En un mundo donde la lealtad se compra y la traición es moneda corriente, Valeria, una joven entrenada desde niña como asesina de élite, se encuentra atrapada entre dos mundos. Secuestrada a los cinco años y forjada en el fuego de la mafia, Valeria ha aprendido a sobrevivir a cualquier costo.
Valeria es una pieza clave de la mafia gracias a sus habilidades de hacker y estratega, además de ser una asesina letal en la Falange oscura. Sin embargo, una traición de parte de la única persona que ama cambia sus planes drásticamente. Ahora, debe navegar entre las sombras de su pasado y las traiciones del presente, mientras lucha por encontrar su verdadero propósito y vengarse de quienes la traicionaron.
Un trato con la OMSG, que reconoce, su valía, la llevará sin saberlo más cerca de sus raíces. Marcada por un pasado de traición, Valeria es una mujer cerrada al amor, pero se encontrará con un hombre arrogante y déspota, a quien le demostrará que ella sabe jugar tan bien como él. ¿te animas?
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Última prueba
—Soldado, Valeria, ahora usted irá a la cosa nostra y será capitana en esa sede; estará a cargo de las misiones y espero no olvide su entrenamiento. — El hombre frente a ella habla y ella afirma.
—Sí señor —grita y el capo de tutti capi o Alonso Bettucchi se acerca a ella; es alto, de cabello castaño muy claro, ojos grisáceos como los de su hijo, un cuerpo en forma y una que otra cicatriz.
—Pequeña Valeria...— Se acerca, respirando cerca de ella.
—Siempre supe que tenías lo necesario para estar aquí, por eso te salvé de esa gente que te dejó atrás. Valeria frunce su ceño y no porque dude de sus recuerdos, sino para darle lo que él quiere.
—Sí, pequeña, yo te salvé de esos que decían llamarse tu familia; todos los que aquí están son rescatados para forjarlos y hacerlos personas con carácter. Aquellos que hoy no están eran material débil. Valeria lo mira como si fuese algo bendito, aunque en sus pensamientos lo ha matado tres veces.
—Usted me salvó. Afirmó, y él asintió.
—Sí, pequeña, y ahora es tu turno de cuidarme a mí y a los míos. Somos una familia, una fuerte y poderosa familia. Valeria asintió.
—Lo haré, yo lo protegeré a él y a la familia — una sonrisa de triunfo se formó en sus labios; para él era la mejor venganza: tenía a la hija de su enemigo de su parte y como su guardiana.
—Estarás en la falange oscura; ellos se encargan de cuidarnos, de eliminar a quien estorba. Estarás en casa, serás una más, pero antes... —Dijo y miró a su hijo y él se acercó.
—Es hora de las presentaciones; yo soy Alonso Bettucchi y él es mi sucesor, mi hijo, Alphonso Bettucchi. Los ojos del rubio la recorrieron de nuevo, haciendo que ella se intimidara, aunque permaneció tranquila.
—Es un placer, señor, conocerlos. Dijo y el hombre sonrió.
—Valeria... ¿Sabes? Yo te puse ese nombre, yo te di los medios porque sabía quién serías y no me equivoqué — ella lo miraba fijo.
—Fuiste la mejor, la más letal, la más leal, pero estarás en mi círculo, prácticamente dormirás conmigo, así que...— dijo tratando de asustarla, pero ella no dijo ni hizo nada.
—Deberás demostrar tu lealtad; para nosotros hay un código, una ley, no aceptamos traidores— dijo y ella seguía firme.
—Tú deberás dar tu vida por nosotros; eres una asesina, no eres una persona normal, debes elegirnos siempre a nosotros por encima de todos. Valeria sintió un temblor; algo no estaba bien, ella sentía que lo que vendría a continuación no sería bueno.
Todos estaban atentos; se sentía la tensión en el lugar. Valeria le dio una mirada rápida a Antón y a Luca y ellos hicieron lo mismo.
La piovra miró al capitán encargado de todo y este le entregó un arma; el hombre la cargó y se acercó de nuevo a Valeria.
—Mira hacia allá, todos estos son los niños que llegaron aquí, todos estos son los que rescaté; unos murieron y otros... Decidieron traicionar a su gente. El corazón de Valeria se aceleró; no sabía por qué, pero algo pasaba. Ver la foto de todos sus compañeros que llegaron allí, hasta de unos que habían muerto, era muy fuerte para ella.
Ana.
Antón
Luca
Leila
Aura
Valeria.
—Algunos se creyeron más inteligentes que nosotros y optaron por no matar a sus objetivos y hasta tratar de escapar, pero de la mafia nadie se escapa —dijo la piovra y le extendió el arma a Valeria.
—Por allí entrarán varios traidores, pero tú te encargarás de uno en especial — se rio de lado el hombre y ella se sentía nerviosa, aunque seguía firme.
—Traigan a los futuros cadáveres— ordenó el hombre y cuando observó quién sería su última prueba, se quiso morir.
—No... —Susurró, deseando que no fuese real.
—Perdón... —Movió sus labios, Aura, aquella niña que entró junto a ella, una de sus mejores amigas. Valeria no podía creerlo.
—Tú, Valeria, matarás a esta rata traidora; si no lo haces, no eres digna de estar entre nosotros. Una traición jamás se perdona. —Valeria asintió, pero aunque quisiera no hacerlo, no tenía escapatoria. Observó a Antón, a Luca y a Leila y ellos entendieron que debía hacerlo.
—¿Qué harás? Elige... Tu familia o esta traidora. — Valeria tomó el arma fuerte, sintiendo que esto sí la iba a matar a ella misma.
Miró a su amiga y Aura asintió. Ella sabía que ella debía hacerlo y no le importaba porque logró hablar, logró intentarlo, logró hacer algo para ayudar. El hombre que la sostenía tenía casco y un pasamontañas que tapaba su rostro, al igual que la mayoría de los verdugos.
—Lo siento — movió sus labios para que Aura supiera que esta decisión le dolía.
Por la cabeza de Valeria pasaron un montón de recuerdos: ellas juntas, riendo, abrazadas en la noche, ella consolándola y Aura prometiéndole que algún día le devolvería la libertad que le robaron.
Por la cabeza de los otros tres inseparables también pasaron momentos de ellos y Aura: eran un equipo, amigos para siempre, y hoy la mano de una mataría a la otra.
Valeria miró a la piovra, queriendo cometer la estupidez de matarlo y morir allí mismo; luego miró a su amiga y disparó un disparo en el pecho. La joven no murió de inmediato y un capitán dijo que se la llevaran tirándola para que muriera con dolor. El verdugo la arrastró y la sacó de la sala.
Antón, Luca y Leila también tuvieron que matar a traidores, pero a ellos no les dolió para nada, como le dolió a Valeria matar a su hermana del alma.
Valeria quería llorar, se sentía horrible, pero ocultó su dolor y miró a su líder.
—Bienvenida a casa, hija— dijo el desgraciado, pasando un brazo por su hombro y la sacó de allí, seguida por el resto de la cosa nostra.
—Seremos tu familia; siempre lo he sido, soy como tu padre. Valeria tuvo que desconectarse un momento antes de matarlo por desgraciado.
son excelentes
Gracias
No era tan fuerte el amor si le ganó la desconfianza