***Presente ***
Correr en una caminadora es algo que no me encanta porque prefiero el aire libre, pero hace tiempo entendí que ser la esposa de un alcalde tenía sus ventajas y desventajas, como lo es salir cuando lo deseé al exterior sin alguien cuidándome.
Me di cuenta que el único sitio en el que podía estar sin alguien vigilándome en una esquina, era en el club deportivo del que Mike formaba parte, el lugar era como una alucinante pequeña ciudad, por lo que todo está muy bien vigilado por toda la cantidad de personas importantes que acuden a él.
Al principio me sentía tan fuera de lugar que quise huir, pero al ser mi marido una figura pública, se espera que yo tenga mis apariciones en público de vez en cuando y el club no era tan malo. Solo sonreír aquí y allá, enfocarme en mi ejercicio y después correr de nuevo a casa.
Después de una hora de correr decido ir a tomar una ducha antes de irme, pero en mi trayecto a los casilleros me topo a un grupo de mujeres, quienes son esposas de unos hombres que trabajan con mi esposo. Debería conocer sus nombres, pero no los recuerdo.
—Hola, Briseida —Saluda la chica bajita de cabello rubio — ¿Cómo has estado?
—Bien y ¿ustedes? Es un placer encontrarlas —No es verdad y no miro la hora de huir de aquí al mirar sus sonrisas falsas.
—Es mejor ahora qué te hemos encontrado —Contesta otra — ¿Cómo está Mike?
—Oh, muy bien —sonrío —Trabajando, con reuniones, igual que siempre.
—Eso es genial —sonríe una de ellas mientras mira a la mujer de al lado como si tuviesen un secreto entre ellas.
—Bien, fue un gusto, pero me retiro.
—Claro, adiós —Agitan su mano y hago lo mismo antes de pasarlas de largo.
Llevo apenas dos pasos cuándo escucho la voz de la rubia.
— ¿Creen qué hoy venga Damián?
—Lo dudo, dicen que extrañamente viene en jueves.
Instintivamente me detengo y empiezo a revisar la jardinera con grandes flores, porque soy una mujer de flores, no porque me interese escucharlas.
—Hablando de Damián, ¿escucharon lo que se dice de él? Al parecer anda con una chica jovencita. El león ataca de nuevo —se ríe.
Frunzo el ceño al escuchar eso y me acerco a contemplar la gardenia.
— ¿Se sabe con quién? —pregunta otra.
—Solo es un rumor, no se dijeron nombres.
—Ese hombre es tan potente que muero de ganas por probarlo yo misma. Necesito a ese león en mi vida.
Abro los ojos levemente y miro a la chica morena por encima de mi hombro mientras enreda su cabello en su dedo índice.
—Cariño, todas queremos probar su paquete —se ríe otra de ellas.
A lo que sé, todas esas mujeres están casadas, pero quién soy yo para juzgarlas, si a lo que he escuchado a lo largo del tiempo sobre Damián es que es un hombre que disfruta a rienda suelta de su sexualidad, pero lo que hace que sea un cotilleo de mujeres en el club es que él es un hombre casado. Dato del que me enteré minutos después la noche que lo conocí en aquella grandísima fiesta.
Su mujer, Miranda, era una de las personas que mayor impresión tuvo en mí, porque podía sentir como podía congelar una habitación con su sola presencia. La observé durante toda la noche y nunca llegué a entender como ella y Damián estaban casados, siendo él un hombre tan carismático de una manera coqueta, mientras ella miraba por encima de su hombro, como si todos a su alrededor fuesen más bajos que ella; podía entender que posiblemente si era la mujer más rica económicamente en el salón, pero carajo, causaba una sensación extrañamente fascinante al verla. Era como si ella supiera que todos éramos conscientes de su hermosamente fría presencia. Me avergoncé al darme cuenta de mi retorcida necesidad por mirarlos juntos, ya que era como si estuviesen coreografiados para no tocarse más allá de lo acordado. Eran un espectáculo exquisitamente de mirar. Al menos para mí.
Fueron meses después en el mismo club que escuché que él le era infiel, al principio me causo una sensación de enojo, porque vamos, ¿para qué te casas si vas a engañar a tu esposa?, entonces fue cuando escuché lo que de verdad me impresionó. Que ella era consciente de sus infidelidades y lo aceptaba, eso me hizo hacer memoria de la noche en que los conocí, en como ella era fría con todos, hasta con él, recordé como él nunca tocó más allá de su brazo, también el como nunca se miraron entre sí, aunque estuviesen a unas pulgadas de distancia, comprendí que tenían una retorcida relación amorosa de apariencias. Al menos esa fue mi conclusión después de analizar su relación pública y de escuchar todos los distintos chismes de infidelidades por parte de él.
Aún me es difícil llegar a creerlo porque siempre lo he visto ser un caballero con todas las personas, pero siempre he pensado que, si la gente habla, es porque hay una historia detrás. La vida a veces puede llegar a ser muy retorcida.
Después de escuchar las pláticas explícitas de las mujeres decido irme antes de llegar a oír cuál es su posición sexual favorita.
Tomo una ducha rápidamente y me pongo mis tenis converse blancos a juego con mi playera, completado con mis jeans negros.
Miro a mujeres ir de aquí para allá a las regaderas y salgo prácticamente corriendo antes de encontrarme con alguna otra conocida.
Voy pasando por enfrente de la piscina cubierta cuando miro a Damián venir hacía mi por el lado contrario y ya me ha notado, por lo que dar marcha atrás no es opción. Siempre intento evitarlo lo máximo posible, porque logra generar esa extraña sensación a mi cuerpo y no me gusta.
—Hola, Briseida —sonríe mientras no puedo evitar mirar su atuendo deportivo que le queda a la medida y me encanta.
—Hola, Damián —sonrío y aprieto más mi maleta con mi mano.
— ¿Ya te vas? —Señala mi bolso y mi cabello húmedo — ¿Cuál es tu horario?
—Sí, ya me voy. Regularmente estoy aquí al medio día, solo un par de horas en la caminadora.
—Claro —asiente en entendimiento mientras mira rápidamente hacia las personas en la piscina.
Quiero decirle que se supone no viene en jueves, pero como hacerlo cuando él es uno de los dueños.
—Bueno... te dejo para que hagas lo que vienes a hacer —sonrío amablemente y empiezo a rodearlo.
—Espera —dice de repente, así que me giro — ¿Cómo está Mike? ¿Sigue ocupado cómo siempre?
Siento mis mejillas volverse rosadas mientras me observa detenidamente a la cara. Solo de recordar el evento anterior cuando llegamos tarde por el trabajo de Mike, quiero mirar hacia otro lado.
—Él... está ocupado con todo esto de ser el alcalde —me encojo de hombros restándole importancia.
— ¿Y tú?
— ¿Yo?
—Sí, ¿no estás ocupada al ser... la esposa del alcalde?
—Uh... voy a algunos eventos benéficos, pero eso es todo.
Sonríe.
—Eso es seguro.
— ¿Y Miranda? —suelto de repente sorprendiéndome a mí misma.
Lo veo fruncir el ceño confundido.
—Ella está en... un viaje de negocios por su línea de ropa.
—Claro —trago duro —Eso es bueno —Sonrío levemente mientras me golpeo mentalmente.
Pero si lo pienso a fondo, es muy conveniente tener una relación prohibida ahora que está solo. Tal vez lo de la chica joven tiene algo de verdad.
—Sí, es bueno —sonríe —Cambiando de tema, quería avisarte de un baile benéfico qué se realizará en dos meses, falta un tiempo, pero para que le digas a Mike y así puedan agendarlo.
—Eso es genial, le diré.
—Bien —se aclara la garganta —Ahora sí debería dejarte seguir tú camino.
Sonrío.
—Fue un placer verte Damián.
—Igualmente —Hace una pequeña reverencia mientras sonríe —Siempre es bueno verte —me mira de nuevo a la cara y ahí está de nuevo, su mirada coqueta, creo que no es consciente de que la hace.
—Igual, adiós —Me voy antes de que tenga oportunidad de volver a hablarme. Mi nuca quema, estoy noventa por ciento segura de que me observa, pero el otro diez es mi cordura y esa es la qué me permite no volverme loca con mi imaginación.
Camino hacía el estacionamiento subterráneo, dónde está el nombre de Mike en el sitio que me situé; esa fue la única manera que lo convencí para que me dejara andar sin chófer. Así que venir al club también es un escape de los hombres que vigilan todos mis movimientos.
Al llegar a casa me dirijo a mi habitación y dejo mis cosas, después voy en busca de Jenny a la cocina.
—Hola, Briseida —sonríe — ¿Cómo te fue en el club?
—Bien, el mismo ambiente de personas interesadas en el dinero —me encojo de hombros —Y sexo.
Se ríe.
—Quiero ir entonces.
—Vamos —la miro emocionada.
—Era broma, la casa es grande y es difícil mantenerla limpia.
— ¿Quieres qué te ayude? ¿Qué falta? —Me acerco y tomo una manzana del frutero.
—Ese es mi trabajo, para eso me pagan una pequeña fortuna.
—Pero quiero hacerlo, así que limpiare el despacho de Mike.
—Pero...
—Está bien, sé que no te gusta entrar ahí por si mueves algo que no debías.
Sonríe agradecida.
—Gracias.
Me encojo de hombros
—No es como que deba hacer algo más.
— ¿Tal vez seguir escribiendo ese grandioso libro?
—No hay inspiración —suelto un suspiro lastimero —Seguiré buscándola mientras limpio.
—Ya vendrá.
—Eso espero —me giro y voy al cuarto de servicio por los instrumentos para limpiar.
Cuando es la hora de comida le marco a Mike, temiendo ya su respuesta.
— ¿Cariño?
— ¿Sí? —contesta distraído.
— ¿Vendrás a comer?
—No, tengo trabajo que hacer —suelta un suspiro —De hecho, no llegare a dormir.
— ¿De nuevo? —mi pecho siente un fuerte apretón.
—Salió un improvisto y debo hacer de nuevo un viaje fugaz —se queda callado unos segundos —Regresaré pasado mañana.
Siento el nudo en mi garganta, pero miro al techo intentando que las lágrimas no salgan. Durante el último año Mike empezó a viajar demasiado para visitar los distintos departamentos que estaban a su cargo, al menos es un viaje al mes. Este cambio en nuestras vidas hacia que añorara mi antiguo hogar, al menos antes siempre llegaba a casa.
—Está bien.
—Te traeré lo que desees, ¿sí? Solo pídelo.
—Te quiero a ti —suelto en un susurro y lo escucho suspirar.
—Briseida, hemos hablado de esto.
—Lo sé.
Escuchamos nuestras respiraciones por un largo tiempo sin saber que decir para calmar el par de corazones.
—Un dije del lugar al que vas —digo en voz baja.
—Lo tendrás —promete, entonces escucho voces al fondo llamándolo —Debo irme.
—Cuídate. Te amo.
—También te amo —la línea se corta mientras una lagrima corre por mi mejilla.
De repente las ganas de comer se han ido y me dirijo al invernadero. Miro el lienzo a medio terminar que inicie intentando aprender algo de pintura hace unos meses, pero soy espantosa. No me importa, así que tomo un lienzo distinto y empiezo trazando una línea azul. Pasa el tiempo sin darme cuenta mientras me concentro en el dibujo del colibrí que intento lograr.
— ¿Bri? —escucho la voz de Jenny detrás de mí.
— ¿Es bonito? —Pregunto sin dejar de pintar —Creo que casi lo logro.
—Briseida, ¿qué haces aquí? ¿Qué sucede?
—Intento pintar un colibrí, creo que no está mal.
—Cariño, ¿Qué sucede?
—Pinto un colibrí —Una lagrima vuelve a salir por mi mejilla.
—Bri…
— ¿Sabes por qué elegí un colibrí?
—No —escucho la duda en su voz.
—Los colibrís son rápidos —mi voz se rompe —Los colibrís pueden volar, volar lejos.
—Oh, cariño —me abraza fuertemente desde atrás impidiendo que siga pintando.
Lloro en su hombro por mucho tiempo mientras me sostiene, entonces me mira.
—Eres fuerte Briseida.
—Me estoy cansando Jenny —susurro —Es tan cansado que en ocasiones no quiero levantarme, en ocasiones quiero quedarme todo el día en la cama porque cuesta caminar de lo cansada que estoy —la miro a los ojos —Mi vida me cansa tanto.
Miro sus ojos brillar por sus lágrimas detenidas.
—Él te ama, solo que... se ha perdido un poco en el camino, pero él te quiere.
Quiero decirle que tengo mis dudas, quiero decirle que por mi mente han pasado pensamientos de él con alguien más, pero son estúpidos, porque él me ama, él no me haría algo así. No nos haría eso, porque aun miro el amor en sus ojos cuando está conmigo.
Esa noche Jenny duerme conmigo después de obligarme a pasar un poco de sopa por mi garganta. Al día siguiente me siento mejor y después de pensar con la cabeza fría decido ir a una casa hogar para llevar algunos juguetes y comida. Me gusta visitar distintos sitios así para sentir todo el amor de esos niños y darles el mío. Es como si necesitara sentir que alguien me necesita, que soy más que solo la esposa trofeo del alcalde. Definitivamente fue la mejor decisión, porque salgo con mi corazón lleno de todas esas risas de los niños, por lo que esa tarde no pinto más colibrís.
Esa noche miro un programa de variedades que pasan en la televisión y de repente miro a Miranda, esa mujer tan hermosa sale hablando de su línea de ropa y como planea expandirla mundialmente después del buen recibimiento que ha tenido. No puedo dejar de asombrarme por los exquisitamente hermosa que es. Le hacen algunas preguntas sobre su matrimonio con Damián, multimillonario empresario de una de las más grandes cadenas hoteleras del país. Pero la mujer da respuestas concisas y tajantes, demostrando que no está ahí para hablar de su esposo, sino de su trabajo. Por lo que dice me doy cuenta que es una entrevista de unas semanas atrás, ya que menciona viajar al extranjero en las próximas semanas. Después de unos minutos más de preguntas sobre sus proyectos, la entrevista termina.
—Esa mujer es tan imponente —Dice Jenny a mi lado provocando que grite del susto, así que se ríe —Lo siento.
—Eres demasiado silenciosa.
—Gajes del oficio —se encoge de hombros y señala la televisión —Esa mujer, ¿La conoces?
—Sí, he coincidido con ella en algunos eventos de Mike, pero nunca hemos cruzado palabra.
—Es la esposa de ese hombre... el rico y condenadamente guapo, ¿cierto?
Me rio.
—Hay muchos hombres ricos y guapos.
— ¡Damián! ¡Damián Leiva! —Dice triunfante —Lo he escuchado muchas veces en televisión. Siempre da de qué hablar.
— ¿En serio? —Me giro por completo a verla — ¿Qué dicen? —Trago ansiosa esperando su respuesta.
—De lo asquerosamente guapo que es a tan joven edad y que muchas personas quisieran estar en su radar. Pero viendo a su esposa, quién podría tener una oportunidad, ¿cierto?
No sé porque escuchar eso me relaja.
—Sí, es tonto —Miro mi celular esperando el mensaje de Mike y para mi felicidad lo encuentro, me avisa que está bien y que me llamará más tarde.
— ¿Mañana irá al club? —Pregunta Jenny —Damián es dueño de ese lugar, ¿cierto?
—No sé si iré, pero sí, es uno de los dueños.
— ¿Se lo ha topado?
A mi mente viene el día de ayer en la mañana cuando lo vi en su short gris y playera blanca, traje que le sentaba perfectamente.
—Lo he visto —asiento sin decir más.
— ¿Es igual de guapo en persona que en televisión?
— ¡Jenny! —me rio para disimular mi nerviosismo y mis ganas de decirle que la pantalla no le hace justicia.
—Lo siento.
—Mañana vendrás al club conmigo, tal vez lo mires por ti misma.
— ¿En verdad? —Pregunta emocionada, pero rápidamente decae —Y el tra...
—Soy tu jefa y te doy el día libre.
Sonríe.
—Lo que diga la jefa.
Nos reímos y vamos a la cocina a cenar. No me gusta usar el comedor para mí sola, lo que es muy a menudo últimamente, así que prefiero la gran barra de la cocina. Esa noche hablo con Mike por un gran tiempo y la sensación de que todo está bien entre nosotros es lo único que recuerdo antes de cerrar mis ojos.
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Updated 36 Episodes
Comments
Angeles Loza Felix
ponte hacer algo en vez de estar todo el día en casa
2024-06-25
1
Elvira Fretes
que triste es tu vida Bricelda y creo que tú marido te engaña
2023-09-07
1
Rocío Esquivel Salazar
que tristeza 😢para Briseida vivir así debería tener un bebé 🍼 para q no se sienta sola
2023-08-05
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