NovelToon NovelToon
Mi Arrogante Secretaria

Mi Arrogante Secretaria

Status: Terminada
Genre:Embarazada fugitiva / Malentendidos / Reencuentro / Romance de oficina / Completas
Popularitas:33.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Yoisy Ticliahuanca Huaman

Abril Ganoza Arias, un torbellino de arrogancia y dulzura. Heredera que siempre vivió rodeada de lujos, nunca imaginó que la vida la pondría frente a su mayor desafío: Alfonso Brescia, el CEO más temido y respetado de la ciudad. Entre miradas que hieren y palabras que arden, descubrirán que el amor no entiende de orgullo ni de barreras sociales… porque cuando dos corazones se encuentran, ni el destino puede detenerlos.

NovelToon tiene autorización de Yoisy Ticliahuanca Huaman para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 10: Plan maestro

Si pensaban que el plan maestro de la abuela terminaba, estaban equivocados.

Cuando la cena concluyó y Abril se levantó para marcharse, una fuerte tormenta comenzó a azotar la ciudad. Los relámpagos iluminaban el cielo, y la lluvia caía con furia.

Doña María, con fingida preocupación, intervino de inmediato:

—¡Ay, no, mi niña! Con esta tormenta no puedes salir. Es peligroso. El chofer ya se fue, y los autos no deben moverse con esta lluvia.

Abril abrió la boca para protestar, pero la abuela fue más rápida:

—Ya está decidido. Esta noche te quedas aquí. El departamento es grande y hay habitaciones de sobra.

Alfonso se levantó de golpe, indignado.

—¡Abuela, no!

—¡Abuela, sí! —respondió ella con firmeza, cruzándose de brazos.

Abril, con una sonrisa divertida, se giró hacia Alfonso.

—Parece que tendré que soportarlo, señor Brescia. Prometo no roncar… demasiado.

Los ojos de Alfonso se entrecerraron con furia contenida, pero la chispa en su mirada revelaba algo más: el deseo y la tensión que lo carcomían desde hacía semanas.

Y mientras Abril subía las escaleras hacia la habitación de huéspedes, doña María la seguía con la mirada satisfecha. Su plan avanzaba. Esa noche, bajo el mismo techo, la distancia entre su nieto y aquella joven arrogante empezaría a romperse.

---------‐--------------------------------------------

Los días siguientes fueron una guerra interna para Alfonso. Por un lado, mantenía su fachada de jefe implacable: órdenes tajantes, exigencias imposibles, miradas frías.

Pero cada vez que Abril entraba a su oficina, sentía un impulso extraño de observarla más de lo debido. Seguía con el ceño fruncido, fingiendo indiferencia, aunque por dentro ardía con cada gesto de ella.

Y lo odiaba.

La odiaba porque lo hacía perder el control. Porque al verla sonreír con Boris o con algún socio, un fuego de celos le encendía la sangre.

Porque no soportaba la idea de que alguien más la tocara o la mirara con deseo.

—No es atracción —se repetía a sí mismo frente al espejo de su baño privado—. Es orgullo. Ella me desafía y eso me irrita. Eso es todo.

Pero cuando la escuchaba reír en los pasillos, ligera y natural, sentía cómo el hielo en su pecho se resquebrajaba.

Y en secreto, empezaba a buscar pretextos para tenerla cerca: reuniones innecesarias, documentos que solo ella debía revisar, encargos que bien podría hacer cualquier otro.

Abril lo notaba, aunque fingía ignorarlo. Había aprendido a leerlo con rapidez: su manera de clavarle la mirada como si quisiera atravesarla, el modo en que su voz se volvía más grave cuando estaba molesto con ella… o con alguien que se le acercaba demasiado.

En el fondo, esa contradicción la divertía. Sabía que Alfonso la quería someter, pero también sabía que estaba perdiendo la batalla contra sí mismo.

Y si había algo que Abril Arias disfrutaba más que los lujos, era ganar un juego en el que nunca fue invitada a jugar.

Aquella noche, mientras se servía un whisky en la soledad de su oficina, Alfonso apretó el vaso hasta casi romperlo.

—Maldita mocosa… —susurró, cerrando los ojos—. No voy a dejar que me controle.

Pero sabía que ya era demasiado tarde. Abril se había convertido en la grieta de su armadura.

La lluvia golpeaba con fuerza los ventanales del piso treinta. Era tarde, la mayoría de empleados ya se había marchado, pero Abril aún estaba en su escritorio terminando unos documentos que Alfonso le había exigido revisar.

El silencio del edificio se quebró de pronto con un sonido que no era común en aquel lugar: un golpe seco, seguido de un murmullo apagado.

Abril se levantó con cautela y se dirigió hacia la oficina del CEO. La puerta estaba entreabierta.

Allí, en medio de la penumbra, vio a Alfonso sentado en el sofá de cuero, con la chaqueta desabrochada y la corbata suelta. En el suelo, a su lado, había un vaso roto y un charco de whisky derramado. Sus manos cubrían su rostro, y su respiración era pesada.

Por un instante, Abril pensó en dar media vuelta. No quería verlo en ese estado, no quería darle la satisfacción de saber que sentía lástima por él.

Pero algo más fuerte la detuvo: aquel hombre que siempre se mostraba altivo, invencible, parecía derrotado.

—¿Está bien? —preguntó en voz baja, asomándose apenas.

Alfonso levantó la cabeza, sorprendido. Sus ojos azules brillaban, pero no de furia, sino de cansancio.

—Váyase, Arias. No necesito testigos de mis malos momentos.

Abril cruzó los brazos y avanzó unos pasos.

—Pues lo siento, señor perfecto. No me pienso ir.

Él soltó una risa seca, amarga.

—¿Acaso no se da cuenta? Todo el mundo me quiere fuerte, intocable, sin errores… hasta mi propia madre cree que puedo ser manipulado como si fuera un peón en sus juegos. —Golpeó con rabia el respaldo del sofá—. Estoy cansado, Abril. Cansado de ser el hombre que todos temen y que nadie entiende.

El corazón de Abril dio un vuelco. Era la primera vez que lo escuchaba hablar sin su máscara de arrogancia.

Lo miró en silencio, intentando procesar que ese hombre que la había acorralado en un ascensor hasta hacerla temblar, ahora confesaba sentirse prisionero de su propio papel.

—Entonces deje de actuar como un monstruo —dijo ella suavemente, acercándose más—. Nadie le pidió que fuera invencible.

Alfonso la miró fijamente, como si esas palabras lo hubieran atravesado. El silencio entre ambos se volvió denso, cargado de algo que ni él ni ella querían reconocer todavía.

Abril se agachó, recogió los pedazos de cristal y los dejó sobre la mesa. Luego tomó una servilleta y secó el whisky derramado sin decir nada. Sus manos temblaban, pero no de miedo, sino de una extraña cercanía que jamás habría imaginado con ese hombre.

Alfonso la observaba, en silencio, con un nudo en la garganta. Por primera vez no vio en ella a una empleada rebelde, ni a una mocosa caprichosa… sino a alguien que podía verlo tal cual era, sin máscaras.

—Abril… —murmuró su nombre, apenas un suspiro.

Ella levantó la vista. Sus ojos se encontraron, y por un segundo todo lo demás dejó de existir. En ese instante, ninguno de los dos dio un paso más, pero algo había cambiado.

Abril había visto la grieta en la armadura de Alfonso. Y él, aunque odiaba admitirlo, ya no podía negar que esa mujer lo estaba desarmando de una forma que nadie más había conseguido.

El silencio se volvió insoportable. Los ojos de Alfonso, tan fríos y dominantes siempre, ahora tenían un brillo distinto: una mezcla de cansancio, dolor… y algo que Abril nunca había visto en él, un destello de ternura.

Ella, sin darse cuenta, aún sostenía la servilleta con la que había secado el whisky. Sus dedos rozaron los de Alfonso cuando él intentó quitársela.

Fue un roce mínimo, casi accidental, pero suficiente para que ambos se quedaran inmóviles, mirándose como si aquel gesto hubiera abierto un abismo imposible de ignorar.

El aire se volvió pesado, eléctrico. Abril tragó saliva, intentando apartar la mano, pero Alfonso la sujetó con firmeza, sin brusquedad, solo con una fuerza que pedía quedarse.

—No debería estar haciendo esto… —murmuró él, con la voz ronca.

—Ni yo —respondió ella, apenas en un susurro.

En un movimiento impulsivo, Alfonso tiró suavemente de su mano y Abril cayó sobre él, quedando atrapada entre sus brazos. No fue un gesto premeditado, fue como si la tensión de semanas enteras se hubiera roto de golpe.

El cuerpo de Abril se tensó al principio, sorprendida, pero pronto se dejó envolver en ese abrazo, sintiendo el calor de su pecho y el temblor apenas perceptible de su respiración.

El mundo desapareció. No había empresa, ni reglas, ni orgullo. Solo estaban ellos dos, aferrándose como si ambos hubieran estado esperando ese momento sin saberlo.

—No sabes cuánto me confundes, Abril… —susurró Alfonso contra su cabello, con un tono que oscilaba entre la rabia y la rendición.

Ella cerró los ojos, dejando que sus manos descansaran en la espalda de él.

—Y usted a mí —admitió, casi sin quererlo.

Fue solo un instante, un abrazo que no debía haber ocurrido. Pero al separarse, con respiraciones agitadas y miradas intensas, ambos sabían que habían cruzado una línea invisible.

Nada volvería a ser igual.

El abrazo se rompió, pero el silencio entre ellos siguió siendo tan denso que dolía.

Abril dio un paso atrás, intentando recuperar el control, pero Alfonso no apartó la mirada. Sus ojos azules, que siempre la miraban con arrogancia, ahora la quemaban con una intensidad imposible de ignorar.

—Esto no debería estar pasando… —murmuró ella, con un temblor en la voz que no lograba ocultar.

—Lo sé… —respondió Alfonso, acercándose lentamente, como un depredador que acecha, pero también como un hombre que lucha contra sí mismo.

El espacio entre ambos se fue cerrando. Abril quiso retroceder, pero sus espaldas chocaron contra la fría pared de la oficina. Alfonso estaba a centímetros de ella, su respiración rozaba su rostro, el calor de su cuerpo la envolvía, y sus manos temblaban en un intento desesperado por no tocarla.

—Deténgase… —susurró Abril, aunque sus labios ya temblaban de anticipación.

—No puedo —confesó él, con una voz ronca, cargada de deseo contenido.

Y antes de que alguno pudiera pensar más, Alfonso tomó su rostro entre sus manos y la besó.

No fue un beso suave ni delicado: fue una colisión de orgullo, rabia y atracción reprimida.

Abril respondió con la misma intensidad, entregándose al fuego que llevaba semanas ardiendo entre ellos.

Sus labios se buscaron con desesperación, como si en ese instante toda la guerra entre ellos se transformara en un campo de batalla mucho más íntimo.

Las manos de Alfonso descendieron hacia su cintura, atrayéndola contra él, mientras Abril se aferraba a su cuello, respondiendo con la misma pasión.

Era un beso prohibido, lleno de tensión y peligro, pero ninguno quiso detenerlo. Y en ese momento, ambos entendieron lo inevitable: ya no había marcha atrás.

Al separarse, sus respiraciones estaban agitadas, los labios aún rozándose, las miradas encendidas.

—Esto… no debió pasar —dijo Abril, con la voz quebrada.

—Lo sé —respondió Alfonso, acariciando su mejilla con el pulgar—. Pero tampoco puedo prometer que será la última vez.

El silencio volvió a caer, cargado de algo mucho más poderoso que el odio o la arrogancia: un deseo que ya no podían negar.

1
Mirla Loyo
ella está viva, de seguro provocó que el carro se accidentara dejando sus documentos, para irse 🤔
Mirla Loyo
ésa fué Paula, ella sospechaba quien era 🤬
Mirla Loyo
qué mujer tan estúpida, de seguro ésa tiene algún guardado 🤬
Arelis Corona
Linda historia, gracias muy fresca, me gusto mucho ❤️
TICLY: Gracias por su apoyo 🤗
total 1 replies
dayana espejo gonzalez
Maravillosa historia, tienes un talento increíble!!!!!!Felicidades!!!!!
TICLY: Gracias por el apoyo 🤗
total 1 replies
Helizahira Cohen
Es buena, estilo romántico pero es entretenida, corta y sin rollos locos, gracias 👏
TICLY: Gracias por su apoyo 🤗
total 1 replies
Roxy Sanchez
y no es mentira mi hijo solo quería los brazos del papá y hasta la fecha tiene 24 años y siempre está al pendiente del papá
Nancy Scheherezada Perez Perez
Menos mal que no la mato, y ahora deben tener mas cuidado con esa loca qué anda suelta, le puede hacer daño a Abril
Nancy Scheherezada Perez Perez
Jajaja, ese comentario si que fue desafortunad y la caprichosa como que se está pasando con sus berrinches
Hilda Chacon
Excelente
Nancy Scheherezada Perez Perez
Pero esta sra no aprende, menos mal que el marido la escucho y puso fin a todas sus intrigas, ademas puso en su lugar a Catalina. Ojalá entienda y no haga nada estúpido o pagara las consecuencias
Nancy Scheherezada Perez Perez
Los abuelos son tan importantes en la vida de los nietos, con su apoyo incondicional y a toda prueba
Monica Raquel Martin
me encantó es una de las pocas historia que na hay drama ni secuestro a pesar de las malas intenciones de las putizorra y ambiciosa fue una gran historia de amor👏👏👏👏
TICLY: Gracias. Un abrazo 🤗
total 1 replies
Nancy Scheherezada Perez Perez
Porque no dejaron que fuera ella quien le diera la noticia que iba a ser padre?
Nancy Scheherezada Perez Perez
Idiota, existe la comunicación y el escuchar la versión de la otra persona. Te vas a arrepentir
Roxy Sanchez
pobre Abril no se imagina que tiene 3 enemigas espero que el papá de la cara por ella
Nancy Scheherezada Perez Perez
Uuuf y ahí empezará el amor que ninguno querrá aceptar pero que sentirán con intensidad
Nancy Scheherezada Perez Perez
Yo creo que eso mismo va a inventar Ale, que esta embarazada
Ale 🇨🇱
Me encantó la historia, ahora esperaré la historia de la berrinchua de Zoe, creo que sera muy cómico ver a Alfonso, en su papel de padre celoso y tierno protector de su joya Zoe. También sería cómico verlo nuevamente como padre en una edad un poco mayor 🤭
Nancy Scheherezada Perez Perez
Que se cree este idiota, adueñarse del tiempo de ella?
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play