La Extra Es Una Detective

Toda la familia entró en el salón, mientras que algunos ojos los miraban mientras murmuraban, ya que era la primera vez que veían a la hija menor del general asistir a estos eventos. Aelin intentó no volver a encontrar aquellos ojos. No esperaba nada del emperador, ya que después de todo, lo de ellos fue solo una aventura de una noche y Magnus era un mujeriego, al menos eso leyó en el libro.

Pronto, ambas hermanas se encontraron solas, ya que sus padres fueron a la pista a bailar, disfrutando de su estadía. Unos hermosos cabellos oscuros como los de su hermana llamaron su atención, ojos violentos, sin duda era la villana de esa historia. Nunca una chica hermosa con una apariencia sombría, típica de las villanas.

—Señorita, ¿me permite un baile? —Observó cómo un hombre extendía la mano hacia su hermana.

Aelin sonrió, dándole un empujón a su hermana, quien tomó la mano del desconocido y se dirigió a la pista.

«La villana ya había aparecido. De acuerdo al libro, la protagonista también debe estar aquí. Además, hoy ocurrirá el primer enfrentamiento entre la villana y la protagonista.»

Tomó otra copa de vino, mirando cómo el príncipe entraba con una acompañante y no era otra que la protagonista.

«Ojos claros, cabello rubio, sin duda es ella.»

Las cosas estaban sucediendo tal como en el libro. Sus ojos se desviaron hacia el emperador disimuladamente, ya que de acuerdo al libro, este debería quedar hipnotizado por la belleza de la protagonista. Sin embargo, para su sorpresa, los ojos del hombre se encontraban sobre ella y, por un momento, hicieron contacto visual.

«¿Me estaba mirando?» Piensa para sí misma, sin poder creerlo.

Miró la pista con aburrimiento, todos tenían sus acompañantes bailando, excepto ella. Se dio la vuelta, dispuesta a irse al balcón, sin embargo, una voz la detuvo.

—Me permitiría un baile, mi lady. —Se dio la vuelta, encontrando a Magnus enfrente de ella, con la mano extendida.

Observó cómo algunos ojos empezaron a posarse sobre ella.

—Claro —Sonrió forzada, tomando la mano del emperador. —¿Qué crees que hace? —Murmullo en voz baja, mientras el hombre la llevaba a la pista de baile. Su cuerpo se estremeció cuando la mano del emperador rodeó su cintura.

—Bailando —Este sonrió y Aelin frunció el ceño. —Me sorprendió mucho no encontrarla esta mañana —Miró fijamente a la chica, quien le sostuvo la mirada.

—Lamento decepcionarlo, tuve que regresar a mi casa rápido —Desvió la mirada.

Aunque no era una buena bailarina, fue capaz de seguir el ritmo de los movimientos del emperador.

—Así que te escapaste —Levantó la cabeza, haciendo contacto visual con él. —Así que la señorita Aelin le gusta escaparse —Desvió la mirada ante aquellas palabras, porque sabía a qué se refería.

—Lo hago solo cuando es necesario —Puso su mano en el hombro de Magnus cuando este la jaló hacia su cuerpo.

—¿Necesario? —El emperador frunció el ceño. Era la primera vez que dormía con una mujer y al día siguiente, esta lo abandonó.

—Escuche, lo de anoche no fue más que una cosa de una noche. Ni quiero confundirlo ni menos que tengamos malentendidos. ¿Qué dice si olvidamos todo lo que pasó? —Sonrió de forma angelical y, sin darse cuenta, estaba afectando el humor del hombre, quien tenía el ceño fruncido y una mirada severa.

—Es muy fácil decirlo que hacerlo.

—Esa es la solución más fácil que le puedo dar —Sonrió de lado, antes de que el emperador pudiera responder, el baile se dio por terminado y Aelin se retiró rápidamente con una leve sonrisa en los labios.

Había decidido algo: quería a ese emperador para ella. No le iba a dejar el camino fácil a la protagonista. Después de todo, esta eligió al príncipe, entonces no necesitaría tener al emperador detrás suyo.

Si vino a este mundo, es por algo, y lo iba a aprovechar. Tendría a Magnus donde quería.

«Serás mío, Magnus». Sonrió de lado, contenta por lo que había causado sus palabras. Si quería atrapar a un hombre mujeriego como él, no debía demostrar que ella era igual a todas las mujeres con las que había estado. Le demostraría que ella era diferente. Ella no era como todas.

Un ruido llamó su atención y se dio media vuelta para encontrar a la villana y la protagonista enfrentándose. La protagonista se encontraba en el suelo, mientras que la villana se encontraba enfrente de ella, cruzándose de brazos con una expresión molesta.

—¿Acaso no sabes lo que es la vergüenza?

—Yo...— Los ojos de la chica se aguaron, mientras que se escuchaban los murmullos.

—¿Cómo te atreves a aparecer con mi prometido enfrente de mi cara, mosca muerta?— Aelin se cruzó de brazos, mirando el espectáculo con una sonrisa.

—No tienes que ser tan cruel, Lady Alethea. —Y tal como estaba escrito en la novela, el príncipe apareció, ayudando a la protagonista a levantarse. —Eleanor, solo me está acompañando esta noche porque yo lo pedí. —Intervino el príncipe, mientras que los murmullos se hacían más fuertes, ya que el príncipe llamó a aquella chica por su nombre, lo que significaba que eran bastante cercanos.

—Por si lo olvida, su alteza, su prometida soy yo. Sabe la vergüenza que esto causará a mi familia. Hace semanas que no nos hemos visto y ahora que lo he visto por fin, trajo a esta mujer en sus brazos

— Señaló Eleanor, molesta.

Aelin sabía que en esa época, un hombre que estuviera cerca de una mujer que no fuera su prometida o esposa era algo que generaba rumores, y más en esa época, siempre era culpa de las mujeres. Y lo confirmó cuando escuchó los susurros. Cuando, en vez de criticar al príncipe, criticaban a la villana por su actitud.

—Señorita, no quise ofenderla. No creí que le llegaría a molestar al venir con el príncipe. — Aelin frunció el ceño con desagrado al ver cómo la protagonista se escondía detrás del príncipe, alcanzando a ver una sonrisa en los labios de esta.

«Pero ¿qué acabo de ver?» Sonrió de lado, sin poder creerlo.

—Basta—. La voz molesta del emperador se hizo presente. —Aquí no es sitio para ese tipo de situaciones—. Se acercó a los tres.

—Tío

— Daylon, deberías tener en cuenta que sigues comprometido con la señorita Alethea. Traer a otra mujer contigo aquí no solo la verá afectada, sino también a su familia. — Expresó en un tono molesto.

—Su majestad, no quise causar. — Intervino Eleanor, algo que era fuera de la etiqueta.

—¿Acaso le di permiso para hablar?

—Lo siento... No quise

— Deberías saber el momento de cerrar la boca. —Advirtió Magnus, ya enojado debido a la actitud de esa niña. Eleanor se mordió el labio al ver la mirada del emperador. —Le perdonaré esta falta porque es el cumpleaños de este idiota y tú—. Señaló el príncipe. —Saca a esa mujer de mi palacio ahora

— Pero, tío… — El príncipe intentó intervenir, pero la mirada seria de Magnus le dejó claro las cosas.

No podía contradecir sus palabras.