Día 2

2 de julio de 2019

Día 2 Calorías: 750

- Desayuno: Huevo hervido y papaya

- Comida: Caldo de pollo

- Cena: Una rebanada de pastel de chocolate

- Peso: 101 kg

Ya sé, ya sé, dirán: "Fátima, otra vez cenaste pastel de chocolate, por eso no bajas de peso". ¡Pero es el pastel de mi cena de compromiso! ¡Está bien! Y lo seguiré comiendo hasta que se acabe, porque no voy a dejar que se eche a perder solo porque se me ocurrió ponerme a dieta.

Lo cual me lleva al tema de hoy:

Las celebraciones

Típica frase mexicana: "Una vez al año no hace daño".

Pues para ti, mi cielo, porque aquí es una vez al año todo el año. Según la estación, las fiestas patrias, el clima o el cumpleaños de alguien, ya sabes qué vas a comer. Empezamos el año atascados y terminamos el año atascados:

Enero: Recalentado del 31 y rosca de reyes.

Febrero: Tamales (día de la Candelaria), chocolates de San Valentín o pastel; más pastel (es mi cumpleaños). Hace frío y a veces llueve, así que tomas un chocolatito caliente, más rosca de reyes que sobró, y como estás soltera en San Valentín, otro pan más, porque con el pan las penas son menos. Ah, y no olvidemos el Super Bowl, día de pizza, alitas, hamburguesas y mucha cerveza.

Marzo y abril: Hace calor, entonces son raspados, paletas de hielo, helado y, bueno, también viene Semana Santa, lo cual significa que es la temporada de los mariscos, los camarones empanizados, mojarras y cócteles. Unos días en la playita, comiendo abundante pescado y mucha cerveza súper fría, sin olvidar que en abril es el Día del Niño, por lo tanto, es día de pizza, hot dogs, salchipapa, muchos dulces y pastel.

Mayo: Día de la mamá, y mamá no cocina ese día, así que vas a un buen restaurante a comer lo que más se te antoje del menú y más pastel.

Junio: Empiezan las lluvias, así que el pan dulce con cafecito o chocolate no puede faltar.

Julio: Aquí puedes hacer alguna dieta, si no es que se te atraviesa el cumpleaños de alguien.

Agosto: Sigue lloviendo mucho, así que aún estamos en la temporada de café con pan y más pastel.

Septiembre: Día de la independencia: taquitos, pambazos, quesadillas, gorditas y toda la comida mexicana que se te pueda antojar, y más pastel.

Octubre: Halloween, pan de muerto, pay de calabaza, todo lo que puedas comer con sabor pumpkin spice, chocolate caliente y muchos dulces.

Noviembre: Más pan de muerto y más chocolatito caliente, sin mencionar la comida favorita del difunto que dejaste en la ofrenda. Aunque no tenga sabor, se come.

Diciembre: Comida de fin de año del trabajo; comes de todo. Hay posadas, vuelves a comer de todo; más posadas, por lo tanto, más comida. Cena de Nochebuena: pavo, pasta, postre... de verdad, mucha comida. Cena de Año Nuevo: más pavo, pasta y muchos carbohidratos, sin contar los recalentados y los cumpleaños de familiares en el transcurso del año.

Diciembre es el mes más atascado en comida, y todos, sin excepción, terminan el año con 5 kilos de más. Pero no pasa nada, porque en enero se meten al gym y en marzo lo abandonan.

Mi punto es que las fiestas y reuniones no significan nada sin la comida adecuada. La gente se esfuerza y trabaja mucho para poder comer bien en las fechas importantes. La comida nos representa de manera cultural y tradicional.

Así que me comeré mi pastel de chocolate, así esté a dieta, porque es mi pastel de compromiso.

Les platicaré cómo Jonathan me propuso matrimonio; sin duda, fue algo hermoso. No creo que reciba ninguna propuesta mejor que esa.

Todo empezó cuando Jon me mandó una invitación, así a la antigua. Era una tarjeta muy vintage, ¡hasta tenía aroma a lavanda francesa! La caligrafía era elegante y decía:

"Bombón de chocolate, has sido cordialmente invitada a una cena VIP con tu fiel amante, Jonathan. Tu chofer pasará por ti".

En ese momento, estaba muy emocionada, porque hoy en día, ¿qué hombre te prepara una cena especial con una invitación vintage? Obviamente, ninguno; eso solo pasaba en las películas y, si acaso en los 90.

Salí de mi departamento sintiéndome espectacular. Me había puesto un hermoso vestido rojo carmín, de escote bardot, manga larga con algunas transparencias de encaje que dejaban entrever mis hombros. Era largo, a unos centímetros por debajo de la rodilla, en línea A, entallado en mi cintura, resaltando mis curvas. Estaba diseñado especialmente para mí por un modisto local, y lo combiné con un bolso de mano color hueso con detalles dorados de Coco Chanel, que hacía juego con unas hermosas zapatillas de tacón bajo, porque no soy suicida; la comodidad para mí es muy importante. Además, el rojo siempre me hace sentir poderosa.

El chófer ya me esperaba afuera, abriendo la puerta del auto con una reverencia. Me subí al auto, nerviosa por saber adónde me llevaría. Mis ojos se iluminaron cuando reconocí el camino hacia La Pizzería Bella.

—Llegamos al destino, señorita —me dijo el chófer al estacionarse frente al restaurante.

Era uno de los restaurantes de mi familia, La Pizzería Bella, un lugar que mi padre abrió especialmente para mí, ya que adoro la pizza; es mi comida favorita y, sin duda, el mejor invento del hombre. También, el restaurante es una de mis tantas herencias, aunque nunca me he metido en el negocio.

Al entrar, el restaurante estaba vacío; sólo estaba abierto para mí. La luz tenue de las velas resaltaba los pétalos de rosas rojas esparcidos por el suelo, guiándome hacia una pequeña mesa para dos con un mantel blanco impecable, una botella de vino tinto de una bodega exclusiva y dos copas de cristal fino. El aire estaba impregnado de un suave aroma a rosas y pizza recién horneada. Al sentarme, Jon apareció con un traje azul satinado que brillaba bajo la luz de las velas, camisa blanca y moño negro, tan guapo como siempre. Parecía sacado de una película antigua.

—Jon, cariño, ¿qué es todo esto? —comenté, sin poder creer este hermoso detalle. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

—¿Te gusta, bombón? —me preguntó con una sonrisa nerviosa, tomando mi mano entre las suyas. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Sí, es hermoso. ¿Cómo lograste que mi padre te dejara cerrar el restaurante?

—Le hice una propuesta que no podía rechazar —dijo guiñándome un ojo, con una sonrisa traviesa.

Cenamos una rica pizza de aceitunas negras y carnes frías, la favorita de Jon. La masa estaba crujiente y los ingredientes frescos y deliciosos. Tomamos mucho vino tinto; Jon tomó un poco más que yo. De hecho, ahora que lo pienso bien, Jon estaba muy ebrio al terminar de cenar; su rostro estaba ligeramente sonrojado y su voz un poco más pastosa de lo normal. Yo creo que ya había tomado algo de alcohol antes de que yo llegara al restaurante, quizás para calmar los nervios. Pero seguro era por eso, porque al terminar de cenar, Jon se levantó, se acercó a mí y me entregó una cajita verde agua de terciopelo. Reconocí la caja enseguida; era de Tiffany, y al abrirla, resaltó una hermosa pulsera de oro blanco con un dije de corazón del color tan representativo de Tiffany. La pulsera brillaba bajo la luz de las velas, pero no era lo que esperaba.

No les mentiré, cuando vi la pulsera y vi que no era un anillo, casi agarro la botella de vino y se la rompo en la cabeza a Jon. Pero antes de que yo pudiera decir algo, Jon se arrodilló frente a mí, con los ojos brillantes por el alcohol y la emoción, y enseguida hizo la pregunta.

—¿Te... cof, cof, te... bueno... mmm... casarías conmigo, bombón? —preguntó muy nervioso, tosiendo un poco para aclarar su garganta. Su voz temblaba ligeramente.

Claro que le iba a decir que sí, todo fue perfecto, aunque me gustaría tener un anillo para presumir que Jon y yo nos casaremos. Pero en ese momento, lo único que importaba era que Jon me estaba pidiendo que pasara el resto de mi vida con él.

Jon dice que no me dio un anillo para que podamos mantener nuestro compromiso en secreto; solo lo sabe mi familia, nosotros y el abogado que me hizo firmar el acuerdo para que baje de peso. Dice Jon que no quiere que nadie se entere, para no tener mala suerte el día de nuestra boda, porque la gente es muy envidiosa de la felicidad de otros.

Tampoco quiso que publicara oficialmente que teníamos una relación o sobre nuestro compromiso. Aún así yo confío en Jon y creo en todo lo que él me dice, porque él me ama y yo lo amo también.

Tik tok @lexicarl1 Instagram @lexy_carlen

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Comments

María Rodriguez Santiago

María Rodriguez Santiago

yo creo q le da vergüenza q sepan q tiene una prometida gorda como dice ella misma

2022-10-12

1

Autora

Autora

al diablo los envidiosos, él se avergüenza de ti. y no te das cuenta. ojalá no sea así pero el hecho de mantener todo en secreto deja dudas

2022-09-02

0

Autora

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que simpático el hombre *irónicamente 🤣🤣

2022-09-02

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