Alana, una joven de 21 años, lleva tres años comprometida con Nick, el hombre que siempre creyó sería su único amor. Criada en una familia rica y protegida, su vida parece perfecta: un futuro asegurado junto al hombre de sus sueños, un matrimonio en tres meses y una graduación que la llena de orgullo. Pero todo se desmorona cuando decide celebrar en Eclipse, un bar recién abierto en la ciudad. Lo que parecía una noche común, pronto se convierte en una pesadilla al descubrir que Nick tiene un oscuro secreto, uno que podría destruir todo lo que ella creía saber.
Mientras Nick juega un doble juego, Alana empieza a cuestionarse todo. ¿Será su amor verdadero o solo una fachada? Y en medio de su dolor, un misterioso empresario, Dante, aparece en su vida, dejando una marca profunda en su corazón.
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Capítulo 16: Verdades que se asoman
La noche del karaoke había encendido emociones en todos. Mientras Alana, a pesar de los mareos, intentaba mantenerse estable, Sofía y Matías se habían escabullido del lugar tomados de la mano, riendo y jugando como dos adolescentes descubriendo una chispa prohibida.
Llegaron al departamento de Matías, donde la pasión que había nacido en cenas discretas y miradas cruzadas se volvió incandescente. Sofía se dejó llevar, entre besos profundos y caricias que hablaban de deseo contenido. Las prendas fueron cayendo una a una, hasta quedar piel con piel, con Matías susurrando su nombre como una oración mientras se entregaban a una noche intensa, donde los cuerpos hablaron lo que las palabras no se habían atrevido.
Mientras tanto, Alana intentaba volver a su rutina en la empresa, pero los mareos eran constantes. Las náuseas matutinas, el cansancio repentino y una sensibilidad que no podía explicar hacían que cada jornada fuese un desafío.
—Creo que deberías ir al médico, Alana —le dijo Sofía un martes por la mañana, mientras compartían un café en la oficina.
—Lo haré, Sofi, pero cuando pase esta semana. No quiero preocupar a mi papá, ya tiene bastantes cosas en mente —respondíó Alana, restando importancia, aunque en el fondo sabía que algo no estaba bien.
Por su parte, Dante Salvatore vivía los días con ansiedad contenida. La cita con Alana se acercaba y, aunque en su rostro se mantenía su habitual frialdad, en su interior se sentía como un adolescente. En una cena familiar, compartida con su madre Isabel y su hermana Valeria, el tema surgió de forma natural.
—Dante, hijo, ¿tú has pensado en formar una familia?
—preguntó Isabel con dulzura mientras tomaban vino.
—Lo he pensado más de lo que creen dijo, mirándolas a ambas. Y creo que ya encontré a alguien que podría cambiar mi vida.
Valeria lo observó con una ceja alzada, divertida.
—Oh, vaya... eso no me lo esperaba. ¿Es alguien que ya conocemos? soltó con picardía, lanzando una indirecta que se perdió en el aire, aunque su sonrisa lo decía todo.
—Quizá más pronto de lo que creen sabrán de quién hablo contestó Dante, enigmático.
Mientras tanto, en la casa de los Altamirano, la conversación era menos dulce y más estratégica. José Altamirano, frunciendo el ceño, increpaba a su hijo.
—Nick, debes recuperar a Alana. Es tu puerta de entrada a la fortuna Forbes.
—No quiero a una mujer usada. Esperé a que se entregara a mí y va y se acuesta con un desconocido, replicó Nick, frustrado.
José bufó con desprecio.
—Eso no importa. Lo que importa es el apellido y lo que representa. ¡Consíguela, cásate, quítale todo y luego haz lo que quieras!
Por otro lado, Camila Jiménez intentaba ganarse la aceptación de los Altamirano, pero su origen humilde y la falta de apellido de peso eran un obstáculo.
—Camila, lo siento... le dijo Clara Altamirano, la tía de Nick. Pero tu lugar no está en esta familia. No encajas.
Camila, con el orgullo herido, apretó los dientes. Y para colmo, esa misma semana, una prueba de embarazo le confirmó que estaba esperando un hijo.
—No puede ser... ¡No puede ser de Nick, ya que las fechas no concuerdan! —dijo en voz baja, sentada frente al espejo del baño.
Pero entonces, una idea peligrosa se apoderó de su mente: si Nick creía que el hijo era suyo, podría obligarlo a casarse. Y con ello, tal vez conseguir el estatus que tanto ansiaba y quitarle todo lo que le pertenecía a alana. Porque el verdadero padre del niño... ese nunca podría reconocerlo. Tenía esposa y una reputación que cuidar.
Mientras los días pasaban, las piezas comenzaban a moverse en el tablero. Y sin saberlo, todos caminaban hacia una verdad inevitable.
La historia de Alana Forbes, Dante Salvatore, y aquellos que los rodeaban, apenas comenzaba a desplegar sus cartas más peligrosas.
Hasta ahora he actualizado y ordenado todo hasta el capítulo 3, por lo que es posible que noten ciertas inconsistencias a partir de ahí. Les pido un poco de paciencia mientras termino de ajustar todo. De corazón, gracias por seguir aquí y por su comprensión. ¡Muy pronto seguirán conociendo más de esta historia que tanto me emociona compartir con ustedes!
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