"UN AMOR PROHIBIDO QUE NO MUERE
Kostas conoce a Athina, la hijastra de su hermana, en una boda. Es amor a primera vista, pero la edad y la relación familiar lo convierten en un tabú.
Cinco años después, Athina es secuestrada y Kostas se convierte en su héroe. El amor sigue vivo, pero el pasado y los prejuicios amenazan con separarlos.
¿Podrán superar las barreras y luchar por su amor?
NovelToon tiene autorización de Angie de Suaza para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo Diez
La luz del sol entraba por la ventana, y Kostas despertó con un terrible dolor de cabeza.
Tuvo un gran sueño, parecía tan real y sentía una paz inexplicable, como si una meta inalcanzable hubiera sido cumplida. Pero, cuando quería levantarse, fue que se dio cuenta de que alguien estaba a su lado abrazándolo. Cayó en cuenta de golpe de que no había sido un sueño y, al comprobar quien lo acompañaba, le llegaron los recuerdos de lo que hizo por oleadas.
Los nervios, el arrepentimiento y la decepción se hicieron presentes y no aguantó más la presión de sus actos.
—¡No, no, no! ¿Qué hice, qué hice? —Kostas se levantó de un brinco poniéndose su bóxer, despertando a una asustada Athina. —Esto no debió pasar, ¿qué hice?
Athina rápidamente se acercó a él y Kostas la rechazó como si fuera la peste.
—Athina, esto no debió pasar. Eres una niña, la hija de mi socio, mi sobrina política. ¿Qué hicimos? ¡No debió pasar! —Kostas no era capaz de mirar a Athina a los ojos. No entendía cómo había perdido la razón de esa manera. Estaba sospechando que la bebida tenía algo, pues está acostumbrado a beber grandes cantidades de licor y jamás le había pasado algo así.
—Pero pasó, y fue maravilloso. Kostas, no te arrepientas, que yo no lo hago. Fue la mejor noche de mi vida. —Kostas esta vez sí la miró incrédulo; fue una mirada que Athina no logró descifrar.
—¿Qué estás diciendo? Tomé tu primera vez, y no debió ser así y mucho menos conmigo. ¿Te estás escuchando? Athina, lo siento mucho; espero no haber sido brusco contigo, pero haz de cuenta que esto no pasó. Sigue tu camino que yo seguiré el mío. —Athina tenía la vaga esperanza de que Kostas le pidiera otra cosa, pero jamás que hiciera de cuenta que en esa habitación no pasó nada.
—¿Te estás escuchando tú? ¿Cómo me pides eso? ¿Cómo que acá no ha pasado nada? ¡Sí, paso de todo! Yo sé que te gustó; de pronto más tarde me ames. Yo tendré paciencia y seré capaz de enfrentarme al que sea con tal de defender lo nuestro. Yo te amo, siempre lo he hecho; aun sin conocerte, ya te amaba. —Kostas la escuchaba y no lo podía creer. Era aberrante lo que Athina decía; era más que obvio que en sus cinco sentidos jamás hubiera cometido esa bajeza y ahí entendió que esa mujercita lo había manipulado para que esto sucediera.
—¿Tú lo planeaste? Claro, esto ya lo tenías más que trazado. Me manipulaste para caer en tus garras y estoy más que seguro de que el cóctel que me diste tenía algo. Te desconozco, Athina, quién te ve con esa carita de yo no fui. Me sedujiste, pero yo no hubiera caído tan fácil sin ayuda. ¿Qué me diste en ese cóctel? —Kostas ya cambió su semblante a uno lleno de ira.
—Sí, te seduje. Sí, planeé que cayeras en mis encantos porque te amo. Pero caíste sólito, jamás te di algo para que sucediera esto. No soy tan nefasta, no soy de esas mujeres. —Athina estaba dolida de la acusación que le estaba haciendo Kostas.
—¿Y quieres que te crea? Ese de anoche no era yo; algo había en mi organismo que me hacía actuar de esa manera. ¿Qué me diste? ¿Un afrodisíaco ¿Éxtasis? ¡Eres maquiavelica! Yo lo siento por ti, pero debo descubrir qué pasó, y te lo digo y no lo pienso repetir; ¡espero no verte nunca más en mi vida! Lo de anoche jamás debió pasar. Maldigo el día que te cruzaste por mi camino. —Kostas decía esto y la miraba con odio mientras se vestía. Athina estaba en un mar de lágrimas. Jamás imaginó que su tío Kostas la iba a repudiar de esa manera. —No queda de más advertirte que de esto nadie se puede enterar. Si se lo dices a alguien, atente a las consecuencias.
Kostas dio su amenaza antes de salir de la suite, tirando la puerta con fuerza.
Sabía que se iba a disgustar, pero jamás que le iba a decir todo lo que le dijo, y que la iba a acusar de tal bajeza de que le haya dado algo para que su libido aumentara. Jamás haría eso; además, ella lo vio un poco alicorado, pero no fuera de sus cabales.
Se dio un baño de forma automática, se puso un jean, una blusa y tenis que ya tenía en la suite y salió directo a la mansión Silas. Una vez allí, subió rápidamente a su habitación sin que su padre y Alondra se dieran cuenta.
Tomó su carta de aceptación a la universidad Oxford, bajó al comedor donde estaban desayunando, cambió su semblante a uno feliz. Actuando era muy buena, y entró con una gran sonrisa.
—¡Hola, familia! —saludo a su padre y a Alondra. —Uy, juguito de naranja, qué sed.
—Por lo visto disfrutaste mucho tu cumpleaños; espero que Constantin haya sido un excelente acompañante. —Alondra habló de su hijo, pero jamás mencionó a Kostas. «¿Será que no sabe que él llegó anoche de Estados Unidos directo a la discoteca?» pensó Athina —¿A qué horas te trajo? No sentí cuando llegaste.
—Sí, la pasé super. Pero estoy feliz por este regalo —Athina cambia de tema y les muestra la carta, bandeándola en el aire—. Me aceptaron en Oxford.
Athanasiau se levanta de su silla y abraza feliz a su hija. Es un honor ser aceptada en una de las mejores universidades del mundo. Su hija es muy inteligente, dedicada al estudio y jamás dudó de que iba a pasar. Estaba muy orgulloso de su hija; claro que si se enteraba de lo que pasó con su socio, estaría decepcionado.
—Felicitaciones, hija, sabía que pasarías. —Athanasiau toma la carta, la lee y su cara de felicidad lo dice todo. —Oh, y pasaste en primer lugar. Tengo una hija muy inteligente.
Alondra también la felicita, pero Athina debe pasar al plan B.
Terminan de desayunar, y a Athina le urge hablar con Constantin. Debe de convencerlo de que no diga que su tío Kostas estuvo en la discoteca y que ella se quedó con él.
Lo llamó y una voz adormilada le respondió.
📱 Hermanita, ¿cómo te acabo de ir anoche?
📱Bien, volví a la mansión temprano, pues el tío Kostas debía volver a Estados Unidos.
📱Sí, eso me dijo él hace rato que llamó. Que no le dijera a mamá, y mucho menos a Athanasiau que estuvo acá celebrando tu cumpleaños. Él vino solo a eso y no quería preguntas innecesarias.
Athina se alegró de que no tuviera necesidad de pedirle a Constantin que mintiera por ella; Kostas ya le había ahorrado el trabajo.
Se despidió de Constantin, tomó su equipaje y bajó al despacho que su papá tenía en la mansión y que sabía que a esta hora de la mañana estaba ahí trabajando.
—Papá, ¿podemos hablar? —Athina se asomó por la puerta, esperando que su papá acepte que entre.
—Claro, mi princesa. Pasa — Athina entró y su papá le pidió que se sentara a su lado. —¿Qué es lo que quiere mi niña hermosa?
—Papá, quiero viajar hoy mismo a Londres.