Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
NovelToon tiene autorización de Lilian Ortega para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Bebé
Mandy no se quedó a discutir con Aidan; vino a enfrentar su furia. Yo estaba a punto de subir al ascensor cuando de repente sentí que alguien me agarró del pelo, haciéndome retroceder unos pasos. Perdí el equilibrio de mi cuerpo, y ya era demasiado tarde para mantener la calma; alguien me estaba atacando sin razón alguna. Tenía que protegerme, así que la empujé contra la pared con toda mi fuerza. Mandy se golpeó contra la pared; me acerqué hacia ella y le di un golpe en la cara, y luego otro, resonando en el aire las golpizas.
Nunca quise desatar una guerra con ella ni con nadie. Mis únicos enemigos eran mi esposo y mi suegra; estaba a punto de deshacerme de ellos. Por su culpa, estaba tan enojada con el mundo que ya no media las consecuencias de mis actos. Nunca más permitiría que me lastimaran, ni ellos ni nadie. Mandy se estaba convirtiendo en una molestia en mi vida ese día.
—¡No vuelvas a cruzarte en mi camino!—le advertí con la mirada fría — Porque la próxima vez te voy a desfigurar esa cara asquerosa que tienes— le dije antes de volverla a golpear hasta romperle la nariz.
No pude medir el control de mis golpes. El rostro de Mandy estaba lleno de moretones y sangre. Aidan se horrorizó con la escena, sintió compasión de ella eh intervino. Me tomó por la espalda, y me apartó de ella.
—¡Basta, Irina! ¡Basta ya!— me gritó desperadamente.
Me había convertido en una fiera. De repente mis músculos empezaron a relajarse y sentí como mi cuerpo se deslizaba por el suelo. Mi rabia había agotado todas mis energías, y luego perdí el conocimiento.
Aidan me cubrió entre sus brazos y me llevo al hospital más cercano. Antes, le pidió a su secretaria que llamara a la ambulancia para qué se llevarán a Mandy.
Los médicos me atendieron de inmediato, me realizaron estudios y laboratorios. Todo con el consentimiento de Aidan, que se mantenía a mi lado durante todo el proceso.
Cuando recuperé la conciencia, estaba acostada en una cama de hospital. Miré de un lado a otro intentando recordar qué es lo que había pasado; estaba desorientada y un poco confusa. Lo último que recordaba era que estaba saliendo de la oficina de Aidan para dirigirme al ascensor. Giré la vista y noté que en la mano tenía una cánula conectada a un suero que goteaba lentamente.
Minutos después, la puerta se abrió y Aidan entró a la habitación, se acercó y me tomó de la mano—¿Cómo estás?— me preguntó preocupado.
—¿Por qué estamos aquí?—le pregunté.
—Te desmayaste después de pegarle a Mandy.
—¿Por qué la pegue?
—¿Enserió no recuerdas nada, Irina?
Clavé mi mirada en la profundidad de sus ojos.
—¡No! no recuerdo nada— le respondí.
Aidan me miraba, aún más preocupado. ¿Cómo es posible que no recuerdes lo agresiva que te pusiste?, se preguntó.
El gesto de ambos supero el silencio, hasta que el médico entró para darme una noticia que me partió en dos hemisferios irreparables.
—Me alegra saber que ya despertaste — me dijo el médico con una gran sonrisa.
—¿Qué fue lo que me pasó?— le pregunté.
—Últimamente, no te has estado alimentando como corresponde, y en consecuencia perdiste mucha energía.—fue la repuesta del médico.
—¿Cuándo puedo irme?
—Hasta que te recuperes no puedes irte. El bebé necesita una madre fuerte.
—¿De que bebé habla?— pregunté con una voz de asombro, mientras mi mente intentaba procesar la palabra bebé.
—Estás embarazada Irina, tienes seis semanas.
¿Seis semanas atrás, con quién estaba?, me pregunté. Retrocedí en el tiempo y recordé los golpes y las violaciones de Axel; finalmente también recordé con quien había estado. Entonces giré la mirada y me encontré con la de él, Aidan, el culpable de esta situación. Esa verdad me estaba poniendo a prueba de todo lo que estaba intentando escapar.
Aidan también revolvió sus recuerdos, y sonrió al descubrir que había una posibilidad de que ese hijo era suyo.
Mis ojos se humedecieron, no sé si de tristeza o de felicidad.
—¿Está seguro que estoy embarazada, doctor?—pregunté, para saber que era verdad lo que había escuchado.
—Si quieres te muestro el resultado del laboratorio.
—No, no es necesario, gracias por la noticia.
—!Por lo visto ninguno lo sabía!.los dejo solos para que hablen. Cualquier cosa me preguntan—dijo el médico y se fue de la habitación.
Tenía la mirada ausente y vacía. No podía articular ningún movimiento. Aidan, en cambio, estaba feliz, no estaba en sus planes ser padre, pero la idea de que su ángel le daría un hijo, le hacía estallar de alegría.
—¿Irina, escuchaste lo que dijo el médico?—me preguntó.
Pero no logré decir ninguna palabra, simplemente mis ojos se llenaron de lágrimas. Me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana, intenté abrir la pesada cortina, pero me costaba. Aidan me ayudó en silencio. Me puse a observar el edificio de enfrente, intenté mirar el mundo desde otra perspectiva, pero todo nulo estaba a mi alrededor.
—¿Irina?—Aidan me llamó.
—¿Por qué no te has ido? ¿Qué haces aquí?—le pregunté furiosa.
—Irina, no puedo dejarte sola. No ahora que sé que estás esperando un hijo.
—No quiero que te metas en mis asuntos. ¡Fuera de aquí!—le dije echándole a empujones.
—Irina, sé que soy un extraño, pero juntos podemos llegar a un acuerdo.
—¿Por qué debería llegar a aún acuerdo con vos?
—¿Quién es él padre?
—No tengo por qué contestar a eso.
—Ámbar, estamos hablando de un ser.
—No quiero tener a este hijo.
—¿Por qué?
Me eché al suelo y me puse a llorar. Recordé al hijo que había perdido dos años atrás, y tenía mucho miedo que se volviera a repetir la situación. Aún había muchas marcas que me perseguían y no me permitían avanzar. Este mundo era un lugar peligroso, desde esa pesadilla mi vida ya no era la misma. Yo era una persona peligrosa para mi hijo. Descubrir esa verdad me dolía mucho.
Aidan me tomó suavemente de la barbilla y me levantó la cara, me obligó a que lo mirará—No te preocupes, todo va a estar bien— me dijo con mucha dulzura.
Falsos recuerdos me jugaron una mala jugada. Besé, sus labios tiernos, reviviendo recuerdos vagos del pasado. El infierno seguro me estaba esperando, pero yo tardaría en llegar, mientras tanto, mi deber era buscar un sitio seguro para mi nuevo hijo.
Con mucha claridad me puse a mirar el rostro de Aidan; no quería olvidar su rostro por ningún motivo. Aún no sabía si era un hombre bueno o era de los malos; debía estar atenta, sin perder la guardia. Era un extraño que el destino lo puso en mi camino.
El pasado me dolía y me costaba recordar, ¿dónde es que me perdí?, que ahora no podía encontrarme.