La esposa humana del vampiro
¿Qué harías si, después de una vida plena, reencarnas como la esposa de un vampiro? Y no cualquier vampiro, sino uno poderoso, con dos hijos y una mansión que mantener, ¡justo como en la última novela que leíste! Nuestra protagonista, una anciana del mundo moderno, se encuentra en este hilarante y peculiar aprieto.
Ahora, con su espíritu vivaz de octogenaria atrapado en el cuerpo de una joven esposa, deberá navegar las excentricidades de su nuevo hogar inmortal. Entre hijos colmilludos, sirvientes peculiares y un esposo misterioso, descubrirá que la vida eterna puede ser sorprendentemente divertida y, quizás, incluso le ofrezca una segunda oportunidad para el amor y la aventura. Prepárate para un romance fresco, lleno de risas y con la dosis justa de acción en un mundo donde lo sobrenatural se encuentra con lo inesperado.
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Capitulo:22
LAURA:
Víctor y yo salimos pensativos del despacho del emperador y caminamos en silencio por los largos pasillos.
—Te enviaré junto a los niños a la mansión, aquí no es seguro quedarse.
Dice en un tono bajo y lo miro por el rabillo del ojo.
—¿Me enviarás con los niños? Y tú ¿Piensas quedarte?
—Sí, hay varias cosas que debo resolver antes de volver.
—Mmm, de acuerdo.
Murmuro bostezando, pero me detenga de golpe y abro los ojos.
—Víctor...
—¿Qué pasa?
Pregunta mirándome extrañado.
—Anoche... No nos protegimos... Mierda...
Muerdo mis labios nerviosa y el vampiro solo me mira sin comprender.
—¿Protegernos?
Pregunta y la verdad tengo ganas de golpearlo, pero recuerdo que en este mundo no hay condón.
—Víctor... En estos momentos no estoy preparada para ser madre, no nos hemos cuidado.
Explico y él asiente comprendiendo.
—Aahh, te referías a eso.
—Si a eso... ¿Aquí hay de esas cosas para evitar?
Él muy normal continúa caminando y asiente.
—Las mujeres toman té, pero no estaría mal que tengamos un hijo ¿Te imaginas un bebé pelirrojo?
Tomo una profunda respiración y entre dientes hablo.
—Víctor, no estoy bromeando.
Él se gira y deja un casto beso en mis labios.
—Está bien, está bien, hablaré con Lidia para que te consiga ese té, pero tendrás que tomar dos tazas, nuestra semilla es más fuerte que la de un humano normal.
Dice y respiro más tranquila, en estos momentos no puedo darme el lujo de salir embarazada, apenas me estoy acostumbrando a este mundo.
Cuándo llegamos a la puerta de nuestra habitación Adrián está en la puerta y al vernos sonríe haciendo una leve reverencia.
—Esta no es la puerta que debes custodiar.
—Tus hijos están en esta habitación, ellos dijeron que deben confirmar con sus propios ojos que ambos están bien.
Dice él mientras abre la puerta para que entremos.
Dentro de la habitación observo a Albert leyendo un libro y Mía se lima las uñas con una pequeña paleta.
—¿Qué hacen aquí? Dejé órdenes estrictas para que no salieran de la habitación.
Dice y ambos niños levantan la mirada fijando sus ojos en mí y luego arrugan la nariz.
—¿Por qué el olor de papá está en ti?
Pregunta Albert dejando el libro y camina hacia mi olfateando en el aire.
Siento como mi rostro se calienta y miro a Víctor que se hace el desatendido y toma asiento en el sofá.
Me sueno la garganta y miro a Albert.
—No hagas eso niño.
—Es cierto, el olor de mi papi está en ti y es muy intenso.
Mía arruga el ceño mirándome fijamente y la verdad me siento acosada por esos niños que no saben callar nada.
—Su padre y yo estamos casados, es normal que nuestros olores se mezclen.
—¿Mezclarse? ¿Por qué?
Pregunta Albert curioso y Mía abre los ojos.
—Ya sé ¿Es por qué han copulado como los animales?
Víctor estalla en risas y yo miro hacia el techo con un suspiro sin saber qué decir.
—¿Saben qué? Ustedes son muy pequeños para esa clase de charla...
—Solo somos pequeños de edad, pero nuestra mente es muy abierta.
Explica Mía, pero me salvo de una larga explicación cuando escucho que la puerta es tocada.
—Uuufff, en hora buena.
Con rapidez camino hacia la puerta y la abro con una sonrisa.
Detrás de la puerta está Lidia con una bandeja de desayuno junto a una de las nanas de los niños que también trae una bandeja de desayuno.
—Buenos días, señora, aquí les traigo el desayuno.
—Por supuesto, pasen.
Cedo el paso y ellas entran y dejan el desayuno en la pequeña mesa de cuatro que está en la habitación.
Víctor se acerca a Lidia y le susurra algo a lo cual ella asiente y se retira inmediatamente.
—Bien, es momento del desayuno.
Soy la primera en sentarme y los demás hacen lo mismo.
Observo los diferentes bocadillos y frutas y todo se mira muy delicioso.
—Esto tiene verduras.
Mía arruga su ceño y la miro fijamente.
—Así es, y los dos se van a comer las verduras y los vegetales, es muy importante para su crecimiento.
Demando y los dos sin decir nada comienzan a comer con la cara no muy felices.
Autora sólo recuerda que la culpa y el arrepentimiento nos van a acompañar siempre pero has seguido tú camino y continuas de pie. Eres una sobreviviente enorgullecete de ti.
Un abrazo y bendiciones!