Capítulo 2 Ilusión.

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... ••Capítulo II••...

Narrador.

 La Iglesia.

La misma mañana, al otro lado de la ciudad. Unas horas antes.

Una hermosa chica de cabellos negros besa en los labios al hambre que ama, ha desafiado todo pronóstico, esperando valiente a su amor. De vestido carmín y labios suaves, ella se posa en el banco de un pequeño jardín frente a la fachada que mañana en la mañana la verá unida a él.

– Al fin mañana ya estaremos juntos nena — Habla el tipo en un tono algo frío. Algo difícil de notar por la morena enamorada que acaricia el dorso de su mano con brillo en los ojos de hilos dorados.

–¿Dónde iremos a parar después de ésta locura?; no han parado de llamarme.

– Primero lo primero reina mía — El tipo de cabellos avellana le sonríe, posando un beso en los labios rojizos.

     Un almuerzo lleno esplendor, en el restaurante más costoso. Bistec con ensaladas mixtas, la comida preferida de la dama y un buen espumante, cosa que se note el dinero que se cae de los bolsillos, y en medio un brindis casi penoso para el tipo. Una joya de veinticuatro quilates, con un diamante incrustado, en el detalle de una pequeña mariposa hecha a mano.

–Si me disculpas amor, ya regreso.—Poniéndose de pie, acomoda su fino traje y sé en marcha al cuarto de baño, después de ver a la mujer admirando la joya, sonríe en satisfacción. A los lejos había divisado al queridísimo Shesid, nada más y nada menos que con Alex y Pietro. Camina sigiloso, y antes de llegar al baño quiere que la mesa del nombrado lo note .Deja sus ojos en Shesid entrando al fin al baño. Lanza un suspiro mirando el mármol frente al espejo con una terrible y mal formada sonrisa cínica; cuando ve pasar a Shesid .

–¡Querido Shesid, que gran gusto verte por aquí… verlos!—haba orgulloso de sí mismo, y clavando las pupilas en el otro saca un sobre color negro, lo deja sobre el mármol y se marcha sin más— Es mejor darte unas pocas palabras, me esperan. Te espero ahí — sonríe saliendo del sitio como gran señor, mientras la ira del otro se acumula en sus puños.

    Los ojos de Shesid se fijan en sobre que el bastardo le entregó. Al pensarlo en la mañana con un par de balas en la frente; le pareció que lo había atraído al sitio. Refunfuñando abre el papel satinado, sólo para encontrarse  con una noticia que le rompería el corazón no a él, si no a Alex. Sin más, con la ira subida hasta los ojos, guarda la tarjeta en el bolsillo interno de su traje y  regresa a la mesa. Después de ver cuál cínico podía ser el tipo. Se quedó observando como almorzaba con la bella mujer que lo acompañaba. Aunque no podía mirar muy bien el rostro de la dama.

Sin saber como tomar el tema para no dañar a Alex, no pudo soportar mucho más que casi una hora, se pone de pie, agradeciendo que Alex estuviese de espaldas a la feliz pareja, que se encontraba a tan sólo unos metros.

 

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

 

 Después de haber regresado a la mesa, el hombre siguió con la cita y la mujer bella. La llevó a un hotel, hizo lo que todo hombre querría hacer con una mujer como ella.

– Te amo, mi querido —La voz  de ella suena tan dulce, tan tranquila. Podría calmar a cualquiera bajo ese tono angelical. El de cabellos avellana le sonríe, mientras talla con sus dedos la cintura estrecha de la mujer, que reluce bajo el cálido caer de las aguas  en aquel cuarto de baño.

......................

Al día siguiente:

Las horas pasaron. Al despertar ella estaba sola, a su lado una pequeña nota en  la mesa de noche, junto a una rosa.

“Te espero en …. A medio día, te amo.”

Se lavó los cabellos, se perfumó la piel. Aquel vestido  blanco que su amor eligió le queda perfecto a sus hermosas curvas naturales, tararea un par de canciones colocando sus  zapatos combinados. Tomando la rosa entre sus manos sale echándose a correr por los pasillos, sin notar detrás un apresurado Shesid que corre al mismo sitio que ella, el ascensor. Sube frenéticamente, sin saber que el muchacho huye de una rubia que le persigue feroz, otra que no es Ámbar, por supuesto. Sin prestarle la mínima atención observa ansiosamente la puerta de metal que ha comenzado cerrarse cuando escucha unos zapatos correr y alguien rechistar de enojo.

—¡Maldita sea!

No se alarmó, ella se dirige al fin al sueño de su vida, casarse con el hombre que más ama en la vida. Negando y sonriendo como tonta se da cuenta de que lo dejó todo por él, respirando el aire veraniego da un suspiro y sale al fin por la puerta de aquel hotel.

Mira algo atontada como un idiota sale escarbando el suelo en un auto negro, y allí se da cuenta, debe llegar de algún modo, puesto que la Iglesia está al otro lado de la ciudad.

Estirando sus manos al aire coge un taxi, y casi canta la dirección envuelta en un paño de felicidad total. Su cuerpo no sale de la enorme ensoñación.

– ¿Se dirige a la boda señorita? —Menciona el amable conductor, una sonrisa plena se ve por el espejo retrovisor. Ella supuso que el hombre rondaría unos cincuenta y tantos, por el pelo cano, y las pocas arrugas incipientes en los ojos. La edad parecida a la de su padre. Imagina cómo la debe de estar buscándola con desespero. Mientras ella hace la locura más grande de su vida.

– ¡Así es! — sus ojos se iluminan en un destello dorado increíble , y se queda mirando como en una de las esquinas el semáforo da en verde para cruzar. El conductor miró hacia la derecha y comenzó a avanzar con algo de lentitud para cruzar la avenida.

–  Lo siento, el coche ya está cansado… no funciona bien ya, imagino que la novia se pondrá celosa al ver tal belleza entrar a esa iglesia — El hombre alega, como si tuviese que disculparse por la lentitud de la fila de autos, sonriendo al decir las últimas palabras de la frase que ella no entiende registra el hombre con su coche a medio andar. No vale más que parpadear  cuando un golpe se siente contra la parte delantera del auto, haciendo que el hombre suelte un insulto al instante —¡Hijo de puta, me ha chocado y se ha dado a la fuga! — los ojos de ella miraran a lo lejos, mientras un auto negro desaparece al instante del lugar.

–Yo lo siento pero… — Habla lanzando un par de dólares en asiento trasero del auto, para otra vez salir corriendo en la misma dirección de aquél carro que se dio a la fuga. Ya es casi medio día. Su amor la estaría esperando.

Comenzó a correr con toda la fuerza de sus piernas, está a medio camino de su felicidad. Las calles le parecen eternas, pero al doblar una esquina más, allí estará piensa fugazmente.

Cae al piso, cuando su zapato color crema se encuentra una roca, aun así oponiéndose de pie y continúa un poco más con sus esperanzas llenándole el corazón hasta que al fin llega.

Aunque es raro la conmueve, la Iglesia está repleta de globos color rosa fuera. Y una alfombra se extiende por debajo de la enorme puerta.

 

 

 

   

 

 

 

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Comments

Carlota Cadenillas

Carlota Cadenillas

complicada redacción poco entendible ....caos

2024-07-11

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