Tres hermanos crecieron escuchando las historias de Aetheria, un mundo mágico que su madre les contaba. Tras su repentina partida y obligados a ir a un orfanato, descubrirán que Aetheria es más que un cuento... es una llave a un destino que nunca imaginaron. ¿Que sucederá con los tres hermanos?
NovelToon tiene autorización de Yohe kim para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO #7
Al tocar el talismán, los niños sintieron una energía poderosa que les recorrió el cuerpo. Sabían que habían dado el primer paso para salvar AETHERIA. La piedra brillante en sus manos irradiaba una calidez que les infundía esperanza y determinación. Sin embargo, la cueva no estaba dispuesta a dejarlos ir tan fácilmente.
De repente, las paredes comenzaron a temblar y el suelo se movió bajo sus pies. Del techo cayeron rocas y estalactitas, bloqueando los pasadizos por los que habían llegado. Los niños se dieron cuenta de que la cueva era un ser vivo, y que no quería que se llevaran su tesoro.
—¡Debemos salir de aquí rápido! —gritó Eli, mientras esquivaba una roca que caía.
Los niños corrieron a través del laberinto, tratando de encontrar una salida antes de que la cueva se derrumbara por completo. Las paredes se estrechaban a su alrededor, y el aire se llenaba de polvo y escombros. Sofía tropezó y cayó al suelo, lastimándose la rodilla.
—¡Ayúdenme! —gritó Sofía, con lágrimas en los ojos.
Erick y Ailan se detuvieron para ayudarla a levantarse, pero Eli les instó a seguir adelante.
—¡No podemos detenernos! —dijo Eli—. ¡Debemos salir de aquí antes de que sea demasiado tarde!
Los niños ayudaron a Sofía a levantarse y continuaron corriendo, con el corazón latiendo con fuerza. Finalmente, encontraron una grieta en la pared, que parecía ser la única salida posible. La grieta era estrecha y oscura, pero los niños no tenían otra opción.
Se deslizaron a través de la grieta, uno tras otro, hasta que llegaron a un pequeño claro en el bosque. La cueva se derrumbó detrás de ellos, sellando la entrada para siempre. Los niños se abrazaron, aliviados de haber escapado con vida.
—Lo logramos —dijo Samuel, con una sonrisa temblorosa—. Encontramos el primer talismán.
—Pero aún quedan tres más —dijo Ailan, con seriedad—. Y no sabemos qué peligros nos esperan en el camino.
Los niños se sentaron en el suelo, exhaustos y magullados, pero con el talismán de la luz en sus manos. Sabían que debían descansar y recuperarse antes de continuar su viaje. Eli sacó la bolsa con provisiones y les ofreció a sus amigos un poco de comida y agua.
Mientras comían, Eli les contó una historia que le había contado su madre una vez sobre el talismán de la luz. Les dijo que la piedra había sido creada por los dioses antiguos, y que contenía el poder de la esperanza y la curación. Les dijo que el talismán podía protegerlos de la oscuridad y guiarlos en su camino.
Después de comer, los niños se acurrucaron juntos y se durmieron bajo los árboles. Soñaron con AETHERIA, con sus maravillas y sus peligros. Soñaron con la reina sabia y justa, y con la sombra oscura que amenazaba con destruir el reino.
Al amanecer, los despertó el canto de los pájaros y el aroma de flores silvestres. Los niños se levantaron, sintiéndose renovados y listos para continuar su aventura. Erick sacó el mapa mágico y les mostró el camino que debían seguir.
—Debemos dirigirnos al Bosque Encantado —dijo Erick—. Allí encontraremos el segundo talismán.
Los niños se adentraron en el bosque, con el talismán de la luz brillando en sus manos. Sabían que el Bosque Encantado era un lugar peligroso, lleno de trampas y criaturas malvadas. Pero también sabían que debían ser valientes y superar todos los obstáculos para salvar AETHERIA.
Mientras caminaban, comenzaron a escuchar voces extrañas y susurros misteriosos. Los árboles parecían observarlos, y las sombras se movían a su alrededor. Los niños se sintieron observados y amenazados, pero no se dejaron intimidar.
De repente, se encontraron con un grupo de duendes, que les bloquearon el camino. Los duendes eran pequeños y traviesos, pero también eran astutos y peligrosos. Les dijeron a los niños que no podían pasar por el Bosque Encantado, a menos que les dieran algo a cambio.
—¿Qué quieren? —preguntó Eli, con cautela.
—Queremos el talismán de la luz —dijo el líder de los duendes, con una sonrisa maliciosa.
Los niños se negaron a entregar el talismán,...
sabiendo que era su única esperanza para salvar AETHERIA. Los duendes se enfurecieron y atacaron a los niños, lanzándoles piedras y ramas. Los niños se defendieron con valentía, usando sus habilidades y su ingenio.
En medio de la batalla, Sofía tuvo una idea. Recordó que los duendes eran muy golosos, y que les encantaba el dulce. Sacó de su bolsillo un caramelo que había guardado desde el orfanato, y se lo ofreció a los duendes.
Los duendes se detuvieron en seco, con los ojos fijos en el caramelo. El líder de los duendes se acercó a Sofía y le arrebató el caramelo de la mano. Los duendes comenzaron a pelear por el caramelo, olvidándose por completo de los niños.
Los niños aprovecharon la distracción y corrieron a través del bosque, dejando atrás a los duendes. Se adentraron en el corazón del Bosque Encantado, donde los peligros eran aún mayores. Pero también sabían que estaban un paso más cerca de encontrar el segundo talismán.
Mientras avanzaban, el bosque se volvía más oscuro y misterioso. Los árboles se retorcían en formas extrañas, y las sombras danzaban a su alrededor, creando ilusiones ópticas que los confundían y desorientaban. El aire se llenaba de un aroma dulce y embriagador, que les hacía sentir somnolientos y débiles.
De repente, se encontraron con un claro en el bosque, donde había un lago de aguas cristalinas. En el centro del lago, había una isla con un árbol gigante que se elevaba hacia el cielo. El árbol estaba cubierto de flores luminosas, que emitían una luz suave y mágica.
—Ese debe ser el Árbol de la Sabiduría —dijo Eli, con asombro—. He oído hablar de él en las leyendas. Se dice que el árbol guarda secretos antiguos y que puede conceder deseos a aquellos que lo merecen.
—¿Creen que el segundo talismán está en la isla? —preguntó Sofía, con curiosidad.
—No lo sé —respondió Ailan—. Pero no tenemos otra opción. Debemos cruzar el lago y averiguar qué hay en la isla.
Los niños se acercaron al lago y buscaron una forma de cruzarlo. No encontraron ningún puente ni bote, pero vieron una serie de piedras que sobresalían del agua, formando un camino improvisado hacia la isla.
—Debemos tener cuidado —dijo Erick—. Las piedras pueden ser resbaladizas, y el agua puede estar encantada.
Los niños comenzaron a cruzar el lago, pisando con cuidado las piedras. El agua estaba fría y oscura, y sentían que algo los observaba desde las profundidades. De repente, una de las piedras se movió bajo los pies de Samuel, y el niño cayó al agua.
—¡Ayuda! —gritó Samuel, mientras se hundía en el lago.
Erick se lanzó al agua sin dudarlo y nadó hacia Samuel. Lo agarró del brazo y lo arrastró hacia la orilla. Los niños ayudaron a Samuel a salir del agua, temblando de frío y asustado.
—¿Estás bien? —preguntó Erick, con preocupación.
—Sí, estoy bien —respondió Samuel, con la voz temblorosa—. Gracias por salvarme.
—Debemos tener más cuidado —dijo Ailan—. El lago está lleno de peligros.
Los niños continuaron cruzando el lago, con más precaución que antes. Finalmente, llegaron a la isla y se acercaron al Árbol de la Sabiduría. El árbol era aún más impresionante de cerca, con sus ramas retorcidas y sus flores luminosas.
De repente, una voz suave y melodiosa resonó en el aire.
—Bienvenidos, niños —dijo la voz—. Soy el guardián del Árbol de la Sabiduría. ¿Qué los trae por aquí?
Los niños se sorprendieron al escuchar la voz, pero no se asustaron. Ailan dio un paso adelante y respondió:
—Somos niños del mundo exterior —dijo Ailan—. Hemos venido a buscar el segundo talismán de la luz.
—Ya veo —dijo la voz—. Sabía que vendrían. El talismán está aquí, pero no se los daré así como así. Deben demostrar que son dignos de poseerlo.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó Sofía, con curiosidad.
—Deben responder a una pregunta —dijo la voz—. Una pregunta que pondrá a prueba su sabiduría y su coraje. Si responden correctamente, les daré el talismán. Si fallan, deberán abandonar la isla y nunca más volver.
Los niños se miraron entre sí, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabían que debían responder correctamente a la pregunta, o AETHERIA estaría perdida.
—Estamos listos —dijo Erick, con determinación—. Haznos tu pregunta.
El guardián del Árbol de la Sabiduría sonrió y dijo:
—¿Qué es lo más importante en la vida?
Los niños se quedaron en silencio, pensando en la respuesta. Cada uno tenía su propia opinión, pero sabían que debían encontrar una respuesta que fuera verdadera y significativa.
Después de unos minutos, Eli levantó la mano y dijo:
—Lo más importante en la vida es el amor. El amor es lo que nos une, lo que nos da esperanza y lo que nos impulsa a seguir adelante. El amor es lo que nos hace humanos