Capítulo 1 El hijo menor.

...  ••  Capítulo I••...

Shesid Lizzi.

 

No soy el hijo perfecto, eso lo sé. Aunque nada me cuesta dejar ese preciado lugar a mi hermano Micael. Al otro lado de los azulejos verde seco del baño del hotel, en una cama king una rubia de infarto me espera. La hija de algún don nadie que quiere ascender a costa de la carne de su hija menor. Y para qué negarme a los placeres de la vida, una pequeña ayuda no le vendría mal al viejo gusano. Después de todo, mi padre y mi tío Pietro sabrán ubicarlo en su  palmera tan pronto como tire la primera piedra. Eso será bueno de ver, sin duda alguna.

Por años mi hermano y yo hemos pasado muy por lo alto el hecho de que así como ambos abran la boca, así una bala de visita a cualquiera le termina los minutos… y ya sabemos  el por qué.

La borrachera de anoche me ha dejado una jaqueca tremenda, sinceramente no recuerdo si ella era Fiorella, Ana, Diana. ¡Realmente no lo sé! Son las diez de la mañana, y el vapor de la ducha me relaja.

Fuera el tono penetrante e insoportable de mi móvil me desconcentra, y sé perfectamente quien es. Mi bella y adorada madre. Ella y mi padre han decidido hacer el acto que me parece más errado y patético de la vida completa, después de la idea de matrimonio, claro está. La cosa más sin sentido, renovación de votos de amor 💘. Admito sí, mi madre y mi padre han tenido la dicha de tener un matrimonio bello, eso lo he visto desde que nací, pero vamos… renovación ¿De qué? Si se llevan de maravilla, tienen piel y han compartido sábanas más años que la injusticia, no hay mejor confirmación de un buen amor que eso. O bueno, eso es lo que pienso. No hay nada mejor para confirmar amor que ver a la persona que quieres prepararte un café con los cabellos revueltos en un chungo mal hecho y unas pantuflas de Hello  Kitty, mientras tú andas sin camisa y con ojos dormidos por la cocina. Esa es la promesa válida.

¡Claro! eso no me ha ocurrido, y a éstas alturas esperanzas de que algo así suceda conmigo, pues ya no hay.

Cerrando el agua caliente, tomé la bata color azul marino del perchero mirando el móvil que aún no para de cantar.

¡Dios dame Laa paz que en ti habita!

– Dime mamá, buen día. —ella siempre suena gruñona cuando le respondo.

–¡El móvil ha sonado como quince veces, ya estaba por mandar tu hermano para verte Shesid! ¡No me tengas así! — la preocupación se oye en sus palabras.

– Lo siento — no alcanzo a seguir la charla, cuando su voz algo enojada que intenta ser suavizada forzosamenteme hace sonreír. Mi madre tiene ese poder siempre.–¡ Sólo cállate, quería decirte que el fin de semana es la ceremonia, te quiero aquí sin peros! Y sin ninguna novia de esas...— Musitó y cortando la llamada con un breve beso al tubo.

Al otro lado de la puerta la rubia de infarto no da ni señales de vida. Probablemente espera que la despierte con un desayuno y atenciones especiales, pero ese no es en absoluto mi manejo, y más teniendo en consideraciones el tipo de favores que me solicitó anoche.

Me siento casi en el compromiso de dejar un pago en la mesa de noche, como si me hubiera brindado un servicio, cuando sabemos bien; quién usó a quién aquí.

Termino de cerrar la cremallera del pantalón de vestir, mientras el olor a colonia barata se desprende de toda la habitación, deslizo mis dedos por el bolsillo de mi saco y enciendo un cigarro cuando la rubia abre sus ojos azules como platos.

–¿Te vas cariño? —Sus ojos van directo al fajo de dinero en la mesa de noche—¿Acaso creés que soy una…? — La observo ponerse de pie mientras doy un jalón a mi cigarro, cubriéndose histérica con la sábana de satén  y algo de pudor que se deja ver en ella. El cuerpo le brilla con un dejo de perla a contra luz.

– Nena, favor con favor se paga, no estás en alturas como para reclamar qué creo yo que tú eres.—Simplemente me fui de la habitación, esa sería una más; en la lista de zorras  hipócritas.

 

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

 

Lo último que vi de la rubia es un poco de brillo, que lanzó anoche sobre el tapiz negro de mi coche. Y sí, valdrá bastante quitar eso de mi butaca. Unas acciones más no vienen mal al negocio, y ya la semana próxima ese señor que usó a la chica...ni existirá, pero aún sí su riqueza; que será ya del patrimonio Lizzi -Rossi.

Después de un rato el campo de tiro de mi tío me espera, como cada viernes por la mañana esta es mi cita con él. El sol refleja su esplendor por las ventanillas del auto, enciendo la radio en mi estación favorita, melódico, las calles están concurridas, pero aun así me gusta esta pequeña ciudad.

Es un clima es totalmente perfecto, una pequeña brisa de verano reconforta todo lo demás.

La tía Diana y Alex siempre me esperan con una pequeña taza de café, él siempre dice que las noches no me pegan bien, y cada viernes hace galletas para recibirme. Él es un tanto… peculiar, pero es el mejor primo y amigo que he tenido en la vida. Él es mi Alex.

–¡Hasta que te dignas, papá te ha estado esperando impaciente Shes! —El perfecto de cabello ondulado y negro me mira sonriente y radiante, mientras sostiene una charola de galletas de doble chocolate—He de suponer que la rubia de Ámbar no te soltaba, bueno… después de lo de anoche... —Se dio la vuelta por la mesa del centro y dejó lo que sostenía, vino hacia a mí, y apretando mis mejillas con ambas manos comenzó a inspeccionar mi cuerpo milímetro a milímetro. He de confesar que por esto me he liberado de varias grandes.

– Mi entera culpa Alex de mi corazón —Me sonrió, mientras pruebo una de sus delicias de chocolate, respira hondo, sus ojos de lobo como los de su madre se clavan en mi cuello.

–¿Eres imbécil o Ámbar una vampiro?

–¿Así se llamaba?—Sólo oírme y un pequeño golpe fue a parar a mi cabeza.

– ¡Ven conmigo!—Lo miro a arrastrarse por los pasillos tirando de mi mano, después de murmurar cuanta cosa se le ocurre, me clava los ojos orrojándome sobre una silla de tapiz rojo intenso en su habitación. Corriendo al cajón de en medio de una enorme cómoda y trajo con él una pequeña brocha, de esas que son suaves.

– Perdón.—lanzo por lo bajo, observando las muecas que Alex hace al ver el morado en mi cuello.

– ¡Esto amerita más que esa simple palabra de casanova simplón, anoche me dejaste sólo! —la voz se le acelera cuando se enfada— En un antro que no es de mi gusto, y te fuiste con esa… esa… traidora que…

– Basta Alexandre Rossi. — Mordiéndose los  labios comienza a pasar por mi cuello una crema color carne tan suave que hace casi cosquillas.

–Si papá te ve esto, comenzará a indagar que hice yo anoche… —masculla.

–¿Y qué hiciste anoche? —hablo tratando de encender un cigarro que quita de mis manos y arroja al cesto de basura.

– ¡Aquí no!... Me fui con él, nene.— continúa concentrando los ojos en aquel morado.

–¿Otra vez?, ¿Es en serio?, Alexandre ten dignidad.

Me clava los ojos nuevamente, haciendo un mohín indescriptible que siempre hace cuando no sabe qué decir y pone más crema rara sobre la pequeña brocha.

–¡No jodas Shes, ambos sabemos que dejaste dinero a la rubia, y que yo vuelvo a verlo cuando me llama! —alejándose de mí lo miro traer con él un spray que huele a fresas.—Cierra los ojos. Odias el fijador lo sé, pero ese morado nene, si tocas el maquillaje apenas, se verá de inmediato.

–No quiero verte con él Alex, ese tipo.

–Dejaré de verlo cuando tú tomes a una mujer en serio.—contrapone agitando el dichoso envase blanco.

–La única mujer que yo…

–Ella ya no está nene. Ven —De nuevo me lanza hacia afuera de la habitación acomodando mis cabellos. Se ha puesto un saco gris que abotona con cuidado...caminando por pasillos salimos por el sendero que llega al campo  de tiro.

 

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

–¿Te está sucediendo algo últimamente querido? —El tío siempre se preocupa por mí, eso y es que también es el chismoso de mi padre. No puede saber por nada del mundo que Alex; que yo...

–¡ En absoluto, sólo me quedé un poco dormido! —cambiemos de tema — Mamá me ha llamado, el fin de semana es...

— Dirás mañana niño, mañana es la boda, gracias a eso tu tía ha estado chillando. En la noche llegan los demás, estas invitado a la cena si quieres —Habla después de dar el quinto tiro al blanco que está a lo lejos, volví la vista a Alex, que está tan concentrado que da miedo. Aunque no lo parezca, él podría dejar un hoyo en tu frente sin tener un ápice de misericordia corriendo en esas venas.

–Tienes razón —Hablé cargando el arma, me puse los tapones y divisé la cabeza del buen Don, y sí, lo odio. Terminé mi ira recogida y miré como mi tío saca del bolsillo una pequeña caja de pana.

— Mañana se lo das tú a tú padre, Ángela me lo especificó detalladamente.

–¡Qué fastidiosa!

– Sólo quiere asegurarse de que estés ahí. Lo sabes. No seas irresponsable e irrespetuoso.

 

 

 

 

 

 

 

 

                  

 

   

 

 

 

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Melisuga

Melisuga

Un interesante comienzo. ¿Será que Shessid se enreda con nuestra chica abandonada y termina enamorado?

2023-06-03

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