Redención Nuestra

Luego de terminar la semana de ausencia, Rose y Silvain regresaron a trabajar. Rose había sido promovida a directora financiera, mientras que Silvain había llegado a la dirección general de esa filial. Estando al frente, estaba seguro de alcanzar nuevas alturas en la empresa, y estaba seguro con la ayuda financiera del lado de Rose.

Que aunque muy a su pesar, debía admitir que le gustaba esa mujer y mucho. Estaba ciego e iracundo de verse envuelto por ella, y no podía negar que hasta asustado estaba. Él había caído, se había enamorado y temía perder, y lo peor de todo, ni siquiera sabía cómo cortejar adecuadamente a una mujer. Siendo sincero, dudaba que Rose le creyera su galantería luego de haber sido un completo cretino con ella.

Suspiró en su nueva oficina mientras revisaba los informes del semestre pasado. Necesitaba saber el estado de cuenta, y el resultado de las ventas de cada trimestre, así como la producción de los productos y su evaluación por el gobierno. El anterior director general debería hacer un buen trabajo, si no había demasiado vacío en los presupuestos, podría dejarlo pasar, pero si notaba desfalco de millones, tendría un lugar reservado en la cárcel y así se aseguraría de hacerlo.

Envió un memorando a todos, en donde les pedía que le entregaran los informes anuales de los últimos cinco años de todos los departamentos de la empresa. Aunque, al menos, en el lado financiero, podía decirse que estaba bastante equilibrado porque él estuvo al frente.

***

Por otro lado, Rose estaba feliz de tener su propia oficina, aunque había sido de Silvain. Los colores de la oficina no eran tan oscuros y era muy sobrio, así que no lo cambiaría mucho, solo cambiaría el escritorio de madera por uno de cristal, y los cuadros por fotografías, así como poner algunas plantas para darle un toque de color.

Rápidamente recibió aviso de llevar los informes financieros, y se dispuso a hacer su nueva tarea con diligencia.

Luego de un rato, recabando la información y haciendo comparaciones tanto en la computadora como los libros contables, al fin logró terminar el informe de al menos dos años. En donde se reflejó un vacío considerable en los estados financieros de producción y salarios fantasmas. Aunque esto fue antes de que Silvain se hiciera cargo hacía más de un año, no creía que él no hubiera notado este desfalco, de todas formas, en un par de días lograría darle un informe completo de lo que había ganado y perdido la empresa.

Cuando salió del trabajo, vio a Silvain esperándola en el Lincoln, dejándola un poco estupefacta. No dudó en entrar, de todas maneras ya habían publicitado su matrimonio en sociales, toda la empresa sabía que era la esposa de Silvain James y no sería raro que los dos estuvieran juntos en el mismo auto.

-Vaya, qué caballeroso de tu parte.

-Solo quise hacerlo, ¿hay un problema? – Silvain contestó un poco avergonzado de su burla, pero ella tenía razón de hacer ese comentario.

-No, me parece bien.

Aunque ambos podían tener sexo alucinante y placentero, aún no había un acercamiento sentimental entre los dos. No era raro, luego de interactuar y siempre ser un imbécil con ella, era normal que se distanciara, más aun si se quería divorciar en cuanto diera el año de casados.

Silvain se acomodó la corbata, no era cariñoso, ni sabía de frases floridas porque nunca creyó necesitar de ello, de hecho lo consideraba inútil si podía acostarse sin compromiso. Sin embargo, y ahora, las cosas eran diferentes. Ahora, quería que una mujer se le acercara y de forma permanente. Nunca creyó llegar a ello y tampoco pensó necesitarlo, no obstante, se topó con alguien que pudo mover su mente y corazón de una manera extraña.

Lo peor de todo, no sabía qué decir para romper la incomodidad, la única manera que se le había ocurrido era colmarla de besos húmedos y sexo duro. Se preguntaba si llevarle flores la haría estar cautelosa contra él, o comprarle joyas la haría enojar. Sabía que ella tenía su propia fortuna, no por nada estuvo al cuidado de su abuelo; ella no necesitaba joyas ni objetos caros.

¡Maldita sea!

Nada de lo que hiciera podría conmover a una mujer, y era ridículo pensar que siendo él un hombre de casi treinta y dos años, no sabía cómo conmover a una mujer.

Mientras se dirigían a la casa, y Silvain se devanaba los sesos de cómo acercarse a Rose, un coche salió de una calle, impactando en su auto. El impacto fue duro, dejando al auto de lado y medio volcado.

Silvain no dudó en abrazar a Rose, que aunque tenían cinturones de seguridad, no se podía saber si serían verdaderamente eficientes. El impacto lo recibió del lado de ella, siendo ella la que recibió un golpe y algunos rasguños a su rostro cuando el cristal de la ventana se rompió.

-¡Rose, Rose!

-Silvain – ella abrió los ojos, sintiéndose mareada luego del golpe – Todo me da vueltas…

-Está bien cariño, solo cierra los ojos un rato. Tal vez tienes una conmoción.

Silvain miró hacia la ventana trasera, sintiéndose furioso de que los guardias que contrató eran unos completos inútiles. Sacó su teléfono celular y los llamó, no tardó que se asomaron las camionetas con los guardaespaldas y rodearon el auto medio arrugado. Rápidamente llamaron a una ambulancia y a la policía, el conductor que los impactó, se había terminado de estrellar en un poste de concreto, inconsciente y con sangre derramándose de su frente.

Rose fue llevada de inmediato al hospital, y al parecer el impacto le provocó una conmoción cerebral y un golpe al bazo, dejándolo inflamado, haciendo que ella se quedara al hospital en observación de la evolución de su órgano.

Silvain apretó los dientes ante el diagnostico de Rose. Ni siquiera había pasado una semana y esos ancianos estaban desesperados de desaparecerlos. Casi quiso salir él mismo y dispararles, pero no podía caer tan bajo como ellos, al menos, la muerte era demasiado barato para ellos. Lo que más haría que lloraran sangre es que se quedaran sin nada, sin un centavo. Acostumbrados a la riqueza y poder, perderlos sería la devastación total.

Llamó a su asistente de confianza y le pidió que estuviera al frente de la investigación del accidente que sufrieron él y su esposa. Por el momento, se quedaría en el hospital acompañando a la mujer que se había vuelto pálida, además de contratar nuevo personal, ya no confiaba en sus guardaespaldas.

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Hola!!

¿Cómo les va? ¿Cómo sienten que va la historia?

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Besos.

Atte: Koh.