Una sola noche, cambio mi vida para siempre.
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8
Hacía un sol de justicia, por lo que mi nuca agradeció cuando llegué a la sombra que arrojaba la casa de Jared.
Había estado un par de veces con mi hermano en su casa. Hacía mucho tiempo ya, pero el buzón decía que vivían allí y que no me equivocaba.
Llamé con los nudillos a la puerta y me separé un poco. A los pocos segundos, la puerta se abría de par en par y Jared apareció detrás de esta.
Iba vestido con una camiseta de tirantas celeste que dejaban ver sus grandes hombros e insinuaba la forma de sus pectorales y unos pantalones oscuros.
- Hola. - me sonrió desde el interior de su casa. – Pasa. – me dijo mientras se echaba para un lado, invitándome a entrar.
Pasé junto a él, casi rozándolo. Pude notar cómo olía a champú y a desodorante. Se había duchado hace poco tiempo, al igual que yo.
Me quedé parado en mitad del recibidor, mirando algunas fotos que había colgadas en la pared. En la casa solo se oía un murmullo robótico en la cocina, por lo demás, reinaba el silencio.
- Vamos al salón. – dijo Jared, después de cerrar la puerta.
Abrió una puerta que quedaba a la derecha, y se perdió en la estancia. Lo seguí hasta allí, con paso lento y dubitativo.
- Ven, no tengas miedo, que no muerdo. – me dijo tranquilamente desde al lado del sofá, dándole palmaditas a este. - Siéntate, ponte cómoda. ¿Quieres algo de beber? – preguntó tranquilamente.
Pasé por su lado y me senté donde me indicaba. Tenía la boca seca, por lo que:
- Agua, por favor. – le contesté yo, mirándome los zapatos.
Llevó su mano derecha hacia mi cabeza y me tovo el cabello en un cariñoso gesto antes de dirigirse hacia la cocina.
Me sentía desarmada, no sabía qué decir ni cómo actuar. Por mi cabeza pasaban las imágenes de la noche anterior, nuestros cuerpos fundidos en uno solo.
luego me vinieron las palabras de Chris “se arrepentía de dormir contigo…”. Era un mar de sentimientos.
La casa estaba realmente silenciosa y una pregunta llegó a mi mente:
- ¿Y tus padres? – dije en voz muy alta para que me oyese desde la cocina.
- Se han ido de fin de semana a la playa esta mañana. – le oí decir.
Así que estábamos solos.
Mejor, así podríamos hablar con total libertad.
Jared llegó justo después con un par de vasos y una botella de cristal rellena de agua fría. Puso ambos vasos en la mesa bajera que había frente al sofá y los rellenó de agua antes de sentarse a mi lado.
Cogí mi vaso y bebí de un trago su contenido, sintiéndome mucho más refrescado, y lo volví a dejar en la mesa.
Jared y yo estábamos en ambos extremos del sofá, sentados, mirando al frente y guardando silencio. Finalmente, habló el primero:
- Bueno, ¿qué quieres que te explique concretamente? – dijo mientras ponía su mano sobre mi rodilla.
Miré a Jared enfadado y este retiró su mano inmediatamente.
- Quiero que me expliques lo que pasó ayer. – dije seriamente, mirándolo directamente a los ojos.
se llevó la mano hacia la parte de atrás de su cabeza y comenzó a rascarse la nuca, nervioso.
- Eeh, pues… La verdad es que iba muy borracho y no sabía lo que estaba haciendo… - dijo, retirándome la mirada.
Ahí tenía mi respuesta.
Yo estaba en lo cierto: se arrepentía. Había sido un polvo pasajero, como muchas otras chicas antes de mí. Había profanado mi virginidad por simple deseo y lujuria.
Aguanté mis ganas de llorar y me levanté del sofá. Anduve con paso rápido hacia la puerta de la calle, decidido a irme de su casa, sin escuchar lo que Jared decía detrás de mí.
me gustaría ver el final