La semana entera evité poner un pie en el club. Si no iba a ese lugar, existían muy pocas probabilidades de tener contacto de algún tipo con Damián, así que me quede en casa con el pretexto de qué estaba avanzando a mi historia, por si Jenny preguntaba. La cosa era que por más que intenté borrar a Damián, no podía, su imagen besando a esa chica venía a mí de cualquier manera, ya fuese en sueño, mientras intentaba escribir o me ponía a pintar.
Por uno u otro motivo tampoco había visto mucho a Mike, por lo que tampoco había mencionado a Monet. El único ser vivo que me acompañaba en mis crisis existenciales, un cachorro de un mes y medio que bauticé con el nombre de un famoso pintor.
También no había querido mencionarle nada a Mike sobre Monet porque lo notaba extraño, cada que intentaba acercarme, siempre estaba cansado, lo cual me hacía pensar que podría tener a alguien más, esa idea cruzaba seguido por mi cabeza, pero no podía ser. Me negaba a creerlo.
No fue hasta el sábado en la noche que intenté entrar a su despacho, que la puerta estaba cerrada con candado y lo escuché hablar por teléfono de una manera más baja de la normal. Eso me asusto, porque él nunca había cerrado antes.
Por mi mente cruzó tocar, pero tal vez podría ser una llamada privada del trabajo, así que baje la mano y di un paso atrás. Miré la puerta por mucho tiempo deseando algo, tal vez que supiera que estaba aquí, que lo necesitaba, pero no sucedió y me recargue en el muro junto a su puerta y lo espere; me senté en el piso abrazando mis piernas y contemple la estancia y los cuadros encima de la chimenea, paso mucho tiempo y lo seguía escuchando hablar. Me dolía, me lastimaba escucharlo reír y no formar parte de eso. Una lágrima se me escapo, pero la limpié y me puse de pie. Tome un respiro para después irme a nuestra habitación. Él estaba ocupado, así que no tenía caso seguirlo esperando.
Debe estar ocupado dejando todo listo para nosotros o simplemente está teniendo muchísimo trabajo. Sí, eso es Briseida, solo deja de preocuparte.
Me acosté en nuestra gigantesca cama mientras me doy una y otra explicación del porqué de su alejamiento en estos días; y eso me tranquiliza, hasta cierto punto.
El lunes Mike llega más temprano de lo habitual, por lo que cenaremos juntos y eso me emociona.
—Cariño, que bueno que pudiste salir temprano —le sonrío cuando entra por la puerta.
—Tengo una cena de negocios —me da un rápido beso en los labios y se aleja —Dile a Jenny que prepare algo ostentoso y magnífico. Debo de quedar bien.
— ¿Quién viene? —lo sigo al despacho.
—Unos compañeros del trabajo y algunas personas más.
Quiero preguntar si entre ellos está Damián, pero me abstengo, por lo que no puedo dejar de retorcer mis manos mientras miro como Jenny se pone contenta y empieza a realizar distintos platillos. Faltan dos horas para la cena, pero debería empezar a alistarme ahora.
Me vuelvo minuciosa al escoger un vestido, pero mi constante llamada de atención mental para que sea igual de despreocupada que siempre me hace elegir uno beige. Es bonito y con estilo, pero nada dramático.
— ¿Mike, a qué hora los citaste? —Entro a su despacho y lo miro hablando por teléfono, pero cuelga nada más verme, eso hace que mi estómago se retuerza, pero lo ignoro —Uh... ¿Vendrán a las 7:00 p.m.?
—Sí, a las 7:00 p.m. y son cinco —Regresa su mirada a los papeles frente a él. Espere qué digiera algo por mi atuendo, pero no lo hace, entonces trago duro y doy un paso atrás —Iré... iré a revisar cómo va Jenny con la comida.
—Gracias, cariño —sonríe levemente, pero evita mirarme mientras sigue leyendo sus papeles.
Todo está bien, Briseida. Él solo está ocupado y tiene algunas llamadas confidenciales, así es la política.
Pongo los cubiertos en el comedor mientras Jenny pone los platos. Siete lugares en un comedor para diez.
— ¿Vendrán personas muy importantes? —Pregunta de repente en un susurro.
—Creo que sí, pero no sé quiénes son.
—Oh. Es raro, el joven tenía mucho que no hacía comidas de negocios en casa.
Hace más de un año, una de tantas veces Damián vino a una de esas cenas de negocios, pero al no saber yo mucho de los temas que trataban, tenían la costumbre de continuar las pláticas en el despacho de Mike, por lo que no llegué a entablar una conversación con él. Solo hubo un momento qué compartimos a solas y fue mientras él iba al baño, lo cual me sorprendió, porque ¿Cómo podía ser posible qué él decidiera ir al baño cuándo yo decidí ir de la cocina a la estancia? Habiendo tantos momentos, escogimos el mismo.
El destino es frustrante en ocasiones.
Unos minutos antes de las 7:00 p.m. salí a revisar a Monet, ya que no podría venir en un buen rato a revisarlo. Fue mala idea venir con el vestido beige, porque no paraba de brincarme y sus patitas estaban llenas de tierra de mis plantas.
—Carajo —murmure mientras salía y corría a cambiarme, ya que era la única solución. Eran evidentes las marcas del cachorro.
Cuando entre por las puertas corredizas escuche las voces de Mike y de alguien más, creo que era Sergio, sino mal recordaba su voz. Camine de manera sigilosa hacia la escalera, pero era inevitable no verme si estaban en la estancia y así era. Al principio no me notaron, pero solo me asome un poco para ver quienes estaban. Sergio era el jefe de seguridad, estaba involucrado en política como Mike, pero Damián no, así que lo más probable es que no estuviese ahí; pero para mí mala suerte lo miré de espaldas mientras los escuchaba hablar. Contemplé no cambiarme, pero me vería mal, así que tomé un respiro y camine rápido e intentando ser silenciosa, pero Sergio habló.
— ¡Señora Briseida! cuanto tiempo —escuché su entusiasta voz.
Solté un resoplido leve y puse una gran sonrisa en mi rostro, entonces me giré para mirarlo mientras me acercaba, y solo me enfoqué en él.
—Hola —le sonreí —Es bueno verte —Enfócate en mi cara, por favor, solo enfócate en mi cara —Debes venir más seguido —Miré a Mike rápidamente para ver si había bajado la mirada, pero por su expresión, aún no; después me concentré y lo miré a él. Damián sonreía levemente mientras estiraba su mano para tomar la mía.
—Hola, Briseida —su voz aterciopelada envió sensaciones a mi cuerpo que no debía, pero supe ocultarlo y sonreí. Él nunca me decía señora, en automático siempre se había dejado de formalidades.
—Hola, también es bueno verte —Mi corazón martillaba demasiado rápido en mi pecho al sentir su mirada inquisitiva sobre mi rostro. Teníamos un secreto y eso me asustaba.
—Siempre digo lo mismo —sonrió y sentí que era el momento adecuado para quitar mi mano. Por alguna razón sentir su piel con la mía solo me hacía pensar en la forma en que había sostenido a esa chica contra su pecho.
— ¡Señora Briseida! ¿Pero qué le ha pasado? —escuchar la preocupada voz de Sergio me hizo despertar del trance en el que me encontraba y lo miré, entonces noté como observaba mi atuendo y recordé mi ropa sucia.
Ahora todos me veían, pero solo miré a Mike. Noté su frente arrugarse mientras me inspeccionaba y me di cuenta de su cambio de humor sutil; ellos no lo conocían como yo, así que posiblemente no notaron como comenzó a molestarse.
—Uh... yo... —Tomé un respiro intentando pensar en algo —Salí un momento al patio y terminé ensuciándome con una maceta.
Mike me miró y note como mi respuesta no le agrado. Él no era de enojarse por nimiedades como que estuviese sucia, era de molestarse por quedar mal ante alguien con su trabajo, yo no era su trabajo, era su esposa y las personas presentes eran parte de su trabajo. Él estaba avergonzado por mi ante ellos.
—Pero, ¿cómo sucedió? —Sergio ajeno a todo se giró por completo a mi mientras esperaba mi respuesta.
—Solo fue un accidente —sonreí.
—Deberías cambiarte —escuché la voz controlada de Mike y regresé la mirada a él. Me sonreía como si no pasara nada, pero la pizca de enojo estaba en su voz.
—Sí, eso pensaba hacer —Miré por instinto a Damián y este se encontraba observando mi atuendo sucio.
—Bueno, ve ahora, antes de que las demás personas te encuentren así —se río para fingir y esconder sus verdaderos sentimientos, por lo que Sergio se río sin darse cuenta de nada, pero mi mirada seguía en Damián y él solo frunció el ceño, para después beber de su bebida.
—Claro —me río solo para aparentar. Es una risa que tengo bien definida —No me gustaría que me encuentren en este estado —señalo mi suciedad como si fuese algo gracioso —Los veo en un segundo —asiento en caballerosidad antes de girarme para ir hacia las escaleras.
Busco un vestido beige en mi armario. Siento mis manos temblar mientras quito la ropa que llevo puesta, hay algo que oprime mi pecho y me asfixia.
¿Tierra en mi ropa? ¿Es caso algo tan horrible como para avergonzarte? ¿Por qué siquiera eso duele? Debería saberlo bien. Mike siempre ha sido así, ¿Qué hay distinto ahora?
Una sola lágrima corre por mi mejilla, pero la limpio, y me miro al espejo con mi nuevo atuendo. Es muy parecido al anterior, así que mi cambio no será tan dramático para la vista. Mis ojos se ven cansados, pero después de practicar algunas veces mis rostros cordiales al espejo, me voy a la estancia.
La cena pasa sin contratiempos cuándo Pablo Olivera, Alfonso Jiménez y Ronaldo Castillos llegan finalmente.
Los contemplo cenar mientras hacen algunos comentarios sobre el tema que quieren tratar, pero al estar yo en la mesa se abstienen de hablarlo abiertamente. Son temas de negocios, eso es fácil de entender, pero todos a excepción de Damián están involucrados políticamente, así que la pregunta que me carcome. ¿Qué hace él aquí?
Al terminar de cenar, se levantan siguiendo el ejemplo de Mike y se adentran en su despacho, no sin antes alabar la cena sonriéndome cómo si yo la hubiese hecho, pero sé que Jenny escuchó y doy las gracias por ella.
—Esos hombres son imponentes —comenta ella cuándo quedamos a solas y comenzamos a recoger la mesa —Pero en especial Damián —sonríe emocionada — ¿Cómo no podía conocerlo antes?
—Porque no estabas en la ciudad cuándo vino anteriormente —pongo los platos en el lavavajillas.
— ¿Vino antes? —pregunta sorprendida.
—Sí, cuándo fuiste a ver a tu hermana embarazada unos días.
—Eso fue hace más de un año.
—Bueno... pues en aquel entonces —me enderezo y la miro —Sabía qué te molestaría no haber estado aquí, así que solo no lo mencioné.
Suelta un suspiro.
—Bueno, al menos lo conocí al fin. Ahora entiendo porque causa tanto revuelo en televisión. Es hermoso de una manera sexy.
Trago duro mientras me limpio las manos.
—Bien, termina con esto. Debo ir a revisar algo.
—Claro.
Me giro rápidamente y salgo de la cocina antes de que siga hablando de Damián. No quiero hablar de él, por lo que subo a mi recamara y por algún extraño motivo me quedo observando la fotografía de Mike y yo en nuestra sesión de boda.
¿Qué tiene esa mujer que no tenga yo? ¿Por qué me es complicado cada vez más mirar en el espejo lo que veo en esa fotografía?
Busco mi teléfono para hablar con mi padre y preguntarle cómo está, pero no lo encuentro por ningún lado. Al final recuerdo dejarlo en mi escritorio en el invernadero, pero mi prisa por cambiarme me hizo olvidarlo. Suelto un suspiro y voy a buscarlo. Miro a Monet dormido en su rincón, pero al escuchar la puerta abrirse se levanta emocionado.
— ¡No! —lo regaño señalándolo, lo que lo hace detenerse —No se te ocurra moverte de ahí —me muevo mientras le hablo y tomo mi celular —No des un paso hacía mi cachorro insolente —Sé qué no me entiende, pero sabe que estoy molesta, por lo que solo me mira y suelta un pequeño ladrido —No estoy contenta, para nada —me alejo de reversa hacia la puerta —Mañana hablaremos largo y tendido sobre tu tendencia a ensuciarte —ladra de nuevo, entonces cierro la puerta.
Al girarme un pequeño grito se me escapa por mirar a Damián contemplarme divertido con sus manos metidas en los bolsillos.
— ¿Regañabas a un cachorro?
—Uh... algo así —miro más allá de él en busca de los demás — ¿Qué haces aquí?
—Voy al baño.
Frunzo el ceño.
—Definitivamente sabes dónde queda y aquí no es —miro hacia un gran rosal para evitar sus ojos.
—Lo sé, pero tú y yo tenemos una plática pendiente.
Mi corazón se acelera al escucharlo y por instinto cierro los ojos y maldigo el momento en que abrí esa puerta.
—No es necesario tener una plática —lo miro.
— ¿En serio? —Ladea la cabeza estudiándome — ¿No harás preguntas?
—Es tu vida, Damián. ¿Quieres qué no diga nada? Bien, tenlo por hecho.
Se queda observándome un buen tiempo antes de asentir sutilmente.
—No es lo que pedí, pero si es tú decisión, no voy a protestar. Tienes curiosidad, lo sé. De hecho, también la tengo —sonríe levemente de lado como si supiera algo que yo no —Es fascinante esta situación, creo que compartimos un secreto.
Mi respiración se traba y desvío mi mirada.
—Creo que lo hacemos, a menos que quieras que hable —No hay reacción de su parte, así que lo miro y no descifro nada, solo unos ojos, unos que guardan muchos secretos.
—Esa es tu decisión, Briseida. Repito, no he pedido nada y... tampoco lo haré —Da un paso atrás sin llegar a girarse —Gracias por tan gratificante conversación — ¿De qué habla? Casi no hablamos de nada, solo dimos vueltas a lo mismo —Ah, una cosa más —levanta su dedo indicie y después vuelve a meter su mano en su bolsillo —Te ves magnífica —Da un momento de silencio como intentando crear una situación dramática y lo logra —En cada momento de la noche, fue así —Asiente a modo de despedida y lo veo entrar a la casa por las puertas corredizas.
Suelto el oxígeno que había estado conteniendo y llevo una de mis manos a mi pecho. El late rápido, mucho.
Al final de su velada salgo a despedirlos en el vestíbulo, a todos les doy mi gran sonrisa de despedida, cada uno de ellos me corresponde de igual manera, todos, igual Damián. No hay distinción, no hay miradas con secretos, pero sé qué lo tenemos y es aterrador.
Esa noche mientras Mike duerme escucho su celular sonar, pero él no se despierta. Me fijo para mirar quién lo llama y veo la letra "S" en su pantalla iluminada. La he visto en otras ocasiones y cuándo pregunté él mencionó que no registraba a personas importantes con su nombre, solo iniciales. Cuestión de seguridad.
Pero, ¿Quién era S? ¿Tal vez Sergio? Pero eso sería extraño si acaba de irse hace unas horas.
Algo retumbaba en mi conciencia, algo me hacía tener escalofríos, pero lo ignoré.
Fue el martes por la tarde después del trabajo mientras Mike se bañaba antes de irse de viaje, de nuevo, que miré la letra "S" aparecer, lo ignoré y seguí acomodando su ropa en la maleta para dos noches, entonces tomé su saco y el papelito de mi destino cayó al piso. Fruncí el ceño y lo tomé.
Algo se quebró, algo se marchitó dentro de mí mientras leía el corto mensaje.
***Ansío estar entre tus brazos de nuevo mi amor.
Tuya por siempre, S.***
Ese día odié dos letras, una era la S y la otra... la otra era la M. Qué extraño qué existió el día en qué la amé.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 36 Episodes
Comments
Paloma
escritora me pones a mí ya esperaba que este malnacido no fuera un infiel ya lo esperaba rata inmunda
2024-03-15
0
Victoria Ruiz
Cómo hago yo para no restregarle ese papel por la cara y darle una patada por ese ....lo... 😡😡😡
2024-02-07
0
Elvira Fretes
y ahí está el tiene otra, y vos lo presentía, ahora a investigar
2023-09-07
0