Que Ganas De No Verte Nunca Más

La llamada de Lucas la puso de mejor humor haciéndole saber que ya la esperaba en la empresa. Con ese pensamiento, salió de la Mansión con una bella sonrisa. Llegó hasta donde la empresa de Lucas y todo estaba listo. Ambos estaban en el área de presidencia, cada uno en un puesto diferente. El día transcurrió muy rápido y Chaly se sentía como pez en el agua. Almorzó y comió con Lucas, el cual no perdía la oportunidad de ser muy atento y demostrar sus sentimientos e intenciones coqueteando con Charlotte. Lucas preguntó por lo sucedido y Charlotte optó por no contar nada, aún a sus amigos, pues no se sentía preparada.

La hora de la salida era hasta las 6 de la tarde y Charlotte llegó a casa alrededor de las 7 de la noche.

Al entrar en la Mansión, Charly se sorprendió de que Francisco estuviera en la sala tomando una copa de vino. Charly saludó con mucho entusiasmo pensando que tal vez Francisco ya estaba de mejor humor. Francisco, sin muchos rodeos, le preguntó por qué tanta demora de la universidad. La había estado esperando desde hace más de dos horas para poder hablar. Charlotte se disculpó y explicó que se encontraba haciendo sus prácticas profesionales y ese era su nuevo horario por al menos unos tres meses. Francisco no quedó muy convencido y solo asintió. Charlotte estaba dispuesta a que de alguna manera esto funcionara y le preguntó a Francisco si ya había cenado. Este respondió que no y Charly le dijo: "Ok, entonces prepararé algo de comer. Yo muero de hambre", dijo Charly con una sonrisa y sacándose los tremendos tacones que había usado todo el día y caminando descalza por la casa, dirigiéndose hasta la cocina y quitándose el saco de su traje. Y atando en una coleta alta su lacio cabello. Francisco la miraba asombrado, ya que se miraba realmente muy bien. Nunca se imaginó que ella cocinara. Una vez en la cocina, Charlotte cocinó algo sencillo con un poco de ayuda de Mariam, la chica delgada. Aunque Charly se negaba, no pudo evitar que la ayudara y el trabajo fue muy fácil. La cena quedó servida y Charly fue hasta donde Francisco, el cual estaba haciendo una llamada telefónica. "Ya está todo listo. Te espero en el comedor", dijo Charly amable en voz baja para no molestar. Francisco pensó que se veía aún más hermosa toda sonrojada por haber cocinado. Francisco finalizó rápidamente la llamada de su socio y se dirigió al comedor. Todo estaba perfecto. Charlotte había preparado pasta, una de las favoritas, sin saberlo.

"Cociné algo muy sencillo, espero sea de tu agrado... no sé cuáles son tus gustos y espero poder conocerlos en un futuro". Mariam, que estaba detrás esperando la indicación para servir, se quedó muy asombrada, pues en definitiva, todo lo que fuera una pasta era del agrado del joven Francisco. Ella creía que Charlotte había cocinado con esa referencia. De antemano, Charlotte se percató de que Mariam seguía de pie detrás de ellos. "Es todo, Mariam, ya te puedes retirar". Charlotte tomó el cucharón de la pasta y sirvió con mucho cuidado una porción en el plato de Francisco, que estaba encantado. No sabía por qué, pero se sentía muy bien y de alguna forma eso le molestaba.

Francisco agradeció observando: "Veo que conoces muy bien al personal. Y por cierto, ¿este es mi platillo favorito? ¿Cómo es que lo sabías?" preguntó Francisco, asombrado al ver el plato servido por la propia Charlotte. Jamás nadie le había cocinado y servido directamente sin ningún problema de etiqueta. Se sentía realmente bien y muy confortable. Al probarla, quedó maravillado, pues le trajo gratos recuerdos de su infancia cuando su mamá también le cocinaba. Francisco finalmente felicitó a Charlotte, pues quedó satisfecho.

Charlotte se sintió un poco avergonzada y le hizo saber que también era su comida favorita. "Todas las clases que me hiciste tomar por fin rinden frutos", dijo Charly muy satisfecha. Un poco confundido, Francisco le pidió que se explicara mejor. "Si el día después de que nos casemos me llega un correo con todo el itinerario de clases a las que debía asistir, ¿no lo recuerdas? Idiomas, cocina, música, etiqueta, etcétera". Francisco no sabía de lo que hablaba y dijo: "Eso debió ser obra de mi abuelo. Bueno, gracias a él aprendiste a cocinar. Y lo haces muy bien".

Charly sonrió y asintió. "Bueno, solo quiero que nos llevemos bien durante estos dos años. ¿Qué te parece si una vez por semana cenamos juntos? Yo cocino. Únicamente dime qué día y yo estaré dispuesta", dijo Charlotte con mucha seguridad.

Francisco levantó la ceja y aceptó, "Por lo regular yo llego un poco más tarde a casa, pues en algunas ocasiones tengo reuniones o cenas con socios", dijo sincero Francisco. "No hay problema, si no se puede, no se puede", mencionó Charly.

Charlotte sonrió y se puso a recoger la mesa, "No tienes que hacerlo, el personal se encargará", dijo Francisco. "No hay problema, puedo hacerlos", respondió Charlotte. Llevó los platos hasta la cocina y Francisco le ayudó con el plato de pasta. Jamás había hecho algo así y se sintió muy bien ayudando.

Charly estaba por empezar a lavar los platos sucios, Francisco lo impidió diciendo, "No, eso sí que no. Ya cocinaste y levantaste la mesa, esto ya es demasiado. Eres la señora Riquelme, por favor..." Charly estaba acostumbrada a hacer todo eso, pues si bien tenía personal en el departamento, ella siempre limpiaba su desorden pensando que esa era su manera de ayudar o contribuir. "Tú también debes estar cansada y además llevas mucho tiempo descalza, te hará daño", dijo Francisco mientras la jalaba del brazo. Ambos fueron escaleras arriba. Charlotte se dirigió hasta la habitación principal sin decir nada. Francisco se rindió y fue a su habitación. Sin nada que discutir, sabía que había exagerado mucho al decir que ella no era lo suficiente para estar en aquella habitación que perteneció alguna vez a sus padres. Y esa fue la única cena oficial durante toda la semana. Ya que los horarios de ambos estaban desfasados y de algún modo cada uno lo agradecería.

La semana transcurrió rápidamente y el fin de semana fueron invitados a una cena de gala de parte de uno de los amigos del abuelo que aparte era socio de la familia.

El abuelo mandó a una estilista profesional para ayudar a Charlotte con su arreglo personal. Francisco esperaba pacientemente en la sala, aunque un poco ansioso, pues era amante de la puntualidad. Se encontraba bastante nervioso, porque este será el primer evento al que asistiría con Charlotte como su esposa. El abuelo sí que tenía su forma de tomar represalias por aún no cumplir con su palabra, pero esto les enseñaría a este par que con él no se juega y eso era apenas el comienzo.

Charlotte estaba más que nerviosa y sentía que sus piernas temblaban como gelatina. Ella también sabía que esta era una de las formas en que, si bien a manera de castigo o no, ambos revelaron en público que están casados. Y aunque para Charly ya era mucho vivir bajo el mismo techo, ya era mucho.

El evento era de carácter benéfico y todo el mundo de élite acudiría. Charlotte bajó en un hermoso y despampanante vestido color verde, el cual fue elegido por la estilista. Charlotte se veía perfecta, digna del apellido Riquelme.

Francisco levantó la vista al escuchar los tacones sonar contra él. Al levantar la vista, se encontró con la radiante Charlotte sobre el piso de mármol. De inmediato, Francisco se puso de pie y caminó hasta ella por mero instinto. "Estás estupenda. Ese vestido es hermoso, pareces digna del apellido", dijo Francisco. "Aún sigues con que si soy o no digna", respondió Charlotte muy seria y con mucha seguridad. "Soy más digna y eso te lo voy a demostrar. Hieres mi orgullo", agregó Charlotte. "Disculpa, pero bueno, los estándares son altos. Ya lo verás", mencionó Francisco con un poco de preocupación y apenado por la situación. Charlotte se dio una vuelta delante de Francisco, pues este no dejaba de mirarla. "Una foto te durará más", dijo divertida Charly. Francisco la miró y sonrió coqueto.

El camino fue corto y silencioso por parte de Charlotte, ya que se encontraba bastante nerviosa. Francisco estaba metido en su celular con una llamada de su querida Kathy. Aunque a Charly no le molestaba en absoluto, le causaba mucho hostigamiento tanta mil que derramaba Francisco. El auto se detuvo y el momento había llegado, el día era perfecto. La cita era en un precioso jardín al aire libre. Ya en la entrada se encontraba la prensa preparada para capturar a los importantes invitados.

Charlotte respiró profundamente y Francisco se percató de su nerviosismo. "Tranquila, demuestra que eres digna del apellido", dijo levantando una ceja haciéndolo aún más atractivo. Charlotte se sintió aún más presionada. "¡Vamos!"