta y la abrí para que saliera. Tardo unos segundos, pero finalmente lo hizo.

—Me iré ahora, pero tenemos que hablar, no puedes dejarme —Se detuvo en el umbral con sus ojos rojos por las lágrimas derramadas, ellas me afectaron, así que desvíe la mirada.

—Solo vete —gruñí y en cuanto dio un paso afuera cerré la puerta. Miré la maleta en la cama y fui por ella, me regresé a la puerta y la aventé afuera, por lo que le cayó a los pies —Lárgate a tu puto viaje —cerré de nuevo.

Me quedé de pie por mucho tiempo contemplando la cama mientras sentía como lágrimas descontroladas corrían por mis mejillas.

¿Por qué, Mike? ¿Por qué? Yo te amo y no te importó, ¿Cómo pudiste lastimarme así?

Caí de rodillas y me abrace fuertemente mientras me mecía intentando borrar todo de mi mente, no quería pensar en él besando un rostro desconocido, no quería imaginarlo haciendo el amor con alguien más, pero era inevitable. Mirar nuestra cama lastimaba, porque él había corrompido lo que habíamos formado en ella. Esa cama era un doloroso recuerdo de que posiblemente me hacía el amor mientras pensaba en otra.

—Te odio, te odio tanto —susurre mientras cerraba los ojos, pero las imágenes estaban ahí, así que no podía hacer nada, solo aguantar un dolor desconocido.

Después de más de una hora de llorar en el suelo me levanté con una decisión en mi cabeza. No podía quedarme ahí.  Abrí mi closet y tomé mis cosas para ponerlas en la cama. Al abrir la puerta del pasillo miré a Mike sentado al pie de las escaleras con su maleta a un lado; al escuchar la puerta abrirse se levantó, pero al mirar la ropa en mis brazos sus ojos se llenaron de pánico.

—Briseida, cariño, ¿Qué haces?

Lo ignoré y caminé directo hacía él.

— ¿Briseida, a dónde vas? No puedes dejarme.

—Quítate —me negué a mirarlo.

—Briseida…

— ¡Que te quites! —perdí los estribos. Dudó unos segundos y se movió, entonces entre a la habitación al otro extremo del pasillo, la más alejada de la recámara principal.

— ¿Qué haces? —Entro detrás de mí y me molestó.

—Lárgate de esta habitación —Me giré a verlo —Esta es mi nueva recamara y no quiero que pongas un pie dentro.

—No puedes...

—Puedo y ya lo hice. No pienso dormir contigo.

Empezó a negar frenético mientras se acercaba.

—Por favor, Briseida. Debes perdóname, yo te amo. Fui un estúpido, un imbécil, haré lo que pidas, pero perdóname —Levante mi mano para que dejara de acercarse y lo miré con el mayor odio posible.

—Quiero que te largues de mi vista, porque me da asco mirarte.

Se enojó, lo sabía, su rechinar de dientes lo delató. Me miró por varios segundos intentando tranquilizarse, lo cual logró después de un momento.

—No vas a dejarme, Briseida —me señaló con el dedo índice —Ni siquiera lo pienses. Voy a dejar que duermas aquí, pero no hemos dado esto por terminado.

— ¿Me estas amenazando después de lo que hiciste? —La incredulidad no cabía en mi voz.

—No es amenaza, solo sé qué estás molesta. Bien, pero no tomarás decisiones apresuradas, de eso me encargo yo.

— ¡Largarte! ¡Solo lárgate! —fui hasta la puerta y la abrí por completo para que se saliera. Soltó un suspiro frustrado y se fue.

¿Qué rayos había pasado con Mike? ¿Su poder lo había cambiado tanto? o ¿siempre fui un estúpido?

Me acosté en la cama desconocida y empecé a llorar de nuevo, quería detenerlas, pero no podía, era un filtro que no podía tapar tan fácil. Paso mucho tiempo entre las lágrimas y la almohada hasta que me dormí.

Sentí cuándo alguien movía mi hombro y abrí mis ojos encontrando a Jenny frente a mí.

—Hola —susurro mientras acariciaba mi brazo derecho.

— ¿Jenny? —Esa voz sonó extraña, pero era la mía, no la reconocí al principio por lo ronca que sonaba — ¿Jenny, podrías decirme que todo esto ha sido una horrible pesadilla? —Mi pregunta salió quebrada al final.

Miré sus ojos llenarse de agua y observé una lágrima correr por su mejilla.

—Oh, cariño —negó lentamente —Ven aquí —abrió sus brazos y corrí a ellos, entonces como tantas otras veces me meció como a un bebé mientras decía palabras reconfortantes a mi oído, pero en esta ocasión no funcionaron.

Esa noche fue un desastre, porque no podía dejar de llorar mientras escuchaba música con mis audífonos, me los puse intentando calmar mi conciencia y el montón de imágenes, funcionó, solo un poco. A la mañana siguiente desayuné y almorcé en mi nueva habitación, porque gracias a Jenny sabía que Mike seguía en la casa. Por primera vez en mi vida deseaba que se largara a sus viajes de negocios, que ahora qué lo pensaba, tal vez ni siquiera fueron de trabajo.

Fue hasta en la noche del siguiente día que me levanté y caminé con una sola idea en mi cabeza, lo busqué en el despacho, donde sabía que estaba. Se sorprendió al verme y se puso de pie.

—Briseida…

—Solo quiero saber una cosa —me sostuve con una de sus sillas — ¿Cuánto tiempo?

—Cuánto tiempo, ¿qué?

—No me trates de idiota, ¿Cuánto tiempo llevas viéndola?

Frunció el ceño.

—Te dije, es un error de una sola vez.

Negué lentamente.

—Esa nota tenía la letra "S" y tú siempre recibes llamadas de alguien a quién registraste así.

— ¿checas mi teléfono?

— ¿En verdad discutiremos de eso, en vez de tu engañándome?

Apretó los puños y los puso sobre la mesa.

—Ya dije qué fue un error.

—Solo dime, ¿Cuánto tiempo?

Se apretó el puente de su nariz y cerro fuertemente los ojos.

— ¿Por qué insistes en dañarte?

— ¿Por qué quiero entender? Quiero saber qué pasó entre nosotros para que lo hicieras.

— ¡Tome! ¡Me emborraché y fui estúpido! Pero solo fue una vez —toma aire y me mira —Dios mío, Briseida; solo te pido una segunda oportunidad, yo sé que no has dejado de amarme, me amas —Intento acercarse y lo alejé.

—Lo mejor es que no te me acerques —Limpié la lágrima que se escapó —Y sí, aun te amo, pero no sé si puedo ser capaz de perdonarte. Yo... yo no puedo evitar imaginarte con alguien más, el solo verte me lastima.

Miro sus ojos llenarse de agua, pero no las deja salir.

—Tomate el tiempo que necesites, yo voy a esperar por ti, porque sé que merezco tú odio en este momento. Te daré espacio, pero déjame mostrarte qué te amo aún.

Miro mis manos con mi corazón en un puño y asiento levemente.

—No te puedo asegurar nada —susurré y me fui.

Miré a Jenny observarme desde la estancia mientras volvía escaleras arriba, pero le sonreí levemente y me refugié en mi cueva de nuevo.

La semana paso lentamente mientras dormía, salía a caminar con Monet a mi lado por el jardín, caso del que Mike se dio cuenta, pero no se acercó a preguntar de quién era el cachorro y sí lo hacía, más vale que supiera que me lo quedaría. También pinté, pinté mucho que mis manos dolieron, pero el dolor físico era mucho mejor que el interior.

Los días pasaron y noté como Mike se esforzaba por llegar a cenar todas las noches, intentaba entablar una conversación conmigo, pero nunca contestaba, lo cual sé que lo molestaba.

Fueron tres semanas después de que lo descubrí que lo escuché caminar hasta mi habitación, me encontraba mirando el techo de la habitación cuando escuché la puerta al final del pasillo ser abierta, no creí que viniera hasta aquí, pero lo hizo y noté cómo mi respiración se detenía, porque aún hacia a mi cuerpo sentir escalofríos, el problema era que no sabía de si de una buena manera. Tomé el edredón fuertemente y miré la manija de la puerta ser girada, tragué duro cuando la puerta se abrió. Me miró observarlo y se detuvo en el umbral.

—Te extraño —algo estaba mal. Su voz, su voz salió extraña y sus palabras eran lentas. Estaba ebrio.

—Mike, por favor, vete —subí el edredón hasta mi barbilla.

—Briseida, por favor. Solo perdóname y volvamos a cómo era antes.

—Estás ebrio, por favor vete, mañana hablaremos.

— ¿No me amas? —se acercó al final de la cama e intentó tomar mis pies, pero me alejé.

—Mike, por favor, ve a dormir.

— ¡No! ¡Responde mi maldita pregunta! —Golpeó la cama con fuerza haciendo que cerrara los ojos del susto —Quiero dormir contigo —dijo después de unos segundos.

—Está bien, ha... hablaremos mañana, te... te daré mi respuesta mañana —mi garganta se sentía pesada por las lágrimas que querían salir.

—Mañana —asintió para sí mismo asimilando la respuesta —Mañana volverás a mí —concluyó y se fue.

Sentí una lágrima correr por mi mejilla porqué mañana no volvería a él, tal vez ni siquiera la semana siguiente, aun no sabía si algún día volvería a él. Y me causó pavor que llegara el momento en que él se diera cuenta de eso.

Esa noche contemple todo lo que él había estado haciendo por ganarme de nuevo, desde estar en el desayuno y las cenas, cada día. También siempre regresaba con un obsequio e hizo una casita para Monet en el patio. Me propuso contratar un maestro de pintura porque él notaba mi talento en el arte. Sabía que se estaba esforzando porque él nunca había entrado a mi invernadero y ahí estaban todas mis pinturas.

Pero por más que hacía el intento por borrar su imagen de él con alguien más, no podía. Lo observaba mirarme. Nos retábamos con la mirada constantemente y podía ver el afecto por mi ahí y sentía que podía ceder, pero entonces... ¿Por qué?

El momento llegó, después de que Mike llegara de su trabajo nos pusimos a cenar en los extremos opuestos de la mesa, llevaba la mitad de mi comida cuándo él se detuvo y me miró. Sabía que no podía evadirlo por más tiempo.

—Perdón por lo de anoche —suspira —Estuvo mal lo que hice, estuvo mal entrar a tú cuarto así —Niega como intentando borrar esa acción de su mente —Yo... yo no debí apresúrate a decir algo, debo seguir esperándote, puedo seguir esperando por ti, yo sé que esto es una crisis, pero vamos a su...

—Aún no lo sé —Interrumpí y me miró.

— ¿No sabes?

—No sé si pueda olvidarlo.

—Puedes —No era pregunta.

—No me presiones.

—Vamos Briseida, porque me amas, debes superarlo.

—Pues no sé si logre hacerlo.

—Briseida —advirtió.

—No Mike, esto no es una simple herida superficial.

Empujó su silla y se puso de pie.

—Bien, solo... solo te daré tu espacio, necesitas pensar más —me miró por varios segundos y se fue.

Jenny apareció por la entrada de la cocina, pero negué y me levanté. Entonces fui a mi invernadero y escribí, no una historia de fantasía, sino la mía, la de ahora, la del corazón roto.

Fue una semana y media después cuándo me di cuenta que solo había estado perdiendo mi tiempo al llorar por Mike, él no era alguien que valiese la pena y me di cuenta con su ropa. Mientras entraba por la puerta y coincidía conmigo bajando las escaleras observé como se quitaba el saco, siempre lo hacía para después desabrochar su corbata. Pero era tan estúpido que no se aseguró de vestirse adecuadamente. Esta mañana él se había visto pulcramente mientras desayunábamos, pero ahora podía ver su camisa puesta al revés, así como muy arrugada. ¿Por qué alguien regresaría a casa con ropa al revés sino es porque te la quitaste? ¿Y para qué Mike se la quitaría sino era para ver a alguna pequeña idiota?

Observé como se limpiaba las manos en su pantalón como intentando borrar marcas de algo, entonces levantó la cabeza y me miro al final de la escalera.

—Hola, Briseida —sonrío. Y odié esa estúpida sonrisa, porque era la que siempre me daba al llegar a casa. Dios mío, había sido tan imbécil.

Intenté decir algo, pero mi mandíbula estaba tan apretada que no podía despegar los dientes.

— ¿Briseida?

—No cenaré contigo —Me alejé y miré su intención de seguirme —No me sigas.

Entre en la habitación y caminé hacía el tocador dónde estaba mi celular. Busqué el número de mi padre para decirle que quería mandar todo al carajo y divorciarme, quería decirle que me aceptara de nuevo en mi antigua habitación. Pero en cambio termine en la carpeta de fotos y mire a Mike, mire su sonrisa mientras lo fotografiaba para tenerlo siempre conmigo. Por alguna estúpida razón retorcida tenía sus fotos aún. Tal vez porque aún deseaba un "nosotros", tenía la esperanza de que fuese igual que antes. Pero ya no. Jamás volvería a él. Jamás lo dejaría tocarme de nuevo. La esperanza no existía.

Sentí el escozor de las lágrimas en mis mejillas y miré mi reflejo. Esa de ahí era yo, él me había convertido en eso. En un ser con solo un pensamiento en la cabeza. Dolor, quería que Mike sintiera lo que yo, quería que le doliera como a mí. Quería que llorara las lágrimas que había llorado a lo largo de un matrimonio tan desgastado. El único punto a mi favor es que lo conocía bien, sabía sus puntos débiles, sabía cómo llegar a su quiebre. Aún me quería, podía verlo, pero no era suficiente ese sentimiento para golpearlo, necesitaba cada una de sus emociones quebradas y la más fuerte; su orgullo.

Limpié mis lágrimas y borré casi todas las fotos de mi celular, solo dejé esa, en la que sonreía, porque no quería olvidar mi motivo de venganza. No quería olvidar a la persona que me convirtió en esto.

Más populares

Comments

Elvira Fretes

Elvira Fretes

ese dolor de la traición no se perdona, no se puede perdonar. Bricelda no me gustaría que fueras a buscar a Damián, sería un gran error

2023-09-07

0

Cori Shoes

Cori Shoes

Porqué ahora si tiene tiempo y no antes? parece un político preocupado por su imagen y ya que su esposa goza de buena reputación será muy malo para su Imagen ser abandonado

2023-04-20

0

Maria Sanchez

Maria Sanchez

si fuera Sido ella quien lo engaña no tuviera un perdón no borrón y cuenta nueva pero el lo exige como si fuera algo sin ninguna importancia

2022-11-07

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play