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Brujas

Brujas

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Mundo mágico
Popularitas:163
Nilai: 5
nombre de autor: Ninja Tigre Lobo

Tora Seijaku es una persona bastante peculiar en un mundo donde las brujas son incineradas, para identificar una solo basta que posea mechones de color negro

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Combate de fuegos

El amanecer tiñó de rojo el bosque de Amsel. El escuadrón beta avanzaba en formación cerrada, con pasos pesados y disciplinados, el suelo crujía bajo sus botas. Cada cazador portaba su arma rúnica, mientras las runas grabadas en las culatas parpadeaban con un tenue resplandor azul. El aire olía a tierra húmeda y a pólvora mágica.

Mateo marchaba entre ellos, con el brazalete vibrando suavemente como si el sistema quisiera recordarle que cada movimiento estaba siendo observado.

—Recuerden —gruñó el capitán, levantando el puño cerrado para detener la marcha—. Una bruja sola puede derribar a un escuadrón entero si la subestiman. Fuego coordinado, sin dudas.

Las órdenes resonaron con eco en el bosque. De pronto, uno de los exploradores levantó la mano: había movimiento entre los árboles.

Mateo afinó la vista y allí la vio. Una silueta femenina, apenas visible entre las sombras, caminando con un paso calculado. Sus cabellos negros estaban recogidos bajo una capucha oscura y sus ojos reflejaron un brillo fugaz cuando la luz se filtró entre las ramas.

Era Syra.

Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Qué demonios haces aquí? pensó, sin mover un músculo de más.

El capitán levantó el arma.

—Objetivo a la vista.

Los cazadores se desplegaron, formando un semicírculo, apuntando a la supuesta “bruja”. Syra, sin embargo, no mostró miedo; avanzó un paso más, alzó apenas una mano y pronunció palabras en un idioma que Mateo reconoció como un código cifrado entre ellos, apenas un susurro que pasó inadvertido para los demás:

—//Mantente en tu papel, yo me encargo del resto.//

Mateo frunció el ceño, disimulando con una mueca de nerviosismo frente al escuadrón.

—¡Abra fuego! —ordenó el capitán.

Un estruendo de disparos rúnicos iluminó el claro. Chispas azules y ráfagas mágicas surcaron el aire. Sin embargo, cada proyectil se desvió al último instante como si hubiera rebotado contra una barrera invisible. Syra alzó los brazos, fingiendo estar acorralada, mientras sus labios apenas se movían en un gesto casi teatral.

El capitán maldijo, rearmando su fusil.

—¡Es poderosa! ¡No la dejen escapar!

Mateo dio un paso adelante, fingiendo un tiro apresurado. Su disparo pasó rozando la cabeza de Syra y golpeó un tronco detrás de ella. Los demás cazadores gritaron con furia, creyendo que estaba participando en la ofensiva. En realidad, Syra lo había calculado todo: su falsa debilidad, sus movimientos medidos.

Entre el fragor del ataque, Syra le devolvió una mirada breve, una chispa de complicidad. Su voz volvió a llegar, filtrada como un eco en la mente de Mateo:

—//Al caer la noche, búscame en el río seco. Tenemos información que compartir.//

Y entonces, con un estallido de humo negro, desapareció entre los árboles. Los cazadores quedaron confundidos, disparando a la nada, maldiciendo entre dientes.

El capitán golpeó el suelo con rabia.

—¡Se nos escapa! Replegar formación, regresamos a la sede. Tendremos que reportar un fracaso.

Mateo guardó silencio, ajustando sus lentes. Fingía decepción, pero por dentro una sonrisa se le formaba en los labios. Syra… siempre un paso adelante.

El brazalete volvió a vibrar con un mensaje del sistema:

"Camuflaje en riesgo. Contacto externo detectado."

La noche había caído, y con ella el silencio pesado del bosque. El río seco se extendía como una cicatriz de piedra blanquecina en medio de la oscuridad, iluminado apenas por la luz de la luna. El viento arrastraba hojas secas que crujían como huesos al romperse.

Mateo caminó con cautela, con el fusil rúnico colgado en la espalda y el abrigo oscuro cerrándole hasta el cuello. Se detuvo a cada paso, asegurándose de que no lo siguieran. El brazalete vibraba con mensajes intermitentes:

"Actividad sospechosa detectada. Permanezca en formación."

Lo ignoró, siguiendo hasta la curva del río. Allí, entre las sombras de unas rocas erosionadas, una figura emergió como si siempre hubiera estado esperándolo.

Era Syra. La capucha le cubría el rostro, salvo por un destello de sus ojos que parecían arder con rabia contenida.

—Llegaste tarde —dijo en voz baja, sin moverse.

Mateo se acomodó los lentes, sonriendo con esa calma peligrosa que había aprendido a fingir en la sede.

—Tenía que hacer creer que volví derrotado. Nadie sospecha de mí.

Syra dio un paso adelante, pero sin bajar la guardia.

—No durará mucho ese disfraz. El sistema ya te está marcando, ¿verdad?

Mateo asintió apenas.

—Me llegó una alerta durante la cacería. El camuflaje no es perfecto… y lo saben.

Hubo un silencio denso. El murmullo del bosque parecía amplificar sus voces como si los espíritus mismos escucharan.

—¿Qué descubriste de ellos? —preguntó Syra, cruzando los brazos.

Mateo bajó la mirada un instante, repasando mentalmente lo visto en la sede.

—La organización es más militar de lo que imaginábamos. No son simples fanáticos. Tienen jerarquías claras, unidades de entrenamiento, armamento con runas experimentales. Están planeando algo grande… demasiado grande para ser solo "cazar brujas".

Syra apretó los dientes.

—¿Qué significa "holocausto"? Lo escuché en sus cantos, antes de que… —se interrumpió, recordando las imágenes de sus amigas arrodilladas y decapitadas—.

—Ofrecimientos —respondió Mateo en voz baja, casi un susurro—. Sacrifican a las brujas como tributo. Pero no es para cualquier espíritu… hay facciones entre ellos. Algunos espíritus están de su lado, aceptan la sangre como combustible.

Syra lo miró con una mezcla de miedo y rabia.

—Eso significa que no solo luchamos contra humanos. Estamos en medio de una guerra de espíritus.

Mateo alzó una ceja.

—Exacto. Y la sede prepara un "Rito Mayor". Lo llamaron Purga del Eclipse. No sé la fecha exacta, pero mencionaron que cuando la luna se tiña de rojo, marcharán contra uno de los bastiones de brujas.

Syra contuvo un jadeo.

—Ese bastión… podría ser mi gente.

Mateo le puso una mano en el hombro.

—Por eso necesitamos más información. Y rápido. Tú te infiltras desde afuera, yo desde dentro. Si jugamos bien nuestras piezas, podremos descubrir al líder real detrás de todo esto… ese tal Madto.

El nombre resonó en el aire como un eco maldito. Syra bajó la mirada, la voz le tembló al responder:

—He oído ese nombre antes. Susurros, nada concreto. Un hombre que no aparece en registros, pero cuyas órdenes todos siguen como si fueran decretos divinos.

Mateo entrecerró los ojos.

—Tenemos un enemigo invisible moviendo los hilos.

La tensión creció entre ellos. Ambos sabían que quedarse demasiado tiempo en aquel lugar podía costarles la vida. Syra retrocedió hacia las sombras, y antes de desaparecer, le lanzó una advertencia:

—Si descubren tu verdadera identidad, no tendré cómo salvarte. Recuerda… el río seco es seguro solo de noche. Al amanecer, hasta las piedras escuchan.

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Ninja Tigre Lobo
hola
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