El Hilo Negro Que Forja Mi Destino

Una vez Zack lanzó esa clase de esfera rodeada de llamas la mujer desapareció y se multiplicó.

Pero para Anneliese, que ya estaba fuera de esa baba pudo ser capaz de observar su alrededor con Alphonse sosteniéndole cerca de él.

Todo el entorno del templo era terrible.

Más de un noble ya había sido cubierto por esa baba y estaban inconscientes en su interior, y quienes no habían corrido con esa mala suerte ahora sangraban y vomitaban sobre las mesas. Algunos como el Conde también estaban inconscientes.

¿Que estaba pasando?

— ¿Alphonse que…

— Es un atentado contra el imperio. Mantente cerca mío, Lissie.

Anneliese tembló en su lugar, porque la mujer cubierta por la túnica no era la única en ese lugar que amenazaba contra todos allí, pero Zack era el único en sus casillas para ser capaz de luchar contra ella.

Porque incluso, aunque Alphonse levantó su espada contra uno de los clones de la bruja sus movimientos eran torpes y débiles, estaba cansado.

— Carajo.

Quizás Alphonse no lo demostraba pero el sudor frío incluso caía por su cuello, se veía tan agotado que la mujer a su lado sintió lástima por su apariencia. Pero ella, que seguía recuperando el aire arrebatado por la sustancia viscosa solo podía observar.

Zack seguía lanzando ataques como la mujer que rápidamente los evadía, e incluso rayos espesaban a rodear al hombre bebé y una densa neblina amarilla comenzaba a llenar la zona protegida por la barrera. Provocando que todos allí recuperaran su consciencia.

Unos más lento que otros. Pero todos allí lo hacían.

E inevitablemente, los rayos dorados se mezclaban con el denso aire que los rodeaban y creaban un aire imposible de respirar.

Quizás era debilidad, pero Anneliese en ese preciso momento no podría hacer nada, respirar era difícil y la vista se nublaba, no podía ver ni moverse. Nada.

Ayuda,

Alguien por favor haga algo.

Porque el despertar de los nobles solo causaba más alboroto y los grito vigorosos salían despavoridos, algunos golpeaban fuertemente la barrera y otros solo lloraban estáticos en su lugar. Porque incluso así, muchos seguían dentro de la baba oscura que antes la habia consumido.

— ¿Anneliese…? ¿Puedes moverte?

Alphonse le preguntó, mientras su espada era clavada como estaca en el pecho de una figura similar al de la bruja que ahora luchaba contra Zack, estática. Pero entre más golpes o divisiones hicieran más brujas salían como patas detrás de su espalda.

Porque sus espaldas se desgarraban y gritos ensordecedores y traumanted escapaban de sus labios cuando esa cosa viscosa emergía de su espalda, dando paso a otra bruja malvada con la misma apariencia.

Y todas emergían de la bruja con la bola brillante en sus manos, quizás solo era su imaginación porque su vista era borrosa. Pero si realmente sus ojos estuvieran claros notaría el desastre andante que causaba ese ser.

Porque lo más terrorífico no era el espíritu que salía de su espalda, si no la sonrisa perturbadora que llegaba hasta sus ojeras y la saliva cayente con los dientes llenos de sangre.

Pero, incluso así nadie atacaba de mortalidad a ningún noble.

— Escucha Anneliese, roba ese arco, ¿Querías matar a alguien con eso antes? Pues es el momento. Dispara justo a su cara.

Pero Anneliese estaba inconsciente, y sus pulmones incluso minutos después de haber escapado seguían necesitando aire fresco. Ella no podría tomar ese arco. Ni siquiera podría moverse.

— ¡¿Anneliese?!, ¿Me estás escuchando?

Alphonse estaba agitado, era rodeado por cuatro cadaveres asquersos y la sangre manchaba sus manos. Por más que golpeara contra sus objetivos más se regeneraban y lo atacaban nuevamente.

Era inútil.

Y en esas condiciones nadie más que ellos podría luchar, incluso su padre seguía recuperándose después de estar inconsciente.

— Si.

La voz milagrosa que salió como un suspiro lo llenó de tranquilidad.

— Y-yo puedo. Si. L-lo haré.

Anneliese mentía.

No podía ver claramente porque su visión era nerviosa y ni siquiera era capaz de mantenerse en pie.

¿Cómo podría en tal estado atacar a alguien?

Era imposible.

Pero, Alphonse quien había sido amable con ella desde el momento uno en ese instante necesitaba su ayuda.

Arrastrando sus rodillas por la baba viscosa que ya no intentaba absolverla, Anneliese palpó todo el suelo y buscó un arco. Pero no encontraba nada. No sentía nada.

Dios…

Por favor Dios.

Ayúdame.

Cerrando los ojos de impotencia un objeto duro como la madera fue palpado en sus manos. Palpándo correctamente, sintió su forma peculiar y la empuñadura que lo caracteriza, y para su buena suerte tenía la cuerda de disparo.

Pero,

Aquello no había durado mucho.

Porque la cuerda de disparo estaba rota. Se había reventado por exceso de uso.

— ¡Rayos!

Entonces para su increíble situación, debía buscar urgentemente otro arco a su beneficio. Pero por más que busco y palpo no había nada.

Dios, ¿Es así como pagaré esto?

¿Puedes concebir un deseo?

Anneliesese se arrodilló y juntó sus manos.

—- Por favor Dios, escucha mis plegarias.

Un sollozo se escapó de sus labios.

¿Ella era tan inútil en esas situaciones?

¿Por qué no podía hacer nada cuando Alphonse y Zack estaban sacrificando todo?

¿Debía esperar hasta que eso resultara?

‘Por favor, solo déjame ayudar un poco’

Como si fuera magia la que apareció ante sus ojos la cuerda antes rota volvió a su forma original, y sus ojos pudieron aclararse.

Dejando ver a detalles el desastre que era ese lugar cerrado.

— ¿Qué- qué es esto?

Para su sorpresa los rostros abominables que rodeaban a Alphonse hizo erizar los vellos de su cuerpo. Porque aquella cosas no parecían humanas. Incluso podría jurar que la carne podrida empezaba a caer y causar escozor por el lugar.

Porque aquellas cosas parecían muertas.

Tomando el arco a su poderío robó las flechas de uno de los soldados caídos, y a su parecer, muertos. Eran solo 4.

Tendría solo 4 flechas y no podía perder ninguna.

— Perdón, por favor confiaré mi vida y manos. Espero ser de ayuda.

Quizás a su parecer y en su memoria era la primera vez sosteniendo un arco y lanzando una flecha. Pero el cuerpo que poseía parecía acostumbrado a ese toque tan doloroso.

Sus brazos se estiraron y una flecha fue perfectamente organizada en la empuñadura del arco. Tomando aire fuertemente la cuerda ya tensa con la flecha fue sostenida por sus dedos y su filosa mirada se enfocaba en la bruja a las espaldas de su hermano.

El tiempo repentino se volvió lento, e incluso el gaz irritante parecía estarse estático en su lugar. Y el poder que generaba la bruja parecía moverse lentamente hasta Alphonse. Quería herirlo.

La flecha fue lanzada y Anneliese contuvo el aliento. Su filosa mirada estaba enfocada en la flecha antes lanzada. Apuntaba directamente al rostro distraído de ese ser putrefacto.

La flecha que iba a una velocidad lenta a sus ojos, a los ojos presentes iba velozmente, fue tan rápido como la luz y tan preciso como un golpe bien dado.

Pero para su sorpresa, la flecha antes lanzada con fuerza terminó a los pies de la bruja y fue rápidamente partida en dos.

¿Qué?

¿Había fallado?

Si, porque ese inmundo ser iba directo a Alphonse, y su distancia era mínima.

Acomodando otra flecha, Anneliese falló nuevamente, y al empuñar otra flecha esta misma la esquivó, y su horrendo sonrisa le hizo temblar y retroceder.

Tenía miedo.

Pero no.

Alphonse no había dudado en ayudarla, ¿y ella si lo estaba haciendo?

¿Por qué es tan inútil.

‘Empuña la flecha, Rose’

¿Qué?

‘Empuña la flecha, Rose’

La voz profunda se repitió en su cabeza.

‘Confia’

Tomando una respiración profunda, otra flecha fue empuñada y la cuerda nuevamente tensa fue puesta cerca de sus ojos.

‘Apunta, al lugar en donde va a estar’

No servirá. Pensó.

‘Apunta a sus ojos’

No servirá.

‘Matalo, Rose’

No servirá, profunda voz. No podrá apuntar a esa bruja y Alphonse saldrá herido. Y todo será su culpa.

Su cuerpo tembló violentamente y la flecha temblaba en su posición.

‘¡Mátala, Rose!’

Fush.

La flecha salió disparada y el cuerpo ya inerte de la bruja estrelló en el suelo, causando un sonido sordo y fuerte en todo el lugar.

la flecha había atravesado por completo los ojos oscuros del ser maligno que yacía en el pasto, manchando el suelo con una densa sangre de un color oscuro que se desvanecía al caer.

Era asqueroso la sola imagen.

Pero al observan bien la escena quedaban más de 10 enemigos de ese tipo.

Y Zack luchaba con más de cinco. Y con la cabecilla de ese grupo.

Pero en ese momento no podía hacer más que buscar flechas a su alrededor y tener la esperanza de que esa flecha se desharía de esas brujas asquerosas. Porque de cuatro intentos que había tenido solo había acertado en uno.

Pero entre el caos y desastre que era ese lugar buscar un arma como las flechas era un desastre, porque el método de defensa común eran las espadas. Entonces ningún arquero traería flechas, y mucho menos a un lugar sagrado como el templo.

Pero aún así sentía la adrenalina sobrepasar a sí misma, porque su corazón iba a un límite increíble y su pulso latía desorbitante.

Debía ayudar a Alphonse tanto como le fuera posible.

Pero tomar una espada sería una desventaja para sí misma.

Anneliese Ross no tenía ningún conocimiento acerca de la esgrima y tampoco un entrenamiento riguroso para ser capaz de cargarla. Era inútil. En esa clase de situación debía conseguir flechas. Sí o sí.

No existían los puntos medios o el pesimismo. Ella podría ayudar, porque ya lo había hecho, pero debía encontrar ese método de ataque que era capaz de dominar.

Sus ojos filosos y expectantes chocaron contra aquello que necesitaba. Un aljaba rodeaba la cintura de un caballero inconsciente. Y en ella se visualizaban más de una flecha.

‘Es bueno’.

Pensó en sus adentros. Pero para su maravillosa sorpresa, la aljaba estaba detrás de la cabecilla de las brujas. Con quien en ese momento luchaba Zack a la distancia, y no era sorpresa que algunos de los ataques lanzados resultaran afectando su alrededor.

¿Qué sería del Aljaba que estaba detrás de la bruja?

Era una posición demasiado descubierta, pero Anneliese Ross no estaba dispuesta a quedarse estancada en su lugar y esperar que Alphonse y Zack murieran defendiéndola.

O que todos los nobles en ese lugar consumidos por la desesperación seguidamente fueran cadaveres más del montón. No podía permitirse, quedarse allí sentada.

Arrancando de sus pies las altas zapatillas que maltrataban sus talones, dejó que la baba ya muerta se escurrieraa entre sí y ensuciara sus pies.

Porque debía ser precisa y rápida.

Debía tener algo en cuenta ahora que iría a esa zona.

La muerte podría ser segura si se demoraba demasiado.

Y no solo debía tener cuidado con los ataques repentinos y poderosos que lanzaba Zack, si no también en las brujas que seguían escociendo de la espalda del cabecilla.

Era una situación en donde quien pise morirá. Pero ella no es cualquiera, ¿No es así? O eso quería creer.

‘Vamos Anneliese, respira’

El tiempo a sus ojos volvió a relentizarse y sus pies se aferraron más fuertemente al suelo. Sin pensarlo dos veces y dejar que el miedo llenara su ser y las dudas e incertidumbre su cabeza, Anneliese se hecho a correr. Sintiendo el suelo resbaloso debido a la baba y la sangre llenar el borde de su vestido.

Sus pasos rápidos se veían lento y por el rabillo del ojo podía observar el rostro cansado de Alphonse, pero por más que quisiera en ese momento no podía ayudarlo.

‘Crash’

Un golpe en seco lanzado por Zack se veía tan cercano que sus pasos relentizaron. El miedo empezó a calar en sus piernas.

‘No debes’

Pensó para sí misma. Escondiéndose detrás de las mesas e intentándo tomar el Aljaba a tal distancia.

‘Vamos Anneliese, tú puedes’

Por más que sus brazos se estiraron y sus manos se esforzaron no alcanzaba las flechas, y los huesos abiertos y la carne podrida causaba repulsión en su ser.

No era capaz.

No podía avanzar.

Tenía miedo.

Estaba tan cerca pero tan lejos a la vez. El Aljaba estaba a unos pasos de distancia pero no era capaz de avanzar hasta ese lugar.

Porque tenía miedo.

Había sido valiente hasta ahora pero la valentía se acaba y da paso a los temores. Como su situación en ese instante.

‘Rose’

La voz profunda que antes había resonado en su cabeza había vuelto a aparecer.

‘Salta, Rose. Confía en mí’

No se quien eres, ¿Por qué debería confiar en ti?

‘¿Por qué no deberías? Hazlo ahora’.

No podía. Porque el ataque podría darle. Porque una bruja podría brotar de su espalda y matarla. Porque ella era una cobarde.

‘No’ Anneliese. Hazlo Anneliese.

‘Confía, Anneliese’.

Aquella voz que solo podía oír en su cabeza le hizo dar un salto, al igual que unos nuevos brazos largos y uñas afiladas comenzaban a brotar de los huesos rotos.

No llegaría.

NO.

El Aljaba estaba a unos pasos.

Pero la bruja a unos centímetros.

— ¡Anneliese!, ¡Sal de ahí!

La voz preocupa de Zack causó eco en el lugar.

Pero no podía, porque el Aljaba estaba a dos pasos.

Y el torso y cabeza de la bruja ya habían brotado.

— ¡Lárgate! ¡Anneliese escucha!

No Zack.

Porque el Aljaba ya estaba en sus manos y la bruja frente a sus ojos. Preparando sus filosas uñas para atacarla.

Pero el arco apunto.

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Atte: Amelie Ross.