Mila, hija de uno de los hombres más poderosos de Suecia, hará todo para evitar los planes de su padre, imponiendo los de ella.
Para evitar un gran problema con su futuro, se meterá en uno peor, todo por ser tan rebelde, ¿será que de esa locura surgirá el amor?
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Capitulo 7
Horacio, ¿qué haces por aquí?, ¿Que coincidencia?—Llegue hasta donde está él con otro hombre. —Buenas tardes, señorita—Saluda muy cortés.
—Mila, ¿qué haces aquí?—Mira a todos lados, buscando a los gorilas.
—Solo estoy caminando un rato, estaba aburrida en mi casa—Coloco la mano sobre su hombro, él mira lo que hago.
—Si gusta se puede sentar con nosotros—dice el otro hombre.
—Mucho gusto— le doy la mano— Mila.
—Mila, qué nombre tan bello igual que quien lo posee.
—¿No tienes nada más importante que hacer?— me dice Horacio con la mandíbula tensa.
Al ver eso me dieron muchas ganas de quedarme y hacerlo molestar un poco.
Me siento frente al hombre.
—Su nombre es…
—Enzo Keller.
Es un apellido diferente al de Horacio, pero son muy parecidos—¿Son familia?
Horacio lo mira.
—No, solo somos amigos—Responde Enzo sin dejar de mirarme.
—Cuéntame Enzo, ¿eres soltero?—De reojo veo como Horacio tensa la mandíbula.
—Sí, tiene una bella esposa, e hijos—Responde Horacio de inmediato.
—¡Qué aguafiestas eres!—Sonríe, Horacio se encoge de hombros.
Qué fastidio, este idiota no lava, pero no presta la batea tampoco.
Bueno, entonces ya no tengo por qué fingir coquetear con él, no tiene caso.
—Me voy, recuerde que tengo cosas que hacer, intento levantarme.
—Te vas porque Horacio te dijo eso, yo soy soltero, y a tu orden belleza.
Miro a Horacio, quien está claramente molesto.
—No importa igual, me retiro, me esperan por allá—a punto en la dirección donde está mi hermano con mis gorilas.
Fue un placer conocerte Enzo, espero conversar contigo en otra ocasión.
—¿Me das tu contacto?
—Claro, se lo puedes pedir a Horacio, oh, lo olvidé, él lo eliminó—Lo miro molesta al recordar lo de ayer.
Él solo frunce el entrecejo.
Enzo me entrega su teléfono y escribo mi número—me llamas—le digo y me alejo de ellos.
Horacio perece molesto, pero no entiendo por qué, si solo soy una niña inmadura para él.
—¿Alexis que haces aquí?
—Buscándote, no dejas de hacer estás tonterías.
—Por Dios ahora no puedo venir a un centro comercial tranquilo—Me molesto.
—No es eso, es solo que vienes a este centro comercial a verte con ese tipo que no me gusta para nada.
—No vine a verme con él, de casualidad me lo encontré aquí.
—Vine porque tus hombres me avisaron que había un auto siguiéndolos.
—Seguro es más gente de mi papá, ya sabes cómo es de desconfiado.
—No es gente de mi papá—me mira con intensidad.
—Te das cuenta de que te estás volviendo como él, no te soporto—Paso, por un lado, y subo en el ascensor que está a punto de cerrar.
Ninguno logra entrar, respiró aliviada, por lo menos los voy a perder un segundo, ya que cuando abra las puertas estarán ahí esperando por mí.
Para mi sorpresa, cuando las puertas del ascensor abren, está esperando por mí, es Horacio.
Está con las manos en los bolsillos, la camisa blanca abierta hasta la mitad de su pecho, los pantalones de vestir negros que le quedan muy, muy bien.
—¿Qué haces aquí?, mi hermano ya no tarda en subir, es mejor que te vayas, no quiero que te hagan algo, aunque debería dejar que lo hagan por haber borrado mi contacto.
—¡No entiendo por qué dices eso!, si yo no he borrado nada.
Ayer te escribí, no te hagas el inocente—Me mira extraño.
—No he visto tu mensaje.
Le digo la hora a la que lo hice, y cuando le digo solo hace una mueca de fastidio.
—Lo siento, no tenía el teléfono en ese momento.
Ah, ok ya lo entendí, tiene mujer, con razón que me dijo que no quería casarse conmigo, o sea sé que es una idea descabellada, pero quién no quiere emparentar con un Kunis.
—No es lo que piensas, no tengo mujer, es solo mi hermana, ella es muy celosa conmigo—Sonríe.
—¿Entonces no has reflexionado nada de lo que te dije?
—Lo he reflexionado, pero me meteré en muchos problemas con tu padre si lo hago.
—¿Acaso trabajas para él?
—No, no lo hago, yo trabajo para mí, te contaré algo, pero no será hoy, debo irme, ya vienen tus hombres.
—No son míos—Ruedo los ojos.
—Da igual si es lo mismo—Se marcha perdiéndose, entre la gente.
Lo miro hasta que lo pierdo de vista, es tan misterioso, y esa mirada es tan intensa, tan jodidamente sexy.
Que estoy diciendo, acaso es que Horacio me gusta.
—Señorita Mila, aquí está.
—Dónde más, que fastidio, no puedo ni moverme sin su permiso, vuelvo a subir al ascensor y él lo hace también.
En la casa solo pienso, pienso, estoy tan aburrida de portarme así, que fastidio, quiero ser como Katrina, tiene su negocio y es feliz, sale para donde ella quiere y hace lo que quiere, nadie le dice nada.
Una notificación llega mi teléfono celular, lo reviso para ver de qué se trata.
“Si de verdad tienes tantas ganas de casarte conmigo, por lo menos deberías ser un poco más romántica”
Y este idiota que es lo que cree que voy a ir a ponerme de rodillas es un restaurante para que acepte mi propuesta, va, pues es solo un trato, nada más que eso.
“¿Estás loco?”
“El tiempo corre princesa, espero la mejor propuesta, uno no se casa todos los días”
Estúpido, ahora que hago, cómo le hago.
Recibo un correo de Douglas, llorando porque su mamá está con Rodrigo que broma, que termine de superarlo que más puede hacer, yo admiro demasiado a esa mujer, es echada para adelante, y ahora está con un hombre verdaderamente guapo.
No le respondo a Horacio, debo pensar en algo, tiene que ser algo bonito para que acepte, pero qué carajos le gustan a los hombres, cómo para que acepten un matrimonio falso.
Gracias y bendiciones