LOS CREADORES DEL PASADO (VALERIAN WORLD)

La Matriarca Brown extendió el pergamino con la fórmula hacia Elian, sus dedos temblorosos apenas rozando los suyos. El papel olía a azufre y raíces prohibidas.

—Tómala y márchate, Dragón —murmuró, evitando su mirada.

—Pero recuerda: mi clan no tendrá parte en lo que viene —Elian enrolló el pergamino con calma estudiada, aunque sus ojos azules como acero brillaban con una luz demasiado humana para su estirpe.

—No habrá represalias —aseguró, pero su voz sonó hueca, incluso para él. Solo necesitó que abran su mente y vean lo que nos falta, para salvarnos, la unión es la única salvación.

La Matriarca no pudo contenerse. Con un movimiento rápido, le agarró la muñeca, hundiendo sus uñas en la piel impenetrable que asomaba bajo su túnica.

—¡Mientes! —silbó—. Los Dragónes no sienten, no aman. ¿Por qué arriesgar todo por una Fénix? —Sus ojos se posaron en el relicario de Jonier, donde el retrato de Samia (la difunta reina Fénix) sonreía.

—¿O acaso ya olvidaste que fue tu padre quien ejecutó a sus padres?

El aire se electrizó. Las manos de Elian, tomaron el brazo de la anciana, casi rompiendo el brazo de la anciana. La mujer se estremeció de dolor.

—Mi padre pagó ese error con su vida —rugió, mostrando por primera vez la aterradora furia de un Dragón.

Jonier dio un paso atrás, reconociendo la verdad en esas palabras. Elian solo tenía 7 años cuando presenció eso.

Un silencio espeso cayó sobre ellos. Hasta qué…

La risa de Shania cortó la tensión como un cuchillo.

—Qué conmovedor —dijo, recostándose contra la puerta con los brazos cruzados—. El gran Rey Dragón, roto por una niña que ni siquiera lo va a recordar y menos tendrá dones.

Se acercó, deslizando una mano por el pecho de Elian hasta arrebatarle la fórmula.

—Pero esto no es un cuento de hadas. Si la Fénix bebe la pócima, olvidará hasta su propio nombre, no tendrá dones, no va a sentir nada, de todas formas, es protegerla. —Sus labios se curvaron en una sonrisa venenosa.

—¿Realmente crees que eso va a pasar? —Elian la miró fijamente, y por primera vez, Shania vio algo que la aterró.

Lágrimas de Dragón.

El salón del trono estaba en silencio. La luna, sangrienta y pesada, se aferraba al cielo nocturno como una herida abierta. Y en medio de esa quietud, Elian se desmoronaba.

Después de esa reunión, el rey Dragón se fue a lugar menos concurrido. Todo se arremolinaba dentro de él.

Las lágrimas ardían al caer sobre sus manos. No eran lágrimas de Dragón. Eran llamas líquidas, el último vestigio de un alma que creyó muerta.

—¿Es mejor que no recuerdes la otra vida mi amor? —susurró para sí mismo, los nudillos blancos al aferrarse al mármol de los balcones.

—¿O solo es mejor para mí que no recuerdes nada? ¿Me perdonarías alguna vez? ¿Me llegarás a amar como antes?

Flashback (Vida Pasada):

Una hoguera iluminaba la plaza del pueblo. Dely —no mayor de 19 años— encadenada a un poste, sus ojos verdes sin miedo, solo tristeza. Delgada como una espiga. Demacrada y llena de dolor, miraba hacia abajo con desesperación.

Elian, con la armadura de Juez Dragón, sostenía la antorcha.

—¡Confiesa tu herejía, Fénix! —gritó la multitud.

Pero él solo veía sus labios moviéndose en silencio: "Te amé".

La antorcha cayó.

El grito desesperado de un hombre sonó en ese estruendoso silencio… Dragón, te vas a arrepentir…

Presente:

Un rugido desgarrador salió de su garganta que botaba ese dolor y estremeció el castillo. Los vitrales vibraron ante el estruendoso sonido. Elian se desplomó de rodillas, esos recuerdos que le calaban el alma.

—¡Yo TE QUEMÉ! —gritó hacia la nada, golpeándose el pecho sin ninguna piedad.

—Yo los quemé—

—¡Fui yo! ¡Siempre fui yo! —En ese momento, una sombra se movió en el balcón.

Dely, con su peluquín desprendido y el camisón pegado al cuerpo por el viento, lo observaba con ojos tan verdes como el día de su ejecución.

—¿Dragón? —llamó, su voz temblorosa. —Él alzó la vista, y por primera vez en su vida, supo lo que era el verdadero terror.

Elián dio un suspiro largo para calmarse, y la hermosa Fénix se acercó para ayudarlo, le daba un pesar no entendido verlos así de perdido.

—Lagarto problemático, ven, vayamos a la habitación —dijo ella apoyándolo mientras él se deja llevar.

Elian se dio un baño para calmar su alma, en la cama, Dely cepilla su cabello, debe volverlo a trenzar por la mañana y sin darse cuenta se durmió. Cuando Elian salió, vio a la belleza en su cama, dulce, con un lindo puchero mientras sueña.

La luna plateada acariciaba el rostro dormido de Dely cuando Elian se detuvo al borde de la cama, conteniendo hasta la respiración.

"Así es como debió ser siempre", pensó, observando cómo sus dedos pequeños se aferraban a la almohada. "Durmiendo en paz. Lejos del fuego, de la sangre... de mí."

Pero entonces, Dely se agitó. Un gemido escapó de sus labios, y Elian vio algo que lo paralizó:

—No... padre... —murmuró Dely, retorciéndose—. No me dejes…

Elian sintió que el mundo se desmoronaba. Era la noche en que sus padres murieron. Elian se arrodilló junto a la cama, temblando al reconocer el pasado.

Ella odiaba a su clan y más aún a él, su padre fue quien asesinó a los suyos, así que era una guerra interminable.

Dely abrió los ojos de repente, pero no lo vio a él. Vio fantasmas.

—¿Madre? —susurró, extendiendo una mano hacia el vacío.

Entonces, gritó. Un sonido tan desgarrador que Elian la envolvió en sus brazos sin pensar, sellando su boca contra su hombro para ahogar el llanto.

—Shhh, pichoncita —mintió, acariciándole el pelo—. Fue solo un sueño, besaba su coronilla con delicadeza mientras la Mesía suavemente, calmando el acelerado corazón de su hermosa niña, su amor.

Pero cuando miró hacia el espejo del otro lado de la habitación, vio la verdad reflejada:

Las lágrimas de Dely brillaban bajo la luz de la luna, se arremolinaban como una pequeña tempestad formada en sus lindos ojos verdes.