"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Capitulo 07:"El arte de la guerra"
El día amaneció sombrío y helado. Las campanas del Palacio resonaron en toda la ciudad.
"El juicio de los Valemont."
Aelina se miró al espejo. Hoy no sería una joven noble. Sería una reina sin corona.
Eligió un vestido rojo oscuro, casi negro. Cuello alto, mangas largas. Su cabello recogido en un moño elegante.
Los ojos delineados como dagas.
Lucas entró, portando su armadura de gala.
—Mi lady... el Consejo Judicial os espera.
Vuestra madre y vuestro padre... han sido retenidos en los calabozos. No han sido heridos, pero...
Aelina le tocó suavemente el brazo.
—Hoy... los sacaré de allí, Lucas. Lo juro.
Lucas tragó saliva. Su mirada ardía de lealtad y algo más.
—Os protegeré con mi vida.
"Y yo protegeré tu corazón, Lucas... aunque eso signifique romperlo."
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El Gran Salón de Justicia estaba a rebosar.
Los lores y damas cuchicheaban. Los jueces observaban desde su estrado.
En el centro, Aelina avanzó con paso firme. Lucas tras ella, como un muro.
En el trono de la Corona, Darius sonreía con crueldad.
—Lady Aelina Valemont. Os enfrentáis a cargos de conspiración, y vuestras pruebas son débiles.
¿Deseáis decir vuestras últimas palabras... antes de perder vuestro título y vuestra familia?
El murmullo se alzó.
Aelina inspiró hondo.
—Sí, alteza. Deseo hablar. Pero antes... deseo presentar nuevas pruebas.
Los jueces se miraron, sorprendidos.
Darius entornó los ojos.
—¿Qué pruebas?
En ese instante, Aurelian apareció en el umbral. Llevaba un pequeño cofre negro.
Se acercó a Aelina con una reverencia teatral.
—Lady Aelina. Como prometí... os traigo la verdad que duerme en las sombras.
Aelina lo abrió. Dentro, un pequeño espejo encantado.
—Este artefacto contiene registros mágicos de una conversación entre Lord Marvian y el propio príncipe heredero —dijo Aurelian en voz alta—. En ella, Lord Marvian admite que los cargos fueron fabricados.
El salón explotó en gritos.
Darius se levantó furioso.
—¡Eso es inadmisible! ¡Es una falsificación!
Aelina se volvió hacia los jueces.
—¿Lo es? Entonces permitid que el Consejo de Magos autentique el artefacto. Si es falso, aceptaremos el castigo.
Si es verdadero... pediremos justicia.
Los jueces no pudieron negarlo.
Aurelian sonrió suavemente.
—¿Os parece justo, alteza?
Darius apretó los dientes.
"Te he atrapado, Darius. No puedes impedirlo sin desenmascararte."
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Mientras los magos verificaban el artefacto, Kael Dravenhart observaba desde su asiento, silencioso.
"No solo es valiente... es brillante."
Por primera vez, su fría fachada se agrietó. Su mirada seguía a Aelina con creciente respeto... y un leve destello de interés personal.
"Esta mujer... podría cambiar el reino."
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Los magos anunciaron:
—El artefacto es auténtico. Las palabras fueron pronunciadas tal como se oyen.
El estrado de jueces estalló en debate.
Finalmente, el juez principal se levantó.
—El juicio se suspende. Los cargos contra Lord y Lady Valemont quedan anulados.
Lady Aelina, vos y vuestra familia quedaréis bajo protección del Consejo… mientras se investigan los actos del príncipe.
El salón entero se alzó en gritos.
Lucas exhaló, visiblemente aliviado.
Aelina se mantuvo firme, aunque por dentro su corazón latía desbocado.
Cuando bajó del estrado, Lucas la abrazó brevemente.
—Mi lady... lo lograsteis.
Aelina le susurró:
—No fue sólo mérito mío. Fue de todos nosotros.
Lucas la miró, sus ojos llenos de un amor que aún no se atrevía a confesar.
"No ahora, Lucas. Aún no puedo entregarte ese derecho."
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Aurelian se acercó, sonriendo.
—Os dije que os sería útil.
Aelina lo miró con astucia.
—¿Por qué ayudáis, realmente?
El mago inclinó la cabeza.
—Porque sois la única pieza en este tablero que aún me sorprende, Lady Valemont.
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Desde su asiento, Kael Dravenhart los observaba.
"Debo acercarme a ella. No por capricho... sino porque su causa podría ser mía."
Se levantó y se acercó.
—Lady Aelina. Me habéis impresionado.
—Gracias, duque. Pero la batalla apenas empieza.
Kael sostuvo su mirada.
—Entonces... tal vez os convenga contar con un aliado que nunca retrocede.
Aelina sonrió.
—¿Ofrecéis vuestra espada?
Kael inclinó la cabeza.
—Ofrezco mi poder. Y... mi tiempo.
Por un instante, el aire entre ellos se tensó. No era un simple acuerdo político. Algo vibraba debajo.
Lucas observó la escena, tenso.
"Kael... tú también has caído en su red."
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Al caer la noche, en sus aposentos, Aelina abrió un nuevo pergamino.
"Has salvado a tus padres... pero yo aún no he terminado contigo."
Firmado: Darius.
Aelina sonrió con frialdad.
"Perfecto. Persígueme, Darius. Cada paso que des... te acercará a tu caída."